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El sistema de la educación nacional (I)

La enseñanza de la Historia: una responsabilidad compartida

Fuentes: Rebelión

El tema de la enseñanza de la Historia preocupa a muchos cubanos y cubanas1. Es hoy por hoy uno de los que más se debaten en las organizaciones partidistas, sindicales y sociales de nuestra sociedad educadora, entre pioneros y estudiantes y en particular en el seno de las familias. En esta dirección las insatisfacciones existentes […]

El tema de la enseñanza de la Historia preocupa a muchos cubanos y cubanas1. Es hoy por hoy uno de los que más se debaten en las organizaciones partidistas, sindicales y sociales de nuestra sociedad educadora, entre pioneros y estudiantes y en particular en el seno de las familias. En esta dirección las insatisfacciones existentes están entre las demandas más consensuales que se le hacen al sistema de la educación.

Considero que el problema fundamental, está en la falta de conocimiento histórico, que tienen la mayoría de los maestros y maestras de nuestros hijos y nietos. Lo más fácil -y a lo que se recurre con frecuencia-, es cargar a los hombros de las y los educadores esta problemática, pero tal juicio además de ser una gran injusticia, resulta sumamente inexacto. La situación creada desborda la competencia de profesores y profesoras.

La educación escolarizada, sus concepciones, métodos y procedimientos de trabajo, concentran una alta responsabilidad en la formación del conocimiento y la cultura histórica de las nuevas generaciones. Inciden además las relaciones no siempre armónicas y fructíferas de los decisores del sistema educacional, con la comunidad de los historiadores y otros cientistas sociales, con los padres y madres, y las organizaciones y sujetos comprometidos de la sociedad civil revolucionaria cubana.

El tema de la enseñanza de la historia, como otros que tienen junto con un carácter controversial, la unanimidad de su urgencias, precisa además de debates, de concretar el hacer rectificador que la propia dirección del Ministerio de Educación (MINED) ha puesto en marcha, y de la crítica constructiva desde la experiencia de realización de esas propias orientaciones. El enriquecimiento del curso progresivo de la enseñanza de la historia, se ganará con la capacitación del personal pedagógico, y también con un cambio de mentalidad de los directivos, que resitúe el lugar de la sociedad y propicie su activa y propositiva participación. Si de cambio de mentalidad se trata, los «cambios» no solo atañen a las y los directivos y compañeros del MINED, también a muchos cubanos y cubanas que están acostumbrados a ver los problemas y plantearlos como asuntos que segundos y terceros les deben resolver.

En asuntos tan controversiales nadie posee la «última palabra de autoridad». La verdad se comparte y construye en colectivo. Pero en este como en otros temas cruciales, defiendo la necesidad de adelantar los criterios que se tengan, promover el debate, y sobre todo, los acuerdos sobre las discrepancias y errores de apreciación que nos puedan acompañar.

El sistema de la educación nacional

Los factores que han incidido en la actual situación son diversos. El hoy es resultado de la propia dinámica de victorias, reveses, rectificaciones y cambios que caracteriza el curso de la Revolución Cubana2. Los agradecidos recordamos nuestra deuda personal de crecimiento humano y capacitación, y nos congratulamos de los extraordinarios logros alcanzados por la educación y la pedagogía cubanas. Los desagradecidos -ya lo refería José Martí (1853-1995)- solo ven del Sol, las manchas. Si, resulta cada vez más necesario realizar los imprescindibles balances históricos. Ahora mismo, el silenciar la autocrítica se constituye en barrera, y sin dudas hay situaciones que atañen a la educación en particular, a sus directivos y trabajadores.

Se afirma que el éxodo de profesores y profesoras tiene su raíz en la crítica situación del período especial, pero este no es un problema de los noventa. El sistema de la educación, ha graduado como maestros y maestras a miles de cuadros y profesionales que hoy dan su aporte en otras esferas del desarrollo económico social, cultural y político del país. Diversas instituciones culturales, gubernamentales y políticas, han visto en los educadores a personas preparadas, con disciplina laboral y prestigio social para ocupar múltiples responsabilidades, pero también ha existido una migración laboral sustantiva por razones personales, lo que significa que miles de graduados no han encontrado en la carrera magisterial y en las condiciones creadas por el MINED, suficiente espacio de realización. Entonces en el tema de la formación de personal pedagógico, siempre hemos estado en emergencia, formando contingentes tras contingentes de educadores y educadoras. Esta realidad apunta a sustentar que el sistema de la educación en la Revolución, no ha logrado mantener la fuerza profesional que ha formado.

La rectificación de mediados de la década de los años ochenta, como revolución ideológica profunda y abarcadora, nos colocó en una adelantada posición de avanzada, para profundizar en el proceso de Perfeccionamiento del Sistema Nacional de Educación, iniciado en los años de 1970, y resolver las contradicciones e insuficiencias que frenaban su despliegue. Dinamizó la aplicación de las soluciones que ya se venían fraguando, para rescatar la revolución educacional cubana y sus inobjetables resultados de democratización, profundización científica y crecimiento cultural, de los males del promocionismo3 y la sovietización a ultranza.

La institucionalización devenida en institucionalización burocrática, había minado la naturaleza democrática y propositiva, que se forjó en el torrente del movimiento educacional de masas que la Revolución desató a partir de 1959. Al calor de la rectificación esta situación fue revisada en estructura y funciones, para dar a los colectivos docentes, a las revitalizadas organizaciones partidistas, estudiantiles, juveniles y sindicales, el protagonismo que les corresponde en la educación socialista. La tendencia progresiva continuó y se profundizó a raíz de las críticas medulares del IV Congreso del PCC (1991), al conjunto de los sistemas del trabajo científico- social y de la formación ideológico-cultural4. Pero a pesar de configurarse circunstancias tan favorables, el salto de ruptura y desarrollo no pudo darse.

Iniciados los años noventa, los errores de tecnocratización fracturaron la expresa voluntad de autoctonía y cambio enriquecedor, que estaba en la esencia de la rectificación y en las directivas partidistas del IV Congreso. El verticalismo de ordeno mando solo dio espacio para el cumplimiento estricto -cartesiano- de las decisiones. En tal esquema la labor de las organizaciones partidistas, sindicales y estudiantiles, quedó reducida al acompañamiento «de las orientaciones ministeriales». Se cerró el camino de la crítica, fueron desoídos los alertas que desde la práctica y la investigación pedagógica, hacían funcionarios, maestros y colectivos de ciencia.5 Las resistencias que se originaron fueron suprimidas administrativamente. Todo lo que se deshacía era por demás «políticamente correcto».

El enfoque humanista de la escuela cubana fue abandonado, persiguiendo los estándares tecnocráticos -y la estadística- de la «calidad educativa», que sustentaban la toma de decisiones de cúpula. Desde el voluntarismo oportunista, se publicitó una nueva etapa de la Revolución Educacional, que cada vez se alejó más de las propias bases del proyecto primigenio, de las necesidades estratégicas del desarrollo económico social, de las realidades territoriales y de los sujetos principales de la educación. Paralelamente, la estadística comparada con otros países de América Latina, del Laboratorio de la UNESCO6, lejos de motivar la autocrítica y el mirar hacia dentro, sustentaba el autoelogio y la apología. En tales circunstancias la dirección de la educación nacional, fue incapaz de mantener el dinamizador diálogo de ciencia y desarrollo, que el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz históricamente había sostenido con los educadores cubanos7.

La incapacidad de interpretar la lucidez de Fidel, y en tanto construir una interlocución competente para la materialización de los proyectos educacionales, fue en mi criterio el error estratégico de mayor calado de los directores del sistema de la educación. Las sustantivas inversiones de los programas de la Batalla de Ideas, el mantenimiento, la remodelación y construcción de la infraestructura escolar, la cobertura tecnológica, la informatización y la modernización y completamiento de base material de estudio de los centros escolares, los nuevos planes de formación de maestros, informáticos, tecnólogos de la salud y enfermeros, instructores de arte y trabajadores sociales, la municipalización de la educación superior, los estudios sobre pobreza, marginalidad y racialidad, la atención a los discapacitados y la población en riesgo, no fueron cohesionados orgánicamente para dar el salto de calidad que los esfuerzos, los importantes recursos empeñados y la sociedad demandaban. En tal sentido considero que las revolucionarias ideas pedagógicas que propuso el Jefe de la Revolución al calor de la Batalla de Ideas, aún están por aquilatarse en toda su trascendental propuesta de futuro.

Con la rectificación y los pronunciamientos del IV Congreso del Partido, los profesores y profesoras de historia, estábamos en el camino de romper definitivamente con una enseñanza mediocre de «causas» y «consecuencias», para retomar el fértil camino martiano de insertar el mundo -y el marxismo- al tronco poderoso de la patria. Sin embargo el curso tecnocrático de los años noventa, en lo que a la enseñanza de la historia corresponde, se caracterizó por un didactismo a ultranza que desplazó a la ciencia histórica de nuestras aulas. La tecnología educativa convertida de medio en fin, alejó la emoción de la palabra cercana, el video y el software se instrumentaron como modernas alternativas «científico-técnicas», frente al maestro y la maestra, el libro de texto y la lectura de la literatura histórica y general.

Ni la mejor clase televisiva puede sustituir, la relación íntima y definitiva del y la educadora con su auditorio natural. Menos puede un video o software, cumplir las necesidades de atender las particularidades de los estudiantes y el universo de sus inteligencias múltiples.

Mientras los dislates se multiplicaban enrareciendo y mediatizando los logros que se mantenían, Fidel una vez más en la vanguardia, coincidía con los jóvenes universitarios que en el VI Congreso de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU), en marzo del año 2000, solicitaban la extensión de la enseñanza de Historia de Cuba a todos las carreras de la educación superior. Ese mismo año de fin de centuria, el 16 de octubre, el Comandante en Jefe se reunía en un Taller de la especialidad, con los miembros de la Unión Nacional de Historiadores de Cuba (UNHIC), para evaluar el estado de las investigaciones y su impacto en la enseñanza y en el trabajo político ideológico del Partido8.

Visto a una década, el Taller que refiero con la presencia de Fidel, sentó pautas para la enseñanza y la investigación de la Historia, pero los directivos de la educación desconocieron en varias direcciones lo que allí se construyó. En el Taller, la profesora universitaria e historiadora Susana Callejas Opiso, realizó una excelente presentación sobre la carrera de Marxismo Leninismo e Historia en los Institutos Superiores Pedagógicos, su evolución, retos y perspectivas.9 El magisterio de Callejas Opiso, estaba asentado en la sólida formación profesoral que había acumulado el Instituto Superior Pedagógico «Enrique José Varona», y en un colectivo de maestros de maestros de Historia, que mantenía la savia de sus fundadores: Fernando Portuondo del Prado, José Luciano Franco, Julio Le Riverend Brussone, Dolores (Lolita) Brewil. La expositora -exponente de la generación de continuidad-, daba certeza de las fortalezas que se poseían, para perfeccionar la formación de maestros, asumir y enriquecer las precisiones del Comandante en Jefe. Pero incomprensiblemente, poco después, la formación de los profesores de historia desapareció de nuestras universidades pedagógicas.

Recuerdo a la profesora de Historia de mi hijo en el Instituto tecnológico, que había sido mi alumna en la universidad pedagógica, cuando con lágrimas de justa ira, me decía en una visita que como padre hice al centro, que la querían convertir en operadora de video. Me contaba quien para entonces acumulaba más de quince años de docente de la Historia, como la habían criticado por apagar el video e impartir ella su propia clase. No se me olvida su mirada y gesto rebelde, cuando afirmaba que la seguirían criticando, pero que ella había estudiado para Maestra! Supe porque me interesé en investigarlo, que la historia de mi exalumna era tan cierta, como que en ese instituto ocurrían varias anomalías más, también que las orientaciones dadas por el MINED al respecto, no eran tan drásticamente empobrecedoras como las que allí se imponían. Los funcionarios municipales que entonces alerté, cumplieron con rapidez y profesionalidad su responsabilidad de poner orden de lo que «estaba orientado», pero ello no afecta la validez de la anécdota, y ejemplifica hasta dónde pudieron llegar las afectaciones del momento. Sirva además este testimonio, para reconocer a los profesores y profesoras de todas las disciplinas, que en aquellos años de retroceso, supieron mantenerse en las aulas y defender lo mejor de la tradición y realización pedagógica cubana.

La rectificación en curso

Afortunadamente nuestra educación nacional ha enrumbado hacia sus raíces, contenidos y metas pedagógicas. El retroceso se ha detenido. Está en curso una labor rectificadora, llena complejidades y retos, pero sostengo que nuestras fortalezas y oportunidades son infinitamente superiores a las debilidades e insuficiencias que se listan.

Las fortalezas del sistema educacional cubano, se acreditan en los cambios estructurales que transformaron el sistema educacional excluyente y racista heredado de la colonia y la neocolonia, en los resultados de sostenido crecimiento humano10, con los que desde el analfabetismo avanzamos a una población que rebasa los nueve grados de escolarización, con un millón de graduados universitarios, y una cultura general integral infinitamente superior a la que teníamos en los sesenta y setenta del siglo pasado. En lo inmediato contamos con el potencial material, organizacional y profesional, que se avanzó con los programas de la Batalla de Ideas.

La oportunidad histórica está en la certeza de la perspectiva desarrolladora de los Lineamientos del Partido y la Revolución aprobados en el VI Congreso, y en su continuación enriquecedora durante la próxima Conferencia Nacional del Partido, que se ha propuesta de manera clara y precisa el perfeccionamiento de la enseñanza y divulgación de la Historia de Cuba11.

Con respecto a la enseñanza de la Historia de Cuba, hay acciones que se adelantaron al actual curso rectificador de la educación nacional. En el 2007, como parte de las tareas convocadas por el Partido, en cumplimiento del Programa Director para el reforzamiento de valores en la sociedad cubana actual, se constituyó dentro de la subcomisión de educación, un grupo de trabajo sobre la enseñanza de la Historia de Cuba. El grupo integrado por los profesores Horacio Díaz Pendás, Francisca López Civeira, Nicolás Garófalo Fernández y Ricardo Arias Poyato, evaluó las sugerencias realizadas en el Taller Nacional de enseñanza de la Historia de Cuba que convocó el Ministerio de Educación Superior (MES), así como las recomendaciones del MINED y otros organismos participantes12. De este análisis se elaboraron lineamientos que constituyeron el disparador para las orientaciones en curso.

Comparto las actuales orientaciones rectificadoras, y soy del criterio de que aún deben producirse mayores reacomodos, y nuevas medidas que disparen el desarrollo y perfeccionamiento de la disciplina.

Una propuesta muy interesante, es la que orienta desarrollar la labor de la enseñanza de la Historia de Cuba, desde cuatro ejes o ideas rectoras. El recuerdo del esquema de «los esenciales mínimos», que tanto daño hizo a la enseñanza de la historia, a la formación histórica y a la percepción que sobre esta tienen buena parte de la población que pasó por nuestras aulas, mueve algunas reticencias alrededor de esta propuesta didáctica. En este caso el condicionamiento adquirido en la realidad que nos antecedió, no deja ver lo nuevo que crece. Soy de la opinión de que la articulación del conocimiento desde ejes, representa un enjundioso resultado de la cultura científico pedagógica cubana. La propuesta por demás, está sólidamente sustentada por la historiografía. En síntesis plantea:

  • El carácter histórico de la actitud, intenciones y acciones de los círculos de poder de los Estados Unidos para apoderarse de Cuba, y como contraparte la posición antinjerencista y antimperialista del pueblo cubano y sus figuras más representativas.

  • La continuidad histórica de la Revolución Cubana desde 1868 hasta nuestros días.

  • La importancia de la unidad a lo largo de las luchas del pueblo cubano por la independencia y la revolución social.

  • El socialismo como necesidad histórica y el papel desarrollado por el liderazgo revolucionario, en particular del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz.

Estas ideas organizadoras han muy sido muy útiles para los docentes y sus colectivos metodológicos. He podido constatar su pertinencia como un agradecido instrumental teórico metodológico. Por su alto nivel de generalidad, se abren al currículo y su ductibilidad pedagógica permite sustentarlas como hipotética provocación al estudio y la investigación, ejes del camino del conocimiento, y tesis para la prospectiva.

La centralidad de historia política en Cuba, se sustenta además, en el hecho peculiar de que en nuestro país, la inmensa mayoría de los movimientos y figuras cimeras de la historia cultural y social, han tenido un vínculo raigal con los procesos políticos y con las luchas emancipatorias. Sin embargo, resulta imprescindible subrayar que los ejes no agotan la propia historia política. Hay compañeros y compañeras que reclaman una historia más holística y menos «politizada» e «ideologizada». Estas demandas pueden ser objeto de adhesiones o críticas, pero en su esencia expresan justas preocupaciones en la dirección de abrir más el diseño de contenidos de la disciplina.

El profesor Horacio Díaz Pendas, maestro de los maestros y maestras de historia de varias generaciones, al proponer los referidos ejes o hilos conductores, alertó: Los hechos y datos probatorios constituyen base imprescindible para lograr argumentaciones, demostraciones, explicaciones, valoraciones que permitan arribar a conclusiones científicas, políticas ideológicas, morales. La fuerza probatoria de los hechos es elemento imprescindible en el proceso de la educación en valores13. Se trata como bien aclara el profesor Díaz Pendás, que muy poco queda de esta propuesta, si se carece del conocimiento histórico en sí mismo. Es preciso leer mucha Historia para dominarla y poder narrarla con la emoción necesaria, insiste nuestro sabio profesor14.

La clave está en que una propuesta didáctica -y su instrumentación metodológica y tecnológica-, podrá ser un camino válido para acceder al conocimiento de la disciplina, pero nunca logrará sustituir al propio conocimiento. La eficacia de los ejes como instrumentos didácticos precisa además, de otros saberes histórico-culturales, de nuevos enfoques -de género, racialidad, espacialidad y complejidad-, y sobre todo del estudio, la investigación, la sensibilidad y maestría pedagógica de los profesores y profesoras, del aliento práctico, la sapiencia y la cultura histórica incrementada de los padres y madres, las organizaciones y demás sujetos revolucionarios del entorno escolar.

La capacidad educativa de mayor alcance y la mejor didáctica de la historia, se resume en la posibilidad de tener un maestro y una maestra, un padre y una madre, un activista revolucionario, que amen la historia patria y universal porque la conocen. Raúl Ferrer Pérez (1915-1993), maestro comunista en el Central Narcisa al Norte de Yaguajay, demostró cómo enseñar de todo e Historia patria, sin libros de textos, ni medios, ni tizas, con las manos y su firme voz de poeta revolucionario, siempre con el corazón, en una arcilla maravillosa de niños y niñas pobres del batey.

Solo en posesión del saber histórico, la didáctica, la tecnología educativa, y en particular las posibilidades audiovisuales, comunicativas y estéticas de un video, se constituye en vehículo realmente enriquecedor del proceso pedagógico.

Notas

1 Ver:   Mario Valdés Navia: Historia Oficial, o Historia no oficial: ¿esa es la cuestión?, La joven Cuba , septiembre 6 del 2010 , https://lajovencuba.wordpress.com/2010/09/06/ ; Margarita Barrios : Bálsamo contra la desmemoria, Juventud Rebelde , La Habana, 5 de Octubre del 2011, http://www.juventudrebelde.cu/cuba/2011-06-27/ ;   En Cuba: La Historia al revés: Bohemia, La Habana,  Año 103. Miércoles 5 de octubre de 2011, http://www.bohemia.cu/2010/02/05/encuba/valores1.html ; La niña de los ojos de la nación, Bohemia, La Habana,  Año 103. Miércoles 5 de octubre de 2011, http://www.bohemia.cu/2010/02/05/encuba/valores2.html ; Delia Reyes y Vladia Rubio: Los jóvenes harán su propia Historia, Bohemia, La Habana , Miércoles 5 de octubre de 2011, http://www.bohemia.cu/2010/02/05/encuba/valores.html ; Olga Díaz Ruiz: Conocer la Historia de Cuba: una responsabilidad ciudadana, Granma, La Habana, 3 de octubre de 2011, http://www.granma.co.cu/2011/10/03/nacional/artic05.html

2 Ver: Aurelio Alonso: La sociedad tras medio siglo de cambios, logros y reveses, Rebelión, 07-09-2011; http://www.rebelion.org/ ; Carlos Alzugaray Treto: Cuba cincuenta años después: continuidad y cambio político, Revista Temas, La Habana, no. 60: 37-47, octubre-diciembre de 2009; Felipe de J. Perez Cruz: «Ratificaciones, rectificaciones y cambios: la Revolución Cubana en el siglo XXI», Calibán. Revista Cubana de pensamiento e Historia, La Habana, abril-mayo-junio, 2009, http://www.revistacaliban.cu ;

3 En la cultura de resistencia que se generó en nuestra educación, frente a las disposiciones y tendencias negativas, se conoció por «promocionismo», el conjunto de fenómenos corrosivos que tenían como elemento más visible, la ostentación de altas calificaciones escolares y el paso de los alumnos de un grado escolar a otro aún cuando no hubieran cumplido los objetivos instructivos y educativos previstos.

4 Ver. Olga Fernández: Reflexiones acerca de las ciencias sociales y el llamamiento al IV Congreso, Revista Cubana de Ciencias Sociales, La Habana, No. 24, 1990, p 158-162.

5 Felipe de J. Pérez Cruz: La educación latinoamericana. Retos y confirmaciones, Editora Política, La Habana, 2005, p 61-62.

6 Me refiero a los estudios del Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad de la Educación.

7 Ver: Felipe de J. Pérez Cruz: Fidel Castro: educación y Campaña de Alfabetización en Cuba, Honda. Revista de la Sociedad Cultural José Martí, La Habana, No. 16 del 2003; Fidel Castro: Pedagogo de la Revolución, en Docencia. Revista de Educación y Cultura, Lima, Año VI, No. 19, noviembre del 2006; Reflexiones en el aniversario de Playa Girón: Cada escuela una fortaleza de la Revolución, en Calibán. Revista Cubana de pensamiento e Historia, abril-septiembre 2011, http://www.revistacaliban.cu.

8 Fidel Castro Ruz. Notas de trabajo. Taller La Historia, el Historiador, la Sociedad Cubana actual y los Retos del Nuevo Milenio, que durante los días 14, 15 Y 16 de octubre del 2000, que tuvo lugar en el Palacio de las Convenciones en La Habana

9 Susana Callejas Opiso: La carrera de Marxismo Leninismo e Historia en los Institutos Superiores Pedagógicos, El Historiador, La Habana, 13 de agosto del 2001, p 16.

10 Cuba ocupa la posición 50 entre 177 países según el Índice de Desarrollo Humano calculado por el PNUD. En Cuba han sido elaborados tres informes sobre desarrollo humano en los años 1996, 1999, y 2003. Ver: Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).Cuba, http://www.undp.org.cu/idh_cuba.html

11 Primera Conferencia Nacional. Partido Comunista de Cuba: Proyecto de Documento base, Editora Política; La Habana, 2011, p 6.

12 XIX Congreso Nacional de Historia: Documento base para el taller La enseñanza de la historia en nuestro congreso. Proyecto de lineamientos generales para el fortalecimiento de la enseñanza de la Historia de Cuba desde la educación primaria hasta la educación superior, El Historiado, La Habana, febrero del 2009.

13 Horacio Díaz Pendás: Notas sobre la enseñanza de la Historia, La Habana, 2010.

14 Historias con ciencia, arte y pasión, Granma, La Habana, 19 de marzo del 2010, www.granma.cubaweb.cu/2010/03/19/nacional/artic02.html

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