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La energía hidroeléctrica y sus efectos sobre los ríos

Fuentes: www.unipesca.es

Existen grandes centrales hidroeléctricas que son estratégicas en el funcionamiento de la red eléctrica, ya que son las únicas fuentes que funcionan de una forma instantánea generando una gran producción de energía y cubriendo de esta forma cierto tipo de demanda y la eventual caída de otro tipo de sistemas generadores. Con esta premisa, las […]

Existen grandes centrales hidroeléctricas que son estratégicas en el funcionamiento de la red eléctrica, ya que son las únicas fuentes que funcionan de una forma instantánea generando una gran producción de energía y cubriendo de esta forma cierto tipo de demanda y la eventual caída de otro tipo de sistemas generadores. Con esta premisa, las empresas que generan electricidad pueden justificar desembalses salvajes que a veces han causado serios problemas a la seguridad de las personas y de paso saltarse todas las normativas que existen al respecto y que obligan a avisar por todo el cauce afectado y realizar el desembalse de una forma gradual

Si hablamos de los perjuicios que este tipo de instalaciones producen en el ecosistema de los ríos no podemos más que tacharlos de nefastos; los ríos dejan de existir como medios naturales para convertirse en meros canales por donde discurren unos caudales semejantes a riadas o a los más severos estiajes en muy poco espacio de tiempo.

Pero no sólo estas grandes instalaciones están causando grandes problemas medioambientales en los ríos españoles: la instalación de minicentrales eléctricas ha crecido en número durante los tres últimos lustros de manera desorbitada, hasta el punto de ser extraño encontrar alguna cabecera sin su correspondiente minicentral (o con una sucesión de ellas), creando entre todas un cúmulo de problemas ambientales que, sumados, son mucho más graves que los que generan las grandes hidroeléctricas.

Este tipo de instalaciones han sido utilizadas desde hace mucho tiempo y fueron las precursoras de la electrificación de muchos núcleos rurales. Cuando se quedaron obsoletas por su rendimiento o porque la red eléctrica nacional llegó a estos lugares dejaron de funcionar, pero en muchos casos sus instalaciones no fueron desmanteladas en su día y ahora están volviendo a ponerse en funcionamiento, ya que en la actualidad generar este tipo de electricidad es un negocio muy rentable.

La rentabilidad de estas minicentrales pasa por una ley que obliga a comprar toda la energía generada y al mismo tiempo la subvenciona, incluso tienen alicientes como el pago de tarifas más altas por la generación de electricidad a determinadas horas. Pero la realidad de la generación de esta energía -dadas las condiciones en que se comercializa- es que sólo es rentable para su propietario. La «minieléctrica» genera un flujo continuo de creación de energía muy bajo respecto a otros medios de producción, al ser subvencionada el kilovatio es comparativamente más caro, ya que se está pagando dos veces.

Las instalaciones de minicentrales eléctricas están situadas en su mayoría en los tramos altos de los ríos, que son los menos alterados por el hombre y por lo tanto los que conservan mejores condiciones ambientales, en bastantes ocasiones su funcionamiento no es el adecuado ni el reglamentado por sus concesiones, creando situaciones de desecaciones de cauces y de fluctuación en los caudales que causan graves perjuicios en las comunidades de flora y fauna.

Muchos pescadores hemos observado este tipo de situaciones y como colectivo implicado en la conservación y protección de los ríos nos corresponde también luchar contra este tipo de actuaciones que van en contra los ríos y sus entornos.

Algunas veces la ignorancia respecto a las normas que deben cumplir puede llevar a pensar que no se puede efectuar ninguna acción en contra de estas malas prácticas, pero la experiencia demuestra lo contrario, debemos crear entre todos una conciencia que reduzca hasta el mínimo los perjuicios producidos por las minicentrales. Los medios los tenemos.