Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
31 de enero de 2009 – «Salon» del 16 de enero de 2009 – El ataque por aire y tierra de Israel contra la Franja de Gaza ha llevado a la muerte de unos 1.000 palestinos, incluyendo a 400 mujeres y niños. Varios miles de personas han sido heridas y docenas de edificios destruidos. Se estima que 90.000 gazanos han abandonado sus casas. La campaña de Israel en Gaza, ha sido denunciada por la Cruz Roja, numerosos países árabes y europeos, y agencias de Naciones Unidas. Manifestaciones en Pakistán y otros países han tenido lugar para denunciar el apoyo de EE.UU. para Israel.
Es bien sabido que EE.UU. suministra a los israelíes gran parte de su material militar. Durante las últimas décadas EE.UU. ha suministrado unos 53.000 millones de dólares en ayuda militar a Israel. Lo que no es bien conocido es que desde 2004, los contribuyentes de EE.UU. han pagado para suministrar más de 500 millones de galones de productos refinados de petróleo – por un valor de unos 1.100 millones de dólares – a los militares israelíes. Aunque un puñado de países recibe combustible para motores de EE.UU., recibe sólo una fracción de la cantidad que recibe Israel – combustible utilizado ahora por aviones de caza israelíes, helicópteros y tanques para combatir a Hamás.
Según documentos obtenidos bajo la Ley de Libertad de la Información, entre 2004 y 2007 el Departamento de Defensa de EE.UU. dio 818 millones de dólares en combustible a los militares israelíes. El monto total fue de 479 millones de galones, el equivalente de unos 66 galones por ciudadano israelí. En 2008, otros 280 millones de dólares adicionales en combustible fue dado a los militares israelíes, de nuevo a costa de los contribuyentes de EE.UU. EE.UU, incluso ha pagado el coste de embarcar el combustible de refinerías de EE.UU. a puertos en Israel.
En 2008, el combustible embarcado a Israel desde refinerías de EE.UU. representó un 2% del presupuesto de defensa de 13.300 millones de dólares de Israel. Datos públicamente disponibles muestran que aproximadamente un 2% del presupuesto del Departamento de Defensa de EE.UU. también es gastado en petróleo. Un alto analista en el Pentágono, quien solicitó guardar el anonimato porque no está autorizado para hablar con la prensa, dice que es muy probable que el uso de combustible del ejército israelí sea similar al del Departamento de Defensa de EE.UU. En otras palabras, los militares israelíes gastan aproximadamente el mismo porcentaje de su presupuesto de defensa en petróleo como EE.UU. Por ello, es posible que EE.UU. esté suministrando la mayor parte de, o tal vez incluso todas, las necesidades de combustible de los militares israelíes.
Lo que es más, Israel no necesita la dádiva de EE.UU. Sus refinerías recientemente privatizadas, ubicadas en Haifa y Ashdod, podrían suministrar todo el combustible requerido por los militares israelíes. Esas mismas refinerías ahora producen y venden carburante jet y otros productos refinados en el mercado abierto. Pero en lugar de comprar combustible a bajo coste de sus propias refinerías, los militares israelíes utilizan dinero del contribuyente de EE.UU. para comprar y embarcar grandes cantidades de combustible de refinerías estadounidenses.
El gobierno israelí obtiene el combustible a través del programa de Ventas Militares al Extranjero del Departamento de Defensa (FMS), y para por el combustible y su embarque con fotos otorgados por el Financiamiento Militar al Extranjero (FMF), otro programa del Departamento de Defensa. (En 2008, el Congreso destinó 2.400 millones de dólares en dinero del FMF para Israel, y 2.500 millones de dólares para 2009.) Las dimensiones del programa de combustible del FMS son virtualmente desconocidas entre los máximos expertos de EE.UU. sobre política para Oriente Próximo. Por su parte, el analista del Pentágono se sorprendió incluso al saber que dinero del FMS está siendo utilizado para proveer combustible a Israel. «No es el propósito del programa,» dice. «El FMS fue diseñado para permitir que los fabricantes de armas de EE.UU. vendan sus productos a países extranjeros. La idea de que se compre combustible bajo el FMS es muy, muy extraña.»
El programa de combustible, en los hechos, provoca una serie de preguntas urgentes. Los embarques han ocurrido en tiempos de precios récord para el petróleo, cuando consumidores estadounidenses se enfurecían por los precios del combustible para motores que en 2008 excedieron los 4 dólares por galón. Ante esos elevados precios, parece que tiene poco sentido que el gobierno de EE.UU. esté promoviendo políticas que reducen el volumen de combustible para motores disponible para su venta a motoristas estadounidenses, y potencialmente aumenten su precio.
Los embarques de combustibles de EE.UU. forman parte de una política continua que ha ampliado la brecha energética entre Israel y sus vecinos. Durante los últimos años, el ejército israelí ha cortado los suministros de combustible y destruido la infraestructura eléctrica en la Franja de Gaza y el Líbano. Esos embargos y ataques contra centrales eléctricas han exacerbado una inmensa brecha en el consumo de energía per cápita entre israelíes y el Líbano, Cisjordania y Gaza. Y esa aguda disparidad ayuda a explicar porqué los palestinos nunca han logrado construir una economía viable.
Edward S. Walker, ex presidente del Middle East Institute [Instituto de Oriente Próximo], un think tank basado en Washington, dice que el programa de suministro de combustible es emblemático del apoyo militar de EE.UU. para Israel. Walker, quien ha servido como embajador de EE.UU. en los Emiratos Árabes Unidos, Egipto e Israel, explica que el dinero del FMF permite a los israelíes «hacer lo que quieren. Pueden comprar equipamiento o combustible. Es su decisión, no la del gobierno. Es el único programa en el que le damos a alguien un cheque en blanco y puede utilizarlo como quiera.»
Ante el reciente aumento en los precios del petróleo, que ayudó a la caída de la economía de EE.UU. y del mundo, y que los estadounidenses siguen resentidos por el pago de 4 dólares en la gasolinera, dice Walter: «¿Por qué estamos suministrando combustible a Israel cuando estamos pagando precios tan elevados?»
Desde 1948, el petróleo ha sido un recurso críticamente importante tanto para el ejército israelí como para la economía de ese país. Y los dirigentes israelíes han estado preocupados desde hace tiempo por su seguridad energética. En 1957, el primer ministro israelí David Ben Gurion escribió en su diario: «Las únicas sanciones que podrían derrotarnos o destruirnos son sanciones petroleras.»
En 1967, el bloqueo de los Estrechos de Tirán precipitó la Guerra de Seis Días. Los Estrechos, escribe el historiador israelí Michael Oren en su libro sobre el conflicto, «Six Days of War,» eran una línea de sustento para el Estado judío, el conducto para su importación discreta de petróleo iraní.» En 1073, la Guerra de Yom Kippur (los árabes la llaman la Guerra de Ramadán) llevó al Embargo de Petróleo Árabe, un evento que todavía reverbera en EE.UU., particularmente en la descabellada retórica política sobre el deseo de «independencia energética.»
La relación petrolera EE.UU.-Israel data de 1975. En septiembre de ese año, Henry Kissinger, quien entonces era Secretario de Estado, llegó a un acuerdo con el primer ministro israelí Yitzhak Rabin que llevó a que los israelíes se retiraran parcialmente de la Península del Sinaí. El acuerdo preveía que Israel se retirara de los pasos Giddi y Mitla y renunciara a los campos petrolíferos del Sinaí que los israelíes habían capturado durante la guerra de 1967.
A cambio, Kissinger estuvo de acuerdo en que EE.UU. suministraría multimillonarios subsidios económicos y militares en dólares a Israel. También aceptó que EE.UU. suministraría petróleo a Israel en caso de cualquier emergencia. Ese acuerdo fue formalizado en 1979 cerca de la fecha de las conversaciones de paz de Camp David. Dice que EE.UU. «hará todo esfuerzo por ayudar a Israel a obtener los medios necesarios de transporte» para el petróleo que compre. El acuerdo concluye diciendo que EE.UU. e Israel «se reunirán anualmente, o más frecuentemente a pedido de una de las dos partes, para estudiar los continuos requerimientos de petróleo de Israel.»
Desde 1979, el acuerdo ha sido silenciosamente renovado cada cinco años. (La aprobación más reciente del documento fue realizada por el Departamento de Estado de EE.UU. en noviembre de 2005.) EE.UU. no otorga a ningún otro país el mismo seguro.
Tampoco existe algún otro país que obtenga nada que se aproxime al volumen de combustible que Israel recibe bajo el FMS. En 2004, más de 140 países recibieron ayuda del FMS de EE.UU. De ese grupo, sólo unos 13 países recibieron combustible de algún tipo a través del programa FMS y el mayor receptor, después de Israel, fue Singapur, que recibió 7,3 millones de dólares en combustible. Ese año, Israel recibió 17 veces más combustible del FMS que todos los demás países combinados.
¿Por qué comenzó el Departamento de Defensa de EE.UU. a suministrar petróleo a Israel en 1986? ¿Y por qué persiste el programa, particularmente ya que Israel ya no considera sus refinerías como bienes estratégicos? La Agencia de Cooperación en la Seguridad, que dirige los programas FMS y FMF, refirió preguntas sobre el programa al gobierno israelí. La oficina de prensa de la embajada israelí en Washington no respondió a numerosas solicitudes sobre el programa.
Aunque la justificación para las transferencias de petróleo sigue siendo difícil de encontrar, los hechos tras la privatización de las refinerías de Israel están libremente disponibles. En 2006, el gobierno vendió la refinería Ashdod al magnate israelí Zadik Bino por unos 500 millones de dólares. Y a inicios de 2007, vendió la mayor refinería en Haifa a un grupo dirigido por Israel Corp., el conglomerado de transporte marítimo y de productos químicos, por 1.500 millones de dólares.
La venta de las refinerías marcó un importante cambio radical en la actitud de Israel hacia el petróleo. En sus primeros años como nación independiente, la supervivencia de Israel fue posibilitada por el uso de petróleo crudo de la Unión Soviética y Venezuela. Desde los años cincuenta a fines de los setenta, el crudo iraní fue el fluido vital del Estado sionista. Y la venta de las refinerías es indicativa de la confianza del gobierno israelí en su continua capacidad de comprar el petróleo que necesita en el mercado internacional.
No obstante, los embarques de combustible del FMS han continuado. Los embarques más recientes para los que existen registros fácilmente disponibles ocurrieron en julio y octubre de 2008.
El 7 de julio de 2008, el precio spot para petróleo crudo de EE.UU. llegó a un casi-récord de 141 dólares. Ese mismo día, el San Antonio Business Journal informó que el refinador basado en San Antonio, Valero Energy Corp. había obtenido un contrato del Centro de Apoyo de Energía para la Defensa (DESC) por un valor de 46 millones de dólares para suministrar combustible a Israel. Valero ha obtenido una serie de lucrativos contratos del DESC, la agencia del Departamento de Defensa que maneja todas las compras a granel de combustible del Pentágono. El 9 de octubre, el Journal informó que Valero había recibido un contrato de 235 millones de dólares bajo el FMS. Bill Day, un portavoz de Valero, dice que la compañía «no habla públicamente sobre sus contratos.»
Documentos obtenidos bajo la Ley de Libertad de la Información muestran que los contribuyentes de EE.UU. están pagando los costes de embarque para transportar el combustible de las refinerías – muchas de ellas en la Costa del Golfo en Texas – a puertos israelíes en Haifa o Ashkelón. Los costos de flete varían, pero una licitación específica especificaba costes de embarque de 0,30 dólares por galón. Funcionarios de la Agencia de Cooperación en la Seguridad, el brazo del Pentágono que administra programas que «fortalecen las alianzas y cooperaciones de EE.UU.,» han confirmado que los costes de embarque del combustible de las refinerías estadounidenses a Israel han sido pagados con dinero del FMF asignado a Israel por el Congreso.
Los inmensos embarques de combustible del FMS son enigmáticos para los israelíes. Amit Mor, director ejecutivo de Eco Energy, una firma israelí de consultoría e inversión, ha trabajado en temas de energía en su país durante unas dos décadas. En un reciente correo, Mor dice que «existe una paradoja» en los embarques de combustible que Israel recibe de EE.UU. Dijo que las refinerías israelíes de propiedad privada exportan carburante jet a «precios FOB,» mientras el ministerio de defensa importa carburante jet a «altos precios CIF,» con los fondos de la ayuda militar de EE.UU.
FOB, acrónimo de «libre a bordo,» significa que los clientes deben tomar posesión del combustible en la refinería y luego pagar todos los costes de embarque y relacionados para llevar el combustible a su destino final. Por otra parte, como explica Mor, los militares israelíes importan combustible de refinerías de EE.UU. ubicadas a 11.000 kilómetros de distancia, mientras incurren en el precio CIF, acrónimo de coste, seguro y flete,» de transportar el combustible toda esa distancia.
Mor dice que los refinadores israelíes se han «quejado al respecto» pero no les ha ido bien con el gobierno israelí. Sigue diciendo que «es el gobierno de EE.UU. el que por algún motivo insistió en continuar con ese sistema histórico, costoso e ineficiente.»
Analistas de la energía se disputan sobre una miríada de temas. Pero si hay una perogrullada que atrae un acuerdo casi universal, es la siguiente: A medida que aumenta el consumo de energía, lo mismo sucede con la riqueza. Y aunque esa perogrullada vale para el uso de petróleo, es particularmente apta para la electricidad. Como señalan Peter Huber y Mark Mills en su libro de 2005 «The Bottomless Well:» «El crecimiento económico marcha mano a mano con el aumento del consumo de electricidad – siempre, en todas partes, sin una excepción significativa en los anales de la historia industrial moderna.»
Esa declaración subraya la importancia de los embarques de combustible del FMS a Israel, muchos de los cuales han ocurrido mientras, o cerca del momento en el que, los militares israelíes atacaban las centrales eléctricas de sus vecinos.
A fines de junio de 2006, aviones israelíes dispararon nueve misiles contra los transformadores de la Planta Eléctrica de la Ciudad de Gaza, la única central de energía eléctrica en los Territorios Ocupados. (Uno de los socios originales en el proyecto fue Enron, pero eso es otra historia.= Los misiles causaron daños estimados en entre 15 y 20 millones de dólares y, por cierto tiempo, hicieron que Gaza dependiera enteramente de flujos de electricidad desde Israel. La central de 140 megavatios, de propiedad de Palestine Electric Co., estaba asegurada por Overseas Private Investment Corp., del gobierno de EE.UU. Por lo tanto, EE.UU. suministraba el combustible y el material a los militares israelíes, que destruyeron la planta, pero también pagaba para reparar el daño. Un servicio completo, de la cuna a la tumba.
El ataque israelí contra la Central Eléctrica de la Ciudad de Gaza ofrece un sombrío ejemplo de cómo el combustible de FMS ayuda a asegurar que Israel siga rico en energía mientras muchos de los ciudadanos en las regiones vecinas viven en la pobreza energética.
Dos semanas después del ataque contra la central de Ciudad de Gaza en 2006, durante la guerra de Israel contra las fuerzas de Hezbolá en el Líbano, que duró meses, aviones israelíes atacaron la central eléctrica Jivyeh de 346 megavatios, la central eléctrica más antigua del Líbano. Esos ataques provocaron el mayor derrame de petróleo de la historia en el Mediterráneo oriental. Cerca de 100.000 barriles de petróleo almacenados en tanques en la instalación en Jibyeh se derramaron en el mar, creando una mancha de petróleo que se extendió por más de 150 kilómetros.
Los ataques contra la planta Jiyyeh plant ocurrieron el 13 y el 15 de julio. Esas fechas son importantes porque subrayan la oportunidad de las transferencias de combustible de EE.UU. a Israel.
El 14 de julio de 2006, los militares de EE.UU. emitieron dos comunicados de prensa. En uno de ellos, la Agencia de Cooperación en la Seguridad de la Defensa anunció que suministraría hasta 210 millones de dólares en carburante jet JP-8 al gobierno israelí. El otro comunicado, publicado a las 5 de la tarde, hora del este, provino de la Agencia de Logística de la Defensa que decía que había otorgado un contrato por 36,7 millones de dólares a Valero como parte de otro suministro de JP-8 para Israel.
El comunicado del 14 de julio contiene la siguiente descripción algo insulsa del trato por el carburante: «La propuesta venta del carburante de aviación JP-8 capacitará a Israel para mantener la capacidad operacional de su inventario de aviones. El carburante para jets será consumido mientras los aviones están en uso para mantener la paz y la seguridad en la región. Israel no tendrá problemas para absorber este carburante adicional en sus fuerzas armadas.» El comunicado sigue afirmando que la «propuesta venta de este carburante de aviación JP-8 no afectará el equilibrio militar básico en la región.»
Aunque los ataques contra la central Jivyeh fueron importantes, los ciudadanos libaneses pudieron obtener electricidad de otras centrales eléctricas en el país. No fue lo mismo en Gaza, una provincia en la que la electricidad siempre ha sido escasa. Según el «Libro Mundial de Datos» de la CIA, la Franja de Gaza está en el último puesto – 214 entre 214 países y territorios enumerados – en la cantidad de electricidad consumida. Según la Agencia Palestina de Energía y Recursos Naturales, en 2004, el gazano promedio usó unos 654 kilovatios-hora de electricidad. En contraste, los 7,1 millones de residentes en Israel consumen aproximadamente 6.295 kilovatios-hora de energía eléctrica por persona por año, cerca de diez veces más que el gazano promedio.
Aunque no existen datos más recientes de consumo de energía para Gaza, no cabe duda de que la pobreza endémica en Cisjordania y particularmente en Gaza, se debe, en gran parte, a la continua falta de recursos energéticos. Y los israelíes han cortado frecuentemente el flujo de combustible y electricidad, lo que ha exacerbado la pobreza energética de los palestinos.
Durante los últimos años, los israelíes han cortado el flujo de energía a Gaza como castigo por varias trasgresiones. Y esos cortes han obligado a la Central Eléctrica de la Ciudad de Gaza a cerrar por falta del combustible que necesita para operar. Cuando la central es cerrada, la mayoría de los residentes de la Ciudad de Gaza se queda sin electricidad y los suministros generales de electricidad en la Franja de Gaza bajan en cerca de 25%.
En mayo de 2006, Israel cortó el flujo de petróleo a los Territorios Ocupados después que el grupo islámico Hamás ganara las elecciones locales. En enero de 2008, los israelíes cerraron los cruces fronterizos hacia Gaza, lo que resultó en una escasez de combustible que cerró la central eléctrica de Gaza. En abril de 2008, la Agencia de Ayuda y Trabajo de Naciones Unidas (UNRWA) dejó de distribuir ayuda en Gaza después que se le acabó el combustible. Los israelíes detuvieron el flujo de combustible como castigo por ataques que mataron a dos civiles israelíes y a tres soldados israelíes. En noviembre de 2008, UNRWA fue de nuevo obligada a suspender su trabajo por falta de combustible. La escasez de combustible ocurrió después que Israel cerró la frontera hacia Gaza como respuesta a cohetes y obuses de mortero que habían sido disparados hacia Israel desde Gaza.
La disparidad en el consumo de electricidad entre palestinos que viven en Cisjordania y Gaza y sus paisanos en Israel es sólo un elemento en la centenaria historia de tragedia y conflicto en la región. Pero debido al apoyo total de EE.UU. a los israelíes en la campaña de Gaza, el potencial para una furiosa reacción contra EE.UU. parece estar aumentando.
Y esa furia probablemente sólo aumentará cuando los árabes comiencen a comprender cuánto carburante regalado por EE.UU. a Israel es refinado de petróleo árabe. La refinería Valero en Corpus Christi, Texas, que ha obtenido varios de los contratos de FMS para Israel, es un gran comprador de crudo de Oriente Próximo. Durante el segundo trimestre de 2006, según datos reunidos por la Administración de Información sobre la Energía de EE.UU., la refinería recibió cerca de un 40% de su petróleo crudo de Kuwait o Arabia Saudí.
En breve, los contribuyentes de EE.UU. están pagando parta que compañías energéticas de EE.UU. compren crudo árabe, lo embarquen al otro lado del Atlántico a refinerías en EE.UU., lo refinen, y luego lo embarquen de vuelta a través del Atlántico para que el ejército israelí lo pueda utilizar en sus guerras.
Aunque es posible que el punto de origen del crudo sea sólo de importancia para parte del mundo árabe, se hace evidente que el derramamiento de sangre en Gaza complica aún más los esfuerzos de EE.UU. por lograr credibilidad como mediador en la región. El sentimiento contra EE.UU. no favorece los intereses a largo plazo de EE.UU., dice el antiguo diplomático Chas Freeman, un hombre cuyo currículo en asuntos internacionales cubre casi cuatro décadas.
Freeman es ex embajador de EE.UU. en Arabia Saudí, así como ex Secretario Adjunto de Defensa. Sirvió como intérprete jefe de Richard Nixon durante la visita de Nixon a China en 1972. Ahora, como presidente del Consejo de Política en Oriente Próximo, un think tank de Washington, Freeman dice que el programa de combustible del FMS para Israel va en contra de los objetivos a largo plazo de resolver el conflicto palestino y el objetivo declarado de EE.UU. de proteger el flujo de petróleo desde el Golfo Pérsico. El Departamento de Defensa ha asumido «responsabilidad unilateral por la protección del comercio del petróleo en el Golfo Pérsico, y a pesar de ello está asumiendo la responsabilidad por la entrega de carburante de aviación a los militares israelíes,» dice. «Es confuso y contradictorio.» El programa, agrega, es «uno de los numerosos elementos de nuestra relación con Israel que son muy difíciles de explicar.»
Puede que Freeman tenga razón, pero la Cámara de Representantes tiene pocas dudas sobre el continuo apoyo de EE.UU. para Israel. El Congreso tampoco ha mostrado mucho interés por las escaseces de combustible entre los palestinos. El 9 de enero, día 14 del ataque a Gaza, la Cámara aprobó una resolución patrocinada por su presidenta, Nancy Pelosy, «reconociendo el derecho de Israel a defenderse contra ataques de Gaza.» La votación fue de 390 contra 5.
Dos días antes de la votación, UNICEF estimó que 800.000 gazanos carecían de agua potable y que 1 millón vivía sin electricidad.
Nota del editor: el Fondo de Investigación del Nation Institute dio su generoso apoyo para este artículo
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Trabajos de Robert Bryce ha aparecido en numerosas publicaciones incluyendo Atlantic Monthly, Slate, Salon, American Conservative, Washington Post y The Guardian. Es editor gerente de Energy Tribune y escritor colaborador del Texas Observer. Su tercer libro: «Gusher of Lies: The Dangerous Delusions of «Energy Independence,» fue publicado en marzo del año pasado. Vive en Austin, Texas, EE.UU.
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