La posibilidad de que termine el prolongado conflicto entre el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad turcas significa para Sultan Quyun, de 58 años, no sólo el fin de la violencia, sino el ansiado encuentro con su hijo, según cree ella. El muchacho fue detenido por las fuerzas de […]
La posibilidad de que termine el prolongado conflicto entre el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK) y las fuerzas de seguridad turcas significa para Sultan Quyun, de 58 años, no sólo el fin de la violencia, sino el ansiado encuentro con su hijo, según cree ella.
El muchacho fue detenido por las fuerzas de seguridad a principios de los años 90, cuando estudiaba en una universidad de Estambul. En 1994, tras dos años y medio de prisión, fue liberado y partió a las montañas a unirse a combatientes del PKK.
Se estima que los enfrentamientos dejaron 40.000 personas muertas en tres décadas.
Muchos turcos anhelan lo mismo que Quyunn, pero no se vislumbra en un futuro cercano.
Organizaciones políticas kurdas presentaron ideas audaces para proteger sus derechos, con vistas a las elecciones parlamentarias de Turquía, previstas para junio. La propuesta de autonomía y bilingüismo en este país sacudió a muchos dirigentes políticos.
El gobernante Partido por la Justicia y el Desarrollo (AKP), elogiado por haber tomado medidas sin precedentes para mejorar la difícil situación de los kurdos, actúa con cautela frente a sus reclamos para no perder partidarios entre votantes turcos.
El gobierno levantó el estado de emergencia que rigió en zonas kurdas durante 15 años. También creó un canal de televisión, permitió que se dictaran cursos privados de kurdo y estableció departamentos en algunas universidades para estudiar todo lo relativo a esa comunidad.
Pero para muchos kurdos no alcanza.
La coalición Congreso Sociedad Democrática, que reúne a varias organizaciones, llamó a fines de diciembre a crear un «Kurdistán Democrático y Autónomo» en el sudeste de Turquía.
La entidad se propone alcanzar la autonomía administrativa dentro de las fronteras de Turquía y no apunta a la independencia ni a la secesión.
La propuesta, respaldada por el PKK, aspira a tener un gobierno y un parlamento local y su propia fuerza de defensa. Además prevé que el kurdo sea la lengua oficial junto con el turco.
Sus patrocinadores lo consideran un proyecto de «unidad», pero sus detractores sostienen que se trata de una gran reestructura del Estado, lo que enfureció a muchos.
«Repito que los últimos debates artificiales forman parte de un inquietante plan y una trampa de la organización terrorista PKK y de sus simpatizantes», dijo el primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, a funcionarios del AKP a fines del año pasado.
Al despertar sentimientos nacionalistas kurdos, la propuesta de autonomía apuntó a «incidir en el proceso electoral y determinar la política interna», añadió.
Ese tipo de iniciativas, previo a los comicios legislativos, «polarizará» la situación al avivar sentimientos nacionalistas en las dos comunidades, señaló Cengiz Candar, ex asesor presidencial y conocido columnista en este país.
«La opinión pública turca no está preparada para la palabra autonomía. Le cuesta mucho decirla», dijo a IPS desde Estambul.
Dirigentes del AKP se precian del ambiente propicio creado por el gobierno para discutir la cuestión de los derechos de los kurdos, pese a que sigue la lucha por encontrar una solución plausible al problema.
«No hace mucho, las áreas kurdas eran un paraíso de asesinos», alegó Baki Aksoy, presidente del AKP en esta suroriental ciudad de Diyarbakir. Pero el gobierno «logró integrar al debate público y a la agenda de Turquía la cuestión kurda», añadió.
El alivio de las restricciones en materia de seguridad, la mayor democratización y un fuerte sentido de identidad llevaron a muchos kurdos a envalentonarse y defender sus derechos políticos y culturales.
Un marcado ambiente de desconfianza, signado en parte por la urgencia de ganar votos, domina las relaciones entre el AKP y muchas organizaciones kurdas y complica las posibilidades de llegar a un consenso.
«El AKP no pretende realmente solucionar la cuestión kurda», sostuvo Najad Yuruk, presidente del Partido por la Paz y la Democracia, la mayor agrupación de Diyarbakir.
«Todo lo que consiguieron los kurdos fue gracias a su lucha», dijo a IPS.
La utilización del kurdo en la prensa así como los cursos de lengua no son resultado de las políticas de Erdogan, remarcó.
«La cuestión de la lengua se impuso de hecho en las zonas kurdas y Erdogan ni siquiera propuso una ley para legalizarlo. La gente simplemente lo hizo ejerciendo su derecho», añadió Yuruk, cuyo partido suele considerarse cercano al PKK.
Los insurgentes kurdos declararon un cese del fuego en agosto de 2010 para dar una oportunidad a la resolución del conflicto crónico.
El PKK respetará su promesa hasta las elecciones de junio.