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La rendición: Sobre crisis, especulación y democracia

Fuentes: Rebelión

El pasado 12 de mayo el presidente Rodríguez Zapatero presentó ante el Congreso una batería de durísimas medidas económicas de estricta obediencia neoliberal: recortes en el salario de los funcionarios, en las prestaciones sociales y la atención a la dependencia, en los fondos para la cooperación al desarrollo… Aunque fueron presentadas como medidas de respuesta […]

El pasado 12 de mayo el presidente Rodríguez Zapatero presentó ante el Congreso una batería de durísimas medidas económicas de estricta obediencia neoliberal: recortes en el salario de los funcionarios, en las prestaciones sociales y la atención a la dependencia, en los fondos para la cooperación al desarrollo… Aunque fueron presentadas como medidas de respuesta ante la crisis, ninguna de ellas tendrá el menor efecto positivo sobre la economía española, retrasando la recuperación de la actividad, el consumo y el empleo, y exacerbará las tensiones sociales que están provocando el desempleo de masas y el endurecimiento de las condiciones de vida. ¿Para qué se han adoptado, entonces, estas medidas? El paquete de austeridad presupuestaria de Rodríguez Zapatero es la bandera blanca agitada por el Estado español para comunicar su rendición incondicional frente al devastador ataque de los mercados financieros internacionales contra la zona euro de las últimas semanas. Aunque este ataque ha estado tácticamente focalizado sobre los eslabones más débiles de la moneda única europea (Grecia, Irlanda, Portugal y España), responde a una estrategia de conjunto y persigue un objetivo que desborda con mucho el mero enriquecimiento especulativo inmediato: se trata de forzar un profundo giro neoliberal en la vida económica de la Unión Europea y de los Estados que la componen, exprimiendo hasta los posos la rentabilidad de una crisis que esos mismos mercados y sus paladines políticos han originado con su compulsión por la desregulación laboral, la especulación financiera, el descuajamiento de los servicios públicos…

En su discurso del 12 de mayo, tanto Rodríguez Zapatero como el portavoz socialista José Antonio Alonso hicieron mención a la patológica inestabilidad de los mercados financieros internacionales y a los ataques especulativos sobre la zona euro. Pero, ¿con qué expediente de resistencia frente a sus embates puede presentarse Rodríguez Zapatero ante la ciudadanía española? En sus intervenciones ante los grandes foros económicos internacionales el presidente ha insistido en sus críticas a la especulación, pero en la práctica no ha movido un dedo para clausurar los paraísos fiscales o imponer tasas a la circulación de los capitales especulativos. Tampoco ha empleado su condición de presidente de turno de la UE para impulsar cambios en el Tratado de Lisboa (que somete la vida económica europea de la UE al arbitrio de los mercados), ni para retomar el control político el Banco Central Europeo (que, sin ninguna legitimidad democrática y con total desprecio al bienestar público, gobierna de forma autónoma la política monetaria de la UE en favor de las grandes corporaciones). Ha tolerado el fabuloso enriquecimiento de la banca española y los gigantes corporativos del IBEX-35 (cuyos 600 grandes ejecutivos han cobrado de media un millón de euros este pasado año), y no ha dejado de ceder posiciones ante las exigencias insaciables de la gran patronal representada por la CEOE de Díaz Ferrán. No ha tocado más que marginalmente la fiscalidad privilegiada de las cuentas SICAV (un testimonial 1%) en las que se atrincheran las grandes fortunas, pero sí ha subido el IVA que afecta por igual a todos ciudadanos indiferentemente de su nivel de renta. ¿A beneficio de quién se están gobernando este país, y por extensión el conjunto de la Unión Europea?

En realidad, la bandera blanca no ha dejado de agitarse casi desde el mismo arranque de esta crisis. Pero los mercados quieren más. Lo quieren todo. Bajo las cifras confusas y torrenciales de la última hora económica subyace una profunda crisis política, en la que el poder de los mercados está corroyendo hasta los cimientos las instituciones de la soberanía popular. La lucha es entre capitalismo y democracia, y es el capitalismo el que ha optado por una batalla sin treguas ni prisioneros. En la penosa y humillante rendición de Rodríguez Zapatero podemos comprobar su violenta manera de cobrarse victorias. La definitiva extinción de la soberanía popular y su suplantación por una dictadura de los mercados ya no es una previsión del futuro, sino una evidencia del presente. La rendición se ha consumado. ¿Qué más da la política económica que presenten este o cualquier otro gobierno en su programa electoral, cuando al final la economía española se planifica en las oficinas de Standard & Poors y la redacción del Financial Times, y se impone mediante la extorsión financiera? ¿Qué significa votar cuando los políticos a los que votamos apenas pueden decidir nada por sí mismos y son al cabo utilizados como marionetas por los poderes económicos contra nosotros? ¿Cómo puede seriamente llamársele a esto democracia?

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