De los escombros de la tragedia palestina por la ocupación israelí, asolados por la indiferencia de la comunidad internacional y los poderes responsables de la catástrofe palestina, como Ave Fénix surgió desde la lectura del desamparo el leit motiv de la Intifada (rebelión popular) palestina. El 8 de diciembre de 1987 los obreros palestinos Issam […]
De los escombros de la tragedia palestina por la ocupación israelí, asolados por la indiferencia de la comunidad internacional y los poderes responsables de la catástrofe palestina, como Ave Fénix surgió desde la lectura del desamparo el leit motiv de la Intifada (rebelión popular) palestina.
El 8 de diciembre de 1987 los obreros palestinos Issam Hammoudah, Taleb Abu Zeit, Ali Ismail y Sufian Nahban, regresaban de su trabajo en su auto y fueron deliberadamente aplastados por un camión militar de la potencia ocupante israelí cerca del campo de refugiados palestinos de Jabalia, al norte de la ciudad de Gaza ocupada, encendiendo la chispa de la Intifada que fluyó como regadera de pólvora en cada palmo de la tierra palestina hasta llegar a Jerusalén ocupada.
Promotores de tempestades, su arrogancia no les permitió interpretar como niños, mujeres, jovenes y ancianos desafiaron a pecho abierto con piedras y palos a sus poderosos tanques de guerra triunfantes en seis guerras árabes-israelíes quedaran evidenciados. Alaych Krodiak, periodista camarógrafo de la TV húngara, relató: «Me dijo Shimon Peres, vuestras cámaras son más peligrosas que nuestros tanques» (abril 1988), en referencia a las escenas de terror que por primera vez comenzó a ver la comunidad internacional por TV.
El precio fue muy alto. Quebradura de huesos a los niños, entierro vivo de jovenes, mujeres abortadas por golpizas, agua potable envenenada, centenares de secuestros, miles de heridos y más de 2300 palestinos muertos bañaron con su sangre las llanuras palestinas en manos extranjeras. Toda Palestina estaba encendida en medio de una masacre generalizada de las tropas sionistas a cargo del primer ministro Yitzhak Shamir y su ministro de Defensa Yitzhak Rabin. El propio Departamento de Estado de los Estados Unidos reconoció en 1988, pero no actuó, que «numerosas muertes y heridas fueron causadas por los soldados israelíes… El ejército israelí utilizó garrotes para quebrar extremidades y golpear a palestinos que no estaban involucrados en disturbios…» El mundo comenzó a comprender que Israel no luchaba contra ‘terroristas’, según lo justificaban en sus retóricas, sino sometían a un pueblo que quería ser libre y poner fin a la ocupación.
En esta locura, cómo formar la lógica con las torpezas racistas. El diputado israelí Raphael ‘Raful’ Eytan, ex teniente general del ejército israelí, autor de crímenes de lesa humanidad, manifestó: «No comprendo la comparación que se hace entre Israel y Sudáfrica. Cualquiera que diga que se oprime a los negros en Sudáfrica, es un mentiroso. Lo que ocurre, es que los negros quieren controlar a la minoría blanca y eso es lo mismo que quieren hacer los árabes (palestinos) aquí con nosotros. Al igual que los blancos de Sudáfrica debemos actuar para impedir que se nos controle» (Escuela de Leyes, Universidad de Tel Aviv, 24/12/1987). Por su parte, Rabin, sumó, «Introducimos nuevos métodos para hacer comprender a la población (palestina), que será la primera en sufrir si siguen los disturbios» (15/3/’88).
A las letales palabras, el Nobel de Literatura portugués José Saramago, con sinceridad intelectual, esbozó: «El sufrimiento judío en manos de los nazis, se equipara con el sufrimiento palestino en manos de los israelíes».
Paradójicamente, un sobreviviente de ese holocausto nazi y luego premio Nobel de Paz (1986), el escritor húngaro-judío Elie Wiesel, justificó un holocausto similar o peor al que él padeció, considerándolo ‘mesurado’: «Israel no tiene que recibir lecciones de nadie, si se compara a Israel con Francia, con lo que los franceses le hicieron a los argelinos o con los británicos, con lo que le hicieron a sus colonias o con Estados Unidos por lo que hizo en Vietnam, Israel tiene mejor imagen que todos ellos … Israel es el único país del mundo que está amenazado y creo que está actuando con mesura» (Diario británico Herald Tribune, 10/1/1988).
Con el peso del dolor y la fortaleza del honor, la Intifada del ’87 comenzó a quebrar las conciencias dormidas y cómplices con la ocupación. Liderada desde el exilio por el comandante Yasser Arafat y su segundo Khalil al-Wazir (Abu Jihad, asesinado 16/4/1988 en Túnez) y desde el territorio ocupado por el ‘Movimiento Nacional Unificado de la Intifada’ que incluía miembros de Fatah, Hamas y del FPLP entre otros, abrieron una profunda grieta en el interior israelí, tanto en lo militar, lo político y económico, obligados a nutrir una estructura de guerra con millones de dólares contra la ‘Guerra de Piedras’ de los palestinos (denominación de la Intifada del ’87).
Militarmente la soberbia del poderoso ejército israelí comenzó su decadencia al generarse el movimiento más adelante llamado ‘Objetores de Conciencia’, soldados israelíes que depusieron sus armas y rechazaron la brutal represión en contra de un pueblo civil al que le habían robado sus tierras y sus hogares. Mediante una carta abierta ocho soldados denunciaron: «…Hemos observado cómo un soldado de los nuestros golpeaba a un niños de 8 años deliberadamente rompiéndole los dientes…Lamentablemente también hemos sido testigo de las provocaciones deliberadas sobre la población palestina y la costumbre de los comandantes de ignorar las atrocidades de sus oficiales…» (Diario israelí Yediot Aharonot 11/3/1988).
La Intifada de 1987 fue la herencia de centenares de rebeliones contras los distintos ocupantes de Palestina y la primera de las sucesivas que pondrán fin al colonialismo israelí como fue la ‘Intifada por Jerusalén-Al-Aqsa'(28/9/2000).
Interpretar la Intifada es plasmarla en la simpleza del niño palestino Sahel de 11 años, un hijo de la Intifada de 1987 del campo de refugiados de Duheisheh, en Belén, al decir: «No le tiro piedras a los pájaros, sólo a los soldados israelíes». La Intifada continuará hasta la victoria en la mente y el corazón de cada palestino que albergó las palabras del mártir Yasser Arafat: «El joven palestino que arroja piedras frente al hierro, a las balas y a las bombas; el orgulloso espíritu árabe palestino en las prisiones de la ocupación, en los campos de detención y las masas enfurecidas de mujeres, hombres, niños y ancianos, están creando hoy una nueva historia y un resplandeciente amanecer» (extracto del mensaje del comandante Yasser Arafat al pueblo palestino 1/1/1988).
Suhail Hani Daher Akel fue el primer Embajador del Estado de Palestina en la Argentina. Fue el primer Representante de la OLP en la Argentina. Analista internacional sobre la situación de Palestina.
Blog del autor: www.jerusalem-palestina.
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