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Algunas consecuencias del 11-S

La ola represiva mundial también se sufre en Euskal Herria

Fuentes: Rebelión

Se cumplieron cinco años del mayor ataque sufrido en suelo estadounidense. El 11 de septiembre de 2001, 2.986 personas fallecían en un ataque sin precedentes en la historia sobre todo en cuanto al instrumento de agresión utilizado. Edificios emblemáticos de Nueva York eran destruidos y el mundo observaba con estupefacción como el gran gigante imperialista […]

Se cumplieron cinco años del mayor ataque sufrido en suelo estadounidense. El 11 de septiembre de 2001, 2.986 personas fallecían en un ataque sin precedentes en la historia sobre todo en cuanto al instrumento de agresión utilizado. Edificios emblemáticos de Nueva York eran destruidos y el mundo observaba con estupefacción como el gran gigante imperialista era atacado en su propio territorio. Cinco años después conviene reflexionar sobre algunas de las consecuencias de estas acciones tanto en contexto mundial como en el de nuestro país.

Los Estados Unidos atacados. Su respuesta.

La bestía era atacada por primera vez en su territorio nacional. Como diría Chomsky con posterioridad, no era de extrañar un ataque de este tipo pero lo peor no era eso, sino constatar que a pesar de que había toda una lógica encaminada a aprender de los errores del pasado y tratar de otra manera a los países del mundo, los halcones que gobiernan Estados Unidos iban a comenzar una batalla contra lo que llaman terrorismo que iba a tener consecuencias aún peores que las vividas el fatídico 11 de septiembre.

Los Estados Unidos de Norteamérica son un Estado Agresor, a cuyos gobiernos no preocupa en exceso el respeto ni a las reglas del juego establecidas ni a los derechos humanos. Ya desde la invasión y exterminio de los pueblos indios durante la segunda mitad del siglo XIX, pasando por la ayuda y cooperación en la creación del Plan Cóndor, pasando por invasiones más recientes como Vietnam, Nicaragua, Panamá, Granada, etc., los Estados Unidos de Norteamérica se han erigido en supuestos guardianes de la democracia en el mundo cuando representan y actúan justo en la dirección contraria. (Recordemos las palabras de Bush I en 1990, cuando mientras los legisladores debatían sobre si iniciar la guerra contra Irak, salió diciendo, no me importa si el Congreso lo vota o no, vamos a ir adelante).

Bush II, dijo lo siguiente el 27 de junio de 2003: Dios me ha indicado que ataque a Al Qaeda y yo lo he hecho, y después me ha dado instrucciones de atacar a Saddam, lo que también hice, y ahora estoy resuelto a resolver el problema de Oriente Medio. Como dice el escritor estadounidense Michael Parenti, ésta es cuando menos una cadena de mando preocupante. Más valiente todavía, el pasado 21 de agosto, en conferencia de prensa en Washington Bush II, dijo que la comunidad internacional ha de cerrar filas en Oriente Medio contra la ideología islamista, declaraciones que no suscitaron excesiva polémica, uno ya no sabe si por repetición en las barbaridades dialécticas del presidente Bush II, o por miedo, o vayamos a saber porque. Decía que en Líbano, Irak y Gaza, hay que frenar a los terroristas que tratan de frenar los avances de la democracia (!).

Desde el 11-S nadie negará que el mundo haya ido a peor. Se han atacado e invadido países como Afganistán, Irak y Líbano. Se sigue masacrando al pueblo palestino y a sus gobernantes elegidos siguiendo las reglas del juego establecidas. Continúa el asedio a la democracia en Cuba. Se dió un golpe de Estado contra la democracia en Venezuela; se violentaron procesos electorales en El Salvador, Perú y recientemente en México; se han construido cárceles secretas en todo el mundo donde poder torturar a personas de todo tipo; el mundo contempla atónito lo que sucede en la base ilegal de Guantánamo, aberración infinita (y no contempla atónito lo que pasa en otros lugares porque los desconoce, pero según algunas fuentes, serían miles las personas que se encuentran secuestradas por el imperio criminal que es el Gobierno de Estados Unidos a día de hoy).

Los ataques de grupos islamistas radicales no sólo no han disminuido sino que han aumentado, como lo demuestran las brutales acciones del 11 de marzo de 2004 en Madrid, el 7 de junio de 2005 en Londres, los ataques indiscriminados en Bali, Casablanca, Egipto, etc.

Y todo ello en un contexto internacional donde el orden mundial creado tras la Segunda Guerra Mundial se ha venido abajo. Sobre todo en la cuestión de los derechos humanos, del respeto de los tratados firmados, etc. Todo lo construido tras observar las consecuencias de la Segunda Guerra Mundial, y en la lógica de los dos bloques, es ya hoy papel mojado. Y ¡ojo! Tampoco decimos que el respeto a todos estos tratados haya sido absoluto en la segunda mitad del siglo XX, pero sí hemos de constatar que la existencia tras el 11-S del concepto de prevención en el derecho penal o incluso fuera del mismo, ha retrotraído la cuestión de los derechos humanos a épocas anteriores. Compartimos la opinión de Alfonso Sastre que nos recordaba que incluso hoy, el Código de Hamurabi era incluso casi deseable, visto que el ojo por ojo, parece más cerca de la justicia que lo que pasa hoy en mundo.

Sus consecuencias en Euskal Herria

Con anterioridad al 11-S, en Euskal Herria ya se venían dando cambios importantes en la estrategia sobre todo del estado español para enfrentar al independentismo vasco. La judicialización de la represión, y la apuesta por la ley y el uso del principio de legalidad para combatir a Euskal Herria eran ya un hecho, que al albor del 11-S el gobierno de Aznar aprovechó para acelerar la construcción de mecanismos que combatieran con mayor acierto la estrategia que desde el año 95 venía realizando la izquierda abertzale.

Tras el 11-S, se aceleró la estrategia de ilegalización de organizaciones de la izquierda abertzale (operativo contra Gestoras el 31 de octubre de 2001, suspensión de actividades de Batasuna en 2002, creación de la ley de partidos en 2002, Udalbiltza en 2003, cierre de Egunkaria, ilegalización de candidaturas electorales y toma de cargos por electos y alcaldes usurpadores, etc.), se cambio el código penal del año 95 para alargar las condenas de 30 a 40 años, creando con ello no ya la cadena perpetua sino la pena de muerte para los sectores más combativos de Euskal Herria, etc.

La utilización del concepto de prevención va a pasar también a primer plano. Primero en el estado francés, donde tribunales franceses van a considerar absolutamente dentro del marco de la legalidad la asignación de residencia para ciudadanos vascos en base a su supuesto peligro; en segundo lugar con los operativos llevados a cabo tras el supuesto descubrimiento de una lista de personas que pudieran ser objeto de captación por parte de la organización ETA, se detuvo a decenas de personas realizándose el primer juicio farsa de este sumario en los días pasados.

La ola represiva mundial, ha tenido sus consecuencias en diferentes países y también como no en Euskal Herria. De todos nosotros depende que esta ola represiva mundial que azota el mundo a día de hoy, reciba su freno tanto aquí en Euskal Herria como en el mundo, y que los pueblos del mundo y sus clases explotadas puedan alcanzar una mayor plenitud en el gozo de todos sus derechos.

* Joseba Agudo Manzisidor es abogado.