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La encrucijada de Sumar

Fuentes: Rebelión

Se acaba de publicar el Barómetro de enero-2025 de la agencia de investigación 40db sobre el voto estimado respecto de unas elecciones generales, sin entrar en la adjudicación de escaños.

Esta encuesta es una de las más fiables, aunque en la muestra hay una sobrevaloración de la composición de la clase alta y media alta (45%) en detrimento de las clases trabajadoras -clase media baja y baja- (28%) y la clase media (26%). Los resultados confirman los datos de los últimos estudios demoscópicos sobre un hecho relevante que nos interesa analizar ahora: El descenso electoral de las izquierdas, en especial de la coalición Sumar, que cuestiona la continuidad de otra legislatura de progreso y aventuran la victoria de las derechas con una consolidación de la ultraderecha.

Sumar descendería hasta el 5,1% de voto (7,2% menos que en el 23J) y Podemos conseguiría el 4%, llevándose más de un tercio (33,6%) del voto conseguido conjuntamente en las elecciones generales; mientras tanto, la actual Sumar solo retiene el 39,7% del mismo, con un 6,5% que se desplaza hacia el PSOE y un 8,5% de indecisos. Al mismo tiempo, el Partido Socialista también retrocede un poco (2,2 puntos), situándose en el 29,5%. Aunque el estudio no especifica la estimación del voto -solo la intención y la simpatía- a los grupos nacionalistas, el conjunto de grupos progresistas no tendría una mayoría parlamentaria para avalar un nuevo gobierno de coalición.

Como datos complementarios podemos aludir a la composición ideológica de la población en general en el eje izquierda/derecha: Se autoubican en la izquierda el 37,4% (16,7% en la izquierda transformadora y 20,7% en la izquierda moderada), en el centro el 22,4% y en la derecha el 32%. El grueso de los tres electorados progresistas se autoubican en la izquierda, con una pequeña representatividad del Partido Socialista en el centro y la derecha, aunque mantiene su primacía en relación con la suma de las otras dos formaciones, Sumar y Podemos, entre las personas que se consideran de izquierdas. Existen algunas diferencias en la izquierda alternativa por segmentos ideológicos: Sumar, en comparación con Podemos, tiene mayor peso relativo entre la gente de izquierda moderada y, al contrario, Podemos tiene mayor representatividad comparativa entre las personas de izquierda transformadora. Ambos apenas tienen representatividad entre la población autodefinida ideológicamente de centro o de derechas.

Además, la comparación entre la representatividad de Sumar y de Podemos, respecto de los territorios analizados, nos dice que Sumar tiene una ligera ventaja respecto de Podemos en Madrid y Catalunya, hay un relativo empate en la Comunidad Valenciana, y al revés, Podemos tiene una ligera ventaja en Andalucía, País Vasco, Galicia y Castilla León. En todo caso, con esos datos y presentándose por separado, entre ambos, quedarían en un tercio (6/8+2/4, respectivamente) de los 31 escaños actuales, concentrados en Madrid, Barcelona, Valencia y Sevilla, por debajo de la media de las encuestas realizadas hasta ahora que los situaban en torno a la mitad. Toda una debacle.

Veamos la encrucijada en que se encuentra la actual coalición Sumar por su declive electoral y político, su impacto en la gobernabilidad progresista y su actitud ante Podemos.

Retos e incertidumbres de Sumar

La estrategia de Sumar, no solo de Movimiento Sumar, sino de todo el conglomerado que forma parte de esa alianza parlamentaria, tiene un doble reto. Por un lado, fortalecer su credibilidad transformadora, su utilidad real para mejorar las condiciones de vida y los derechos sociales de la mayoría popular. Por otro lado, demostrar su capacidad para articular y ampliar el conjunto de ese espacio alternativo, para garantizar una remontada socioelectoral y posibilitar una nueva alianza de progreso en la próxima legislatura. Ambos aspectos, más allá de aspiraciones subjetivas, están llenos de incertidumbres.

Ante el descenso electoral y, por tanto, de su posible estatus gubernamental, la dirección de Sumar se ve obligada a distanciarse y criticar algunas decisiones socialistas, en particular en lo que más le afecta a su credibilidad gestora: la reducción de la jornada laboral, con dificultades para un apoyo parlamentario mayoritario.

Así, en el primer sentido, está por ver el resultado práctico de su alternativa central, la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas semanales, sin reducción salarial, con su adecuación en los contratos a tiempo parcial y el registro horario. Afecta a su credibilidad transformadora, a sus equilibrios en el Gobierno y, específicamente, al liderazgo de Yolanda Díaz y los efectos de la concertación social tripartita como su eje legitimador. Pero, aparte de la certeza de la oposición frontal de las derechas y la retirada patronal de un acuerdo tripartito, difícil de recuperar, existen dos tipos de problemas añadidos.

Por un lado, la inicial oposición a su aprobación parlamentaria por parte de Junts que podría mantenerla -a ello le apremia la patronal catalana- si no hay otras grandes contrapartidas gubernamentales, como fue la amnistía para la investidura gubernamental. Está la incógnita de su apoyo a los Presupuestos Generales, sin el cual el Ejecutivo no los podría sacar adelante. En ambos casos, aunque no signifique apostar ahora por una moción de censura con las derechas, sería otro factor de desgaste socialista -y a Sumar/Comunes-, buscando su primacía en Catalunya y tener mayor peso en el próximo parlamento y la gobernabilidad de España, sin descartar acuerdos con el Partido Popular.

Igualmente, respecto de la reducción de jornada laboral, le condicionan su propia ideología neoliberal y su pretendido estatus de gestor del poder económico catalán, y siempre que no sufra un gran desgaste deslegitimador por parte de las propias fuerzas sociales, sindicales y políticas de izquierdas en Catalunya, cuyo papel puede ser decisivo.

Un refuerzo orgánico plural y democrático

Sumar necesita reforzar orgánicamente el espacio político-electoral de la izquierda transformadora. Por una parte fortaleciendo su arraigo territorial, problema endémico en Podemos y, ahora, en la incipiente vertebración de Movimiento Sumar. Según las encuestas el acceso parlamentario de la coalición Sumar estaría restringido, precisamente, a donde existen sus grupos políticos aliados -Madrid, Catalunya, Comunidad Valenciana y Andalucía-; o sea, no tendría apenas un espacio electoral propio y serviría de cobertura o paraguas para esas formaciones con arraigo local.

Por otra parte, tiene el reto de liderar la colaboración del conjunto del espacio alternativo (incluido Podemos) para condicionar al Partido Socialista en un proceso más contundente de avances en, al menos, esos tres ámbitos fundamentales: el social (incluido el feminismo y el medioambiental); el territorial con una perspectiva federal y de pactos con el nacionalismo de izquierdas, y el democrático-participativo. Y, en el mejor de los casos, de arreglo político-organizativo en su Mesa de partidos, desde el punto de vista electoral e institucional, en el caso de no resolver la colaboración con Podemos, los presagios no son nada buenos: perder el Gobierno y quedarse en una dura oposición parlamentaria. Es comprensible el desasosiego existente, sin salida clara y efectiva.

Por tanto, para la izquierda transformadora se trata de una política doble de consolidar el llamado bloque democrático y plurinacional, con mayor peso de su izquierda frente al hegemonismo continuista del Partido Socialista. Éste tiene dificultades para la geometría variable, vía PNV/CC/Junts que no es suficiente, o con pactos con la derecha que ésta desecha por su estrategia global de acabar con el sanchismo.

Para ello es contraproducente la estrategia insuficientemente inclusiva de la dirección de Sumar, con la marginación de Podemos y la infravaloración de la dimensión de su base social. Sería imprescindible una estrategia unitaria de colaboración y acuerdo político básico, con regulación de la pluralidad real, y en la perspectiva de una alianza, al menos electoral, a medio plazo, de cara a 2027.

Habría que desechar la estrategia divisionista del aislamiento y marginación de la formación morada y evitar el ascenso del sectarismo mutuo, con consecuencias de desgaste para ambas fuerzas y beneficio relativo para el PSOE (y los nacionalistas de izquierda… y la abstención), y en último término, con desventajas para el conjunto progresista frente a las derechas.

Pero esa reconsideración unitaria, de momento, no está presente en el equipo dirigente de la coalición Sumar, excepto en Izquierda Unida, más sensible por las limitaciones del proyecto y preocupada por ese escenario futuro.

El problema es que, con unos cambios de orientación política y liderazgo mínimos, Movimiento Sumar, como referente del conjunto, no aborda la cuestión de fondo: una orientación política más exigente, con una perspectiva integradora y unitaria de todo el espacio alternativo. Así, últimamente, se han hecho gestos críticos hacia el Partido Socialista por su rémora en algunas medidas básicas apalabradas, como la reducción de jornada laboral, o aceptan la coordinación de la Mesa de partidos.

Pero esas modificaciones siguen siendo insuficientes para avanzar en la recuperación político-electoral ante dos hechos fundamentales: su credibilidad transformadora o de utilidad sustantiva para la gente, y su desconsideración hacia Podemos, que sigue siendo el elefante en la habitación, que se desprecia de cara a la perspectiva ineludible de un frente común para 2027.

Sumar, el conjunto de la coalición y particularmente el Movimiento Sumar, está en una encrucijada, con grandes dificultades en su trayectoria. Veremos si acierta con la salida, necesariamente unitaria con Podemos, y se avanza en el camino para reorientar y recomponer todo el espacio alternativo.

Antonio Antón. Sociólogo y politólogo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.