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La tierra vista desde el suelo

Fuentes: Le magazine du Monde

Traducido para Rebelión por Susana Merino

Los ecólogos y microbiólogos Claude y Lydia Bourguignon alertan desde hace treinta años del empobrecimiento de los suelos a causa de la agricultura intensiva. Como los médicos, el matrimonio Bourguignon ausculta los suelos de todo el mundo. Según ellos, solo el 1% de las tierras cultivadas se halla en buen estado.

Antes podía degustar la tierra, como la gente antigua. Pero ahora no me animo. ¡Apesta!

Acercarse a Claude y Lydia Bourguignon es rebelarse. Porque a quienes quieren escucharlos estos científicos y oradores apasionados, les transmiten verdades insoportables «Hemos destruido nuestra tierra, agotado nuestros suelos, nuestra civilización está a punto de colapsar» insisten, respaldando sus aseveraciones con cifras escalofriantes.

Microbiólogos del suelo, los Bourghignon auscultan y analizan los suelos, esencialmente agrícolas, a pedido de agricultores, ganaderos o vitivinicultores. Para ambos el suelo es literalmente la base de todo.

«Etimológicamente ‘humanidad’ como ‘humildad’ proceden de ‘humus'», recuerdan, allí es donde está la vida, el caldo primordial. El suelo contiene el 80% de la biomasa animal de la tierra, pero a nadie le importa. «Por lo tanto no habrá ni agua ni aire puros sin un suelo sano. Ni agricultura viable, nutritiva o durable, sin un suelo vivo, poblado de gusanos de tierra, ácaros, hongos y microbios mezclados «las plantas no saben nutrirse solas de la tierra, explica Lydia Bourguignon. Gracias a sus raíces hundidas en la tierra, proporcionan azúcar (salida de la fotosíntesis) a los microorganismos que a suvez transforman los elementos minerales y orgánicos en nutrientes asimilables por las plantas.

Existe un diálogo permanente entre la planta y el suelo con la condición de que este esté vivo»

Claude Bourguignon, nacido en París en una familia de científicos y Lydia Gabucci, nacida en Borgoña de padres italianos, se conocieron en el Instituto Nacional de Investigaciones Agronómicas (INRA) de Dijon, en la sección de microbiología, a los 25 y 27años. Investigadores eruditos, se enamoraron y unieron sus ideas y sus complementarias metodologías. Se interesaron prontamente por la agricultura biológica y biodinámica y enseñan los fines de semana en el primer colegio de agrobiología fundado en Beaujeu (Rhône) por Suzanne y Victor Michon. Una actividad, que por ese entonces no interesaba al INRA «Durante los años 80, el instituto comenzó a ser cada vez más subvencionado por las multinacionales… ¿Resultado? Las investigaciones eran encargadas y realizadas para y por las compañías y ya no para el interés público. Los Bourguignon, se casan, abandonan el INRA y crean en 1990 su propio laboratorio independiente el Laboratorio de análisis microbiológico de los suelos (LAMS) al norte de Dijon «Fue duro, confiesa Lydia y nos vimos rodeados de muchos enemigos. Felizmente nos tenemos el uno al otro y eso nos ayudó»

Han recorrido juntos el planeta, desde Laos hasta Brasil, Haití, Madagascar. En veinte años han analizado y estudiado más de 6.000 tipos de suelos. Solo decir que han «visto casi todos los sistemas ecológicos del mundo». Aunque exista un puñado de otros laboratorios de análisis de suelos, nadie hace ni sabe hacer, el trabajo de los Bourguignon (salvo Emmanuel su hijo que se les ha unido en el LAMS) Son los únicos que se trasladan al terreno para estudiar no solo la composición y la disposición de los «horizontes» (los diversos estratos del suelo desde la superficie hasta la roca madre) sino también la relación entre las plantas y las raíces y su entorno. Para conseguirlo, los Bourguignons perforan huecos, de hasta, a veces, dos metros de profundidad, con el objeto de encontrarse frente a frente con el humus y la vida que bulle (o no) bajo nuestros pies. Una vez realizadas estas observaciones in situ, prosiguen sus análisis físicos, químicos y microbiológicos en el laboratorio (el análisis completo y los consejos emergentes cuestan alrededor de 1.050 €)»

La observación inicial sobre el terreno es esencial, explica Claude Bourguignon, porque nos permite realizar un diagnóstico sobre los suelos. Existe una diferencia entre quién realiza un análisis de orina y el doctor que lo ausculta en persona. No se pueden determinar cuáles son los problemas y encontrar soluciones si no se tiene una apreciación total del suelo. » Y hay muchos problemas. Los Bourguignon estiman que solo un 1% de las tierras cultivadas del planeta se encuentra aún en buen estado. Para el resto desaparición de la fauna y de la mesofauna, la contaminación con metales pesados, la asfixia, la salinización, el resecamiento, la erosión…»

Desde que comenzaron a cultivar la tierra, subraya Claude, los hombres han provocado la desertización de 2.000 millones de hectáreas, la mitad en el siglo XX.

¿Cuáles son las causas de este acelerado desastre? «Los métodos de la agricultura intensiva y el uso sin límites de abonos y de productos llamados fitosanitarios». Aunque se dicen apolíticos (una sola vez se cruzaron en una manifestación con José Bové) Claude y Lydia Bourguignon han emprendido desde siempre una cruzada contra las fuerzas «satánicas» de las multinacionales, del tipo Monsanto o Cargill, que son las que actualmente dictan las formas de desarrollo de la agricultura mundial «puesto que fabrican al mismo tiempo las semillas, los abonos, los pesticidas y los medicamentos destinados a curar las enfermedades provocadas por los pesticidas».

¿Cómo salir de esta infernal espiral? Los Bourguignon aconsejan una reducción progresiva del uso de productos químicos, hasta llegar a la agricultura biológica. Pero atención «No es posible cambiarlo todo de un día para otro. Hacer bioagricultura en suelos enfermos sería como pedirle a un paciente inmovilizado e intubado ir a correr 100m, se rompería inmediatamente la crisma!» Para restaurar los suelos, recomiendan ante todo dejar de cultivarlos (a riesgo de exponer los suelos a la asfixia), el establecimiento de cultivos rotativos y la instalación de una «cobertura vegetal» entre dos cultivos, que ahoga las malezas, protege de la erosión y nutre a la tierra. Métodos que si bien disminuyen el rendimiento (en un 10 o20%), le permiten al agricultor reducir los costos (en maquinaria, mano de obra y otros productos) y en consecuencia obtener beneficios equivalentes o hasta superiores a los de una explotación convencional. Sobre todo, son métodos que le devuelven la vida a la tierra, salud a quién la cultiva y sabor a los productos cultivados… «Muchos agricultores tienen sed de cambios, constata Claude, están hartos de ser explotadores agrícolas (que explotan la tierra) y quiere volver a convertirse en paisanos (que hacen el país) «Sin embargo aunque alrededor de 50 mil agricultores hayan asistido a sus conferencias, pocos han hecho la transición y los Bourguignons no tienen hoy en día más de una decena de agricultores entre sus clientes: «Los obstáculos al cambio no son solo financieros, agrega Lydia; existe un bloqueo sicológico y sociológico: Los que no trabajan más o no optimizan sus rendimientos son a menudo desconsiderados por sus pares. Y Claude: «y de rugir: los rindes, los rindes» Pero ¿de qué sirve producir cantidades si las legumbres son insípidas, aguadas y sin valor nutritivo? Claude y Lydia Bourguignon, debido a la falta de financiación están pensando cerrar su laboratorio y crear una fundación.

Parece que por el lado de la viticulltura es posible acuñar alguna esperanza—y nuevos modelos. La mayoría de los clientes de los Bourguignon son actualmente viñateros. El 6% de los viñateros franceses se han pasado a la bioagricultura en menos de 20 años. La pareja ha analizado y apoyado la evolución hacia lo natural de muchos vinos célebres, comenzando por el «romanée-conti» de AubertVillaine, el «puligny-montrachet» de Anne Claude Leflaive o el famoso champaña de Anselme Selosse cultivados todos biodinámicamente. Este método de cultivo, aunque se halle aureolado de mística. Con sus ciclos lunares y otras particularidades asombra por sus resultados, siendo que no cuesta nada «Como científico, atestigua Claude, no puedo explicar cuáles son las energías liberadas por la biodinámica …Lo que compruebo es que los suelos se vuelven extremadamente activos.»

Uno se preocupa más por el suelo de las viñas que por el de los campos de trigo, dado que más que cualquier otro producto el vino se halla asociado al terreno – gran orgullos del viñatero » Para hablar de un vino del terruño, es necesario que las raíces se hundan en la arcilla y en la roca madre, sino es solo una usurpación dice Lyda, etnóloga ella misma y capaz de describir ,a través de la degustación de un vino, la composición del suelo en que ha crecido. Preguntándose sobre la compleja parcelización de la región de Borgoña, llevada a cabo en tiempos de los benedictinos los Bourguignons han llegado aprobar que existen suelos apropiados para el vino blanco y otros para el vino tinto. Es necesario dejar de plantar cualquier cosa en cualquier parte. Para ellos un vino excelente por su mineralidad y su complejidad aromática es un vino en perfecta simbiosis con sus suelos, que refleja su riqueza y se ha nutrido de su vigor.

No es por casualidad que agotados por tantas batallas a veces se imaginan plantando viñas en algún lugar en los alrededores de Cahors, «contemplando a las jóvenes plantas y viendo crecer sus hojas rosadas en las mañanas neblinosas»

Fuente: http://www.lemonde.fr/m/article/2012/01/27/la-terre-vue-du-sol_1634713_1575563.html#xtor=EPR-32280513