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La Edad de las Tinieblas de la Industria Automotriz Usamericana

Fuentes: CounterPunch

Traducido del inglés al castellano por Germán Leyens, miembro del colectivo de traductores de Rebelión y asimismo de Tlaxcala, la red de traductores por la diversidad lingüística ([email protected]). Esta traducción es copyleft.

Ya es hora de que el pueblo usamericano haga despertar a la industria automovilística del país (General Motors, Ford Motor Company y DaimlerChrysler). Existen progresos de ingeniería atrasados bien adecuados para su aplicación comercial y una amplia difusión listos para su utilización. Por desgracia, en la actualidad, como ocurrió hace 40 años, la dirección de las compañías automovilísticas bloquea el camino hacia una tecnología automovilística positiva y eficiente.

Con pocas excepciones, un vasto páramo de estancamiento tecnológico y de ingeniería basura de los productos de automóviles nacionales ha destruido más de tres décadas de oportunidades para aumentar la salud, la seguridad y la eficiencia económica del público motorizado. Esta «época oscura» de la industria automóvil nacional no fue el resultado de una serie de omisiones. Fue el producto de una expansión deliberada del poder de los gigantes del automóvil para bloquear la innovación.
Durante este período, los Tres Grandes, con todas sus burocracias jerárquicas autocráticas, lograron seguir perdiendo penetración en el mercado ante los fabricantes extranjeros. General Motors y Ford están sufriendo masivas pérdidas anuales, que serían aún más inmensas si no fuera por sus rentables subsidiarias financieras. Sus acciones han sido bajadas de categoría al nivel de basura, algo impensable hace una o dos décadas.
Se podría pensar que una situación semejante constituiría en sí una señal de alarma interior para cambiar direcciones y asegurar mejoras anuales del valor de sus productos. De ninguna manera. A pesar del «habla» en sus campañas publicitarias, todo sigue igual.
Renuentes con el pasar de los años a regenerarse desde sus propias filas, a pesar de considerables inversiones, de sus recursos de marketing y de ingeniería y científicos, los altos ejecutivos lograron administrar mal y desperdiciar esos valiosos activos, reservando sus energías al bloqueo de presiones externas que podrían haberlos salvado de su propia ineptitud.
En su lugar, los fabricantes de autos, junto con sus concesionarios y a veces United Auto Workers, [sindicato de trabajadores del automóvil] utilizaron la presión política para paralizar la actividad reguladora tanto en NHTSA como en EPA hasta la obsolescencia e incluso redujeron a veces estándares simples (como ser los requerimientos de protección de los parachoques).
El formidable lobby de la industria automóvil y de los concesionarios en Washington paralizó todo esfuerzo en el Congreso por reanimar la Administración de Servicios Generales [GSA, por sus siglas en inglés] para que ponga al día sus especificaciones para seguridad, combustible y emisiones para las adquisiciones de su parque móvil durante los últimos veinte años. Esto ocurrió a pesar de que la GSA, bajo la dirección del administrador Gerald Carmen, avanzó sus instalaciones de air bags mediante compras para la flota móvil a mediados de los años ochenta bajo Reagan.
Una vez que anularon las presiones internas y externas que hubieran hecho progresar la excelencia constructiva, los Tres Grandes del país volvieron a su tradicional fórmula para hacer beneficios. Construyeron basura a la ligera, basura rentable, llamada SUV [Siglas en inglés para Vehículo de Utilidad Deportiva]. Vendieron un espejismo de seguridad, el símbolo de estatus de tamaño e inmensa potencia e interiores menos apretados. Invirtieron decenas de miles de millones de dólares en motores más poderosos y más derrochadores. Compensaron la disminución de su parte en el mercado con mayores márgenes de beneficios en los vehículos vendidos. Los SUV fueron el opio de los ejecutivos de la industria automóvil, haciéndolos más complacientes y perezosos durante un prolongado período de precios estables de la gasolina.
Ahora el precio del petróleo y de la gasolina aumenta y puede ser que los automovilistas despierten. Deberían también aumentar sus expectativas respecto a los tipos de vehículos que pueden comprar en función de sus propios múltiples intereses. Hay que imaginarse a candidatos políticos que conviertan el estado de la construcción de los vehículos en un importante tema político, que se extienda a la salud, la seguridad, la eficiencia y más allá al calentamiento global, y a la falta de un sistema de transporte masivo moderno.
Mi asociado Rob Cirincione, ingeniero que estudió en Princeton, acaba de completar un informe intitulado: «Innovación y Estancamiento en la Seguridad Automóvil y en la Eficiencia del Combustible». Este informe propugna la elevación de las expectativas y exigencias públicas a la industria automóvil. Demuestra cómo proveedores a la industria automóvil e inventores serios e investigadores universitarios han innovado mientras los fabricantes de automóviles han obstruido la aplicación comercial generalizada de sus innovaciones. Importantes innovaciones constructivas factibles están listas para disminuir serios problemas nacionales de transporte.
Nuestro gobierno tiene la autoridad y los instrumentos para implantar sus aplicaciones en las líneas de montaje y los salones de venta de los concesionarios. Los ingenieros y los científicos dentro de las compañías automovilísticas estás listos para trabajar a niveles superiores de importancia. Están en juego serias urgencias ruteras, económicas, y globales. Todos tenemos un papel en el enfrentamiento de los mastodontes ejecutivos de la industrial automóvil que se han quedado atascados en su propio tráfico. Es hora de hacer volver al policía federal a la ronda en las compañías automovilísticas. Librarse del atraso. Poner los beneficios en manos de los motoristas. Y salvar a las compañías automovilísticas nacionales de su propio masoquismo estúpido.
Más de treinta años de estancamiento es más que suficiente. Se necesita un cuerpo enteramente nuevo de máximos ejecutivos para proveer un liderazgo de receptividad hacia, una nueva generación de vehículos automotrices, si no un nuevo comienzo.

 
Enlace a noticia original:
http://www.counterpunch.org/nader02282006.html