Hillary Clinton dijo: «Hace Falta una Aldea». Rick Santorum dijo: «Hace Falta una Familia». Ambos se equivocaron. Todo lo que hace falta es una madre -una sola, una madre que haya perdido a su hijo en Irak- para demostrar a este país la crueldad y la locura de la guerra del Presidente Bush. Esa madre […]
Hillary Clinton dijo: «Hace Falta una Aldea». Rick Santorum dijo: «Hace Falta una Familia». Ambos se equivocaron. Todo lo que hace falta es una madre -una sola, una madre que haya perdido a su hijo en Irak- para demostrar a este país la crueldad y la locura de la guerra del Presidente Bush.
Esa madre es Cindy Sheehan, de Vacaville, California, cuyo hijo Casey, un especialista del Ejército y mecánico de vehículos Humvee, murió en Ciudad Sadr, Irak, el 4 de abril de 2004. Ella ha acampado ahora en Crawford, Texas, junto al camino que lleva al rancho de Bush, y ha jurado permanecer allí en medio del sofocante calor de agosto hasta que le concedan una reunión con el presidente.
Sheehan y su familia se reunieron una vez con el presidente, poco después de que muriera su hijo. Aunque él llegó a la reunión organizada por la Casa Blanca sin siquiera saber el nombre del hijo, Sheehan pensó que el presidente era sincero. Desde entonces ha cambiado de idea. La semana pasada, cuando Bush insistió en que su hijo y 1 840 más habían muerto por una «noble causa», la Mamá de Irák decidió solicitar otra reunión con Bush.
Como me dijo Sheehan en «El Programa de Bill Press», el mensaje que ella quiere entregar al presidente no es complicado: «No use la muerte de mi hijo para justificar sus políticas asesinas. Sólo porque mi hijo haya muerto, ¿por qué voy a querer que otra persona muera en su nombre?»
De acuerdo, al Presidente Bush puede que no le guste ese mensaje. Pero tiene que oírlo. Y es un mensaje que Cindy Sheehan se ha ganado el derecho a entregar. Seguramente en el medio de unas vacaciones sin precedentes de cinco semanas, Bush podría aparcar su bicicleta de montaña lo suficiente como para invitar a una madre norteamericana a tomar una taza de té y a una conversación.
De ninguna manera. Después de todo, este es el rancho Bush, donde «raras veces se escucha una palabra desalentadora». Bush no sólo ha decidido ignorar a Cindy Sheehan, ordenado que no se le permita acercarse a menos de 4 millas (6,4 kilómetros) de la entrada al rancho, y ha cambiado su caravana de autos por un helicóptero para sus paseos -para evitar tener que pasar a exceso de velocidad junto al lugar donde ella acampa. También, en el típico estilo de Bush, ha lanzado a sus mercaderes del odio para que traten de utilizar la táctica de «Lanchas Rápidas» con ella -de la misma manera que han tratado de destruir la reputación de cualquiera que se atreva a criticar las políticas de Bush; John McCain, Max Cleland, Richard Clark, John Kerry y Joseph Wilson.
Nadie ha atacado a Sheehan con mayor fiereza que el perenne apologista de Bush, Bill O’Reilly. En su papel de co-asesino, O’Reilly invitó a la columnista sindicada Michelle Malkin, quien se ha ganado la reputación de ser poco más que «Bill O’Reilly como travestí». Juntos se dedicaron a llevar a Noticias Fox a un nuevo punto por debajo de la bajeza.
O’Reilly comenzó acusando a Sheehan de no representar a todas las familias de militares -muchas de las cuales, dijo él, la considerarían una traidora. ¿Traición? ¿Desde cuándo puede ser definido como traición el estar en desacuerdo con las políticas de un presidente? ¿Y por qué es traición llorar la muerte de su propio hijo -y no desear que otros padres y madres sufran la misma pérdida? Afortunadamente, la mayoría de los norteamericanos comprenden lo que no puede comprender O’Reilly: George W, Bush no es Estados Unidos. Estar en desacuerdo con él no es un acto de traición.
O’Reilly como travestí fue aún más despreciable. Qué lástima que perdió a su hijo, sollozó Malkin, pero ¿cómo se atreve a convertir su «pérdida personal en un circo público?» ¡Vaya! ¿Recuerda Malkin a Terri Schiavo? ¿Y puede ella hablar de convertir una pena personal en circo público? ¿Por qué podía hacerlo la familia Schiavo pero no la familia Sheehan? Al menos Cindy Sheehan está conciente y sabe lo que está haciendo.
Como despedida repugnante, Malkin declaró que Casey Sheehan se hubiera sentido avergonzado de lo que su madre estaba haciendo. Por su parte, en mi programa de radio, la Sra. Sheehan devolvió el fuego: «Yo soy la madre de Casey y lo conozco mejor que nadie en el mundo… Y sé que Casey está allá arriba y que me está diciendo: ‘Adelante, Mamá’… Me pregunto con qué frecuencia Michelle Malkin ha ido a llorar sobre la tumba de Casey».
Cindy Sheehan. Habla con el corazón. Perdió a su hijo en Irak y no quiere que otra madre sienta la misma pena. Es una madre valiente y fuerte. El Presidente Bush es un gallina por negarse a recibirla.
Hablando de padres que apoyan la guerra… Si Irak es una «causa noble», ¿Por qué el Presidente no puede convencer a sus hijas de que se enlisten? Sabremos que vale la pena luchar por Irak cuando las mellizas Bush se pongan el uniforme.
Bill Press es el anfitrión de su nuevo programa diario de radio sindicado nacionalmente, y que también puede ser escuchado en Radio Satélite Sirius. Su correo electrónico es [email protected]. Su sitio web es www.billpress.com.
© 2005 Tribune Media Services, Inc.