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La portavocía en el 15-M entre el liderazgo y el liderismo

Fuentes: Rebelión

Matizaciones al artículo de José López La importancia de la portavocía (II) Rebelión 25/06/2011 Intentaré ser lo más breve posible, pues estas respuestas y contra respuestas pueden ser interminables y farragosas. Nuestras diferencias quizá radiquen en una cuestión de tipo semántico, José López utiliza el término «liderazgo» y yo el de «liderismo». Para llegar a […]

Matizaciones al artículo de José López La importancia de la portavocía (II) Rebelión 25/06/2011

Intentaré ser lo más breve posible, pues estas respuestas y contra respuestas pueden ser interminables y farragosas.

Nuestras diferencias quizá radiquen en una cuestión de tipo semántico, José López utiliza el término «liderazgo» y yo el de «liderismo». Para llegar a entendernos tendríamos que salvar un cierto escollo: en el DRAE no aparece el vocablo «liderismo», y sí, desde luego, el de «liderazgo». Pero el escollo no es exactamente el DRAE, ya sabemos que suele ir bastante detrás de la realidad, a veces se resiste obcecadamente a aceptar nuevos vocablos, y siempre ha estado profundamente impregnado de reaccionarismo (término, que sí está en el DRAE). El escollo estriba en el significado que se le atribuyan a dichos vocablos.

A veces para entendernos hay primero que ponerse de acuerdo con el vocabulario a emplear, el código. Incluso en ocasiones habría que redefinir los conceptos (degenerados por el uso y sobre todo por el mal uso).

«Liderazgo» según el DRAE sería sinónimo de dirección, jefatura o conducción de un colectivo, y así lo entiendo yo. En el 15-M, por ejemplo, el liderazgo lo podría ejercer el entramado de sus asambleas coordinadas y conexionadas a través de sus delegados, y también lo podrían ejercer unos portavoces elegidos democráticamente para representar al movimiento y negociar en su nombre.

El «liderismo», inexistente en el DRAE, lo entiendo como una tendencia, incluso como doctrina o ideología, basada en la creencia de que para el buen funcionamiento de un colectivo se necesitan líderes y que éstos son los que deben dirigir ese colectivo. También cabría extender su significado al gusto o propensión hacia los líderes.

Cuando al sustantivo «líder» le adosamos el adjetivo «natural», lo hacemos porque es algo que se da de una forma natural en la realidad social. Los líderes suelen surgir espontáneamente, y la gente cree necesitarlos, por eso los buscan y cuando alguien destaca entre la masa, tienden a potenciarlo.

En esto estamos de acuerdo. Es evidente que en las asambleas muchos «hacen bulto» y otros «destacan». Partimos de una realidad llena de desigualdades y estamos educados para aceptar esas desigualdades, a verlas como algo natural pero cuando nos aleccionan para que creamos que esas desigualdades son necesarias y además óptimas, estamos siendo ideologizados. En tal caso estaríamos hablando de «liderismo».

También es evidente, y supongo que coincidimos en que los líderes no sólo surgen espontáneamente de forma natural de entre la gente, el sistema también los necesita y los crea artificiosamente. No le faltaba razón a nefasto Georges Seguí secretario general de la CGT francesa cuando en una entrevista, en pleno acontecimientos del mayo68, le preguntaron sobre Daniel Cohn-Bendit y contestó que los medios lo habían promocionado como a una marca de detergente.

Parece que esa artificiosa «fabricación» ya está ocurriendo, José López nos alerta contra esa manipulación mediática de «inventarse» portavoces del 15-M: «Nos guste o no, ya hay gente que está hablando ante los grandes medios de comunicación en nombre del movimiento 15-M, o de una parte de él. ¿Qué hacemos frente a esto? ¿No ver, hacer la vista gorda, como hace Pepe? ¿O intentar que lo inevitable se haga de la mejor manera posible para el movimiento?» Sigue José López ¿por qué no adelantarnos, y dotarnos de una eficaz portavocía con las máximas garantías democráticas (elección, control, rotación, revocabilidad, etc.)? «De hecho, ya han habido portavoces de las acampadas que se reunieron a nivel estatal en la Puerta del Sol para coordinarse, lo cual demuestra que las portavocías son inevitables». Efectivamente, pero como muy bien dice ¡para coordinarse!, aunque en la práctica sus cometidos transcendieron a la función coordinadora, pues los portavoces de los barrios y pueblos (de las asambleas locales, AL) participaron en la APM en las matizaciones, resolución de dudas, votación de las propuestas, etc. De acuerdo en que la horizontalidad tiene sus dificultades, incluso limitaciones. No en vano, determinadas comisiones y grupos de trabajo están en ello, pero insistiendo en no crear más burocracia que la estrictamente necesaria.

Llámense portavoces, delegados o representantes lo cierto es que la coordinación, esa red, que ya empieza a funcionar, absolutamente tupida de interrelaciones formales e informales entre las asambleas y grupos de trabajo no se teje yendo todos en masa, sino mediante «enlaces» de pocas personas. De ahí a lo que a continuación propone José López hay un abismo. «Si logramos que el sistema ceda e inicie ciertos cambios concretos, la transición deberá ser negociada con el movimiento 15-M, como así ha ocurrido con cualquier revolución. El sistema, ciertos representantes del mismo, necesitará hablar con ciertos interlocutores , con ciertas personas concretas , con ciertos representantes de los indignados.» El abogar ya por una portavocía con atribuciones como las de negociar con el sistema en este momento es colocar el carro delante de los bueyes. El movimiento 15-M llegará un momento que logre una coordinación a nivel estatal desde las asambleas locales, coordinaciones provinciales, y de Comunidades, del órgano que materialice esa coordinación estatal habrán de salir, llegado el caso, los interlocutores que negocien con el sistema (me supongo que José López se refiere al gobierno).

Aunque haya logrado sacar a la calle alrededor de un millón de personas, en más de 50 ciudades, no se puede todavía decir que exista una coordinación del 15-M a nivel estatal.

DRY y otras organizaciones integradas en el movimiento suplieron dicha carencia, en las convocatorias y organización del 19J. Qué duda cabe que la movilización ha sido un éxito rotundo. Pero el movimiento debe dar un salto cualitativo en cuanto a organización, ser autosuficiente para poder convocar a nivel estatal desde su entramado de asambleas, hasta llegar a la coordinación estatal. Depender demasiado de la capacidad organizativa de los grupos o plataformas integradas en el movimiento supone el peligro de que el movimiento 15-M termine siendo la «correa de transmisión» de alguna de esas eficientes organizaciones.

En tanto se da ese salto organizativo, seguro que en el camino se producirán situaciones en las que habrá que dialogar con autoridades, municipales, provinciales, etc. lógicamente las personas portavoces que participen en esos contacto deberán hacerlo con las mayores garantías de autenticidad democrática. Lo que no es de recibo es que los «representantes», a no importa qué nivel, sean personas que por pertenecer a determinado grupo, plataforma u organización se arroguen el derecho a hablar en nombre del 15-M, que no es un conglomerado de organizaciones sino un movimiento fundamentalmente asambleario. En esto creo que todos estamos de acuerdo, ¡por fin hay consenso…!

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.