A una semana del paso del huracán Katrina y sin que exista un balance oficial de víctimas, el secretario de Salud de Estados Unidos, Michael Leavitt, es el primer miembro del gobierno federal que admite la probabilidad de que el fenómeno haya dejado miles de muertos, mientras una encuesta publicada hoy muestra que 47 por […]
A una semana del paso del huracán Katrina y sin que exista un balance oficial de víctimas, el secretario de Salud de Estados Unidos, Michael Leavitt, es el primer miembro del gobierno federal que admite la probabilidad de que el fenómeno haya dejado miles de muertos, mientras una encuesta publicada hoy muestra que 47 por ciento de la población desaprueba la forma en que el presidente George W. Bush manejó las operaciones de rescate en la zona de desastre.
Aunque es imposible dar datos precisos, es probable que haya miles de víctimas, dijo Leavitt a la cadena CNN. El funcionario advirtió sobre el riesgo de epidemias entre los habitantes de Nueva Orleáns que aún se encuentran en la devastada ciudad. El calor, el agua estancada, los desechos humanos y los mosquitos son la combinación ideal para la propagación de enfermedades como cólera, fiebre tifoidea, malaria y virus del Nilo.
El balance provisorio en Luisiana da cuenta de 59 muertes hasta el momento, con la advertencia de que se trata solamente de una fracción. Mississippi confirma 152 víctimas mortales, mientras Alabama no ha reportado ninguna. En cuanto a los daños materiales, éstos podrían superar los 100 mil millones de dólares.
Ante un posible balance de más de 10 mil muertos, el gobierno del presidente George W. Bush activó una operación de relaciones públicas para contrarrestar las críticas sobre su lentitud en responder a la catástrofe.
El secretario de Seguridad Interior, Michael Chertoff, hizo campaña en los programas matinales televisivos, mientras la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, visitaron las áreas afectadas.
Condoleezza Rice dijo estar convencida de que el racismo no ejerció papel alguno en la demora de la asistencia. «Yo soy afroamericana, de Alabama, y les puedo decir que esta reacción no tiene nada que ver con el color de la piel», aseguró.
«Ningún estadunidense quiere ver sufrir a otro, y no creo ni un segundo que quienquiera que sea hubiera dejado a gente sufrir porque ellos eran afroamericanos. No lo creo», insistió.
En un discurso televisado, Bush solicitó: «Si quieres ayudar a este país a cicatrizar tras el resultado de este desastre» es necesario donar sangre, dinero para la Cruz Roja. El lunes, el presidente inspeccionará por tercera vez la región devastada.
Una encuesta de Washington Post-ABC publicada hoy mostró que 46 por ciento de los estadunidenses aprueba la forma en que el presidente Bush manejó las operaciones de rescate, mientras 47 por ciento la desaprueba. Dos tercios de la población cree que el país debió estar mejor preparado para afrontar la tragedia.
La Casa Blanca dispuso que la bandera estadunidense ondee a media asta en todo el país y en sus embajadas en el exterior, como muestra de respeto a las víctimas. La medida se extenderá hasta el próximo martes.
La mayoría de los supervivientes ya abandonaron la ciudad de Nueva Orleáns. El fin de semana se terminó de evacuar por tierra y por aire a los últimos 10 mil sobrevivientes que permanecieron una semana en el Superdome y el Centro de Convenciones. Las autoridades afirmaron que la ciudad será completamente evacuada, si es necesario, por la fuerza.
Un alto oficial del ejército informó a la cadena CNN que actualmente se está en la fase dos de la recuperación de cadáveres. «Serán escenas horribles nunca antes vistas en este país, con la posible excepción del 11 de septiembre», dijo Chertoff. Se encontrarán personas que se escondieron en sus casas «y fueron sorprendidos por la inundación», dijo el funcionario a Fox News Sunday desde Nueva Orleáns.
La evacuación masiva será la mayor reubicación de refugiados dentro de las fronteras de Estados Unidos, puntualizó.
Por otro lado, agentes de la policía de Nueva Orleans mataron a tiros a cinco hombres armados en las cercanías del lago Porchartrain, en un confuso incidente en el que se vieron envueltos contratistas del Cuerpo de Ingenieros del Ejército.
En otro hecho, un helicóptero de rescate se estrelló hoy en Nueva Orleáns por causas que aún se investigan, aunque tanto el piloto como el copiloto resultaron ilesos, informaron fuentes de los servicios de emergencia, según la cadena CNN.
El secretario de Defensa estadunidense, Donald Rumsfeld, dijo que pueden pasar años antes de que Nueva Orleáns vuelva a la normalidad. Las autoridades estimaron que llevará varios meses drenar la llamada capital del jazz.
En tanto, el alcalde Ray Nagin informó a la cadena CNN que bomberos y oficiales de policía de Nueva Orleáns quedaron traumatizados. «Ya tuvimos un par de suicidios», informó. Explicó que los oficiales se sintieron impotentes ante los saqueos, la violencia y el vandalismo en la ciudad. Incapaces de detener a los saqueadores, varios oficiales de policía simplemente entregaron sus credenciales.
El alcalde dijo que pretende sacar lo antes posible de la ciudad al personal más afectado por el cansancio y el estrés. «Necesitan evaluaciones físicas y sicológicas», agregó.
Después del huracán, 200 de los mil 500 policías de Nueva Orleáns dejaron de presentarse a servicio. Muchos se dedicaron a llevar a sus familiares a un lugar seguro para luego regresar, pero ya no ocuparon sus puestos.
Nagin fue uno de los mayores críticos de la respuesta del gobierno federal al desastre. El alcalde se quejó del envío tardío de la Guardia Nacional para asegurar la ley y el orden en la ciudad. Con la llegada de refuerzos en los últimos dos días, entre ellos miles de efectivos de servicio activo, Nagin dijo que la situación mejoró en términos de seguridad, pero el panorama general sigue siendo alarmante. «Veo lo mismo que he estado viendo por seis o siete días: destrucción, desesperación, sufrimiento y muerte», dijo.
Alabama emerge del desastre
Mobile, la gran ciudad del sur de Alabama, emerge lentamente y con dolor del desastre. Ubicada al fondo de una bahía sobre el Golfo de México, la ciudad portuaria no sufrió tantas pérdidas humanas como sus vecinas, pero su infraestructura se encuentra en parte destruida. Sus cerca de 200 mil habitantes viven todavía con toque de queda, sin electricidad muchos de ellos. Algunos barrios están devastados y hay escasez de gasolina, por lo que el precio del galón subió a 3 dólares.
Además de la tragedia humana, el huracán provocó daños ambientales incalculables. El desastre ecológico, que se extiende a lo largo de cientos de kilómetros, ya es conocido popularmente como Cancer Alley (El Callejón del Cáncer).
Hugh Kaufman, funcionario de la agencia federal de protección ambiental, calcula que la limpieza de la zona costará más de 100 mil millones de dólares. Las aguas son un coctel venenoso que contiene bacterias, virus, metales pesados y químicos venenosos, señaló a la radiodifusora NPR.