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La explotación laboral en el Estado español alcanza un máximo histórico

Fuentes: Kaosenlared

La eterna denuncia de que la globalización está creando un aumento de la explotación laboral sin precedentes cercanos, nunca fue un molino de viento imaginado por una izquierda sindical o política. Así lo demuestran los últimos informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) y queda recogido en los diversos artículos que han ido apareciendo en […]

La eterna denuncia de que la globalización está creando un aumento de la explotación laboral sin precedentes cercanos, nunca fue un molino de viento imaginado por una izquierda sindical o política. Así lo demuestran los últimos informes del Instituto Nacional de Estadística (INE) y queda recogido en los diversos artículos que han ido apareciendo en diferentes medios de comunicación [1] [2] y que cabe rescatar tras este 1º de mayo.

La dolorosa realidad

Desde el año 1995, los salarios han ido perdiendo terreno desde un 49% del PIB hasta un 46,4%. En ese mismo periodo los beneficios empresariales han aumentado 0,4 puntos. Los llamados impuestos indirectos también han aumentado considerablemente, registrando máximos históricos. Para hacernos una idea de la enorme importancia que tiene esa transferencia de dinero del trabajo hacia el capital, es preciso traducir los porcentajes en cantidades de dinero montante y sonante, de forma que si en los últimos dos años cada décima del PIB equivale a unos 1.000 millones de euros, los asalariados han transferido a las cuentas bancarias de los empresarios rentas por valor de 5000 millones de euros2. Teniendo en cuenta los datos sobre población activa ofrecidos por el INE [3] , cada trabajador ha «donado» en estos últimos dos años una media de 330 euros de su anterior sueldo a las rentas de la clase capitalista. En ese mismo periodo, unos 11.100 millones de euros más han ido a parar a las arcas del Estado vía impuestos indirectos.

Jamás en el Estado Español el pastel fue tan grande y jamás estuvo tan mal repartido. Según el sindicalista Toni Ferrer en declaraciones al diario El País (01-05-2007)1 «el crecimiento del empleo en los últimos años se ha producido en un 70% en actividades por debajo del salario medio» y los beneficios empresariales tampoco han ido destinados a la inversión productiva, sino que «se han repartido en dividendos a los accionistas y en sueldos de los altos ejecutivos, que suponen 280 veces el salario medio».

En el contexto de las reformas globalizadoras

El aumento de la explotación laboral de los trabajadores y trabajadoras es un fenómeno que se recrudece en todo el planeta debido a la globalización neoliberal [4] , y que pone aún más en evidencia el eterno conflicto existente entre clases sociales. La mal llamada paz o pacto social es sólo un síntoma de la debilidad sindical, ya que tal eufemismo no supone el fin de la guerra entre capital y trabajo, sino más bien el casi abandono de la trinchera de los asalariados. Como en toda guerra, la conquista de nuevos terrenos para unos significa la pérdida y abdicación para los otros, lo cual se ve claramente en la reciente evoluciónde la riqueza nacional.

Cierto es que las formas fraudulentas de contratación que se ceban sobre los trabajadores inmigrantes han contribuido a estas cifras, pero no olvidemos que incluso dentro de la legalidad, las sucesivas reformas laborales no han sido sino una merma continuada sobre los derechos y garantías laborales que mucho tienen que ver con la pérdida de terreno del salario frente al beneficio empresarial. En la última reforma laboral realizada por el Gobierno y aprobada por la patronal y por las burocracias sindicales se agudizan aún más las desigualdades sociales por cuestiones de clase. Las bonificaciones a los empresarios por contratar o los nuevos contratos indefinidos con cotización reducida no hacen más que transferir dinero desde el salario (en este caso salario indirecto) hacia el capital, dicho de otra manera: desde el trabajador hasta el empresario. Mientras la tarta estaba siendo progresivamente peor repartida, el ministro Caldera aludía a unos supuestos «miedos empresariales» a hacer contratos indefinidos para arrojarnos en brazos de una reforma laboral que de nuevo perfecciona las desigualdades existentes.

Desde que se dio el pistoletazo de salida a aquello que la gente con estómago de sobra llama «mundialización», las reformas contra el salario han llegado desde todos los frentes, no sólo desde el exclusivamente laboral. La tendencia de las reformas fiscales ha sido la de reducir el volumen representado por los impuestos directos (que cargan sobre las rentas, ej: IRPF) en favor de los indirectos (que cargan sobre los bienes y productos del mercado, ej: IVA), lo que ha provocado que cada vez más las arcas estatales se sustenten sobre las rentas más humildes, mientras quedan liberadas las rentas más altas: las de la clase capitalista [5]

La necesidad de recomponer el conflicto social

La existencia de la lucha de clases ha sido negada desde todos los altares, ya no sólo de la derecha sino también de la socialdemocracia, por lo que la pérdida de poder adquisitivo de los salarios frente al aumento de los beneficios empresariales les parecerá una mera coincidencia, máxime cuando ocurre en momentos en que los dirigentes de la patronal y de los sindicatos se dan grandes abrazos, entre lágrimas y sollozos de despedida. La escasez de respuestas políticas frente a unas cifras que hablan con voz de gigante, nos debe hacer reflexionar sobre la imperante necesidad de abandonar la conciliación social y recuperar el camino de la confrontación con el enemigo, siempre bien armado, de clase. Tenemos pues la obligación política y moral de reconstruir una izquierda que nos devuelva al menos la palabra, que rehabilite el lenguaje, las formas y los objetivos. Una izquierda imbricada en la realidad, no sólo en las instituciones. Una izquierda combativa que traiga de nuevo el aire fresco de un proyecto de sociedad emancipador que contraste con el actual modelo de miseria, barbarie y explotación. Para hacer frente al avance del proyecto neoliberalizador y el consecuente aumento de las desigualdades sociales, es preciso vacunarnos contra el sectarismo a fin de rehacer y reagrupar una izquierda de izquierdas.

*Javier Valdés es militante de Espacio Revolucionario Andaluz-Espacio Alternativo


Notas

[1] La participación de los salarios en la riqueza nacional cae a mínimos históricos 01-05-2007 http://www.elpais.com/articulo/economia/participacion/salarios/riqueza/nacional/cae/minimos/historicos/elpepueco/20070501elpepieco_2/Tes

[2] El reparto de la riqueza hace aguas: el peso de los salarios en el PIB se desploma en favor de los beneficios empresariales y los impuestos 23-11-2006 http://www.elconfidencial.com/economia/noticia.asp?id=7217&edicion=23/11/2006

[3] INE (Encuestas de Población Activa. Metodología EPA-2005)

[4] El FMI admite por primera vez que la globalización perjudica a los salarios 04-05-2007 http://www.lavanguardia.es/gen/20070407/51324959183/noticias/el-fmi-admite-por-primera-vez-que-la-globalizacion-perjudica-a-los-salarios-fondo-monetario-internacional-china-pib-naciones-unidas-europa-india-asia.html

[5] Reformas fiscales: ¿es de izquierdas bajar los impuestos? Esta es una entrevista que apareció en la Revista Temas y que fue realizada al autor del libro Los paraísos fiscales y miembro de ATTAC-España Juan Hernández Vigueras y que se puede visitar también en http://www.rebelion.org/noticia.php?id=31213