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Acerca de la VI Conferencia General del Movimiento Fatah

La mejor fórmula para el desastre

Fuentes: Al Ahram Weekly

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Según fuentes bien informadas ubicadas en las más altas instancias del Movimiento, la conferencia ha quedado pospuesta «hasta nuevo aviso». En el lenguaje de Fatah, puede que eso signifique «nunca».

Muchos de los jóvenes líderes y activistas de Fatah habían confiado, y probablemente aún confían, en que la celebración de la conferencia facilitaría una oportunidad para poner orden en la casa de Fatah e introducir reformas democráticas, muy necesarias en un movimiento que ha venido degenerando cada vez más y que presenta problemas de corrupción, acendrado faccionalismo y desmoralización.

Sin embargo, los dirigentes veteranos de Fatah, especialmente a nivel nacional, han venido resistiéndose y oponiéndose con éxito a la celebración de elecciones internas debido a la insoportable situación que se vive en todos los frentes; a saber: la ya duradera escisión entre Fatah y Hamas, la precariedad del «proceso de paz» con Israel y el extendido malestar en Palestina y en la región como un todo. No obstante, la desunión interna de Fatah sigue siendo el factor que en esta ocasión más escollos pone a la convocatoria de la conferencia.

Hay algunos líderes veteranos de Fatah en Cisjordania, gente como Qaddura Faris y Jebril Rayub, que están preocupados porque consideran que celebrar la conferencia en las actuales circunstancias podría causar una implosión dentro del Movimiento. «No podemos convocar ahora la sexta conferencia con todas las diferencias internas que padecemos. Porque entonces, en lugar de conseguir la unidad, estaríamos consolidando la desunión y Fatah saldría de la conferencia en condiciones mucho peores», dijo Fares.

Indicó que sería mucho mejor que Fatah «arreglara» sus diferencias por la vía de la reconciliación en vez de mediante elecciones. Pero esa reconciliación, ¿con arreglo a qué criterios se haría? Esa es la pregunta para la que nadie tiene una respuesta satisfactoria.

Nada en estas palabras parece ser aceptable para los líderes más jóvenes de Fatah, que acusan a los dirigentes veteranos de querer permanecer en sus sillones para siempre. «Son todos unos embusteros; en cualquier empresa, y más en un movimiento o partido político, los directivos no permanecen veinte años en sus puestos. ¿Cómo podemos competir con Hamas si nuestros dirigentes permanecen en sus puestos hasta que se vuelven seniles o se mueren?», preguntó Yamal Qahasmeh, un dirigente local de Fatah en la región de Hebrón. «El autoritarismo ha hecho mucho daño a Fatah, y si seguimos sin hacerle frente podría muy bien provocar nuestra desaparición».

Uno de los más inquietantes y potencialmente destructivos problemas a que se enfrenta Fatah estos días son los denominados «grupos beligerantes». Este no es, en forma alguna, un fenómeno nuevo dentro de Fatah, que a menudo se describe como supermercado de ideas y orientaciones políticas. Hay todo tipo de tendencias políticas e ideológicas dentro del Movimiento, que van desde la extrema derecha a la extrema izquierda. Hay también lealtades dentro de Fatah hacia determinados poderes regionales e incluso internacionales. Yendo más al grano: nos estaríamos refiriendo a los lobbys jordanos, egipcios, estadounidenses y, según apuntan algunos, también israelíes.

Sin embargo, esta cacofonía de contradicciones estuvo siempre bajo control gracias a la fuerte personalidad de Yaser Arafat y a su incuestionable dominio sobre Fatah. Para bien o para mal, Arafat tenía las riendas de todo, tomaba todas las decisiones y controlaba todo el dinero y ningún dirigente de Fatah se habría atrevido a desafiarle.

Ahora, sin dirigentes con carisma -nadie osaría comparar al actual líder de la AP, Mahmud Abbas, con Arafat- y ante la ausencia de tradiciones genuinamente democráticas en las que el movimiento pudiera confiar para resolver y reconciliar las diferencias internas, Fatah se enfrenta a una de las crisis más difíciles de su historia.

En las últimas semanas, las recriminaciones se desbordaron hasta llegar a los medios de comunicación, con Hakam Balawi, uno de los ayudantes de Abbas y Mohamed Dahlan, anterior hombre fuerte de Fatah en Gaza y cuyas fuerzas derrotó Hamas en junio de 2006, enzarzado en un enfrentamiento verbal, insultos incluidos, con Dahlan.

Balawi ha estado acusando a Dahlan de tratar de derrocar a Abbas, por las buenas o por las malas, para reemplazarle como presidente de la AP en coordinación con anónimos poderes externos, una posible alusión a Estados Unidos y, probablemente, también a Israel. «Dahlan es un oportunista que está extendiendo el caos, las falsas ilusiones y la cizaña», dijo Balawi en una declaración hecha en nombre del comité central de Fatah. «Hace tiempo que sus acciones y declaraciones se basan en intimidaciones, amenazas y ultimatums».

Anteriormente, Balawi había fustigado a Dahlan «por perder Gaza ante Hamas y escapar con el rabo entre las piernas». Contraatacando, Dahlan llamó al actual dirigente de Fatah «dirigente fracasado», diciendo que Abbas y todo el alto estamento de Fatah eran responsables de la derrota de Fatah en la Franja de Gaza. Dahlan llegó hasta el extremo de acusar a Balawi de ser un traidor que trabaja y espía para Israel. «Eres tú el que metió espías israelíes en la oficina de Abu Mazen en Túnez», dijo Dahlan esta semana en una declaración a los medios refiriéndose a Adhan Yasin, el agente del Mossad infiltrado en la sede de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) en Túnez en los últimos años de la década de 1980.

Hace pocas semanas, Abu Ali Shahin, otro dirigente de Fatah en Gaza que escapó a Cisjordania tras el contragolpe allí de Hamas, arremetió contra Abbas llamándole dirigente fracasado que no era capaz de adoptar las decisiones correctas en el momento oportuno. Algunos dirigentes de Fatah están preocupados de que el enconado enfrentamiento entre Balawi y Dahlan pueda finalmente llevar a una especie de escisión entre Gaza y Cisjordania. Balawi es natural del norte de Cisjordania mientras Dahlan es de Khan Yunis, en la Franja de Gaza.

Como siempre, las conversaciones de paz con Israel no van a ninguna parte por la intransigencia y rechazo israelí a devolver el botín de la guerra de 1967. Al mismo tiempo, los problemas internos de Fatah en vez de disminuir empeoran, amenazando el futuro político del movimiento y la cohesión interna.

Fatah tiene que elegir el menor de sus dos males: celebrar la sexta conferencia este año o no celebrarla nunca. Ambas posibilidades suponen una fórmula para el desastre. Uno de los líderes de Fatah, Ikrema Zabet, cree que no es momento de cosechar beneficios sino de limitar las pérdidas. «Si nuestras discusiones y argumentos antes de llegar a la conferencia son los que son, entonces, ¿qué esperanza nos queda de conseguir realmente la unidad durante la conferencia?», preguntó Zabet en un artículo publicado esta semana por Maan News Agency. Añadió: «Lo que necesitamos es una conferencia para cerrar filas, no una conferencia que empeore aún más la situación».

Enlace con texto original en inglés:

http://weekly.ahram.org.eg/2008/885/re83.htm