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La guerra, única alternativa a la crisis económica estadounidense

Fuentes: Revista Pueblos

Las declaraciones de autogratificación de la Administración Bush que anunciaban un crecimiento record son desmentidas por los hechos. En realidad, el desempleo va en aumento, la producción interna se derrumba y la economía en general se está orientando hacia la guerra. La deuda externa llega a un nivel crítico, sin precedentes en una nación industrializada […]

Las declaraciones de autogratificación de la Administración Bush que anunciaban un crecimiento record son desmentidas por los hechos. En realidad, el desempleo va en aumento, la producción interna se derrumba y la economía en general se está orientando hacia la guerra. La deuda externa llega a un nivel crítico, sin precedentes en una nación industrializada y, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), ésta es una verdadera amenaza para la economía mundial. La especialización de las industrias en el sector del armamento hace imposible el camino de vuelta a una economía de paz. Los Estados Unidos han entrado en un ciclo infernal, por lo cual su supervivencia económica depende del mantenimiento de una situación de conflicto.

Red Voltaire 16 12 2005

A fines de 2003, el Departamento de Comercio publicó sus evaluaciones finales del crecimiento económico de EE UU: una subida del 8,2 por ciento del Producto Interior Bruto (PIB) para el tercer trimestre. Nunca, en los últimos 19 años, se había registrado un avance tan significativo. La prensa, entusiasmada, empezó a hablar otra vez de un «nuevo crecimiento en los Estados Unidos».

Al mismo tiempo, algún analista se distanciaba de estas entusiastas evaluaciones, subrayando que el desempleo había aumentado consistentemente entre el año 2000 y el 2003 (el 4 por ciento en 2000, el 4,8 por ciento en 2001, el 5,8 por ciento en 2002 y el 6,1 por ciento en 2003).

Pero se habían omitido dos hechos importantísimos. En primera instancia, la subida económica se relaciona con un fuerte endeudamiento del país y, en segunda, los gastos públicos han sido desviados desde el sector social hacia el militar. Actualmente la economía de los Estados Unidos está orientada hacia la guerra.

El gráfico de abajo ilustra el camino de la deuda externa (dette extérieure en el original) en billones y del crecimiento del Producto Interior Bruto (taux de croissance du PIB en el original) expresado en %.

El crecimiento sin fundamentos

Los Estados Unidos han financiado su crecimiento a través del endeudamiento. En 2002, el país se encontraba con su primer déficit presupuestario después del 1997, déficit que a poco a poco ha pasado desde el 1,5 por ciento de 2002 al 3,5 por ciento en 2003, para llegar al 4,2 por ciento en 2004.

Para establecer una comparativa recordamos que el Pacto de Estabilidad Presupestaria para la Zona Euro establece un límite del 3 por ciento.

La deuda externa, que en 2000 era de 3,6 billones de dólares (39 por ciento del PIB), llegó en 2003 a 6,5 billones de dólares (58,5 por ciento del PIB).

Una inquietante evaluación, realizada desde el Oficina Presupestaria del Congreso, indica que la deuda podría llegar a 14 billones de dólares en diez años. El ex Ministro del Tesoro Paul O’Neil realizó una investigación ulterior según la cual el déficit de EE UU en los próximos cincuenta años podría alcanzar los 44 billones de dólares. El 7 de enero de 2004, el Fondo Monetario Internacional (FMI) organizó una conferencia de prensa sobre las políticas fiscales de los Estados Unidos y sus posibles consecuencias en la economía mundial [1]. El FMI, aun creado y ampliamente dirigido desde Washington, se ha lanzado en una verdadera requisitoria contra la política económica de la Administración Bush.

Según el FMI, la deuda externa de los Estados Unidos ha llegado a un nivel sin precedentes para un país industrializado. Este fenómeno provoca un aumento de las tasas de interés y un retraso del crecimiento mundial.

El saqueo, única estrategia ante la deuda

Observando el aumento vertiginoso de la deuda que sobrepasa ampliamente la capacidad de pago del país, Robert Freeman reflexiona sobra las orientaciones económicas de la Administración Bush. Para él existen cinco posibles estrategias [2]:

La primera es la de aumentar las tasas y cobrar la deuda. Ésta seguramente no es la estrategia elegida por Washington.

La segunda consiste en imprimir dólares, pero un uso intensivo de esta opción comportaría un inevitable hundimiento de la economía.

Una tercera estrategia, planeada desde el FMI para los países subdesarrollados, consiste en la privatización de los recursos nacionales y de su venta al exterior. Se podría considerar esta opción como muy improbable pero, dejando devaluar el precio del dólar, la Administración Bush no facilita sólo las exportaciones sino que permite a capitales extranjeros comprar empresas estadounidenses.

Una cuarta estrategia consiste en el rechazo del pago de la deuda, como ya hicieron los bolcheviques en su toma del poder. Para Robert Freeman esta opción está «mucho más cercana de lo que la mayoría de los ciudadanos americanos puedan imaginar». Efectivamente, una parte consistente del déficit es relativa al financiamiento de la Seguridad Social, en el que la privatización será una prioridad.

Pero es la quinta estrategia la que la Administración Bush parece haber elegido. Robert Freeman explica: «Como último recurso, nos queda el saqueo. En cuanto el reembolso de la deuda de una nación llega a ser tan imponente que es imposible tranquilizar a los acreedores, este país tiene que buscar una fuente de riqueza, no importa cual». Los Estados Unidos decidieron atacar Irak, no porque Saddam Hussein tuviese armas de destrucción masiva, y tampoco para instaurar la democracia. El objetivo real era controlar su petróleo, si no controlar el mercado mundial del petróleo.

Un crecimiento vinculado a los gastos militares

Los hechos confirman los análisis de Robert Freeman: con la Administración Bush, la economía de EE UU ha estado orientada hacia la guerra y la conquista. La Administración ha legitimado el aumento del déficit presupuestario con la necesidad de hacer la guerra al terrorismo. Esta justificación ha permitido también convertir el dinero asignado a las infraestructuras sociales en inversiones de guerra.

Los gastos en defensa (dépenses de défense en el original) han pasado desde el 3,1 por ciento del PIB en 2001 al 3,4 por ciento en 2002 y al 3,5 por ciento en 2003.

El incremento de estos gastos públicos le ha dado beneficios a las empresas de armamento privadas. Northtrop Grumman ha aumentado el 57 por ciento sus ventas, entre 2002 y 2003 ha pasado desde una situación de pérdida a una situación de beneficio claro. La división «Defensa» de la Boeing ha acumulado una renta de empresa del 38 por ciento. El volumen de comercio de la Lockeed Martín, número uno mundial de la industria de Defensa, se ha incrementado un 23 por ciento y su sector aeronáutico ha obtenido un 60 por ciento más en su volumen de venta.

Pero, según Robert Pollin, profesor de economía de la Universidad de Massachussets, los gastos de mano de obra y armamentos han sido relativamente débiles. El papel protagonista ha sido interpretado por la Halliburton, Bechtel y algún otro grupo privado vinculado a la Administración Bush.

Por lo tanto el crecimiento proclamado a nivel mundial es relativo a inversiones de guerra. En el segundo trimestre de 2003, en plena guerra de Irak, casi el 60 por ciento del nivel de crecimiento estaba determinado por los gastos militares [3].

Desde el rechazo de firmar el Tratado de Ottawa (minas antipersona) hasta la guerra en Irak, pasando por el titánico proyecto militar de las «guerra de las galaxias» y la constante guerra al terrorismo, todo nos indica que la nueva estrategia económica de los Estados Unidos se dirige hacia la guerra y la conquista imperial.

En el siglo pasado, la reconversión de una economía de guerra en economía de paz había sido problemática. La transformación de una economía con características bélicas era un proceso muy complejo. Hoy en día la sofisticación de los armamentos imposibilita esta transformación. Por lo tanto, la estrategia económica de la Administración Bush no tiene marcha atrás.

Para los Estados Unidos la guerra es una condición para su supervivencia económica.

Este artículo ha sido publicado originalmente en Voltairenet y traducido del italiano por Giacomo Milleri.

[1] «I.M.F. Says U.S. Debts Threaten World Economy» de Elizabeth Becker y Edmund L. Andrews, New York Times, 8 enero 2004.

[2] «How Will Bush Deal With the Deficits? Connecting the Dots to Iraq», de Robert Freeman, CommonDreams.org, 5 enero 2004.

[3] «How the War Machine is Driving the US Economy», de Andrew Gumbel, The Independent (Reino Unido), 6 enero 2004.