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La amenaza existencial que enfrenta el Líbano

La doctrina Dahiya

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

La actividad diplomática será vivísima en Beirut este fin de semana, cuando el rey Abdulá de Arabia Saudí haga su primera visita oficial al Líbano desde que subió al trono. Se informa de que el presidente Bashar Assad de Siria lo acompañará ya que ambos quieren distender la creciente tensión respecto a la prevista acusación por el Tribunal Especial para el Líbano (STL en sus siglas en inglés) contra elementos «ilegales» de Hizbulá supuestamente involucrados en el asesinato en 2005 del primer ministro Rafiq Hariri.

El rey Abdulá llega al Líbano en apoyo a la gobernante Coalición 14 de marzo, dirigida por el primer ministro Saad Hariri y su Movimiento Futuro. Assad, por otra parte, representa los intereses de la opositora Coalición 8 de marzo, dirigida por Hizbulá (chií) y el Movimiento Libre Patriótico (cristiano) del general Michel Aoun.

Juntos esperan prevenir cualquiera discordia sectaria que pueda surgir después que el STL publique su informe en los próximos meses.

Sin embargo, no podría haber un peor emisario para una misión semejante que el rey Abdulá. El gobierno saudí ha estado a la vanguardia en la promoción del sectarismo tanto en el interior (mostrado por su abominable tratamiento a ciudadanos chiíes) y en el exterior (en su apoyo a grupos salafistas extremistas que operan en Iraq, Pakistán y Afganistán).

Se ha sugerido que el emir de Qatar, Sheij Hamad bin Khalifa al-Thani, se sumará a sus colegas sirio y saudí en la capital libanesa. A diferencia del rey Abdulá, Sheij Hamad es considerado como un mediador ecuánime en el que confían las coaliciones rivales.

Fue él, después de todo, quien medió en el Acuerdo de Doha de mayo de 2008 que terminó con el impasse político de 18 meses del Líbano. Esa crisis llegó al punto crítico cuando el gabinete del entonces primer ministro Fuad Siniora declaró ilegal la red de telecomunicaciones de Hizbulá e intentó desmantelarla. Hubo breves batallas callejeras entre partidarios de Hizbulá y de Hariri. Los temores de que choques similares pudieran volver a estallar llevaron a los dirigentes a reunirse en Beirut.

Bueno, por lo menos dos dirigentes. Muchos creen que el refuerzo de la posición política interior de Hariri y la presión sobre Assad para que termine su apoyo a Hizbulá son igualmente, si no más, importantes para el rey.

Es extremadamente lamentable, sin embargo, que la verdadera amenaza que enfrenta el Líbano -que palidece en comparación con lo que puede o no suceder después que las acusaciones del STL sean publicadas- no sea encarada.

El ministro de defensa de Israel, Ehud Barak, la enunció en una entrevista el 23 de julio con The Washington Post:

«Pienso que ellos [el gobierno libanés] son responsables por lo que suceda, y si sucede que Hizbulá dispara contra Tel Aviv, no perseguiremos a cada terrorista de Hizbulá o lanzador de algún cohete en todo Líbano. Consideraremos responsable al gobierno del Líbano por lo que suceda, y por lo que sucede dentro de su gobierno, su cuerpo político, y su arsenal de municiones. Y consideraremos legítimo atacar cualquier objetivo que pertenece al Estado libanés, no sólo a Hizbulá. Y de alguna manera, no lo deseamos. No estoy amenazando.» [Énfasis agregado]

Los eventos recientes contradicen las últimas dos afirmaciones de Barak. Por cierto, Israel está haciendo lo posible por incitar, empujar y provocar a Hizbulá para que dispare ese cohete que pueda ser utilizado como pretexto para librar una guerra generalizada y vengar su desastre de la invasión de julio de 2006:

  • Vuelos militares de vigilancia sobre el Líbano violan a diario el espacio aéreo y la soberanía del país.
  • A mediados de julio, una patrulla israelí cruzó la frontera hacia el Líbano y trató de secuestrar a un pastor.
  • Una semana después, un barco israelí disparó salvas de artillería contra un bote pesquero libanés situado dentro de aguas territoriales libanesas.
  • Los designios de Israel respecto a las reservas de gas mar adentro del Líbano y la posibilidad de utilizar la fuerza para apoderarse de ellas han sido discutidos recientemente, así como la evidencia que sugiere su participación en el asesinato de Hariri.

Barak da a entender claramente que cualquier guerra lanzada por Israel no mostrará piedad por vidas civiles o por la infraestructura, como lo demuestra Gaza. En los hechos, simplemente reiteró lo que ha llegado a ser conocido como la «Doctrina Dahiya».

En una entrevista de octubre de 2008 con Yedioth Ahronoth, el comandante del distrito norte del ejército israelí, general de división Gadi Eisenkott lo explicó:

«Lo que sucedió en el suburbio Dahiya de Beirut en 2006 sucederá en cada aldea desde la cual se hagan disparos contra Israel. Utilizaremos fuerza desproporcionada en su contra y causaremos inmenso daño y destrucción. Desde nuestro punto de vista no son aldeas civiles sino bases militares. No es una recomendación, es el plan, y ya ha sido autorizado.»

La Doctrina Dahiya: una estrategia utilizada para justificar el castigo colectivo y la perpetración de crímenes de guerra, y una amenaza existencial para el Líbano actual.

Uno se pregunta si el rey Abdulá -ocupado en interferir en el Líbano y Siria por cuenta de EE.UU.- se da cuenta de que sus aliados de la Coalición14 de marzo no serían perdonados.

……..

Rannie Amiri es un comentarista independiente de Oriente Próximo. Para contactos, escriba a [email protected].

Fuente: http://www.counterpunch.org/amiri07302010.html

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