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Subversiones

La rendición

Fuentes: Rebelión

¿Y cómo habrían de ser los trámites a cumplir para que «la bestia etarra» aparezca vencida, desarmada y cautiva? ¿Cómo y adónde deberían dirigirse? ¿A un plató televisivo en un programa de máxima audiencia? ¿Irrumpir en el hemiciclo de las Cortes españolas con los brazos en alto y el DNI en la boca? ¿Y quiénes? […]

¿Y cómo habrían de ser los trámites a cumplir para que «la bestia etarra» aparezca vencida, desarmada y cautiva? ¿Cómo y adónde deberían dirigirse? ¿A un plató televisivo en un programa de máxima audiencia? ¿Irrumpir en el hemiciclo de las Cortes españolas con los brazos en alto y el DNI en la boca? ¿Y quiénes? ¿Toda la plana mayor y la totalidad de la militancia, desde los «generales» hasta el último «cachorro» recién incorporado a filas? ¿Y cabrían todos en un espacio relativamente diáfano?

¿Cómo habría de ser la puesta en escena? ¿Con los rostros descubiertos, feos y afligidos? ¿En el condado de Treviño bajo supervisión de la Junta de Castilla y León y la Diputación burgalesa? ¿Maniatados y con capirote posando para la prensa?

¿Y la entrega de las armas? ¿Las hubiesen transportado en una caravana de camiones desde cada uno de los zulos y depositado en una verde pradera delante de un panel de sponsors? ¿Un jugoso montón de fusiles, ¡tres misiles!, pistolas, explosivos, pasamontañas, cables, pilas y temporizadores?

¿Y la dramaturgia del mea culpa? ¿Tendrían que pedir perdón por haber sido tan «canallas» y «sanguinarios». Por no haber considerado el daño que «gratuitamente» infligían? ¿Y también tendrían que hincar sus rodillas, uno a uno, ante su borbónica majestad? ¿Quizá, rompiendo el protocolo, recibieran un abrazo «campechano» de «reconciliación» por parte del regente? ¿Y entonar el Cara al sol, brazo en alto, como escarmiento? ¿Un apretón de manos con «talante» de un Zapatero pletórico y triunfal?

¿Se les «perdonaría» por el gesto histórico de buena voluntad o se les aplicaría la doctrina Parot hasta pudrirse en las cárceles «democráticas» del Estado español? ¿Sin linchamiento, quedaría conforme el auditorio envenenado por el odio y la venganza?

¿Y los torturadores, habrían de aprender, entonces, modales civilizados u ocuparían ahora ellos las celdas?

¿Y los guardaespaldas pasarían también a engrosar las colas de parados en las oficinas del INEM? ¿Y Fernando Savater, como tantos otros, no lamentaría perder su estribillo e incluso el sentido de su vida? ¿Echaría el cierre la Audiencia Nacional y Grande-Marlaska, Velasco y compañía serían becados para impartir seminarios de Derecho «democrático» en la Universidad de Columbia?

¿Y los pingües beneficios de todos aquellos que vivían del miedo?

¿El euskera, por fin, sería un dialecto exótico y San Sebastián de Guipúzcoa y Villafranca de Ordicia? ¿Y los presos? ¿Pagarían cara su «gamberrada» secular? ¿Y los muertos de uno y otro lado habrían caído por una simple y sostenida broma macabra de un descerebrado colectivo? ¿Cuántos locos entonces habitan el País Vasco y Navarra? ¿Acaso, se heredó la demencia, generación tras generación, en la sangre del grupo B negativo?

¿Y Aznar, Rajoy, Acebes y su comparsa no se pondrán celosos e incluso rabiosos por haber perdido la ocasión histórica o histérica de exhibir, a título personal, tan suculento trofeo de caza? ¿O se sentirían definitivamente huérfanos y vacíos de contenido? ¿Tal vez una solemne misa de desagravio en la basílica de Cuelgamuros, concelebrada por monseñor Rouco Varela, Cañizares y el mismísimo santo padre Benedicto?

¿Y quién pondría el precio del fin de la violencia? ¿El Banco de Santander, el BBVA o el Banco Ambrosiano rescatado del infierno? ¿Y si además le creciera, por relax, el pelo al señor Rubalcaba y, por contra, le mermara de su boca la manipulación y la mentira? Y… etcétera, etcétera.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.