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La otra Cuba

Fuentes: Progreso Semanal

¿Cómo sería un cambio de sistema político en el país? ¿Cómo sería la entrada del modelo capitalista a nuestra realidad? ¿Cuántos beneficios y perjuicios podría esto representar a los cubanos? ¿Hasta qué punto resulta conveniente el camino que nos hemos trazado y los numerosos sacrificios que hacemos día a día? En el caso de un […]

¿Cómo sería un cambio de sistema político en el país? ¿Cómo sería la entrada del modelo capitalista a nuestra realidad? ¿Cuántos beneficios y perjuicios podría esto representar a los cubanos? ¿Hasta qué punto resulta conveniente el camino que nos hemos trazado y los numerosos sacrificios que hacemos día a día?

En el caso de un cambio radical de sistema, habrían muchos factores a considerar, solo voy a mencionar algunos. Seguramente ganaríamos en desarrollo tecnológico, tendríamos grandes obras arquitectónicas de las que sentirnos orgullosos, Internet en los aeropuertos y eventos deportivos internacionales de mayor talla. Aun así, los rascacielos serían privilegio de unos pocos y ni hablar de los aeropuertos, sería irónico ver a Eliecer Ávila contemplar satisfecho los numerosos vuelos internacionales, pero como todo guajiro de Puerto Padre antes de la Revolución, no poder subirse nunca a un avión. Quisiera preguntarle un día al muchacho de la UCI, si está defendiendo los privilegios de las élites o nuestro derecho a salir y regresar del país libremente, algo con lo que si me identifico plenamente.

Contaríamos con un ejército de profesionales formados dentro de la Revolución, pero como la instrucción no tiene ideología, servirían igualmente en una sociedad capitalista. Otra curiosa ironía que no podemos desconocer, en todo caso, este es un elemento que nos da cierta ventaja respecto a otras naciones del área. Pero tenemos que estar claros, de ahí en adelante la universidad no sería para todos, y un «hijo de papá» no estudiaría en la misma escuela que un guajiro de Las Tunas.

Tendríamos la posibilidad de votar directamente por el presidente, una idea que siempre me ha gustado, pero sucedería que los candidatos al cargo ya habrían pasado una serie de «filtros» (mucho más diabólicos que los actuales) que los convertirían en representantes de las minorías, nunca del pueblo.

En la otra Cuba correríamos el peligro de cederle nuestra casa a un yanqui que reclama su derecho sobre ella aunque haya pasado más de medio siglo sin pisar esta tierra. Tendríamos mejores carreteras sin duda, pero por las noches el peligro sería mucho mayor en las calles, la violencia y las drogas serían parte de nuestra realidad, y no estarían limitadas a pequeños sectores como ocurre actualmente.

Hace un tiempo una extranjera me comentaba asombrada cómo los cubanos caminan descalzos por la playa de noche, en su país eso es impensable, las jeringas que los drogadictos desechan por doquier nos contagiarían fácilmente cualquier enfermedad. Estas son las pequeñas cosas que los cubanos no notamos, porque damos por sentado muchos de los logros actuales y generalmente nos fijamos en lo que nos falta por recorrer, pero es que precisamente, el truco está en los detalles, ¿no?

En la otra Cuba seríamos trabajadores obedientes, nada más que eso, el Estado no se preocuparía por el nivel educacional del pueblo ni porque este tuviera compromiso político alguno, para nada. Mientras más se desentiendan las masas de la política, mejor, el laissez faire está de fiesta en el mundo entero, y Cuba sería la última en entrar al baile.

Si me preguntan con cuál Cuba me quedo, respondo sin titubear: con ninguna de las dos. Ni con la que me prometen desde el norte, ni con la que tengo ahora, estaría loco por aceptar la receta de los yanquis o por conformarme con la realidad que existe actualmente, quiero la Cuba que podemos llegar a ser. Aquellos que piensan que solo existen dos opciones olvidan una cosa, el pueblo cubano no podrá regresar atrás lo que ha alcanzado y luchado por preservar durante cincuenta años, ni tampoco se va a conformar con lo mismo demasiado tiempo, hay que alcanzar nuevas metas.

Que llegue pronto la reforma migratoria que me permita salir y regresar a mi país de manera natural, que la participación política y social de los cubanos sea más real y menos formal, que el Estado no haga mutis en un tema tan sensible como lo es el cable de fibra óptica, y que la prensa no le sea cómplice. El día que se comprenda que todo esto, es más Socialismo, que esto se llama sentido común, que en estos «detalles» nos jugamos nuestro futuro y credibilidad, cuando entendamos eso, seremos más revolucionarios.

Ya se acabó el tiempo de «defender las conquistas de la Revolución», no, no, no, se trata lograr nuevos resultados y beneficios para el pueblo, ya dejamos atrás el atrincheramiento y el replegarse para conservar lo logrado, en la actualidad, si no cambiamos rápido, se joden las conquistas y con ello el pueblo cubano. Si no logramos pronto la tercera opción, la otra Cuba de la que hablo será una realidad, y honestamente, podemos ser mejores que eso.

Fuente: http://progreso-semanal.com/4/index.php?option=com_content&view=article&id=4544:la-otra-cuba&catid=4:en-cuba&Itemid=3