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Alguna de ellas se encuentran en países del este de Europa

La CIA ha enviado a más de 100 presuntos terroristas a cárceles secretas en ocho países, según ‘Washington Post’

Fuentes: Europa Press

La Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) ha detenido y enviado a más de 100 sospechosos de terrorismo a prisiones secretas en un total de ocho países, entre ellos Afganistán, Tailandia y varias «democracia del este de Europa», según desvela hoy el diario estadounidense ‘The Washington Post’, basándose en fuentes diplomáticas y de inteligencia de […]

La Agencia Central de Inteligencia estadounidense (CIA) ha detenido y enviado a más de 100 sospechosos de terrorismo a prisiones secretas en un total de ocho países, entre ellos Afganistán, Tailandia y varias «democracia del este de Europa», según desvela hoy el diario estadounidense ‘The Washington Post’, basándose en fuentes diplomáticas y de inteligencia de los tres continentes.

Según el diario, la CIA «ni siquiera ha reconocido» oficialmente la existencia de estas prisiones, pero éstas aparecen definidas como «lugares negros» en documentos clasificados de la CIA, la Casa Blanca, el Departamento de Justicia y el Congreso, que son accesibles a apenas unos pocos funcionarios.

Estos centros forman parte de un sistema encubierto de prisiones creado después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. La legislación estadounidense prohíbe el establecimiento de prisiones secretas en el país, de modo que los agentes de la CIA buscaron otros países para instalarlas.

No obstante, los países ‘anfitriones’ son, como Estados Unidos, firmantes de la Convención de la ONU contra la Tortura, y pese a ello albergan prisiones donde la CIA tiene permitido usar sus polémicas ‘Técnicas de Interrogatorio Reforzadas’, entre ellas hacer creer al prisionero que se está ahogando.

Bajo la ley estadounidense, sólo el presidente de Estados Unidos puede autorizar una acción encubierta de la CIA. No está claro si George W. Bush autorizó específicamente la creación de estas prisiones, sino que todo apunta a que la iniciativa se basa en el documento que Bush firmó el 17 de septiembre de 2001, seis días después de los atentados, y que prácticamente daba a la CIA amplios poderes para combatir el terrorismo, incluyendo la posibilidad de matar y capturar a miembros de Al Qaeda en cualquier país del mundo.

El diario no desvela los países de Europa oriental que acogen cárceles de la CIA argumentando que las fuentes temen que ello perjudique los esfuerzos antiterroristas o convierta a estos Estados en objetivo de terroristas.

Sí menciona los casos de dos centros, ya cerrados, en Tailandia y la base estadounidense de Guantánamo (Cuba), pertenecientes a una categoría ultrasecreta donde han sido enviados unos 30 sospechosos de terrorismo de primer orden. «Retenidos en la oscuridad, a veces en celdas subterráneas, no tienen derechos legales reconocidos, y nadie de fuera de la CIA puede hablar con ellos, ni verlos, ni verificar si se encuentran bien», asegura el ‘Post’.

La Agencia cerró el pequeño centro de detención del que disponía en Guantánamo en 2004, cuando los tribunales empezaron a ejercer un mayor control sobre los retenidos allí por el Pentágono, y en 2003 había cerrado el que tenía en Tailandia, después de que se descubriera su existencia. Estados Unidos había enviado allí a dos detenidos en 2002, el presunto jefe de operaciones de Al Qaeda, Abu Zubaida, y el sospechoso de planificar el 11-S Ramzi Binalshibh.

El sistema encubierto de detenciones de la CIA ha causado roces con otros países. Los Parlamentos de Canadá, Italia, Francia, Suecia y Países Bajos han abierto investigaciones sobre presuntas operaciones secretas de la CIA para capturar a ciudadanos, residentes legales, y transferirlos a estas prisiones.

Según el ‘Post’, todo el sistema ha empezado a crear malestar en la propia comunidad de inteligencia estadounidense, que considera que no es sostenible.

AFGANISTAN

La CIA tiene también una prisión secreta en Afganistán. El diario relata cómo en los primeros meses tras el 11-S la agencia detuvo a cientos de sospechosos en Afganistán y tuvo que improvisar una solución: fueron alojados en contenedores metálicos en la base aérea de Bagram. La mayor parte de los prisioneros fueron dejados en manos de la Alianza del Norte, hasta que en invierno se supo que varios de los presos habían muerto asfixiados.

En ese momento, la CIA pidió al Congreso fondos para crear un sistema de prisiones estable en el país, y la Agencia estableció un centro secreto conocido como ‘Salt Pit’, en una vieja fábrica de ladrillos a las afueras de Kabul.

En noviembre de 2002, un agente sin experiencia presuntamente ordenó a los guardas que desnudaran y ataran al suelo de cemento a un detenido, que murió congelado durante la noche. El joven no ha sido acusado de asesinato, añade el diario. La prisión fue después trasladada de nuevo a Bagram, y más tarde a otro lugar desconocido.