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Crónicas desde Oriente Próximo

Las «joyas» libanesas del padre Ángel

Fuentes: El Mundo

MONICA G. PRIETO en Nabatieh (sur del Líbano) 21 de abril de 2008.- El Padre Angel ha vuelto al sur del Líbano para seguir su particular ‘caza de tesoros’. ‘Mira qué joyas estaba buscando’, ironiza mientras sostiene a Ali, un niño de seis años, grandes ojos y ambas piernas y un brazo amputado. Ali le recibe […]

MONICA G. PRIETO en Nabatieh (sur del Líbano)

21 de abril de 2008.- El Padre Angel ha vuelto al sur del Líbano para seguir su particular ‘caza de tesoros’. ‘Mira qué joyas estaba buscando’, ironiza mientras sostiene a Ali, un niño de seis años, grandes ojos y ambas piernas y un brazo amputado.

Ali le recibe con una alegría indisimulada, no en vano el presidente de Mensajeros de la Paz le devolvió la esperanza hace casi un año. Gracias a un médico local, el religioso supo del caso del pequeño y no dudó en llevarle a España para financiar unas prótesis que le permitan caminar de nuevo. Tras tres viajes y meses en el Hospital Niño Jesús, el milagro se consumará el mes que viene, cuando viaje de nuevo a Madrid. ‘Después regresará andando’, se congratula el religioso. De esa forma, la ONG cambiará la vida de Ali tanto como el desgraciado día en que perdió sus extremidades.

A la izquierda, Ali en julio de 2007; y a la derecha, Ali el pasado viernes. (Fotos: Mónica G. Prieto).

A la izquierda, Ali en julio de 2007; y a la derecha, Ali el pasado viernes. (Fotos: Mónica G. Prieto).

Fue un 1 de marzo cuando el pequeño, originario de la aldea de Harouf, cerca de Nabatieh, salió de excursión con sus compañeros de colegio. Esa misma noche, se le declaró una altísima fiebre al tiempo que sus piernas y su mano se ennegrecían. Los médicos no pudieron hacer mucho: sólo amputarle los miembros para evitar que la infección le matase y quedar desconcertados por un caso atribuido a un brote de meningitis tan súbita como grave.

Sus padres, Nur Nisa Nahal y Mohamed Badardin, quedaron destrozados. Apenas podían soportar la visión de su hijo arrastrándose por su modesto piso ayudado por su única mano sin que las lágrimas les empañaran los ojos. Ambos tenían claro que la desgracia no había sido casual, sino provocada por un proyectil israelí de los cientos de miles lanzados por Tel Aviv durante la guerra de 2006. Pero los médicos de Beirut, Sidón y Nabatieh que le han examinado no se atreven a mencionar el armamento biológico. ‘Sólo dicen que no saben’, se lamenta el Padre Angel mientras juega con Ali en el domicilio de los Badardin.

Como tampoco saben que le pasó a Mohamed Dohman. Diez días después de que los miembros de Ali comenzaran a secarse, Mohamed, de entonces 15 años, recogió un objeto ‘con forma de juguete’ en el campo y se lo llevó a su humilde vivienda de Kfar Tibnit. ‘Por la noche la fiebre le subió a 41º. Se le hinchó el cuerpo y la carne se le agrietó, supuraba agua por las grietas’, explica Nada Ismail, responsable de la ONG Asociación Filantrópica para el Cuidado de los Minusválidos de Nabatieh, que siguió el caso.

Sus extremidades inferiores se secaron. En el Hospital Universitario de Beirut los médicos ‘sugirieron la amputación de los dos pies por gangrena y necrosis’ y atribuyeron su caso a ‘una infección por meningitis’. Su madre, Hadla, dice que nadie sabe qué le ocurrió pero no tiene dudas de qué causó la tragedia de Mohamed, hoy postrado en una cama en el patio de su casa con graves lesiones en su cuerpo: por eso enterró el juguete maldito tres días después de que entrase en su casa.

El padre Ángel con Mohamed. (Foto: Mónica G. Prieto).

El padre Ángel con Mohamed. (Foto: Mónica G. Prieto).

Según Nada Ismail, ya han sido registrados 12 casos de meningitis súbitas en la región de Nabatieh de tal gravedad que los afectados han perdido alguna de sus extremidades. ‘Todos aparecieron después de la guerra de 2006. Hay confusión respecto al diagnóstico, pero antes de julio de 2006 no hubo ningún caso parecido’. Para el Padre Angel, no hay dudas de que ‘se trata del armamento empleado por Israel, pero nadie se escandaliza ni lo denuncia’.

Israel nunca suscribió la Convención de Armamento Biológico que prohíbe la producción, el uso o el almacenamiento de este tipo de armas. La opacidad sobre el tipo de armas empleado en sus ofensivas es total -suelen aducir que su ‘armamento letal es legal’-, aunque sus propios militares confirmaron que Tel Aviv usó fósforo blanco y lanzó 1.800 bombas de racimo y fragmentación conteniendo 1,2 millones de submuniciones en el sur del país.

Este tipo de submuniciones, que no explota inmediatamente, tienen formas atractivas para los niños, lo cual les convierte en sus objetivos potenciales. ‘Lo que hemos hecho en el Líbano es demencial y monstruoso’, admitió el comandante de una de las unidades de lanzaderas de misiles en una carta al ministro de Defensa publicada por el diario ‘Haaretz’ poco después de la guerra.

En año y medio, 40 libaneses han muerto y 252 han resultado heridos por estas submuniciones que han convertido al sur del Líbano, donde operan las tropas españolas de la ONU, en un verdadero campo de minas. La asociación de desminado de la ONU, así como los soldados internacionales, se encargan de limpiar el terreno pero, dado que Israel nunca facilitó mapas donde se indiquen las zonas bombardeadas, el trabajo es arduo. Según la ONU, se ha conseguido limpiar el 42% de los 39.000 kilómetros cuadrados afectados.

Las leyes internacionales prohíben el uso de armamento que cause ‘un daño excesivo y un sufrimiento innecesario’ entre las poblaciones, algo ‘olvidado’ en el caso del Líbano como en tantos otros conflictos. ‘Ya nadie sale al campo’, explica el padre de Ali, ‘ni siquiera para cultivar. Todos tenemos miedo’. La única esperanza que queda a aquéllos que tienen la mala suerte de toparse con una de estas armas es convertirse en una de las ‘joyas’ del Padre Angel, que ya ha atendido a 400 niños víctimas de diferentes guerras. No les devuelve sus miembros, pero a muchos, como a Ali, les devuelve la sonrisa.

Fuente: http://www.elmundo.es/elmundo/2008/04/21/orienteproximo/1208778038.html