En pleno auge de las denuncias por crímenes de lesa humanidad contra el régimen sionista por el asesinato de la periodista palestina Shireen Abu Akleh a manos de soldados del ejército ocupante en la ciudad de Al Quds (Jerusalén), el régimen sionista ordenó a todas sus sucursales diplomáticas salir a lavar la imagen de esta entidad criminal. El uso de la hasbará no midió gastos.
En Chile esta filial del régimen delictivo denominado Israel no fue la excepción. Una embajada administrada por la argentina de nacimiento, de padres alemanes y colona en la Palestina histórica Marina Rosenberg, que actúa como relaciones públicas y una verdadera máquina de limpieza de imagen de esa creación artificial que ocupa y coloniza Palestina desde el año 1948. La representación diplomática israelí se encargó de ejecutar una operación de blanqueo de imagen que resulta tan despreciable como la carta que sacó con relación al crimen de Shireen Abu Akleh, tratando de culpar a los propios palestinos. Parte crónica de los mecanismos del nacionalsionismo para tratar de ocultar sus asesinatos. En esta ocasión ocupando uno de sus voceros, el diario El Mercurio
Negocio sionista-mercurial
Este domingo 15 de mayo me levanté temprano y dirigí mis pasos al llamado mercado central –un centro de abastos de pescados y mariscos situado en el centro de la capital chilena–. Había comprado, por encargo de un amigo, el mencionado diario El Mercurio, vocero de la derecha empresarial, económica e ideológica de Chile. Un diario que de mi parte suelo usar, para la limpieza de vidrios y cuando la necesidad lo exige, envolver pescado, como fue en esta ocasión. Mientras estaba en esos menesteres, observé que parte de este medio de desinformación y manipulación ofrecía en su interior una edición especial que despertó mi indignación, titulada “Israel 74” y que me obligó a sacar la especie marina destinada al almuerzo y leer el libelo criminal.
Una sección, denominada edición especial, onerosa en materia de propaganda sobre determinadas situaciones, empresas, gobiernos, en este caso la Administración sionista y su búsqueda de mejorar su imagen como criminales, usurpadores, ladrones, terroristas. La inserción en El Mercurio, según el número de páginas y consultada en el marco tarifario de este medio (1) representó un gasto de 200 mil dólares -170 millones de pesos chilenos- para las 6 páginas a todo color con publicidad de empresas en Chile como laboratorios MAVER (de familia sefardita), la oficina de abogados y comunicaciones Albagli-Zaliasnik, donde sobresale el nombre de uno de los sionistas más extremos en Chile, Gabriel Zaliasnik y la concesionaria automotriz Salazar Israel. Dólares invertidos, para intentar lavar la sangre que cubre cada acción del nacionalsionismo.
Por más dinero que gaste Israel en estas operaciones, su responsabilidad en los delitos cometidos contra el pueblo palestino no se puede ocultar. Están allí presentes continuamente, en imágenes fotográficas, en videos, en la acción cotidiana de su política de ocupación y colonización. Un Israel que se comporta como una ramera con pretensiones de virtuosa, tratando de mostrarse ante cada nuevo cliente como si fuese una vestal, una virgen que se ofrece esplendorosa y sin desflorar al cliente de turno. Israel como entidad nacionalsionista es la versión moderna de la prostituta de Babilonia, aquella que sus propios textos presentan como la expresión del vicio, la infamia, el lugar del mal, promiscua en sus relaciones con el imperialismo, el wahabismo, junto a monarquías y gobiernos corruptos árabes que sojuzgan a sus pueblos.
La inserción a la que hago referencia es un compendio de farsas, mitos, fraudes, quimeras, falacias que de tanto repetir se convierten en la fórmula en versión israelí de lo propugnado por el jerarca nazi Joseph Goebbels de “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”. Una inserción que pretende hacernos creer que el 14 de mayo pasado, cuando el mundo conmemora Al Nakba – la catástrofe palestina – a partir de la creación artificiosa de un ente que llamaron Israel el año 1948, hablamos de independencia de Israel. Pero… ¿de qué o de quién se pudo haber independizado aquel grupo de jázaros, principalmente colonos europeos provenientes de Alemania, Polonia, Francia y comunidades árabes de creencia judía, instalados en suelo palestino?
Resulta una idea falsaria tratar de decir que se independizaron de los británicos pues el mandato de esta potencia era sobre Palestina a partir del año 1922 y no sobre algo que no existía, que recién nace a la luz internacional el 14 de mayo de 1948 a costa del territorio palestino, de la muerte de decenas de miles de sus hijos e hijas, de la ocupación y colonización de sus tierras y la instalación de una entidad que comenzaría a responder a los intereses de Occidente en Asia occidental. Un sionismo que ha usufructuado de esa criminal “solución final” que sufrieron europeos de creencia judía, preconizada por el nacionalsocialismo, que a fines de los años 50 comienza recién a referir el nombre de Holocausto, convirtiéndolo en una industria como ha señalado Norman Finkelstein. (2) Un hijo de padre y madre prisioneros en campos de concentración del Tercer Reich y que sin embargo es capaz de mostrar la degradación moral de la entidad sionista a través de su libro “la Industria del Holocausto”. Un régimen falsificador de la historia, creador de mitos, que incluso roba la historia del pueblo y la tierra que ocupa, sus costumbres, su vestuario, arqueología, sus comidas, canciones. Un sionismo que se viste con el ropaje de considerarse un pueblo semita cuando sus ancestros hay que encontrarlos en Europa y en Jazaria.
Tontos útiles
Una inserción plagada de ocultamiento de los crímenes cometidos contra el pueblo palestino. Hablándonos de resiliencia, innovación tecnológica, manejo tecnologizado del agua cuando no existe palabra alguna al robo crónico de los recursos acuíferos de Palestina. Nos presentan sitios turísticos en los territorios ocupados sin hacer referencia alguna al nombre de Palestina, que representa la decisión e invisibilizar a este pueblo, sacarlo del mapa, robar su historia, su vestuario, su gastronomía, su arqueología. No es casual que presente el Mar Muerto como un hito turístico allí en la Cisjordania ocupada donde los palestinos tienen prohibición de entrar. Rehenes en su propia tierra. El parque Ain Jidy que cercena 25 Km cuadrados de tierras palestinas en zonas agrícolas ocupadas por asentamientos sionistas en las cercanías del Mar Muerto. La inserción sionista nos habla de naturaleza y conservación ocupando la imagen de dos personajes chilenos, a estas alturas tontos útiles: el actor Francisco Pérez-Bannen y el periodista Claudio Iturra. Ambos vinculados a agencias de turismo, quienes con su alabanza a ese tipo de negocio en tierras palestinas expresan no sólo ignorancia, que sería excusable, sino que complicidad con una ocupación y colonización que se constituyen en crímenes de guerra.
Lo menos que se le pide a ambos profesionales es que sepan en qué andan metidos, no dejarse seducir por los cantos de sirena de una sociedad, que invisibiliza al pueblo palestino, que lo esconde tras muros de apartheid. Pueblo palestino que es el legítimo propietario de la tierra a la que fue Pérez Bannen e Iturra y de lo cual no hacen mención alguna. ¿No vieron el muro de 720 kilómetros de largo y 9 metros de altura? ¿Conversaron con los palestinos en Al Quds, Al Jalil? Cuando viajaron al mar muerto y se bañaron en sus aguas no les extraño no ver a palestino alguno?
Las páginas de propaganda desvergonzada, de la apropiación de las riquezas y la historia de Palestina en materia de medio ambiente y naturaleza. Hablando de alianza estratégica con universidades chilenas y cooperación en el ámbito municipal y gobiernos regionales e incluso ofreciendo un modelo de gestión de aguas vanguardistas oculta en forma inmoral que los millones de palestinos sometidos al régimen de apartheid sionista están privados de gozar sus mares, sus ríos, tierras agrícolas, sus frutos, caminos, su pasado. Impedidos de transitar libremente por una tierra invadida por estos colonos extranjeros. Un Israel que nos habla del milagro respecto al uso del agua, pero oculta sus crímenes y ofrece un espejismo, de mostrar como milagro lo que roba y ha sido desarrollado sobre los huesos y la sangre del pueblo palestino.
En segundopaso.es sostenía que Israel lleva a cabo una política de apartheid donde se expresan crímenes de toda índole cada año, los informes de organismos no gubernamentales, la propia Autoridad Nacional Palestina, o los emitidos por las Naciones Unidas, dan cuenta que entre 650 y 800 millones de metros cúbicos anuales es la cantidad de agua robada por la entidad sionista de los territorios palestinos. Mekorot, la empresa israelí que maneja el agua de la Palestina histórica y los territorios ocupados a partir del año 1967 y la Franja de Gaza, bloqueada desde el año 2006, bombea esa agua de la napa freática de Cisjordania o de los pozos que existen en otras zonas de Palestina, sin pagar absolutamente nada. El año 2015 el ente sionista declaró “tierra estatal” una de las zonas más ricas de Cisjordania en reservas acuíferas, en el área de Wadi Fuquin, que se encuentra en el departamento de Beit Lehem, al sur de Al Quds. Una medida que disminuyó drásticamente el uso del agua por parte del campesinado palestino. Todo ello, evidentemente, violando las leyes internacionales, pues se apropia de los bienes del pueblo ocupado y después, la misma empresa, vende el agua robada a la población de Cisjordania. Negocio redondo del “prodigio israelí”.
La ramera de Babilonia en versión sionista nos entrega, en su inserto millonario, las opiniones de dos relacionadores públicos del régimen. El razonamiento de la diplomática argentina Marina Rosenberg quien nos habla que Israel propugna la “diplomacia azulada” y el llamado a convertir a este régimen criminal como socio de Chile en materia hídrica. Es fundamental que el gobierno chileno, que se ha definido como defensor de los derechos humanos, que ha tenido opiniones esperanzadoras del presidente Boric de definir a Israel como un régimen criminal, no aliente la alianza con estos canallas. No dejarse confundir con su diplomacia azulada que es más bien una política de rojo sanguinolento. No dejarse seducir por la palabrería insulsa del presidente de la comunidad sionista de Chile, Gerardo Gorodisher, que en el mismo panfleto de blanqueo nos cuenta la historia lloriqueante de un exilio inexistente, una diáspora nacida de mentes diletantes y que además nos trata de convencer que su patria sionista – siendo él chileno – pretende la paz con sus vecinos y el mundo. Es fundamental que no aceptemos ese canto de sirena caníbal que nos llama a una cooperación bilateral donde centra la paz “como el valor más importante a quienes habitan un país o una región”. Ambos son la expresión de la ramera de Babilonia y su verborrea falsaria en plena ebullición.
Mientras el inserto sionista que supera los 200 mil dólares circula por parte de Chile a través de las páginas de El Mercurio millones de palestinos, dueños de la tierra que ofrece turísticamente estos farsantes, son sometidos a una política de apartheid. Los hombres, mujeres y niños palestinos son asesinados. Sus viviendas demolidas, sus pueblos y ciudades divididas por un muro de concreto. Su territorio salpicado de asentamientos con lo peor de esta sociedad de ladrones como lo definía su propio líder David Ben Gurion. Una sociedad israelí enferma, que asesina todo lo que pueda denunciar sus crímenes abominables como sucedió con la periodista palestina Shireen Abu Akleh. La profesional, corresponsal de la cadena Al Jazeera, recibió un disparo mortal en la cabeza a manos de un soldado sionista en la ciudad de Jenin el pasado 12 de mayo. Ante tamaño ejercicio de perversidad la embajada sionista, como es su costumbre, emitió una declaración tan burlona como despreciable.
Han pasado 74 años desde que se fundó en forma artificial esta entidad llamada Israel en complicidad con las potencias surgidas del fin de la Segunda Guerra Mundial acicateadas por una crisis de conciencia y el deseo de controlar las riquezas energéticas de esa zona del mundo, que hasta el día de hoy constituyen un aliciente de dominio. Más de siete décadas, que significan dolor y sufrimiento para el pueblo palestino y que han consolidado a un régimen que sustenta su existencia en base al robo, el saqueo y el crimen. Nada ha variado en torno a los ejes fundantes del régimen sionista: conformando esta sociedad de ladrones, como el propio Ben Gurion los definió con cifras de crímenes monumentales: 650 mil colonos sionistas ocupantes en Cisjordania, Al Quds. Bloqueo de la Franja de Gaza. 5 mil presos palestinos, entre ellos 220 menores. 5 millones de refugiados impedidos de volver a sus hogares. Destrucción de 166 mil viviendas. Un muro de apartheid en Cisjordania de 720 kilómetros de largo, que concretan este régimen de apartheid.
Esto no lo cuentan los relacionadores públicos del sionismo, especialmente en Chile, donde la comunidad palestina es la más numerosa fuera de Asia Occidental y que es blanco de esta política hipócrita, victimista de una comunidad sionista beligerante y que actúa como corifeo del régimen criminal al cual defiende a brazo partido. Compartiendo sus prioridades políticas externas, que incluyen la compra de conciencias y voluntades para llevar a cabo, no sólo el lavado de imagen que requiere para ocultar los crímenes cometidos contra el pueblo palestino y su política desestabilizadora en Asia occidental, sino también la búsqueda de mercado para una economía que ofrece aquello que le es negado al pueblo palestino al que ocupa y coloniza.
- http://marketing.emol.com/2018/03/El-Mercurio-Tarifas-2018.pdf
- https://parstoday.com/es/news/middle_east-i75598-virus_sion_48_inmune_a_advertencias_y_resoluciones._(parte_ii)
Artículo para SegundoPaso ConoSur
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