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La vivienda, política y el subdesarrollo

La vivienda es un derecho, no algo que toca en un sorteo o que se resuelva con ayudas, como pretende la política neoliberal del PSOE-IU

Fuentes:

Se ha aprobado un plan urbanístico, en Gijón (como en cualquier otra ciudad), cuyas metas, según dicen los políticos del PSOE-IU que lo propician, va a dinamizar la economía, generar empleo, satisfacer las necesidades sociales de vivienda y muchas más cosas, pero, según para qué lado se mire, las cuentas, a unos les salen muy […]

Se ha aprobado un plan urbanístico, en Gijón (como en cualquier otra ciudad), cuyas metas, según dicen los políticos del PSOE-IU que lo propician, va a dinamizar la economía, generar empleo, satisfacer las necesidades sociales de vivienda y muchas más cosas, pero, según para qué lado se mire, las cuentas, a unos les salen muy bien y, a otros, muy mal. Y aunque sea repetir cosas, en España se están construyendo más viviendas que en toda Francia, Alemania y el Reino Unido juntos. Estamos a la cabeza en el precio de los pisos y en la necesidad de vivienda asequible, teniendo más viviendas vacías que nadie.

Si nos referimos sólo a Asturias y con datos del diario La Nueva España del 31 de diciembre, desde 1989, las viviendas protegidas sólo son una muy pequeña parte del total, pero desde 1994, en el que la construcción comienza a dispararse, las de protección oficial se estancan en torno a las mil cada año, incluso en 2004, que se construyen 17.000 viviendas libres, más 4.000 rehabilitadas, pero sin llegar ni a las mil de protección oficial y que en su mayoría son tan caras e inasequibles como las demás, mientras que el parque de viviendas vacías, en Asturias, se acerca a las 70.000, y sólo en Gijón, llega a las 20.000.

No se construyen viviendas para ser habitadas, pues esto es secundario, se están construyendo como inversión; y así la vivienda, no es un producto sujeto a leyes del mercado de oferta y demanda, que ya sería malo, sino como vivienda objeto de inversión, y así resulta, que los pisos siguen vacíos. Pero, con ser muy grave todo esto, aún no es lo peor. Los recursos disponibles en la sociedad son los que son; limitados. Cualquier asignación a una actividad o a un producto va en detrimento del resto de las actividades. Construir pisos para no ser habitados, como está sucediendo, no satisface las necesidades de vivienda de nadie y desde luego crea un empleo muy limitado, impidiendo que esta generación de estéril riqueza, sea motor de otros empleos en otras actividades provechosas y no baldías. Dicho de otro modo: gastando nuestros limitados recursos en ladrillos y hormigón, que quedan inservibles, igual que si los tiráramos al mar, su capacidad de generar riqueza como la de cualqui er otro bien útil, es nula, e imposibilita, además, la generación de otros empleos posibles.

Las inversiones en actividades especulativas, acaban creando una economía especulativa, que es todo lo contrario a una economía sana y en crecimiento. En este ambiente la corruptela es la ley y, a un paso, la corrupción. En los ochenta, el proyecto neoliberal del PSOE -que concluiría el PP- de la privatización de la industria de propiedad estatal, después la de los servicios y la de las materias primas, que acaban pasando todas a manos privadas, es el preámbulo del nuevo modelo económico neoliberal y el inicio de los recortes sociales en los que nos encontramos, más de seis puntos del PIB por debajo de nuestros vecinos europeos. Es curioso que SOGEPSA-PGOU (Sociedad Mixta de Gestión y Promoción del Suelo de Asturias-Plan General de Ordenación Urbana de Gijón) teniendo una génesis tan similar y tan distinta al mismo tiempo, tengan exactamente el mismo fin: un campo donde reinvertir las ganancias y, al mismo tiempo, privatizar en manos selectas los beneficios. SOGPSA, empresa p ública, tiene como objetivo nacionalizar fincas de la zona rural, mediante la expropiación, y así, convertidas en propiedad pública, se vuelven a privatizar, pero en grandes lotes y desde luego libres ya de incertidumbres edificatorias y millonariamente bien recalificadas. ¿Hasta cuando puede durar, y aguantar, una economía basada en las inversiones especulativas (burbuja inmobiliaria)?

Para algo están la Política Económica y la Política Fiscal. Dice la primera en qué se han de invertir los recursos y con qué secuencia y prioridad. La Fiscal actuará sobre la incentivación o no en determinadas inversiones, orientándolas conforme a los objetivos fijados, además de contribuir a una distribución de la renta más equitativa. No hacer política, económica o fiscal, ya es hacer política y, así, cuando el acceso a la vivienda se pretende resolver con «ayudas» y no con políticas adecuadas, se está jugando a la limosna y al engaño. La vivienda es un Derecho Constitucional, de la que tanto hablan, no algo que toca en un sorteo o algo que se resuelva con ayudas. El distanciamiento de los políticos y de la política de la vida social, se ha convirtiendo en toda una profesión bien pagada, por cierto, y libre de desempleo, pues el juego de la alternancia, donde la oposición es más virtual que real, garantiza la perpetuidad del oficio, sin mas juez que la historia, pues en las urnas, sólo se discute quién elige campo y a quién le toca sacar.