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La desfachatez del presidente imperialista

Fuentes: Rebelión

Como no podía ser de otra manera, ya que es un presidente imperialista, Barack Obama carece de moral y, obviamente, también de vergüenza. El pasado jueves, día 7 de septiembre, se quejó indignado de que grupos de derecha estadounidenses están gastando millones de dólares en campañas publicitarias, con el antidemocrático propósito de influir en las […]

Como no podía ser de otra manera, ya que es un presidente imperialista, Barack Obama carece de moral y, obviamente, también de vergüenza. El pasado jueves, día 7 de septiembre, se quejó indignado de que grupos de derecha estadounidenses están gastando millones de dólares en campañas publicitarias, con el antidemocrático propósito de influir en las próximas elecciones parlamentarias del país que él mismo dirige. La queja la emitió a través de un discurso pronunciado en la Bowie State University de Maryland, uno de los cincuenta estados estadounidenses, sito en la región noreste del país. De esta desvergonzada manera fue como lo dijo: «Nos enteramos de que uno de los grupos más grandes que financia estos avisos recibe dinero con regularidad de empresas extranjeras. Por lo tanto, grupos que reciben dinero extranjero están gastando enormes sumas para influir en las elecciones estadounidenses […] Esto es una amenaza a nuestra democracia».

Efectivamente, tiene razón Obama al decir que la inversión de dinero extranjero para influir en las elecciones es una amenaza para la democracia estadounidense; pero también para la cubana, venezolana, boliviana, ecuatoriana… y para tantas otras que, con su beneplácito, están permanentemente amenazadas.

Con el propósito de desestabilizar a la Revolución Cubana y durante casi cincuenta y dos años, todos los gobiernos estadounidenses, incluido el del indignado Barack Obama, han gastado tremenda cantidad de dinero. Sólo en 2008 y 2009, el Departamento de Estado, a través de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional -USAID, por sus siglas en inglés- y de la Nacional Endowment for Democracy -NED-, aportó más de 65.000.000 de dólares, y 20.000.000 adicionales para el año en curso. Y éste no es el único dinero destinado para tal fin en el transcurso del mencionado período.

Otro tanto pasa con Venezuela. Según la propia NED, las agencias internacionales han invertido este año entre 40 y 50 millones de dólares, destinados a la oposición política venezolana, con el claro propósito de destruir a la Revolución Bolivariana y colocar un gobierno entreguista que permita saciar los imperiales apetitos del gran capital estadounidense. La mayoría de los fondos, canalizados hacia la reciente campaña electoral de la Mesa de Unidad Democrática -MUD-, llegaron procedentes de la USAID. Las palabras de Eva Golinger son muy elocuentes a este respecto: «No existe duda ninguna de que la oposición venezolana -en todas sus manifestaciones- es producto de una estrategia del gobierno estadounidense. Financian y diseñan sus campañas, capacitan y entrenan a sus partidos políticos, ayudan a organizar sus ONG y sus mensajes, seleccionan sus candidatos para los procesos electorales y los alimentan con dólares para mantenerlos vivos».

No es casual que la USAID y otras agencias al servicio del imperialismo yanqui comenzaran a trabajar en Venezuela a partir de 2001. Hasta entonces, Hugo Chávez llegó al poder en 1999, no tenían ninguna necesidad de invertir tanto dinero y esfuerzo injerencista como ahora, ya que siempre ganaban las «democráticas» elecciones sus obedientes lacayos.

Barack Obama, pues, puede tener razón cuando dice aquello de que el dinero extranjero que se invierte en influir en las elecciones estadounidenses es una amenaza para la democracia del país que gobierna. Pero nunca tendrá legitimidad alguna para quejarse e indignarse, ya que el gobierno que él mismo dirige hace exactamente lo mismo en infinidad de países que, de estoica manera, no se resignan a caer en sus sucias garras.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.