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El día que los británicos entraron a Jerusalén en 1917, la suerte de Palestina quedó sellada

La conquista británica de Jerusalén

Fuentes: Al Jazeera

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


«…El gobierno otomano, a fin de salvaguardar los sitios religiosos de la ruina y la destrucción, ha retirado sus fuerzas de la ciudad y ha delegado funcionarios para ocuparse de los sitios religiosos como el Santo Sepulcro y la Mezquita Aqsa. A la espera de que vuestro tratamiento sea similar…» (Isa al-Safari, Filstin al-Arabiyah)

El 11 de diciembre de 1917, solo dos días después que la carta mencionada fuera escrita, el general británico Edmund Allenby entró triunfalmente a Jerusalén por la puerta Jaffa, y la ciudad se convirtió en territorio ocupado. Se dice que en esta histórica ocasión, Allenby declaró que «ahora las guerras de las cruzadas han sido completadas». La declaración de Allenby es un poderoso recuerdo de que la entrada británica en Jerusalén fue una continuación de y una conclusión «exitosa» de las Cruzadas. Ciertamente, la declaración de Allenby introduce una crítica conexión epistemológica entre el proyecto colonial británico moderno en Palestina y las Cruzadas del XI-XIV Siglo.

El entonces Primer Ministro David Lloyd George describió la captura de Jerusalén como «un regalo de Navidad para el pueblo británico»; había aconsejado a Allenby que tomara la ciudad antes de la época de fiestas.

Fin de las Cruzadas

La declaración de Allenby sobre las Cruzadas no fue aislada, como lo ilustra una serie de publicaciones en la prensa y en libros británicos de ese período. Por ejemplo, Punch publicó un titular el 19 de diciembre de 1917 hablando de «la Última Cruzada» con una ilustración de «Ricardo Corazón de León mirando hacia Jerusalén y aprobando contento: «¡Mi sueño se realiza!»

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La prensa británica fue inicialmente instruida en un memorándum «privado y confidencial» de fecha 15 de noviembre de 1917, de que no se refiriera a las «operaciones militares contra Turquía en ningún sentido como una Guerra Santa, una Cruzada moderna, o cualquier cosa que tenga que ver con cuestiones religiosas». Sin embargo, la prensa, después de un breve período, ignoró las instrucciones y comenzó a utilizar la palabra «Cruzada» al discutir la ocupación de Jerusalén.

El memorándum tenía la intención de impedir cualquier fricción con tropas musulmanas reclutadas en colonias británicas y evitar algún daño a la alianza con Sharif Hussein de La Meca.

Más importante es que el propio Departamento Británico de Información comenzó a usar la palabra «Cruzada» para transmitir una conexión religiosa e histórica muy peculiar a períodos anteriores. El departamento celebró en un telegrama desde Palestina que «dos de los comandantes que han desempeñado una parte importante en la campaña en el sur de Palestina son descendientes de reyes que combatieron en las guerras de las Cruzadas».

Unos pocos meses después de la conquista de Jerusalén, el Departamento de Información produjo un documental de 40 minutos de duración titulado «Las nuevas cruzadas: con las fuerzas británicas en el Frente Palestino», articulando por lo tanto la nueva aventura colonial en términos claramente religiosos.

Además, una gran cantidad de libros del período tenían la palabra «Cruzada» incorporada en sus títulos: «Khaki Crusaders» (1919), «Temporary Crusaders» (1919), «The Modern Crusaders» (1920), «The Last Crusade» (1920), «With Allenby’s Crusaders» (1923), y «The Romance of the Last Crusade» (1923).

Reinaba un impulso evidente de enmarcar el proyecto de colonización en Palestina en términos religiosos y verlo como la continuación del pasado conflicto musulmán-cristiano, a pesar de afirmaciones de que se combatía a los otomanos sobre la base del secularismo europeo y la modernidad antirreligiosa.

Los británicos no fueron los únicos en pensar en esos términos. En su libro The Clash of Fundamentalisms: Crusades, Jihads and Modernity, Tariq Ali describe cómo el comandante francés Henri Gouraud después de entrar en Damasco con sus tropas, fue a la tumba de Saladino, la pateó y proclamó: «¡Las Cruzadas han terminado ahora! ¡Despierta Saladino, hemos vuelto! Mi presencia aquí consagra la victoria de la Cruz sobre la Media Luna».

La idea de la «Cruzada» fue incorporada en el apoyo proporcionado al movimiento sionista y al plan de establecer una patria judía en Palestina. Por cierto, las interpretaciones teológicas y los intentos de re-crear el pasado bíblico apuntaban a inaugurar una visión del mundo distorsionada de extrema derecha que involucraba a Israel como un peldaño para su realización en anticipación de la Segunda Venida de Cristo.

Proyecto de colonización

La Ocupación Británica en 1917 posibilitó que se pusiera en acción la Declaración Balfour y el plan de crear una patria judía a costa de los palestinos. Los británicos no emprendieron este proyecto por amor o preocupación por los judíos – al contrario, algunos de los más fuertes partidarios del sionismo eran ardientes antisemitas, incluyendo al propio Lord Balfour. Las actitudes y políticas racistas, fanáticas e intolerantes, teóricamente configuradas, hacia los judíos fueron la razón primordial para apoyar el sionismo.

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El 11 de diciembre de 1917 es el día en el que se perdió Jerusalén. En esa fecha, Palestina entró al túnel colonial y comenzó el desposeimiento de su población indígena. A partir de esa fecha, Palestina, Jerusalén y los palestinos fueron colocados en un camino de confrontación con los británicos y los sionistas que trabajaron juntos para crear un hogar nacional para el pueblo judío.

Mientras la Nakba de 1948 condujo a la expulsión física de unos 750.000 palestinos, la ocupación británica en 1917, seguida por el Mandato, selló la suerte de Palestina como el último proyecto colonial que fue encomendado. Por lo tanto, el sionismo fue incubado en el vientre colonial británico con un cordón umbilical conectado a la epistemología colonial y racista de Europa.

La ocupación británica posibilitó que el sionismo encontrara un punto de apoyo en Palestina. Lo que siguió fue el tormento de los palestinos mediante la limpieza étnica y la expulsión, masacres, demoliciones de casas, expansión de las colonias, confiscación de tierras, violencia diaria, ataques contra al-Aqsa, construcción de un Muro del Apartheid y la promulgación de más de 40 leyes de discriminación de los palestinos. El último capítulo de esta historia será escrito por los palestinos y sus aliados en todo el mundo y es seguro que enaltecerá la libertad, la dignidad y el fin del colonialismo racista en Palestina.

 

Hatem Bazian es coeditor y fundador de Islamophobia Studies Journal y director de Islamophobia Research and Documentation Project, y profesor sénior en los Departamentos de Estudios de Medio Oriente y Étnicos en la Universidad Berkeley.

Fuente: http://www.aljazeera.com/indepth/opinion/2014/12/revisiting-british-conquest-je-2014121381243881138.html