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La interferencia imperialista retrasa la reconstrucción de Gaza

Fuentes: Middle East Eye

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.

Aparte de la Autoridad Palestina (AP), el gobierno de unidad se ha retratado ya a sí mismo alzándose como portavoz de la propaganda exterior respecto a Palestina. Casi dos meses después del alto el fuego mediado por Egipto, los palestinos en Gaza se han vuelto invisibles mediante la habitual táctica de eliminar las responsabilidades políticas de la arena humanitaria. La inmensa destrucción desencadenada por Israel parece destinada a permanecer confinada en una serie de discusiones y negociaciones que asegurarán el control absoluto de EEUU y la ONU a través de la colaboración de la AP, en seguimiento de los planes israelíes que buscan sino propiciar un deterioro humanitario aún mayor, si cabe.

La interferencia extranjera facilitada por la AP se ha puesto en evidencia a partir de principios de año, cuando su Presidente, Mahmud Abbas, sugirió la presencia indefinida de las tropas de la OTAN para controlar las fronteras de un hipotético futuro Estado palestino. Es de destacar que la aquiescencia ante la OTAN implica hablar de desmilitarización palestina, una cuestión preponderantemente expuesta dentro del contexto de la última masacre colonial israelí lanzada bajo el eufemismo de «Operación Marco Protector». En febrero de 2013, Haaretz citaba a Abbas afirmando: «Van a desmilitarizarnos. ¿Piensa que nos hacemos la ilusión de que podemos tener alguna seguridad si los israelíes no sienten que tienen seguridad?»

Las supuestas preocupaciones de Israel por la seguridad enmarcaron gran parte de la narrativa hegemónica difundida tanto por organizaciones internacionales como las Naciones Unidas como por los medios de comunicación dominantes. Con la violencia colonial de Israel metamorfoseándose en supuesta defensa al utilizar la red de túneles de Hamas como razón fundamental de los atrocidades perpetradas, la cuestión de la desmilitarización de Palestina flotaba en el contexto creado por el Estado colonial colonizador con apoyo internacional. Tras el marco inmediato de la desmilitarización aparece la agenda de la injerencia extranjera y el sometimiento de los palestinos, aspectos ambos necesarios para apoyar la despiadada ambición de Israel de borrar a Palestina del mapa y después reforzar los cimientos de la conquista imperial en Oriente Medio.

El 16 de septiembre de 2014, el Coordinador Especial de la ONU para Oriente Medio, Robert Serry, subrayó las condiciones bajo las que se permitiría que llegara la ayuda para la reconstrucción al enclave. El acuerdo trilateral implicaba a Israel, a la Autoridad Palestina y a las Naciones Unidas «a fin de posibilitar el trabajo en la Franja en la escala requerida, involucrando al sector privado en Gaza y dando un papel principal a la AP en los esfuerzos de reconstrucción, asegurándose, a través del control de la ONU, que estos materiales no van a desviarse de objetivos completamente civiles».

Así pues, el destino de Gaza queda en manos de tres actores importantes que han contribuido, a diversos niveles, a la masacre colonial de Israel. Israel, como autor, ha contado con el apoyo de las constantes denuncias de la AP contra la resistencia palestina y a favor de la diplomacia, así como la constante manipulación de los hechos por parte de la ONU promoviendo el artificial «derecho a la autodefensa» del Estado colonial de asentamientos. El acuerdo es muy significativo, porque es una ampliación de la intervención extranjera en Gaza bajo el disfraz de ayuda humanitaria, separada de la política para conseguir una mayor infiltración aún. La táctica es una reminiscencia de los sistemas utilizados por Israel, como el de la vigilancia, para proteger la devastación de Palestina y la expansión de su Estado colonial de asentamientos.

Aunque la narrativa dominante de la injerencia de la ONU persigue impedir que Hamas pueda utilizar material de construcción para reparar los túneles, las implicaciones en ella subyacentes tienen consecuencias de amplio alcance. El alto el fuego contó con la mediación de Egipto, un país que ha ayudado a Israel a destruir la red de túneles de Hamas, y al articularse desde una perspectiva externa, asegura que las demandas palestinas sigan quedando al margen. Con Hamas aislado del proceso, la AP y el gobierno de unidad pueden colaborar de forma eficiente con la influencia colonialista e imperial, haciendo que la falta de rendición de cuentas entre en conflicto permanente con la autonomía palestina.

Aunque el Times de Israel ha informado de que no se ha garantizado la exigencia del Primer Ministro israelí, Benjamin Netanyahu, de desmilitarizar Gaza a cambio de la ayuda financiera a la reconstrucción, la desmilitarización sigue presente en el programa. Citando a un funcionario israelí anónimo, el artículo afirmaba: «La financiación para la reconstrucción fluiría mientras se mantenga el alto el fuego. Después, otros desarrollos en Gaza dependerían de la desmilitarización de la Franja».

En el contexto de la Conferencia de Donantes de El Cairo, en la que se prometieron 5.400 millones de dólares para la reconstrucción de Gaza, el Presidente de la AP, Mahmud Abbas, se lanzó por el camino de la retórica habitual que tergiversa los hechos para acomodarse a la narrativa promulgada por EEUU y la ONU: «El gobierno (palestino) cumplirá el plan de reconstrucción con total responsabilidad y trasparencia, en coordinación con la ONU, los donantes, las instituciones financieras internacionales, la sociedad civil y el sector privado».

Las palabras «responsabilidad» y ONU crean una inmediata disonancia. Pero articuladas por la AP, la combinación adquiere una peligrosa consistencia que demuestra la continuación del apoyo al proceso colonizador de Israel. Gaza, y por tanto, toda Palestina y todos los palestinos, quedan bajo el dictado del proceso histórico e ideológico sionista. Las resoluciones y las recomendaciones emitidas por las Naciones Unidas se citan regularmente en un intento de proporcionar un marco jurídico a los derechos palestinos al tiempo que se reafirma la legitimidad de la ONU. Sin embargo, la insistencia en citar la retórica de la ONU respecto a Palestina sólo sirve para validar décadas de colonización, una colonización que se ha venido produciendo desde 1882. Dentro del contexto actual, esto se traduce en la perpetua imposición de la conspiración de los dos Estados, que, a su vez, tiene muy graves implicaciones para el territorio palestino, como se destaca claramente en el proceso de reconstrucción.

Al insistir en el aspecto humanitario de la reconstrucción de Gaza -un esfuerzo que requiere de una urgencia inmediata y que sin embargo se está viendo afectado por la burocracia, los procesos diplomáticos y la negativa de Israel a facilitar la importación de ayuda para la reconstrucción-, la ONU se está adhiriendo a la narrativa israelí de demarcación de fronteras de tal forma que se excluye la reconstrucción de los túneles como necesidad legítima. Además del argumento de la desmilitarización, que va en contra del legítimo derecho a la resistencia armada contra la violencia colonial, la intención es limitar que Palestina pueda disponer de lo que constituye su territorio legítimo, incluyendo su uso como Estado colonial de asentamientos, lo que permite que Israel siga injustificadamente legitimándose.

Como puede apreciarse, las restricciones impuestas a Gaza en relación con la reconstrucción no están sólo destinadas a moldear la vida de los civiles palestinos en un conglomerado de miseria debido a los predecibles e intencionados retrasos. El proceso político imperialista, eliminado de los medios dominantes a fin de crear más facilidades y espacios para manipular la autonomía, exigirá mayor aquiescencia de los dirigentes palestinos para debilitar la resistencia cuanto sea posible. Aparte de la AP, el gobierno de unidad se ha retratado ya a sí mismo al mostrarse dispuesto a servir de portavoz de la propaganda externa respecto a Palestina, habiéndose ya fijado visitas a Francia para principios del próximo año a pesar de la acérrima lealtad de este país a Israel. Retrasar la reconstrucción proporcionará el marco que permitirá que florezcan las interferencias internacionales, sancionadas por la AP, garantizando así un factor opresor más voluntariamente absorbido por la AP en su búsqueda de facilitar los planes de colonización de Israel.

Ramona Wadi es una investigadora y periodista independiente, crítica literaria y bloguera especializada en la lucha por la memoria en Chile y Palestina.

Fuente: http://www.middleeasteye.net/columns/imperialist-interference-delaying-gaza-s-reconstruction-1537985053