Recomiendo:
0

Entrevista al arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma:

«La poesía náhuatl es un reflejo del destino después de la muerte»

Fuentes: El Clarín de Chile

México, DF.- El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma (1940) coordina desde 1978 el proyecto de rescate del Templo Mayor; dirigió el Museo Nacional de Antropología y trabajó en las excavaciones de Tlatelolco, Teotihuacan, Bonampak, Coacalco, Tepeapulco, Comalcalco, Cholula y Tula. Autor de 25 libros, Fondo de Cultura Económica ha publicado: Vida y muerte en el Templo […]

México, DF.- El arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma (1940) coordina desde 1978 el proyecto de rescate del Templo Mayor; dirigió el Museo Nacional de Antropología y trabajó en las excavaciones de Tlatelolco, Teotihuacan, Bonampak, Coacalco, Tepeapulco, Comalcalco, Cholula y Tula. Autor de 25 libros, Fondo de Cultura Económica ha publicado: Vida y muerte en el Templo Mayor (1998); La piedra del sol (2000); Vida, pasión y muerte de Tenochtitlan (2003) y Tenochtitlan (2006).

En entrevista con Clarín.cl por el lanzamiento de la octava edición de Muerte a filo de obsidiana (1975) el magíster en arqueología Matos Moctezuma enfatiza la imposición del día de muertos: «el 2 de noviembre fue instaurado por el papa Gregorio IV»; y descarta las generalizaciones psicológicas: «no estoy de acuerdo con Octavio Paz cuando en su libro El laberinto de la soledad menciona que el mexicano se ríe de la muerte y se acuesta con la muerte, porque eso hay que analizarlo y tomarlo con cierta precaución».

 

MC.- ¿Por qué recurre a la poesía náhuatl para titular su libro Muerte a filo de obsidiana?

EM.- Muerte a filo de obsidiana implica la muerte por sacrificio que existía en el mundo prehispánico y concretamente entre los mexicas -o aztecas-; entonces elegí el poema porque sentí la esencia del libro mismo, el reflejo de la muerte.

MC.- ¿Qué celebramos el 2 de noviembre si para los mexicas los 20 días de muertos correspondían al noveno mes?

EM.- En el mundo prehispánico había una forma de pensamiento acerca de la muerte que se ve interrumpido por la conquista -primero militar, después ideológica- de los españoles que son portadores de todo un nuevo orden económico, social, político y religioso, ellos consideran obra del demonio todo lo que pertenecía al mundo prehispánico y había que desecharlo; los conquistadores en relación al tema de la muerte van a imponer su pensamiento, instaurando el 2 de noviembre como día de muertos, ya que la Iglesia católica por bula papal de Gregorio IV lo celebraba desde el siglo IX.

MC.- ¿Por qué la ausencia de cementerios en Tenochtitlan?

EM.- Se han encontrado muchos restos óseos sobre todo en Tlatelolco, la dificultad de hacer excavaciones es porque hay una ciudad encima de otra. No necesariamente buscamos cementerios, sabemos que en Teotihuacan se enterraba a las personas debajo de los cuartos de sus casas. En Tenochtitlan no predominaba el pensamiento nuestro del cementerio como lugar para enterrar a los muertos, pero la ciudad actual nos impide la búsqueda.

MC.- ¿Cómo resumiría la filosofía náhuatl descrita por el doctor León Portilla?

EM.- Lo que plantea el doctor Miguel León Portilla en su libro la Filosofía náhuatl es el sistema de creencias sobre la naturaleza, sobre la comunidad, sobre los dioses -abordados por los mitos- y desde luego la trascendencia del hombre después de la muerte.

MC.- Usted no comparte la idea de generalizar a partir de conceptos psicológicos, por ejemplo cita a Erich Fromm, pero no El laberinto de la soledad ¿por qué el epígrafe de Octavio Paz?

EM.- Entendamos una cosa, yo incluí ese pensamiento de Octavio Paz porque creo que ahí reúne y resume de una manera magistral la cosmogonía prehispánica sobre la muerte: «Dime cómo mueres y te diré quién eres». Lo que marcaba el destino del individuo después de la muerte era precisamente la forma en que moría: si morías en guerra o en sacrificio ibas a acompañar al Sol, si morías ahogado ibas al paraíso del dios Tláloc, si morías de una enfermedad común ibas al Mictlán, en fin, lo que va a marcar el destino de cada mexica después de la muerte, son las circunstancias de ese último hecho en vida. Por otro lado no estoy de acuerdo con Octavio Paz cuando en su libro El laberinto de la soledad menciona que el mexicano se ríe de la muerte y se acuesta con la muerte, porque eso hay que analizarlo y tomarlo con cierta precaución.

MC.- ¿Descartó alguna teoría en la nueva edición de Muerte a filo de obsidiana?

EM.- No se descarta nada, sigue el interés por el libro al grado tal que se han publicado 8 ediciones desde 1975; no se rebate nada de lo que había escrito originalmente, por el contrario, en la presentación hago ver cómo surgen nuevas ideas sobre el tema que estoy investigando y que voy a tratar de desarrollar mucho más en el futuro.

MC.- ¿Sigue leyendo poesía náhuatl? ¿se transmite la filosofía prehispánica en la poesía náhuatl contemporánea?

EM.- Si la leo porque tengo buenos amigos nahuatlatos que han seguido escribiendo, pero pienso que en general el mundo prehispánico -salvo algunos de sus aspectos, como la lengua náhuatl en las comunidades- en esencia, el pensamiento general de los indígenas está más apegado al pensamiento cristiano que entra a partir del siglo XVI.

MC.- ¿El mismo caso con los novelistas mexicanos del siglo XX?

EM.- Yo no creo que el meollo del pensamiento prehispánico haya pasado a nuestros escritores occidentales, en lo absoluto.

MC.- ¿Cuándo nota una revalorización de la lengua náhuatl?

EM.- La lengua náhuatl es hablada actualmente por cientos de miles de personas, igual que el maya lo es también; digamos que el doctor León-Portilla ha sido uno de los defensores de las lenguas indígenas.

MC.- ¿Cuándo comienzan las políticas públicas para la conservación de zonas arqueológicas?

EM.- México es un país de una gran tradición arqueológica y el interés lo vemos presente desde siglos atrás, desde el momento en que se comienza a mirar lo que había existido en ese mundo antiguo; en el siglo XVI, inclusive en el XVII y XVIII, llevamos alrededor de 400 años manifestando nuestro interés y asombro, a veces con mayor o menor énfasis, pero siempre está ahí.

MC.- Usted dirigió el Museo de Antropología y el Museo del Templo Mayor ¿cuál era su pieza favorita en cada museo?

EM.- Para hablar de favoritismos se necesitaría partir de algún concepto, es decir, desde el punto de vista estético o arqueológico. Todo objeto tiene un valor para el arqueólogo porque te da una mayor o menor información para tu investigación. Desde lo estético: La piedra de los cinco soles -o mal llamado Calendario Azteca- es fascinante; igual que la escultura monumental de Coyolxauhqui.

MC.- Finalmente, ¿cuándo nació en usted la vocación por el estudio de la arqueología?

EM.- Mi interés por la arqueología viene por un libro que leí a los 17 años sobre Egipto, eso me atrajo muchísimo e influyó en mi decisión de estudiar arqueología; ya después, en la Escuela Nacional de Antropología me nutro de lo que son nuestras civilizaciones y me dedico a ellas.