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Campaña palestina contra el Muro del Apartheid

La Palestina por la que estamos luchando

Fuentes: www.stopthewall.org

Traducido del inglés por Beatriz Morales Bastos

Las manifestaciones del martes pasado, que sacaron a los palestinos a las calles de Ramala, Hebrón, Tulkarem, Nablus y Gaza como desafío al intento de la Autoridad Palestina de silenciar las voces del pueblo, representan un momento crucial para Palestina.

Nuestra manifestación, que fue apoyada por los Comités Populares de los Campos de Refugiados y por más de 150 organizaciones y representantes de la sociedad civil, hizo un llamamiento a mantener los principios fundamentales de nuestra lucha: el derecho de los refugiados al retorno, el derecho a Jerusalén como capital palestina y el derecho a nuestra tierra. Rechazamos el reconocimiento de Israel como un Estado judío porque legitimaría la ideología sionista del colonialismo, el racismo y la limpieza étnica, y exoneraría de hecho a Israel de los crímenes de la Nakba, con lo que se renunciaría al derecho al retorno. Este reconocimiento justificaría y reforzaría el sistema israelí de apartheid contra los ciudadanos palestinos de Israel.

La Palestina por la que estamos luchando es una que mantiene los principios fundamentales de nuestro derechos nacionales y de igualdad, y que respeta el derecho democrático del pueblo a expresar sus puntos de vista protestando en la calle. La Autoridad Palestina ha demostrado que no comparte esta visión. El pasado martes intentó evitar que el pueblo reivindicara sus derechos, primero prohibiendo la manifestación y después atacándonos con gases lacrimógenos, porras y jeeps militares.

La salida de la ocupación de nuestras tierra y el derecho de los refugiados al retorno no son negociables, como tampoco lo es la cuestión de Jerusalén. La actual lucha y resistencia que utiliza todos los medios necesarios no sólo es nuestro derecho de oprimidos y ocupados, sino que es nuestra obligación ante todos aquellos que se han sacrificado antes que nosotros y ante las generaciones futuras que tienen derecho a vivir en libertad. Es nuestra única herramienta para garantizar que las «negociaciones» tratan sobre cómo lograr nuestro derechos y no sobre cómo abandonarlos paso a paso. Sin embargo, por primera vez en los sesenta años de nuestra lucha, aquellos que afirman representarnos a nivel nacional ya no hablan de resistir a los ataques de los ocupantes. En vez de ello, con la mayor falsedad abren negociaciones confiando en Estados Unidos, el más ferviente partidario de la ocupación, para que actúe como un «agente honesto».

Las acciones del martes fueron importantes en sí mismas como una expresión de las voces que se alzan en contra de Annapolis, pero también porque al desafiar la prohibición de las manifestaciones, los comités populares, los representantes de la sociedad civil y los partidos políticos lanzaron un poderoso desafío a los dirigentes de la Autoridad Palestina: el movimiento de base en contra de la normalización [de relaciones con Israel] está creciendo a medida que aumentan las presiones en favor de la normalización. El mes pasado los activistas de base derrotaron a la Iniciativa Una Voz, un intento de coaccionar a los palestinos para que renieguen de sus propios derechos y reconozcan los de sus ocupantes. La semana pasada Ramala acogió una Conferencia para buscar estrategias que golpeen a la ocupación por medio del boicot, la desinversión y las sanciones. Palestinos de interior de la Línea Verde expresaron su firme oposición a reconocer un Estado judío en sus tierras en una decisión unánime del Alto Comité Árabe de Seguimiento, el principal cuerpo representativo de los palestinos del 48. Las manifestaciones del martes no fueron protestas aisladas sino que fueron parte de un amplio movimiento popular contra las concesiones en principios básicos y contra una supuesta aceptación por parte de los dirigentes palestinos del aislamiento entre los palestinos del interior de la Línea Verde, los de Gaza y Cisjordania, y los de la diáspora. En la Conferencia de Chipre de octubre los palestinos del 48 hicieron un llamamiento a todos los palestinos, en toda la tierra palestina y en la diáspora, a crear juntos estrategias unitarias y a seguir mecanismos como un contrapunto poderoso a la Bantustanización israelí.

En Annapolis la Autoridad Palestina no planteó la cuestión de los palestinos del interior de la Línea Verde ni la del derecho al retorno ni la del criminal asedio de Gaza. Tampoco está en su agenda el Muro que está encerrando a los palestinos de Cisjordania en ghettos. Cuando quienes fueron nombrados para dirigir los Bantustanes de Cisjordania reprimen brutalmente nuestras protestas en ella demuestran que ni siquiera representan a los palestinos cisjordanos: lo que están haciendo es preparar el terreno para unos acuerdos que el pueblo palestino no puede aceptar y no aceptará.

El denominado «proceso de paz» no sólo exige que la Autoridad Palestina tome medidas drásticas contra la resistencia armada sino que también está quedando muy claro que también se les va a exigir que nos reprima a todos aquellos de nosotros que nos negamos a abandonar nuestros derechos. El pueblo palestino que se está enfrentando cada día contra la ocupación israelí no ha sido consultado ni informado acerca de las negociaciones: lo único que se quiere de ellos es que sufran los porrazos cuando no están de acuerdo y exigen sus derechos. Las manifestaciones del martes fueron un campo de pruebas para ver si la Autoridad Palestina será capaz hacer tragar al pueblo palestino un segundo Oslo y transigir aún más con nuestros derechos.

El abismo entre la Autoridad Palestina y el pueblo palestino se hace cada vez más evidente. Todo el abanico de fuerzas sociales y políticas palestinas se ha unido en la condena de la represión de la martes. La Autoridad Palestina tiene ante sí una elección muy clara: o bien acata sumisamente los dictados de Estados Unidos y de la ocupación, o bien cambia radicalmente su trayectoria, vuelve a su pueblo y recuerda que son dirigentes de la lucha nacional palestina. El movimiento de base contra la normalización de relaciones con el ocupante seguirá creciendo. La resistencia seguirá mientras el pueblo palestino reivindica sus derechos fundamentales.

Enlace con el original: http://stopthewall.org/analysisandfeatures/1570.shtml