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La hora de los trabajadores egipcios

Fuentes: Periodismo Humano

Decenas de miles de trabajadores egipcios se dieron cita este domingo en la plaza Tahrir de El Cairo para celebrar el 1º de Mayo, por primera vez en libertad y con sindicatos independientes. Algunos de los cánticos más coreados fueron dirigidos contra las políticas del FMI o el Banco Mundial y a favor de la […]

Decenas de miles de trabajadores egipcios se dieron cita este domingo en la plaza Tahrir de El Cairo para celebrar el 1º de Mayo, por primera vez en libertad y con sindicatos independientes.

Algunos de los cánticos más coreados fueron dirigidos contra las políticas del FMI o el Banco Mundial y a favor de la Justicia Social y de los derechos de los trabajadores.

También hubo críticas para la única federación de sindicatos existente durante el régimen, cuyo líder, Hussein Megawer, está siendo investigado por corrupción.

«Ha llegado la hora de los trabajadores egipcios. Es nuestro momento, tenemos que aprovecharlo para conseguir un país con justicia social», indicó el líder socialista Kamel Khalil, quien anunció oficialmente la fundación del Partido de los Trabajadores.

Durante el acto se presentó un comunicado firmado por 29 agrupaciones, entre ellas la Comisión de los jóvenes revolucionarios, varias agrupaciones de la izquierda, sindicatos independientes y organizaciones defensoras de los derechos humanos.

En dicho comunicado se exige un sueldo mínimo mensual de 1.200 libras egipcias (150 euros) y jornadas laborales dignas.

 

PETICIONES ANTE LOS TRIBUNALES DE NACIONALIZACIÓN DE EMPRESAS

La lucha obrera en Egipto ha sido clave para la revolución y sigue teniendo un protagonismo indiscutible.

Todas las semanas se convocan huelgas para exigir derechos laborales y salarios dignos en un país en el que el 40% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, en el que no hay atención pública sanitaria y en el que los obreros cobran de media unos 70 dólares al mes por trabajar al menos ocho horas diarias seis días a la semana.

Uno de los procesos más interesantes en esta segunda fase de la revolución es el intento de recuperación de empresas privatizadas.

Ya hay decenas de demandas que los trabajadores han presentado en los tribunales exigiendo la nacionalización de fábricas y compañías antes públicas, vendidas años atrás a multinacionales extranjeras en el marco de la llamada reforma económica egipcia, auspiciada por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Con dicha reforma cientos de empresas fueron vendidas a menudo a precios más bajos de su coste real. Sus nuevos dueños, en vez de invertir en ellas, las han usado a menudo para especular con la venta de sus terrenos.

EL CASO DE UNA HISTÓRICA CADENA DE ROPA

Uno de los casos que está dando mucho que hablar en la prensa egipcia es el de la histórica cadena de ropa Omar Effendi, en su día icono del sector de servicios egipcio (fue fundada en 1856).

Effendi fue vendida en 2006 a una compañía saudí y desde entonces la cadena solo ha registrado pérdidas y acumulado deudas.

El pasado mes de febrero el coordinador del movimiento «No vendamos Egipto», Yahia Hussein Abdel-Hadi, presentó ante la fiscalía general una acusación contra el ex ministro de Inversiones y el director de la Compañía general de Holdings por hacer perder dinero al Estado de manera intencionada al vender Effendi a la compañía saudí Anwal » por un venta 700 millones de libras egipcias por debajo del valor oficial estimado».

Poco después el abogado Hamdi El Fakharani, representante de los trabajadores, presentó una demanda en la que sostiene que Effendi fue vendida por un cuarto de su valor real y por eso defiende que dicha transacción fue inválida. Está previsto que el 7 de mayo un tribunal dictamine si Omar Effendi vuelve a ser de propiedad pública.

L A FÁBRICA TEXTIL DE SHEBEEN EL KOM

Otro de los casos más sonados es el de la fábrica textil de Shebeen el Kom, situada a a unos 80 kms de El Cairo.

En 2007 el Estado la vendió por debajo de su coste real a una multinacional indonesia que trabaja para conocidas marcas como Nike o Adidas.

La plantilla pasó de tener 5.800 trabajadores a quedar reducida -paulatinamente- a 1.200 en plantilla y 600 más sin contrato anual.

El pasado 5 de febrero, tres días antes de la caída de Mubarak, buena parte de las fábricas del país pararon. Esas huelgas fueron determinantes para la salida del dictador.

Los empleados de Shebeen El Kom se sumaron al paro durante días. El 5 de marzo lo retomaron y desde entonces lo mantienen. Llevan un mes y medio en huelga.

«Pedimos que la empresa sea nacionalizada, ya hemos presentado la demanda ante los tribunales. También exigimos un sueldo mínimo de 1.200 libras», explica a Periodismo Humano Mohamed El Nagar, uno de los trabajadores más veteranos que, a pesar de llevar 38 años como empleado, solo cobra 1.100 libras al mes, incluidas las dietas para el almuerzo.

«En cuanto la fábrica fue vendida empezaron a despedirnos. Se suponía que la compraban para sanear, para invertir, para arreglarla, pero sin embargo empezaron a desmantelarla. La compraron porque les hacía competencia», se lamenta otro obrero, Mohamed Awad, de 33 años.

Echando un vistazo a las instalaciones se observa un notable abandono. Varias naves están ya vacías; en otras no hay más actividad que la de las arañas tejiendo sus telas sobre máquinas abandonadas.

En uno de los recintos se acumulan piezas de desguace. Un cartel a la entrada de un descampado, antiguo almacén de algodón, anuncia que éste ha sido alquilado a una empresa ajena al negocio. Varios empleados insistieron en mostrar a esta periodista el estado de los baños, destartalados y sin las mínimas condiciones de salubridad e higiene.

Desde que la empresa se vendió tampoco se mantienen las medidas de seguridad. No tenemos cascos para aliviar el ruido de las máquinas, ni gafas para protegernos del polvo de los tejidos, ni mascarillas, a pesar de que trabajamos con materiales que provocan daños en las vías respiratorias», explica el veterano El Nagar.

Los trabajadores de Shebeen El Kom se han unido en un nuevo sindicato independiente y han recibido el apoyo de otras fábricas del país, como la ya histórica textil de Mahalla, donde en 2006 3.000 mujeres trabajadoras dieron el pistoletazo de salida a una oleada de huelgas que se han multiplicado desde entonces y que marcaron el prólogo de la revolución egipcia.

«Si los trabajadores estamos unidos, venceremos -afirma Kamal El-Fayoumi, líder sindical de Mahalla- Algunos contrarevolucionarios nos acusan de parar el país, de arruinarlo. No, se equivocan. Los trabajadores nunca paran un país; lo construyen».

Varios movimientos impulsores de la revolución mantienen contactos con los obreros. Es el caso del Movimiento 6 de abril y de los Jóvenes por la Justicia y Libertad.

«Los trabajadores apoyaron a los jóvenes en la primera fase de la revolución y ahora los jóvenes de la revolución apoyamos a los trabajadores», indica Naguib Kamel, miembro de este último.

Sheimaa Hamdi, de tan solo 23 años, es otra de los integrantes de este movimiento de jóvenes. Varias publicaciones en youtube de sus intervenciones públicas la han dado a conocer en todo el país.

La fuerza de su oratoria le ha valido para obtener el sobrenombre en la Red de «la mujer más fuerte de Egipto». «El caso de Shebeen el Kom representa la causa de todos los trabajadores de Egipto. Por eso estamos siguiéndolo y apoyándolo tan de cerca», señala.

El pasado 5 de abril cientos de obreros de Shebeen El Kom se manifestaron frente a la sede de la gobernación para exigir negociaciones directas con los propietarios.

Ante la presencia de varios medios locales y extranjeros las autoridades regionales se vieron obligadas a actuar como portavoces espontáneos de los trabajadores, con la ayuda de los ya experimentados sindicalistas de Mahalla.

Los directivos terminaron ofreciendo más dietas, contratos de mayor duración y la readmisión de la mitad de los expulsados sin indemnización. Los trabajadores lo celebraron pero consideraron que la oferta es insuficiente.

Mantener esa posición no es fácil. Llevan casi dos meses sin recibir un sueldo y empiezan a notarlo. La caja de resistencia no da mucho de sí. Pero salvo alguna excepción aislada, la entera plantilla de la fábrica lo tiene claro: Aguantar unidos.

Ahora esperan con interés el veredicto de los tribunales que este mes de mayo, si no se pospone la fecha, tendrán que pronunciarse sobre la petición de nacionalización de Shebeen El Kom.

Los niveles de desigualdad y pobreza han alcanzado cotas insoportables en Egipto a causa de las políticas neoliberales y corruptas del régimen.

El desprestigio del capitalismo crónico ejercido en los últimos años está muy presente no solo en la mente de los socialistas, sino también en sectores demócratas moderados hartos del imparable enriquecimiento de una élite corrupta y represora frente al empobrecimiento de una mayoría de la población.

La izquierda lo sabe y por eso se apresura a tejer redes sólidas y a impulsar iniciativas con un objetivo claro: lograr un sistema político y económico nuevo más justo, más igualitario, más equilibrado.

http://minotauro.periodismohumano.com/2011/05/02/la-hora-de-los-trabajadores-en-egipto/

rEV