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Breve análisis sobre “El dilema del último soberano” de Zbigniew Brzezinski, ex Consejero de seguridad nacional del Gobierno de EEUU, respecto a la política externa de EEUU

La soberbia del último soberano

Fuentes: Rebelión

«No hay camino para la paz, la paz es el camino». Gandhi En 1998 se publica «El gran tablero de ajedrez mundial: la supremacía de EEUU y sus imperativos geoestratégicos «, cuyo autor, Zbigniew Brzezinski se ha desempeñado como asesor de seguridad durante el gobierno de Jimmy Carter y fue pilar de la Trilateral, la […]

«No hay camino para la paz, la paz es el camino». Gandhi

En 1998 se publica «El gran tablero de ajedrez mundial: la supremacía de EEUU y sus imperativos geoestratégicos «, cuyo autor, Zbigniew Brzezinski se ha desempeñado como asesor de seguridad durante el gobierno de Jimmy Carter y fue pilar de la Trilateral, la cual actuó exitosamente durante la fase final de la Guerra Fría. Brzezinski, uno de los más exitosos diseñadores de la política externa de EEUU, se adscribe a la corriente de tratadistas de la geopolítica cuyos exponentes más destacados han sido Sir Halford Mackinder, Rodolf Kjëller, Karl Haushofer, Karl Ritter, Friederich Ratzel y Alfred Mahan.

La tesis fundamental de Brzezinski es contundente: el continente euroasiático concentra la atención geopolítica y geoestratégica por la supremacía mundial. Tal afirmación se basa en las siguientes observaciones:

  • Todas las potencias nucleares, excepto una, y todas las encubiertas, excepto una, están ubicadas en Eurasia.
  • Los dos aspirantes a la hegemonía mundial más poblados del mundo se encuentran en Eurasia (China e India).
  • Los países que podrían confrontar desde el punto de vista político o económico a EEUU, son euroasiáticos.
  • EEUU se ve superado con creces por el poder euroasiático acumulado.

En su libro, Brzezinski hace propia la tesis de Mackinder que expresa que el dominio del mundo estará en manos de quien tenga el dominio de Europa Central, aclarando que algunas consideraciones territorialistas han sido superadas y que la perspectiva de la geopolítica se ha desplazado de lo regional a lo global

La obra de Brzezinski es fundamental para entender la política exterior de EEUU hacia los Balcanes, especialmente en Chechenia, China, India, Irán, Irak, Siria y otros países asiáticos. Incluso Samuel Huntington, autor de El choque de las civilizaciones y La reconversión del orden mundial, entre otros títulos, obras en las que se elabora la teoría del complot islámico y el choque de las civilizaciones, que permite justificar, de forma no siempre racional, la cruzada estadounidense por el petróleo, califica la obra de Brzezinski como síntesis magistral de análisis geográfico, político e histórico y espléndida reflexión geoestratégica.

Esta posición se vio reforzada por el ensayo de Peter Schwartz «¿La tercera Guerra Mundial?», en el que destaca la existencia de diez estados fracasados, todos ellos, islámicos, que agrupa en tres niveles de gravedad. Importa destacar que no menciona a otros estados africanos y latinoamericanos los cuales no representan en absoluto un arquetipo de desarrollo económico.

Estos tres autores, según el punto de vista del Dr. Alfredo Jalife-Rahme [2] , dan fuerza a la concepción de la supremacía anglicano-presbiteriana, ubicando al mundo islámico como el principal enemigo para la hegemonía de EEUU sobre el resto del mundo.

La estrategia geopolítica de EE.UU. está asentada en tres objetivos: uno militar, uno político y otro económico. En lo militar pretende reforzar la seguridad interna con un ejército listo para el combate o el establecimiento de fuerzas en la zona de interés geoestratégico. En lo político busca generar alianzas con democracias en el exterior, localizando su atención en Rusia y Europa Central. En el aspecto económico pretende reactivar la economía interna con la promoción del ALCA y otros mecanismos para lograr la apertura de los mercados, no importando que para salir de las crisis se recurran, dentro de las fronteras de EEUU, a estímulos fiscales de orientación neo-keynesiana para salir rápidamente de una recesión.

Asimismo, el tema energético, responde a la misma estrategia geopolítica planteada, siendo evidente la oposición entre la OPEP, de mayoría islámica, con excepción de Venezuela, nación aislada geográfica y políticamente, y la no OPEP con tendencia anti-islámica.

Después del lamentable evento del 11 de septiembre del 2001, EEUU se queda sin argumentos ni opciones creativas para su posicionamiento internacional, por lo que la guerra ideológica toma fuerza y se plasma en tremendas medidas de seguridad, frenos migratorios, virus computacionales, y una paranoia racial sin precedentes. En este sentido, se distingue de Europa, donde la fuerza de la intelectualidad libre se impone para crear conciencia sobre la necesidad de buscar alternativas al modelo capitalista, responsabilizado de la agitación global, para darle un matiz más humanista.

La vulnerabilidad de EEUU al terrorismo se convirtió, después del 9-11, en la cuestión de mayor preocupación para los expertos de seguridad, y se puso en el centro de atención de todo el mundo. Si EEUU, con todo su poderío militar era vulnerable, mucho más lo era cualquier país del mundo. Esta fue la excusa para cerrar filas detrás de EEUU en su lucha anti-terrorismo.

A ocho años de la publicación de la obra de Brzezinski, y a la luz del empantanamiento de EUU en Iraq, el autor nos sorprende con un artículo publicado en el otoño del 2005 en American Interested, titulado «El dilema del último soberano».

El documento nos plantea un nuevo punto de vista del autor respecto a la geopolítica de EEUU y la disyuntiva ante la que se encuentra el poderoso país para mantener un status hegemónico mundial. El documento plantea que, aún cuando EEUU es hoy el estado con mayor supremacía mundial, los hechos acaecidos el 9-11 demuestran un triunfo político y gran vulnerabilidad estratégica, lo que implica la urgencia de redefinir el papel principal de los EEUU. En este contexto, la retórica política posterior al lamentable evento del 9-11, rompe con dos décadas de bipartidismo en la política global, y se hizo evidente la necesidad de replantear las estrategias nacionales y doctrinas existentes. De forma inmediata, la respuesta a los eventos traumáticos fue concentrar la atención nacional e internacional en el terrorismo. El combate al terrorismo se convirtió en el centro ideológico de la política exterior de EEUU y el punto alrededor del cual se cohesiona la sociedad americana. Si bien la soberanía nacional parece estar cuestionada, EEUU necesita mostrarse ante la comunidad internacional con fuerza y solidez, sobre todo en momentos en que el mundo experimenta una situación política sin precedentes en dimensión e intensidad.

Afirma Brzezinski que la política externa posterior al 9-11 recalca la existencia de estados enemigos y peligrosos para la estabilidad nacional e internacional, así como la existencia de armas de destrucción masiva como una gran amenaza de la que había que protegerse. Este contexto legitimó la estrategia y justificó la guerra, como Pearl Harbor legitimó Hiroshima, de manera que no se hizo necesario explicar la guerra de terror.

El terrorismo reemplazó, ideológicamente, la guerra contra las armas soviéticas y esta nueva visión del mundo fue impulsada a altos niveles en la Casa Blanca y el Departamento de Estado, siendo tres los elementos que componen la estrategia internacional: 1. unilateralismo, justificado por el derecho de autodefensa; 2. el derecho a prevenir una invasión, riesgo que supone una sospecha no reconocida; 3. confiar en coaliciones.

La nueva estrategia fue probada inmediatamente con la invasión a Afganistán como evento táctico, e Iraq fue el centro de la guerra del terror, misma que fue usada como campaña política en las elecciones del 2004. En verdad, la ausencia de actos terroristas con posterioridad al 9-11 fue señalada como un triunfo de Bush y justificación de la continuación de la guerra, a pesar de los excesivos costos de la misma.

El autor de El dilema del último soberano destaca la forma en que la autoconfianza de la nación, usada como fundamento de su poderío internacional, fue sustituida por el miedo a través de la política de «yo gano, tú pierdes».

Sin embargo, en el contexto internacional, la política externa de EEUU generó una fuerte hostilidad, en particular contra su presidente, sobre todo con respecto a la falsedad de la existencia de armas de destrucción masiva y la incapacidad de militares de EEUU en Guantánamo y Korea del Norte.

En América se desarrolla un sentimiento contrario a EEUU y su gobierno, lo cual favorece las relaciones entre gobiernos opositores y acercamientos entre presidentes de izquierda democráticamente electos en América Latina.

El deterioro de su hegemonía internacional provocado por su retórica alarmista y sus costosas consecuencias, obligan a replantear sus estrategias y a redefinir su posicionamiento internacional a largo plazo, buscando nuevas argumentaciones contra el Islam y orientándose hacia el tema de la libertad global.

La aportación de Brzezinski a la nueva estrategia geopolítica de EEUU se basa en la necesidad de analizar lo que él llama el despertar político global el cual compara con el despertar social desarrollado durante la Revolución Francesa de 1789, el cual generó un activismo popular contagioso, estimulado por la literatura panfletaria y la retórica efervescente desarrollada en plazas públicas y centros urbanos. Ese despertar no estuvo exento de situaciones de terror, tribunales revolucionarios, pasión nacionalista y brutal guerra de clases, dónde el idealismo y la pasión se convirtieron en una mancuerna potente. En este sentido, el autor acerca numerosos ejemplos históricos de inflamación social como el maniqueísmo, la revolución bolchevique, la Italia fascista, la Alemania nazi, China, el sentimiento anticolonial de la India y el atisbo de activismo político mexicano de 1860 que da lugar a la Revolución Mexicana del siglo XX.

Sin embargo, la sociedad global actual tiene como característica principal su conciencia de los problemas sociales y falta de dignidad política; se resisten a ser víctimas de la demagogia política o religiosa. Por lo tanto el futuro de la sociedad no puede analizarse sin tener en cuenta las aspiraciones a mejores niveles de vida. En este sentido, Brzezinski ve similitudes políticas en los hechos registrados en Bolivia, Kirguisztán y Egipto, tendiendo en cuenta el grado descontento de la población que se revela buscando una mejor situación.

Más que el peligro terrorista, según la perspectiva de Brzezinski, EEUU debe poner atención a las siguientes situaciones que se presentan en el contexto internacional mundial:

· La presencia patente de una juventud particularmente resentida y activa en el Tercer Mundo.

· La explosión demográfica, que a excepción de EEUU, Europa y Japón se convierte en un peligro latente.

· La concentración de estudiantes intelectuales enardecidos de un espíritu social que los convierte en revolucionarios potenciales.

· La existencia de una clase trabajadora, hasta ahora inmune a la estimulación política, que puede ser rápidamente movilizada dado su descontento con el nivel de vida.

· La ausencia de fronteras para el despertar político que se expande con el uso de medios de comunicación masivos y en particular con el uso de Internet.

· El terrorismo debe ser entendido como la dispersión del resentimiento, pero no define la esencia de los hechos internacionales de nuestro tiempo.

· Muchos estados se vuelven vulnerables por no tener la capacidad de dar respuesta a las enormes demandas de la población.

Tomar conciencia de estas características del entorno internacional determinan la necesidad de reformar o reformular la misión de EEUU en el entorno global. Según la visión de Brzezinski, el marco nación-estado ha sido débil para generar soluciones políticas y económicas. Por lo tanto, EEUU requerirá de la cooperación activa supranacional para compensar la debilidad de su soberanía mundial.

Llama la atención que el análisis de Brzezinski no repara en absoluto en el serio problema de EEUU hacia el interior de sus fronteras. Durante todo el siglo pasado EEUU recibió grandes cantidades de inmigrantes quienes, a pesar de haber sido parte de la construcción de la hegemonía del país, no han sido integrados ni por el sistema educativo ni por el sistema político. Dentro de EEUU conviven, a veces violentamente y con altos niveles de resentimiento, muchas comunidades, afro-americanos, mexico-latinos, asiáticos, árabes, hijos, nietos, y posteriores descendientes de aquellos primeros inmigrantes, que ya forman parte de la ciudadanía. Sin embargo, aún son segregados y discriminados. Ha pasado demasiado tiempo y aún no se ha logrado la integración de estos grupos, viven aislados y con gran recelo por el resto de las comunidades. EEUU mira hacia fuera, se protege y busca alianzas, pero poco hace por la cohesión, integración y creación de sentimiento comunitario de su propia sociedad.

EEUU requiere de socios para lograr la cooperación activa supranacional. Europa ha sido su aliada histórica y Japón es esencial para lograr un equilibrio en el medio asiático. Pero el logro de alianzas demanda la necesidad de que EEUU exponga aspectos de interés común con estos socios, así como el desarrollo de una política genuina dejando de lado la fórmula publicitaria referida al terrorismo y a la democracia, las cuales no son bien aceptadas particularmente por los círculos intelectuales europeos, con gran influencia política.

Esta era del despertar político no acepta una democracia sin justicia social como lo hizo la era de la hegemonía aristocrática, ya que el término democracia se asocia a los esfuerzos por disminuir la pobreza y la desigualdad global.

Apunta Brzezinski que la cooperación supranacional para lograr estas metas es posible si existe un liderazgo soberano al mismo tiempo que una disposición por parte de otros poderes de subsumirse a los acuerdos supranacionales. Esta estrategia no puede surgir de la nación del miedo sino de la autoestima nacional. A pesar del señalamiento del citado autor de que la supranacionalidad no debe ser confundida con gobierno mundial, es difícil entender el concepto de supranacionalidad fuera de la intención de preservar la supremacía de EEUU en el entorno internacional.

La percepción negativa del mundo acerca de EEUU y su política de conservación del ambiente -en particular después de la decisión de no ratificar el Tratado de Kyoto, acción considerada como una falta de respeto a los intereses comunes-, aumenta el aislamiento de EEUU a nivel internacional, por lo que tendría que buscar caminos informales para lograr la cooperación política internacional.

La propuesta de Brzezinski se basa en la formación de una Cumbre Global de Seguridad, que permita contribuir a la seguridad internacional ante el peligro de la proliferación de armas nucleares y violencia étnica y religiosa. Esta cumbre debería estar constituida por EEUU, Rusia -país con poder militar significativo-, tres países europeo (Francia, Alemania y Gran Bretaña), cinco países asiáticos (China, India -por su población-, Pakistán -país musulmán con mayor poderío nuclear-, Indonesia -país musulmán más poblado- y Japón -por su poderío económico; dos países africanos (Nigeria y Sudáfrica -por el papel que jugaron en la pacificación africana- y dos países latinoamericanos (Brasil -por su papel en la pacificación de Haití y México -como mayor fuerza en América Central y el Caribe-.

Finalmente, Brzezinski señala que se espera de EEUU un compromiso serio con la mejora de la condición humana y que sólo logrará mantener la supremacía mundial, si sus propios intereses en la seguridad mundial coinciden con los intereses globales.

Las reflexiones de Brzezinski no llaman la atención por su contenido. No es nueva la cavilación de una gran cantidad de intelectuales que proponen la humanización de la estrategia geopolítica de EEUU y un mayor respeto por la dignidad de los pueblos, por la autodeterminación, por políticas que permitan mejorar la condición social y la movilidad social. De lo que no podemos dejar de sorprendernos, es que el acercamiento racional a los problemas internacionales provenga de una línea conservadora de la planeación estratégica de la política exterior estadounidense. Sin embargo, nunca es tarde para cambiar y nos congratulamos de este giro de enfoque que se vuelve más aceptable y aún perfectible, y que tal vez logre influir a otros pensadores de la misma corriente.

Entonces podremos decir como el ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha: «Ladran Sancho, señal que cabalgamos.»

Referencias

Brzezinski, Z. (2005) The dilemma of de last sovereign. American Interest. http://www.informationclearinghouse.info/article12243.htm (recuperado marzo 2006)

Lecay, R. (2005) Estrategia geopolítica de Estados Unidos en América Latina. http://bellaciao.org/es/article.php3?id_article=1539 (recuperado marzo 2006)

Jalife-Rahme, A. (s/f) La guerra multidimensional de Afganistán (II)

http://www.prd.org.mx/ierd/Coy107-108/AJR1.htm (recuperado marzo 2006)

Flores, R. (s/f) El tablero del ajedrez mundial. http://delfos.mty.itesm.mx/Notmil/mil13.html (recuperado marzo 2006)



[1] Rosana Lecay es Investigadora de la Fundación para la Cultura del Maestro A.C (Contacto: [email protected]; [email protected])

[2] Profesor de Relaciones Internacionales y Geografía Política de la Universidad de las Américas y asesor del Centro de Estudios de Asia y África del El Colegio de México.

Agradezco a Santiago Minor Lecay, quien restando tiempo a «su tiempo» colaboró generosamente en la elaboración de este documento.