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Entrevista con Enrique Dávalos (II)

«Las maquiladoras, unen todo: género, indígena, cuestiones étnicas, cuestiones industriales y laborales, geopolíticas. Está todo».

Fuentes: Rebelión

Transcripción Olga de la Sota.

La primera vez que recuerdo a Enrique Dávalos iba subido en un autobús escolar con un micrófono explicándole a estudiantes gringos lo que eran las maquiladoras, la dependencia de las mercancías del norte del trabajo semi-esclavo que hacía un ejército de mujeres provenientes de distintas zonas rurales de México. Yo acababa de llegar a la frontera San Diego/Tijuana y sólo había oído de segunda mano lo que era la industria maquiladora. Recuerdo la paciencia de Enrique con los estudiantes, su lucha, como la de todos, para hacerse entender en inglés, para que entendiéramos lo que pasaba allí, para que nos concienciáramos sin caer en la caridad o en la exotización de la miseria, con dignidad, con solidaridad. Al llegar a la colonia Chilpancingo – una colonia que está al pie de las maquiladoras y sobre la que se vertieron todos los desechos tóxicos de una antigua fábrica de baterías, generando enfermedades y malformaciones en una parte de los pobladores- Enrique explicó con suma paciencia a los estudiantes que las gentes que vivían allí no eran animales y que no se les debía hacer fotos como si estuvieran en el zoo, que hablaran con la gente, pero que lo hicieran con respeto.

Aquel viaje me transformó profundamente y no por la miseria, sino por la dignidad y la capacidad de lucha de las mujeres (y los hombres, pero en aquel entonces eran mayoritariamente mujeres) de la maquiladora, porque a pesar de estar sometidas a condiciones de explotación aberrantes sin protecciones sindicales, objetos de violencia en casa y en el trabajo, se habían levantado contra ese distema de opresión patriarcal, capitalista y neocolonial. A cualquiera que haya leído la sección de El capital sobre «el fetichismo de las mercancias» dejarían de darle vueltas las mesas, desaparecería el halo mágico de las mercancías, el jeroglífico social se le haría legible y comprendería que por detrás de todo lo que compramos a precios de saldo en San Diego hay explotación, violencia de género, destrucción mediambiental y racismo, pero que a pesar de eso las cosas podrían ser de otra manera si nos organizaramos bien a los dos lados de la frontera.

Después de aquel primer viaje he visto a Enrique muchas veces, en Tijuana, en reuniones de las trabajadoras de la maquiladora, en manifestaciones en defensa de la educación pública, en City College, en la universidad en la que enseña, en mi universidad presentando el documental Maquilapolis con un grupo de trabajadoras, una vez que la migra detuvo y deportó a una adolescente de 15 años en el tranvía de camino al colegio. Lo recuerdo moviendo la cabeza y diciendo «qué hijos de puta, la mandaron a Tijuana donde ni siquiera tiene familia y ni siquiera habla bien español». Por supuesto, uno no aparece en todos estos sitios por casualidad, sino que es el producto de múltiples y heterogéneas militancias e historias cruzadas. Esta es una entrevista de largo recorrido, un acto de insumisión y de resistencia contra esa frontera que no sólo separa y destruye vidas migrantes, sino que también trata de mutilarnos, cultural, histórica y espiritualmente. Por eso en esta entrevista también se cuenta el viaje de Enrique desde la resaca del 68 en México a la situación actual de la industria maquiladora, pasando por el manual marxista de Marta Harckneker, el maoísmo mexicano, la reforma política y la emergencia deslumbradora del zapatismo a mediados de los años noventa.

Como en todas las historias que se precien de serlo, la de Enrique es mucho más que sus peripecias individuales, es la historia colectiva de muchas y muchos. Hace poco volví a Tijuana con Enrique, bajamos en transporte público hasta la frontera y fuimos a la sede de Ollin Calli, un colectivo de trabajadoras y trabajadores de la maquila recientemente creado [1]. Entre autobús y autobús paramos a comprar tortillas frescas hasta que llegamos a la sede de Ollin Calli. El local de Ollin Calli está en una de las galerías del centro de Tijuana donde antes había tiendas para esos turistas gringos que ya no se atreven a bajar dizque por la violencia del narcotráfico, pero probablemente también por el miedo y la alergia que les produce la pobreza de los países latinoamericanos. Poco a poco, van llegando las trabajadoras de la maquiladora, todo el mundo trae algo para compartir, las cosas empiezan despacio, con calma, sin las prisas ni el tiempo acelerado del otro lado de la frontera. En las horas que siguen se inicia una animada discusión sobre las actividades del grupo, sus esfuerzos para autofinanciarse, los próximos tour maquileros en Tijuana, la nueva reforma laboral, un estremecedor informe sobre la violencia contra las mujeres en México y el autocuidado… Durante tres horas, sentado con estas trabajadoras y trabajadores, se aprende más de lo que es la globalización, el trabajo y la organización política que todo lo que uno pueda escucharles a los «especialistas» en fronteras, migración y explotación en nuestras universidades, porque lo viven y porque lo pueden teorizar a partir de lo concreto, sin abstracciones academicistas, pero con rigor y contundencia. Por eso, esta entrevista es también sobre y para Mago, Linn, Neri, Vicky, Alicia… las compañeras y compañeros de Enrique que, contra viento y marea, con muy pocos medios, siguen defendiendo la dignidad y la justicia en la frontera San Diego/Tijuana.

Esta entrevista es la segunda parte de la publicada ayer:

http://www.rebelion.org/noticia.php?id=165431

Luis Martín-Cabrera: ¿Cómo vienes para acá y cómo te empiezas a involucrar con la cuestión del activismo transfronterizo?

Enrique Dávalos: El año que, por motivos personales, me vine para acá, fue el mismo año en que los zapatistas irrumpieron en México, en 1994. Me casé con Lisa y con ella empezamos las aventuras fronterizas. Después de estar en Chiapas y de ser representante de la UNAM en las primeras convenciones zapatistas que se organizaron, terminé viviendo en EEUU. Para un chilango no hay muchas opciones para vivir aquí si quieres seguir vinculado con tu país. Una de esas opciones es San Diego. Aquí la ventaja es que tiene ciudades en los dos lados: una ciudad grande en México que es Tijuana, y una ciudad grande en EEUU. De hecho es la misma ciudad, ni siquiera hay un río que las divida. La mancha urbana de las dos tiene cinco o seis millones de personas. Y eso la convierte en una de las urbes más grandes tanto de EEUU como de México. En ese sentido es un lugar, para mí, y para mi gringa esposa porque ella puede seguir en su país y yo puedo seguir también en mi país. Cuando llegué a Tijuana – San Diego básicamente traté de poner en práctica lo que había aprendido en el centro de México para el movimiento aquí, en la frontera. Es una realidad completamente distinta.

LMC: ¿Conocías Tijuana antes de venirte para acá?

ED: No, no conocía Tijuana, no conocía San Diego, no conocía nada, no más que llegamos aquí, nos gustó y a picar piedra. Conseguí trabajo en la Universidad pública de Tijuana y di varios años clases en esta universidad.

LMC: ¿En la UABC?

ED: En la UABC (Universidad Autónoma de Baja California ). Y entonces me di cuenta de la tremenda diferencia que había entre la Ciudad de México y Tijuana. Es donde aprendí que la UABC, el último movimiento importante que había tenido era en 1983 como parte de una huelga nacional universitaria, la primera huelga fuerte que hubo contra el neoliberalismo en México, cuando subió el primer presidente abiertamente neoliberal. Aquí en Tijuana, en particular el PRI local, que se sienten dueños y amos de la universidad, simplemente organizaron un grupo de golpeadores, hicieron una lista de indeseables y uno por uno fueron y hablaron con ellos: «O te largas del estado de las Californias o mueres, tú escoges». Y de esa manera decenas de buenos activistas, profesores, estudiantes y trabajadores abandonaron, y la universidad se convirtió en una auténtica Edad Media, donde la mediocridad, la frivolidad y la estupidez completa dirigieron la universidad por mucho tiempo. Realmente ha salido de esto ahorita, con el «Yo soy 132». Es realmente notable que una nueva generación de estudiantes brotó aparentemente de la nada y cuando hablo con ellos y me relaciono, me quedo con la boca abierta del grado de sofisticación que tienen, de conocimiento, de apertura, de avidez, en un núcleo tan hostil como esa universidad… ¡Si ahorita incluso los hostigan! No les dejan hacer nada, no les permiten reunirse en un salón de clases, así te lo pongo, de este tamaño.

LMC: Y cuando llegaste era así, totalmente despolitizado. 

ED: Totalmente despolitizado, totalmente. Los maestros progresistas se refugiaban más en la literatura o en el alcohol (se ríe). Había un par de activistas siempre en una posición académica muy frágil y finalmente fueron despedidos.

LMC: ¿Y en qué departamento enseñabas?

ED: Yo estaba en lo que le llaman la Facultad de Humanidades, que compone juntos Historia, Sociología, Ciencias de la Comunicación, Filosofía y alguna otra cosa más. Entonces yo llegué a dar la clase de Historia prehispánica, porque aquí ni daban Historia prehispánica. Esa era otra diferencia enorme. Es cuando te das cuenta de la diferencia que existe entre el Norte de México y Mesoamérica. Esas son dos culturas, son dos Méxicos. Hablan español y son mexicanos, pero realmente representan dos realidades históricas bastante divergentes, y eso se manifiesta en particular en el hecho de que en toda la universidad en la carrera de Historia no había una sola materia dedicada al estudio de los pueblos indígenas de Mesoamérica antes de la conquista. Entonces entré en un chorro de debates inmediatamente, pues algunos estudiantes se superofendían.

LMC: ¿Eran hispanizantes?

ED: Totalmente, y decían «¿qué crees, que yo soy, la india María, o qué?» Yo contestaba: «¿No has leído nunca a Bonfill Batalla, que habla de la raíz indígena mexicana?» Pues no, no lo conocían, ni lo querían conocer. Fue poco a poco ir abriendo camino. Ahorita ya es diferente. Además llegaron más maestros, una nueva generación de jóvenes que a la chita quedando empezaban a meter otras ideas, a nutrir el ambiente intelectual. Después también empecé a dar clases aquí en San Diego, en el City College en los Community Colleges Tuve muchísima suerte, la UNAM es aparentemente bien aceptada. Mis estudios de licenciatura y de maestría fueron reconocidos aquí cien por ciento. No tuve que tomar ni una clase. Nomás tuve que aprender el idioma porque no sabía inglés. Un grupo progresista de maestros en el City College en el área de inglés me apoyaron mucho, me dieron una nueva familia política, me recordaron que la lucha por la justicia social no tiene fronteras; tampoco los sindicatos. Especialmente la coordinadora del departamento de inglés y humanidades, la profesora Roberta Alexander, invirtió mucha energía y tiempo para entrenarme y contratarme como profesor por horas en la clase de historia de las humanidades. Ella fue el puente emocional e intelectual entre el mundo académico de la UNAM y mi nuevo mundo académico en la ciudad fronteriza de San Diego .  

LMC: Y, ¿cómo te empiezas a involucrar con el trabajo de las maquiladoras en la comunidad de Tijuana?

ED: Lo primero fue con los zapatistas, eso fue lo inmediato. Me tocó participar en estos comités binacionales que organizaban las protestas cuando todavía se podía en los dos lados de la frontera. Eso fue por varios años, seis o siete años, varias marchas casi anuales por distintos asuntos. Una de las más importantes fue cuando un grupo de zapatistas vino de Chiapas a Tijuana. Llegaron a la frontera, les instalamos un pódium, entonces estaban en el lado mexicano, pero más alto que la frontera, más alto que la barda de aquel entonces, hablando a los públicos de los dos lados.

LMC: ¿Y de acá venía gente?

ED: Un chingo de gente. Junto a San Isidro todavía no había tantas cosas como ahorita, y se abrió la barda. Era una barda no muy impresionante, dividiendo los dos países, por donde pasaba el tren. Entonces podía llegar la gente de los dos lados y estábamos ahí unidos. Es el lugar donde llegó Marcos en el 2006, que fue a orinar ahí, es el lugar que escogió. Pero antes llegaron los compañeros indígenas también, y había ese tipo de protestas. También vino todo lo del 2000, 2001, contra la globalización, y entonces también organizamos un encuentro de globalifóbicos, lo llamamos, que también fue en la frontera de los dos lados, fue un concierto protesta bastante grande. Ahí comencé a conocer a la comunidad de activistas de los dos lados, y después conocí al grupo que estaba trabajando con las maquilas, y es cuando me di cuenta de lo que significaban las maquilas aquí. Puta, me cayó el veinte, ahora ya sé dónde están todas las fábricas que estaban en México que desaparecieron, porque yo vivía cerca de una zona industrial en el norte del DF .

LMC: Y eso desde el DF no te lo imaginabas, la existencia de la industria de maquiladoras.

ED: Vagamente sabía de su existencia, pero una cosa es allí, desde el centro de México, y otra cosa es que te das cuenta, puta madre, si es que esto es como el regreso al siglo XIX, como lo describe Engels. Era un capitalismo desértico, como dice Katherine Kopinak , una industrialización sin ningún derecho de ningún tipo, con una diferencia notable, que eran puras mujeres. Eso lo hacía realmente interesante, y las reuniones, hasta la fecha, cuando se reúnen las trabajadoras, pues llegan con todos los escuincles. Son cosas familiares, no es un asunto de hombres, como podía pensar antes. Yo soy trabajador industrial también, no sé si te platiqué…

LMC: Sí, sí, me hablaste de que eras electricista.

ED: Sí, entonces me identifiqué con esto, y entré al grupo de las maquiladoras .

LMC: Eso era cuando se llamaba CITTAC todavía…

ED: Todavía existe CITTAC , lo que pasa es que el grupo se dividió; pero sí, entré al CITTAC . Cuando entré era bastante pequeño, y con el trabajo colectivo de un buen número de compañeros el grupo comenzó a crecer bastante bien. Participamos en varios movimientos de trabajadores allá.

LMC: ¿Me puedes explicar qué es lo que hacía CITTAC ?

ED: Sí, es el Centro de Información para trabajadoras y trabajadores. Es una organización que nació apoyando a un grupo de trabajadores de una maquiladora que se llamaba Plásticos Bajacal, y que a partir de entonces se definió como parte de la coalición pro justicia en las maquiladoras, como el intento de crear redes de solidaridad para los movimientos que estaban surgiendo en las distintas industrias maquiladoras. El objetivo era ese, crear sobre todo redes. Este objetivo se hizo más complicado por la complejidad de la industria maquiladora. Entonces, además de ser un centro donde los grupos podían llegar y discutir estrategias para defenderse de la opresión en la línea de producción, eran también lugares donde podían hablar del hostigamiento sexual. Y cuando se hablaba del hostigamiento sexual pues se hablaba también del hostigamiento sexual en la familia. Entonces se convirtió poco a poco también en un centro de empoderamiento de mujeres. Porque es que llegaban tímidas, todo sumisitas, y salían bien rezongonas. Era un proceso muy interesante, porque las que ya tenían más experiencia, ya se sabían del asunto. Entonces llegaban nuevas trabajadoras «No, pues es que mi marido no quiere que venga…» «Vamos a hablar con tu marido, ahorita vas a ver cómo va a cambiar.» Y entonces empezaban a platicar y compartían experiencias. Era como ver que abrían los ojos, literalmente, y que decían: es que sí valgo, es que sí soy importante, es que sí puedo luchar, y ya no me vas a pegar. Ese tipo de cosas y muchos debates sobre cómo educar a los niños.

LMC: Entonces había una doble opresión, en casa y en la maquila.

ED: Sí, era de género y como trabajadora. Porque también en la fábrica hay hostigamiento tiro por viaje . («Tiro por viaje,» es decir, cada rato, muy frecuente. Nota del editor.) Y con muchas corruptelas, pero unos piensan que a final de cuentas qué haces, pues si estás bonita y el jefe te está aventando los calzones… . P uede ser un viejo panzón, horrible, y asqueroso, pero otros son jóvenes, ingenieros, que tienen poder y están casados, pero quieren un amorío con una chava. Entonces sí te la cantan derecho: «pues mira, nos acostamos y yo te ayudo en el trabajo», y tú sabes que te van a dar mejor trabajo, sabes que te pueden permitir permisos el día que necesiten tus hijos ir al doctor. Y en esas condiciones de miseria tan canijas … Yo no voy a criticar a una compañera que acepta. Yo no sé qué haría, pues a lo mejor haría lo mismo, por qué no. Al final de cuentas en la maquila, con trabajos tan inestables, una mujer que ahora es parte de la clase obrera pero sigue siendo mamá ; tiene distintas estrategias de vida. Una de las estrategias es trabajar en la maquila, otra es llevar tortas para vender a las compañeras, otra es, en la colonia, reunirse con otras mujeres para que les pongan agua, y otra estrategia es, pues me acuesto con Juan de Las Pitas para que mis hijos tengan para comer. Es mucho más complejo. En CITTAC las mujeres acumulaban dignidad y diseñaban estrategias novedosas y colectivas de sobrevivencia . El hombre lo tiene más fácil, se desentienden del asunto. No más ir a trabajar, llegar a la casa, tomarse unas chelas, ver fútbol,… Aunque eso está cambiando, en parte también por la presión de las mujeres. Ahora ves esa foto hermosa de los zapatistas hombres cargando a los bebés… Aquí también los ves, y llegas a la casa y está él lavando los trastes. Eso está cambiando y eso me da mucho gusto. Las últimas compañeras que han llegado a la organización, cuando invitan a sus novios o a sus esposos a que vengan a los talleres, a las juntas, tú estás como «Va a llegar uno de estos…» Y qué va, son hombres conscientes que dicen a las mujeres «síguela mija, en qué la apoyo»… Eso era mucho el CITTAC , un espacio de empoderamiento de mujeres y un espacio de organización de trabajadores. Además era, como su frente más formal, un centro de consulta de la ley laboral mexicana (que hasta el 30 de noviembre de 2012 tenía una serie de pilares que obstaculizaban la explotación infame y que obligaban a las compañías a mínimamente respetar ciertos derechos individuales de la gente) . No te pueden correr así, no más, o si te corren te tienen que dar una superlana. Y si eres rezongón, te llevas el pleito por cinco años. Y cada día que va pasando, es dinero que tienen que pagar si pierden ellos la bronca. Después de cuatro años empiezan a sentir pánico. Entonces ya negocian contigo y te dan. Otra ley dice que a mí me contrataste para este lugar y para manejar esa máquina. Yo no tengo la culpa, es lo que pusiste en el contrato. A mí no me vas a mandar al cerro allá; si quieres que vaya al cerro, primero me liquidas aquí, terminamos el contrato.

LMC: Porque, ¿los iban rotando dentro de la misma maquiladora, o de maquiladora a maquiladora?

ED: De maquiladora a maquiladora. Pero de repente vendían a fábricas, entonces la fábrica cierra completamente y abre otra fábrica que tiene otro nombre, como fábricas golondrinas, y quieren recontratarte. Y tú dices: «No, yo tenía antigüedad. Primero arreglamos las cuentas.» O quieren que vaya a trabajar a la otra dependencia que está del otro lado en Tijuana. Pues tampoco. Yo estaba cerca de mi casa. Son cositas, son migajas si quieres, pero que le permitían a la gente la indemnización como un derecho individual que tienes. Y la gente lo sabía. Entonces, claro, había conflicto y llegaban a la CITTAC y decían: «Pues si me peleo cuánto me toca»… esa era la pregunta clave. Y pues allí ya estaban los compañeros que eran expertos y «te toca tanto». Y vamos a lucharlo como tú quieras, no vamos a luchar por ti, tú tienes que luchar con nosotros, no vas a luchar tú solo, tienes que luchar con otros compañeros. No somos abogados, estamos aprendiendo junto contigo, hay que hacerlo todo juntos. ¿Entras o no entras? Por otro lado no te va mo s a cobrar ni un quinto. Si al final quieres tú apoyar al grupo, pues adelante. Pero si no quieres… es más, el día en que te den el cheque ni siquiera vamos a ir nosotros, ni siquiera vamos a ser como los abogados, que el cheque está a su nombre. Vamos a pedir que el cheque esté a tu nombre y tú vas a cobrarlo solo.

LMC: ¿Y en general devolvían algo a la organización?

ED: Siempre, es más, nos quieren siempre dar mucho «No, no, compañero, tú necesitas más el dinero que nosotros». Eran situaciones bien difíciles, pero era una gratitud… Una cosa que les caía a veces medio gordo a las nuevas trabajadoras que llegaban al grupo era que tenían que ir a las reuniones, pero cuando estaban en la reunión, ya no había forma de sacarl a s, porque ahí aprendían. … eso de compartir espacios, … También cometíamos errores, yo creo que, y eso fue como parte del conflicto, es que había algunos compañeros que estaban muy insistentes en que la gente allí tenía que apoyar a los zapatistas. Cuando era la primera vez que asistían a una reunión de CITTAC ya querían que participaran en marchas o volanteos. Unos decíamos «oye compa, los zapatistas dicen exactamente lo contrario, que hay que aprender con la gente, no ser vanguardistas.» Pero unos no nos escuchaban. Y puta madre, eso minaba a la organización.

LMC: Porque había obreros y obreras que no le entraban tan de lleno a la cuestión de los zapatistas…

ED: No lo conocían. Simplemente no les llegaba, qué es eso, primero barajéamelo, ¿no? Yo era de la idea de hacer algo más orgánico, pero yo siento que había compañeros en la organización para los que era muy vertical: si estás aquí, tienes que ser zapatista.

LMC: ¿Porque se formó originalmente con grupos zapatistas?

ED: No, de hecho no. Era un grupo autónomo. Cuando vino la otra campaña se discutió en el grupo, y decidimos entrar a la otra campaña. Entonces ya se volvió zapatista oficialmente. La dirección era abiertamente zapatista, todos simpatizábamos con ellos, pero había un grupo que era muy desde el corazón. Entonces entramos allí, desde el 2006, ya llevamos años. Y estaba bien ser zapatistas, pero no tratar de obligar a las trabajadoras que llegaban a CITTAC a afiliarse a una orientación, sea zapatista o feminista. Hay que hacer vinculación real, desde abajo, con experiencias concretas, no con rollo.

LMC: Cuando tú llegas es en el 94, a CITTAC .

ED: En el 94 llego a la frontera. Del 95 hasta el 2001 fue como un proceso de aprendizaje y más bien vinculado con grupos zapatistas de San Antonio y, a partir de 1999, de San Diego.

LMC: Lo de las marchas binacionales…

ED: Sí, las marchas binacionales desde 1999, y desde el 2000 la lucha contra la globalización, y en el 2003 es cuando entré al CITTAC .

LMC: Yo sé que hay sindicatos fantasmas en México, pero ¿se plantea alguna vez en CITAC la posibilidad de formar un sindicato grande de trabajadores y trabajadoras de las maquiladoras?

ED: Estábamos tan contentos con nuestra burbujita que de repente empezamos a sentir que ya no queríamos arriesgarnos mucho. Pensar en organizar un sindicato es un superriesgo. A algunos de nuestros compañeros ya los habían golpeado, estaban muy señalados en Tijuana. Y requiere un chingo de trabajo. Cómo se generan esos sindicatos, pues llega un grupo de diez compañeros y dicen, vamos a hacerlo. Entonces de ahí, son seis meses en que no duermes. Es un trabajo intenso, casa por casa, uno por uno, estás todo el tiempo buscando consultas, hablando con familias, tienes que buscar muchos recursos económicos, y mucho apoyo exterior, tener todo listo para que cuando estalle el movimiento no te vayan a apachurrar en el primer instante. Además todo eso en la clandestinidad, porque la fábrica no se puede enterar. Es muy delicado, es muy difícil, y tienes mucha responsabilidad con la gente. Entonces sentí que el CITTAC ya no quería.

LMC: Pero se planteó la cuestión en alguna de las maquilas de formar un sindicato.

ED: Sí, se planteó, y se disolvió el asunto. Una vez me encabroné, y actué mal, porque dije groserías, debido a que había una reunión de trabajadores y los compañeros que estaban encargados de ir con ellos no llegaron, los dejaron plantados. Era una falta de respeto enorme .

LMC: Una reunión de trabajadores para discutir el tema sindical.

ED: Sí. Entonces ellos fueron, quedaron de verse en un lugar, y no llegaron los compañeros.

LMC: ¿Y eso fue por desidia, por miedo o dejadez?

ED: Yo creo que una combinación de cosas. Una especie de filosofía espontaneísta, nuestros compañeros tienen que aprender a organizarse. Nosotros no somos sus papás que vamos a decirles cómo organizarse . Pero, pienso, sí tenemos que jugar un papel clave . Si vas por el sindicato y quieres hacerlo, tienes que estar en serio. No puedes abandonar a la gente a que se «organicen por sí solos.» Eso por un lado. Y por otro lado, pues es que los líderes de CITTAC tenían cosas personales que hacer. Además de falta de crítica , sabes qué, tú no vas a venir a cuestionarme, porque yo llevo muchos años haciendo esto, y yo soy ya un activista muy formado, no vas a venir a decirme que esto va mal. Pues sí, pienso yo, pero si te comprometes, lo cumples. Si no puedes, dices no puedo. Un telefonazo, sabes qué, no voy a poder ir, ¿hay alguien que me apoye, que vaya en mi lugar? No dejan nomás abandonada a la gente. Entonces poco a poquito me di cuenta de que no había seriedad en querer hacer realmente un movimiento sindical grande. Ya estábamos muy contentos con esa burbujita, llegan los trabajadores, platicamos un poquito, se empoderaron algunas mujeres, sale un poquito de dinerito, y son pequeños triunfos. Pero cuando llega la masa de trabajadores aquí diciendo , . «necesitamos su apoyo» entonces hay que entrarle con todo y a fondo, si no los derrotan a la primera.

LMC: ¿Tú crees que si hubiera habido un intento más sistemático hubiera habido violencia de por medio?

ED: Por supuesto que habría habido violencia…

LMC: Y en un lugar como Tijuana.

ED: Hay experiencias grandes en la frontera . Es un trabajo que estoy queriendo hacer, si puedo, con la directora de la Coalición Pro Justicia en las maquiladoras, escribir un libro sobre las historias de las maquilas. En particular, aquí en el caso de Tijuana está la famosa huelga de Han Young. Ese es el movimiento más importante que se ha desarrollado en la industria maquiladora aquí en Tijuana. Era un grupo de trabajadores muy comprometidos en una de las maquiladoras donde las condiciones de trabajo eran más difíciles, era una compañía de manejo de metales. Lo que hacían ellos era cortar y doblar láminas de acero para construir chasises, que eventualmente iban a ser parte de uno de los vehículos de la Hyundai. Las máquinas estaban programadas para trabajar con ciertos niveles de seguridad, pero los sistemas de seguridad se desactivaban para que fuera más rápida la producción. Entones bajaban unas guillotinas, tenías que mover la lámina de acero, y básicamente todos los trabajadores tenían por lo menos un cachito de dedo mutilado.

Entonces los trabajadores fueron organizándose y se dio un grupo que surgió apoyándolos a ellos, que estaba aquí en San Diego, que también tenía cierta vinculación con Tijuana, pero que nació después de un rompimiento muy amargo. Porque es una historia larga, aquí en la frontera, de unidad entre grupos de San Diego y Tijuana y desde que surgió la maquiladora han tratado de trabajar juntos. Ha habido varios intentos de colaborar juntos: han sacado periodiquitos binacionales, … El último creo que fue este de Plásticos Bajacal. En Plásticos Bajacal está CITTAC , surge también un grupo en San Diego que se llama Comité de Solidaridad con los Trabajadores. Los dos grupos juntos apoyan en Bajacal. Los trabajadores se intimidan, con justa razón, pierde el recuento sindical y pierde el sindicato. Entonces cuando se hace el balance de qué fue lo que pasó las perspectivas del grupo de EEUU y México eran muy diferentes.

LMC: ¿En qué sentido?

ED: Pues el grupo de EEUU sentía que no había habido seriedad por parte de los activistas de México para ir adelante en hacer las cosas. Y sentía que había sido un fracaso por ese motivo. El grupo de México sentía que el grupo de EEUU le venía a dar órdenes y que no entendían que la dinámica en México es diferente de la de EEUU. Y que no se podía hablar completamente de un fracaso, sino que aunque no se lograra un sindicato, se había logrado crear una pequeña red de trabajadores.

LMC: Por ejemplo, la violencia o las intimidaciones imagino que no afectan igual a los que están del lado de San Diego que a los que están en Tijuana.

ED: Regresando al conflicto de Han Young, la represión fue desde advertencias y despidos hasta golpizas y amenazas de muerte. Eso para los trabajadores y activistas mexicanos. Para los que bajaban de Estados Unidos en solidaridad, la represión estaba a cargo de la Migra mexicana que venía a amenazarlos, a echarlos para el otro lado y a advertirles a los reincidentes que serían oficialmente deportados de México sin derecho a nunca más entrar legalmente al país . La represión existe en ambos lados de la frontera, y fuerte, pero la impunidad es más notable en el lado mexicano. Eso afecta la lucha de clases desde tiempos de la conquista española. Es arrogante e inoperante querer venir desde el primer mundo a decir cómo hacer las cosas, con una actitud de «yo te digo cómo lo hagas, yo sé hacerlo,»como si los activistas mexicanos no lo hubieran pensado.

LMC: Como si en México no hubiera historia sindical y de lucha.

ED: Exactamente. En aquel entonces, se pensaba, aquí en EEUU teníamos sindicatos libres, en México tenían sindicatos controlados por el gobierno, sindicatos charros, sindicatos fantasmas, no tenían la experiencia de sindicatos libres como tenemos aquí en EEUU.

LMC: Bueno, aquí no son tan libres… (ríe).

ED: Ese era el detalle. Mirábamos a los sindicatos gringos con escepticismo. ¿Eso es lo que queremos? Como decía Jaime Cota, ¿vamos a cambiar a un charro con sombrero («charro»: líder sindical corrupto, ed) por uno con botas? y además tenían el dinero, y sentían que podían imponer. Y del lado mexicano había también un pinche recelo grande, como si todos los gringos fueran imperialistas, como si no hubieran compas en el norte . Y yo creo que había mala fe y no entendimiento mutuo. Había que hablar, había que limar, faltaban chicanos que pudieran mediar entre los dos mundos.

LMC: … porque eran mayoritariamente gringos acá y mayoritariamente mexicanos allá.

ED: Yo creo que ni siquiera hablaban el mismo idioma . Si hablaban español lo hablaban muy mal. Y estos tampoco hablaban inglés, yo no sé ni como se entendían. Fue un rompimiento feo. Se quedaron muy resentidos los unos de los otros. Y cuando vino Han Young ya no hubo forma de trabajar unidos. Entonces el grupo que agarró toda la directiva fue el de San Diego, el grupo del Comité de Solidaridad, que se planteó la organización, organizó, desarrolló el movimiento, y con base en EEUU creó una red de solidaridad impresionante. Eran cientos de miles de dólares que llegaban al caso de Han Young y este caso se volvió clave en la discusión contra el ALCA (Acuerdo de Libre Comercio de las Américas) , el Tratado de Libre Comercio de las Américas, porque ahí se estaba demostrando que el TLCAN (Tratado de Libre Comercio de Norteamérica) no estaba sirviendo para defender a los trabajadores. Fue un trabajo muy impresionante, pero no tenía su contraparte mexicana que ayudara a extender el movimiento entre los otros grupos mexicanos, y el CITTAC en ese momento jugó un papel de denunciar todas las pendejadas que estaban haciendo los de San Diego, y sí, de acuerdo, pero también los tienes que apoyar.

LMC: Para que funcionara qué crees que habría que hacer. ¿Es un problema cultural, histórico? Es muy notable lo que dices de que no hay chicanos. ¿Cómo puede ser que de este lado no haya chicanos?

 

ED: Bueno, ya está cambiando. Ahorita hay una muy buena relación entre Ollin Calli y la red de San Diego, porque el Comité de San Diego desapareció pero se creó la Red. En México Ollin Calli sigue con la tradición de la lucha con los trabajadores de la maquila. Y ya los grupos de EEUU entienden mejor la dinámica mexicana. Las y los compas de origen gringo que participan en Red de San Diego son muy solidarios, y participan, sugieren, proponen tácticas y a la vez son muy respetuosos de las dinámicas grupales en Tijuana. Por otro lado, regresando a los y las chicanas, estas juegan un papel importante pues gentes como Sandra Galindo, Sarina Sanchez, y muchas otras entienden los dos mundos y, como decía David Bacon, ¿quién mejor que las y los mexicanos emigrados a Estados Unidos para unir a la clase obrera de los dos países? De ahí que profes como Justin Akers insistan que los estudios chicanos de San Diego City College deben orientarse a entender (y deconstruir) la cerca fronteriza.

LMC: ¿Y cómo formaron Ollin Calli y qué pasó para que la relación fuera mejor?

ED: Ollin Calli se formó con compas como Mago, Toña, Lynn y Cathie que habían participado en CITTAC, se habían hastiado de sus contradicciones, y querían seguir empujando la resistencia en las maquilas pero sin los conflictos internos con el liderazgo de CITTAC . Yo creo que aprendimos de los dos lados; que seguimos aprendiendo. Después de aquella explosión tan grande de Han Young, que aparentemente no quedó nada, los activistas fronterizos han evaluado y re-evaluado las mejores formas de acción binacional .  

LMC: ¿Esto en qué año fue?

ED: El conflicto en Han Young empezó en 1996, y terminó en el 2000, año en que les dieron la última madriza. Por su lucha, ellos sí lograron el sindicato independiente. Y después los dividieron, y después les cerraron la fábrica y la abrieron con otro nombre. Los recursos de todo el gobierno para enfrentarlos, pero en un momento dado fue tanta la presión que el gobierno de México tuvo que aceptar que hubiera un sindicato independiente. Y cuando se formó, un chingo de trabajadores de otras maquiladoras empezó a llegar con ellos y a pedirles ayuda.

 

LMC: ¿A CITTAC ?

ED: Al sindicato independiente de Han Young. Desafortunadamente, por los conflictos que te decía, el CITTAC estaba marginado, fuera del pastel, nomás viendo cómo sucedían las cosas, criticando lo que había sucedido, criticando todo lo que estaba sucediendo. Estaban con la actitud de «ya les dije lo que iba a pasar». Yo creo que para los activistas de los dos lados fue un shock lo que al final sucedió, es decir, la dimensión que adquirió el conflicto en Han Young, los logros sin precedentes de los trabajadores y la derrota al final; y la experiencia pesa. En particular, el grupo Ollin Calli entiende mejor cuál es la relación entre los dos lados ahora que vivimos bajo el signo del libre comercio. Más que apoyarme o apoyarnos, tenemos que pelear juntos, pues las broncas y los patrones son los mismos. Hace poco nos platicaba un compa de la situación en la ciudad texana de Eagle Pass. Situada en la frontera, algunos de sus residentes, agobiados por el desempleo, han comenzado a cruzar la frontera hacia Ciudad Acuña, México, para encontrar trabajo en las maquiladoras. Los patos le tiran a las escopetas. Es en chiquito lo mismo que está sucediendo con los portugueses del ex-imperio que emigran a la ex-colonia de Brasil en busca de oportunidades. Así de fregada está la vida en la frontera con «libre» comercio. Así de interrelacionados estamos. Y Ollin Calli toma en cuenta esta situación y busca encontrar pareja en un centro de apoyo a los y las trabajadoras en San Diego.

LMC: La relación de poder es distinta aquí que allá, empezando por la cantidad de dinero que tiene el sindicato. ¿Cómo situarse en relación a las diferencias entre un lado y el otro?

ED: Creo que los activistas en Estados Unidos más comprometidos con el apoyo a la lucha de las maquiladoras en México, y no sólo en Tijuana sino en toda la frontera, han entendido que su papel no es de llenarse de lástima de los pobrecitos trabajadores primitivos en el tercer mundo sino de coordinarse y mutuamente aprender. Y cuando hay conflictos que involucran a los dos lados de la frontera, como ahora el de TRW en Tamaulipas, pues se discute qué hacemos juntos. Se fueron a buscar a los trabajadores de la misma corporación allá en el norte, cerca de la frontera con Canadá, y cuando se encontraron, pues se trabaja juntos. Ya son los trabajadores de aquí y de allá independientemente de los sindicatos. Ya se coordinan para bloquear las fronteras entre México y Estados Unidos y entre Estados Unidos y Canadá. Y está toda la enorme experiencia de la Coalición pro Justicia en las Maquilas y su coordinadora, Martha Ojeda, una maestra en el oficio de unir en la lucha voluntades y corazones del sur y norte de la frontera.

 

LMC: ¿El activista que está en EEUU se lo plantea como una cuestión de solidaridad o también como una cuestión de aplicar resistencias en los dos lados porque estamos juntos en esto?

ED: Coordinación, más que solidaridad. El dinero importa, claro, y los dólares fluyen más entre los movimientos al norte de la frontera. Y en cuanto surge un movimiento de masas en Tijuana, o en otras ciudades, que se plantea como un enfrentamiento contra una corporación, entonces no parece sólo como un asunto de solidaridad, que sí lo es, sino también como una lucha común. Si no en todos, al menos entre los activistas más vinculados con el Consejo Laboral de San Diego, o con los sindicatos que están más vinculados en el apoyo a México, o con los sindicatos que tienen ahora una base laboral más latina. Algo muy notable que ha pasado desde la lucha de Han Young a la fecha, es que ahora los sindicatos ya no están en la posición antiinmigrante, ahora están en la defensa a los inmigrantes. Ha habido un cambio en ese sentido muy importante que también ha cimbrado las bases de los sindicatos en EEUU. Cada vez más, cuando se juntan trabajadores, están del mismo color. Sigue habiendo diferencia, pero hay más chicanos, simplemente. Y ahí ha habido también muchas experiencias, como las huelgas de los mineros en México, sobre todo la de Cananea, luego la lucha de los mexicanos del sindicato electricista,… Y, también los movimientos de López Obrador, los zapatistas, Oaxaca, y ahora Yo Soy 132, implicaron ganarse el respeto de muchos más sectores que no entendían tanto la lucha en México. Ahora la ven más cercana y los dos países estamos más compenetrados que nunca. Lo que pasa en un país inmediatamente se conoce en el otro y tiene repercusiones inmediatas. Todo eso crea más sentido de igualdad. Y los sindicatos están colapsando en EEUU, no tienen muchos recursos ahora. La situación ya no es, vamos a formar un Comité de Solidaridad con la lucha del pobrecito pueblo mexicano. Estamos en el mismo bote, y cada vez más igual de jodidos. Por mil lados aparecen cosas que nos atan, que nos unen: el mismo proceso de contaminación, la misma compañía que está haciendo exactamente lo mismo, los trabajadores que están exportando de aquí para allá, se están yendo los trabajos de aquí para otro lugar del mundo, fuera de México y de EEUU. Son muchas cosas que obligan a mantener esta unidad, al menos binacional.

LMC: ¿Cuáles son los objetivos del Ollin Calli?, ¿en qué se diferencia de CITTAC ?, ¿cuáles son las metas o el programa?, ¿cómo conceptualizaron el grupo?

ED: Ollin Calli se propone, al igual que CITTAC, apoyar las luchas en las maquilas para que tengan la fuerza de obligar a las corporaciones a respetar sus derechos humanos laborales. Se diferencia de CITTAC en que concibe que no podemos cambiar el mundo sin cambiarnos a nosotras mismas y no podemos exigir justicia y democracia en el mundo sin desgarrarse para afirmar la justicia y democracia al interior del grupo. Digamos que somos más conscientes de los ejercicios y juegos del poder. Nuestro programa incluye puntos como salario, dignidad, colectividad, y puedes consultarlo en ollincallicm.blogspot.com.

Segundo, Ollin Calli, a diferencia de CITTAC, se propone crear organización no sólo de simpatizantes sino también de base, sindical o no. Hemos tenido ya varias experiencias. En una maquiladora electrónica apoyamos un paro que llamamos «huelga constitucional.» Ollin Calli dialogó con el grupo de las y los trabajadores. Les dijo que ni se les ocurriera tratar de crear un sindicato registrado porque los iban a despedazar. Que lo único posible era crear formas clandestinas de organización dentro de la fábrica, que crearan comités dobles para que si reprimían al primero siguiera el segundo vivo. Quitarles lo inocente «¡Pero es que son nuestros derechos!», decían. «Compa, no tienes derechos, olvídate de eso,» les dijimos. «Pero vamos por la Junta, y vamos a pedirles que ellos nos representen» No, les contestábamos, «Lo primero que van a hacer es hablar a la compañía y pasarle información de quién eres tú y te van a correr.» El paro duró un día, dos a lo más, pero bastaron para cimbrar todo el sistema de la fábrica y básicamente los trabajadores lograron todo lo que querían: transporte, reclasificación, parar el hostigamiento sexual. Ese es el tipo de relación que queremos desarrollar en las fábricas. Lo legal importa (bueno, cada vez más disminuido por las recuentes mutilaciones a la ley laboral). Después tuvimos otra relación con trabajadores de una universidad en Tijuana que querían organizarse sindicalmente. Ollin Calli les hizo ver que las autoridades laborales no estarían con ellos sino en contra de ellos. Hay que organizar comités por debajo de la mesa. También Ollin Calli ha apoyado al movimiento estudiantil Yo Soy 132, en particular en exponer la llamada «reforma laboral» en curso.

LMC: ¿Cuántas personas sois ahora?

ED: Es un grupo pequeño, el núcleo de activistas seremos unos ocho en Tijuana, otros ocho en San Diego, ambos con una red de círculos de activistas y simpatizantes que van de cercanos a los más lejanos, que se suman por decenas.

LMC: Y a largo plazo ¿te imaginas una insurrección grande de los trabajadores y trabajadoras de la maquila en Tijuana?

ED: Hacer predicciones no es buena política. Más de uno se han perdido en las bolas de cristal. ¡Cuidado! A largo y mediano plazo cualquier cosa es posible. A final de cuentas, Tijuana es parte del realismo mágico. Parece que estamos caminando hacia un proceso de explosión social en el mundo, y en México se huele por todos lados. A corto plazo depende de qué haga Peña Nieto, de cómo pueda controlar las cosas y el gobierno, y lo está haciendo bien; sus asesores son unos malditos, pero saben su oficio. Pero la efervescencia, la necesidad, el dolor y la rabia están creciendo como nunca en la historia de México. Creo que va a explotar, pero ¿en Tijuana? ¿En otros lugares? ¿Empezará en Chiapas y Oaxaca? ¿Cómo la revolución mexicana, empezará en Chihuahua? ¿Se expandirá de allí a Tijuana? Cualquier cosa es posible, pero es conmovedor que aún hay gente buena, progresista, que en Tijuana tienen fe en ese engendro de partido que es el PAN. ¿Estallará en la maquila, en las fábricas como en Argentina? ¿En las colonias y de allí se expandirá a las maquilas? De hecho el movimiento en Han Young surgió en el poblado Maclovio Rojas, y desde ahí se extendió a la fábrica. A corto plazo la veo pelona. La organización independiente en Tijuana está menos desarrollada que en otras urbes de México.

LMC: ¿Y eso?

ED: Por muchos factores históricos, mucha historia detrás: la influencia de EEUU y del conservadurismo de San Diego, la distancia de México; Tijuana ha estado alejada de México por muchísimo tiempo, y, básicamente, la inexperiencia. La mitad de los y las trabajadoras de las maquilas no nacieron en Tijuana. Somos ciudad de emigrantes e inmigrantes con raíces de lucha tiernas y pequeñas donde todo está por aprenderse. En otras partes de la frontera, como en Ciudad Acuña Laredo o Reynosa, donde también hay maquiladoras, ha habido experiencias de lucha relativamente cercanas, por ejemplo, de los trabajadores petroleros y mineros.

LMC: ¿Y los Flores Magón?

ED: Eso sí, allí tenemos un ejemplo enorme de lucha, de lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer. El partido de los Flores Magón, el Partido Liberal Mexicano es un ejemplo de colaboración binacional. Cuando surgió lo de Flores Magón, este tomó una decisión estratégica: que el periódico Regeneración, que era en inglés y español, un periódico fascinante, se iba a publicar en Los Ángeles. El comité del partido en el norte de la frontera, pues. Y por supuesto que llegó la revolución a Tijuana, llegó a Baja California, llegó a Ensenada, llegó a Mexicali. Pero si comparas el nivel de movimiento que se pudo organizar en Tijuana, por ejemplo, con el que se pudo organizar en Ciudad Juárez con Pancho Villa, no tiene nada que ver. Y el magonismo está lleno de lecciones de malos entendidos. ¿Sabes que la clase política de Tijuana ha asimilado a los Magón como filibusteros enemigos de México, manipulados para que EEUU se apropiara de Tijuana? Ricardo Flores Magón es un héroe nacional, pero no mucho en Tijuana, hasta hace poco. Costó mucho esfuerzo que la Calle 6a. se renombrara Flores Magón. Y el Blvd. de los Héroes no es para honrar a los niños héroes mexicanos que combatieron al ejército invasor gringo sino al ejército porfirista que con voluntarios «defendió» Tijuana contra Flores Magón. Pero en Flores Magón y antes de Flores Magón hay buenas experiencias. Cuando Benito Juárez andaba a punta de mata, que lo andaban persiguiendo los franceses, en San Diego estaban los mexicoamericanos formando clubs, juntando dinero y comprando armas para mandarlas a México para Juárez. Hoy no compramos armas pero igual andamos apoyando a las luchas en México.

 

LMC : ¿Qué tipo de colonia es Maclovio Rojas?

ED: Es una colonia de emigrantes, como casi todas las colonias populares aquí en Tijuana, donde la gente ocupó la tierra para tener un lugar donde vivir. El 80% de las colonias en Tijuana han surgido exactamente del mismo proceso: un grupo de gente que va y, literalmente, toma el cerro, y poco a poco, con sus uñas, va creando una colonia hasta que la colonia deja de ser «cartolandia» y se convierte en mejor lugar para vivir y criar a la familia. Así nació también Maclovio Rojas. La colonia surgió de un proceso de autogestión muy interesante que les permitió ser un poco ajenos a los sistemas de control del gobierno de la ciudad. Ellos, el comité de vecinos, controlaba la tierra, decidía quiénes podían entrar a vivir a la colonia; cuando entraban a vivir solamente permitían nuevos miembros cuando eran familias, y siempre y cuando el hombre de la familia aceptara que la propiedad que se les diera estuviera a nombre de la mujer, para proteger a las familias, para proteger a los niños. Si no, no podían entrar allí. Crearon sus mercados propios, sus escuelitas, su cementerio. Se hicieron con el agua y de la electricidad tomándolo directamente de los servicios públicos, y por muchos años funcionó bastante bien. La directiva del movimiento era un partido de centroizquierda, el PRD, que a veces apoyaba, a veces era un obstáculo. En esa colonia, en ese proceso organizativo, ahí viven los trabajadores de Han Young Ahí empiezan, en la misma casa de la asamblea de la colonia se juntan, platican, buscan apoyos y se ponen en contacto con el grupo del Comité de Solidaridad de las maquilas. Y entonces empiezan ya a tejer cómo se va a dar el movimiento.

Tenemos el caso contrario, en Nuevo Laredo, donde surge el movimiento, los trabajadores son derrotados y no se logra el sindicato. Pero se mantiene el grupo, y lo que hacen es formar una especie de cooperativa dentro de su colonia y empiezan a conseguir recursos con todo lo que han aprendido, porque además se politizan muchísimo con el movimiento en la maquila. Empiezan a buscar recursos para poner la tortillería colectiva, empiezan a hablar con los vecinos, a decirles, hay que mantenerse unidos. Poco a poco van creando un espacio de vida muchísimo más agradable. Cuando llegan los zapatistas en la otra campaña de Chiapas, les dicen «Uuuu, pues les falta mucho, pueden hacer esto, y esto, y esto.» Y los compañeros se van a Chiapas y ven cómo está la cosa, y ya tienen el modelo. Entonces quieren organizar una colonia autónoma. Y desde ahí es desde donde ellos empiezan a tejer vínculos con las fábricas y a tratar de apoyar con los grupos de trabajadores. Empiezan a organizarse. Es en esa interacción donde se van a dar las posibilidades más exitosas de un levantamiento popular aquí en la frontera. En Ollin Calli estamos en eso, tenemos todo un debate de, estratégicamente, para dónde tenemos que ir. Ahorita quedó medio congelado, porque ahorita lo que tenemos que hacer es entender las implicaciones de toda la reforma laboral. Pero estamos en qué hacemos, si nos centramos en Foxconn, nos vamos a la colonia Chilpancingo y tratamos de organizar allí.

Algo a la vez Ollin Calli se metió de lleno, debo decir que yo no estaba convencido al principio, en el comercio justo. Tiene una cooperativa de producción artesanal que busca utilizar recursos ecológicos. Entonces crea aretes y joyería basada en huesitos, semillas, y cosas así. Es interesante, porque además de que da ciertos recursos, se vuelve también un espacio muy femenino de interacción. Debo reconocer que yo lo veía muy alejado del problema de la maquila. Pero que yo dijera o dejara de decir a nadie le importó. Las compas lo hicieron, y ahí está la cooperativa, vende sus cositas, y produce. La verdad, está bonito, luce mucho. Tiene esa vertiente que la vincula con todo el movimiento del comercio justo.

LMC: ¿Cómo es la relación ahora entre San Diego y Tijuana? ¿Ha cambiado desde que ha empezado a deslocalizarse la parte de la producción a China, por ejemplo? Y, ¿cuántas maquiladoras sigue habiendo?

ED: La edad de oro de las maquilas, desde el punto de vista de los empresarios, fue antes del Tratado de Libre Comercio. Es curioso, porque las maquilas desde 1975 hasta el Tratado del Libre Comercio tuvieron una expansión del 40% anual. El número de trabajadores y de compañías creció abrumadoramente. Después vino el Tratado y la crisis de 1994. Y aunque siguieron creciendo las maquiladoras en Tijuana, no siguieron creciendo como antes. Ahora tenían que competir con el resto del país, porque el Tratado permitía eso, poner maquiladoras no sólo en la frontera sino prácticamente en todo el territorio nacional. De todas formas, la frontera es la frontera, no está muy lejos, sigue siendo un lugar privilegiado para inversionistas de EEUU. Pero ya no es como antes. Van creciendo las maquiladoras hasta el año 2000; luego vino la crisis provocada por el 11 de septiembre, y vino la entrada de China en la Organización Mundial del Comercio en el 2001. En aquel entonces los trabajadores de China ganaban una tercera parte de lo que ganaban los trabajadores industriales en México. No había forma de competir. A raíz de esto las maquiladoras bajaron, pero se recuperaron pronto, para el año 2002. Es decir, vino la caída, pero en el año 2002 ya no siguió cayendo, se mantuvo así. Y desde el año 2002 hasta el 2008 la gran discusión que tenían todos los «promaquilos», los intelectuales «maquilosos», era cómo había que hacer para que crecieran las maquilas, porque, no estaban disminuyendo, pero no estaban creciendo. El sentir era: el modelo maquilador ya fracasó. Antes se veía como la alternativa para el crecimiento de empleo y económico en México. Pero se vio que ya no era así, que se va a mantener así. Hay que buscar otras cosas. En eso andaban hasta que vino el 2008, y vino la recesión, que golpeó las maquiladoras hasta el fondo. Se perdieron como el 30% de los empleos y de la planta productiva. Pero mientras se rebelaron los trabajadores de Foxconn en China, vino la ola de huelgas salvajes, y el salario de los trabajadores de China empezó a crecer, y ahorita es más alto que el de los trabajadores de México. De hecho, el presidente, el CEO del Foxconn, declaró que después de eso ya no veía el sentido de seguir en China, había que buscar otro lado adonde irse. Eso es puramente especulativo, pero varias gentes hablan de que detrás de la imposición de la «reforma laboral» hubo una especie de acuerdo, de que se venían para acá, pero con condiciones, con una ley más «flexible,» es decir, promaquiladoras y empresarios. Pienso que la «gran globalización» ya se detuvo. Pensar que vamos a tener un mercado mundial ahorita está más verde que nunca. Para las compañías, llega el momento de replegarse en áreas estratégicas, Sudamérica está independizándose, entonces hay que tratar de recuperarlo ¿Dónde? Pues aquí, desde Colombia hasta acá. En particular a México hay que entrarle duro, hay que sacarlo, tiene que salir adelante, tiene que incorporarse aún más al circuito económico de EEUU. El plan de Obama es atraer un chingo de compañías a EEUU, aunque sea con salarios bien jodidos, y también a México. A eso le está apostando ahorita algunos de los futurólogos de México. A que México reemplace a China como primer productor fabril de EEUU. Hay un artículo reciente que habla de que «Mexico de subida» y de un crecimiento económico que, ahorita, dice el autor, ya está superando al de Brasil. ¿Es posible? El artículo se llama «The rise of Mexico» y está en El Economista, 24 de noviembre de 2012.

LMC: Pero puede haber crecimiento económico y desigualdad brutal…

ED: Es lo que hay. Pero es diferente que tengas una desigualdad brutal con crecimiento económico, a que tengas esa desigualdad pero con recesión. Dizque eso está pasando. Que hay un crecimiento económico, y se pronostica un crecimiento económico sostenido para los siguientes diez años, de un 5-10 %, una reindustrialización brutal, una utilización de los recursos para meter cuanta industria maquiladora se necesite, y tener un crecimiento al estilo India. A eso le están apostando, según este artículo y según los señores del COLEF (Colegio de la Frontera Norte), que son a favor de las maquiladoras. Estamos hablando ahorita de unos 120,000-130,000 trabajadores, ya no tan mayoritariamente mujeres. Porque las maquiladoras también han cambiado, se han vuelto un poco más especializadas. Ya no son tan textiles como eran antes, no son solamente productoras de televisiones. Se han desarrollado mucho, por ejemplo, todas las maquiladoras que producen cosas de tipo médico, sobre todo con la Universidad de California en San Diego, UCSD. También se ha desarrollado mucho la industria militar. Entonces requiere un cierto tipo de trabajo para el que prefieren, cada vez más, contratar hombres. Ahora los trabajadores son como 60% mujeres y 40% hombres.

LMC: ¿Y por qué hombres para este tipo de trabajo?

ED: Porque pagan más, necesitan gente con más preparación y dizque esos son hombres. Ya no necesitan tanto a alguien que sea muy leal, y a quien puedas super-superexplotar. También necesitas personal en quien puedas confiar por su capacidad productiva. Y quizás también porque las mujeres se han vuelto más activas, rezongonas, menos dejadas. Ahora hasta tienen una ley que castiga el acoso sexual. «Ya no hay valores,» han de decir los mister machos.

Las maquiladoras siguen siendo mayoritariamente de EEUU, por mucho, como el 50-60% de la mano de obra de las maquiladoras es de allí. Siguen siendo maquiladoras no tan grandes, aunque la composición orgánica ha aumentado. Se ha pasado de ser en los años 70 el promedio de unos 80 trabajadores, a hablar hoy de un promedio de 200-300 trabajadores por compañía, y eso sigue creciendo. El tipo de maquiladoras hoy es electrónica, militar, sector salud. Hasta hay una maquiladora europea, francesa, para crear equipos de seguridad industrial (ríe).

LMC: ¿Cuál es la función del Maquila Tour?, ¿cuál es el propósito de llevar estudiantes de aquí para allá?, ¿cuál es el objetivo final?

ED: El objetivo sigue siendo el mismo desde hace años que empezó el tour: crear puentes entre grupos de activistas, de académicos y estudiantes, de trabajadores y sindicalistas, de periodistas y artistas, de comunidades religiosas y hasta de políticos de los dos lados de la frontera. La gente de EEUU va a Tijuana, aprende de la industrialización de Tijuana, platica con trabajadores y activistas, comparte un momento de solidaridad entre los dos lados de la frontera. Y también aprende del medio ambiente, asunto ardiente en Tijuana.

Es muy curioso que esté habiendo una tendencia rápida a transformar esos tours maquileros en tours maquileros de Tijuana. Por años habíamos querido que también estudiantes y activistas de Tijuana vinieran a los tours, que conocieran, porque mucha gente de clase media no sabe… Y ahora nos llueven de esos. No es una fuente de recursos económicos (los participantes de EEUU más pagan y en dólares por participar en el tour), pero no le hace; nosotros encantados. En particular los de «Yo soy 132» están participando en los tours maquileros. Y en general, hay buena vinculación con este movimiento estudiantil. Sus activistas llegan al local de Ollin Calli como en su casa: llegan, hacen sus reuniones. Por otro lado, francamente, ha disminuido la gente que viene de San Diego, incluso mis estudiantes. Antes era muy fácil, vamos al tour, y todos querían ir. Ahora no parece haber tanto entusiasmo. En parte porque la línea está cada vez más horrorosa, regresar es un verdadero calvario. Y por otro lado, porque hay tanto sucediendo, tantas cosas pasando, que todos están muy ocupados, todo está muy fragmentado: muchos asuntos, muchos movimientos aquí y allá, y todo creciendo. Entonces estás compitiendo, por decirlo así, con muchos otros movimientos. Y además la recesión y el desempleo han doblegado a las trabajadoras. No ha generado una situación que nos permita agruparnos como un solo puño. El problema está canijo. La unidad como problema básico, estratégico, no depende de buenas ocurrencias, de que se te ocurra esto o lo otro, es mucho más complejo que eso. Entonces en ese sentido el tour maquilero enfrenta más y mayores desafíos que antes.

LMC: ¿Y el medio ambiente?

ED: Ollin Calli está haciendo todo lo que puede para apoyar la lucha desesperada que está llevando a cabo el Colectivo Chilpancingo por Salud Ambiental para defender el arroyo Alamar, un pequeño río de Tijuana que lo están convirtiendo en un canal de desagüe. Quizás recuerdes el río contaminado por las maquilas al que te llevé en un tour. A final de cuentas, el río ayudaba a paliar la contaminación y aridez de Tijuana. Pues mucho de ese río ya no existe; lo han matado transformándolo en un canal de concreto. Queda aún una zona, la mejor y menos contaminada, que no ha sido arrasada por las excavadoras ni sus árboles talados por sierras mecánicas.

LMC: ¿Por qué? ¿qué está pasando?

ED: Eso ha sido muy frustrante, que no tenemos idea de lo que está pasando. Varias dependencias del gobierno estatal y federal participan en la destrucción y cementación del río, pero nadie parece tener un plan de conjunto-o ni lo quieren decir. Pero todo parece indicar que la clave es una tercera garita internacional que quieren abrir. Está la frontera de San Ysidro y la de Otay, y las dos están sobresaturadas. Parece que van a hacer una tercera, que va a ser básicamente comercial e industrial. Por medio de una autopista, la nueva puerta fronteriza se conectaría del lado mexicano directamente con el Florido, una colonia y parque industrial que crecería a lo bestia con parques industriales y casas para trabajadores y para técnicos, muy al estilo chino, y que necesitaría vías rápidas para transportar mercancías y empleados. Entonces van a abrir una nueva autopista parecida a las vías rápidas de Tijuana. Y una de esas carreteras la diseñaron para pasar por donde está el río, y utilizar la parte del río que no está tan poblada. Se les hizo muy fácil, «pinche cochino río del que todos se quejan. Pues qué tal si nomás lo canalizamos, lo hacemos un canal, le ponemos concreto, hacemos que pase por ahí el río, y a los lados ponemos casas y fábricas, parecido al río Tijuana.» Así se les ocurrió. Nadie les dijo que estaban destruyendo un medio ambiente vivo e importante para la vida de la ciudad.

LMC: ¿Y qué tipo de efectos tiene en la población?

ED: Están destruyendo chingos de árboles, exterminaron chingos de especies animales que vivían del río. El río, como río natural que era, tenía la posibilidad de, gracias al suelo y al movimiento del agua, minimizar la contaminación de que era objeto. Ahora ya no tiene eso, es un canal, y el agua contaminada nomás corre y viene a salir al desagüe del estuario de Tijuana – San Diego. El río mínimamente proporcionaba cierta agua para los manantiales que todavía existen en Tijuana. El problema del agua es superserio. Tijuana bebe del Río Colorado, totalmente bajo el control de EEUU. Si se les ocurre cerrar las llave… No quiero ni pensarlo.

Es una sorpresa cómo la vida da vueltas, ahora estoy defendiendo ese río que tanto critiqué por tanto tiempo por estar contaminado. Entonces el río, con todo lo contaminado que estaba con los químicos de las maquilas, pues resulta que tenía tantas funciones ecológicas en términos de proporcionar agua, aire, un medio ambiente para muchas especies animales y vegetales. Y ahora todo lo ves es una horrible masa de concreto con un hilo de agua. La idea es que en los dos lados vayan autopistas llevando tráileres. El Alamar es un río largo, que se conecta con el río Tijuana, con el río Tecate, que entra y sale de EEUU varias veces. Es un complejo acuífero grande. Es un complejo ecológico realmente notable.

Todavía queda un tramo de río que está más o menos limpio y sin desarrollo urbano en sus orillas. Sí, está un poco sucio, pero está muy lleno de árboles, de animales, como un bosquecito. Ahorita la guerra es defender ese pedazo, porque las excavadoras vienen con todo. La última grandiosa idea que se les ocurrió a los planeadores, después de protestas y demandas y de todo lo que se ha estado haciendo, fue que «si quieren árboles, les dejamos esa partecita de bosque y hacemos el canal más para allá». ¿Sí? ¿Y el agua se va al canal? Sin agua no hay bosquecito. ¿Cómo es posible que se les ocurra semejante nivel de estupidez? Probablemente hay mil intereses ahí de compañías que se dedican a la producción de concreto. Y además, si canalizas el río, te queda mucha tierra que sube de «plusvalía» y si la vendes sacas millones. Unos pinches arbolitos, pajaritos, insectos, peces y… humanos empobrecidos ¿te van a detener? En eso estamos ahorita, en eso está la guerra, en tratar de luchar por el medio ambiente.

LMC: Luchas por el medio ambiente, cuestiones de género, cuestiones de clase, … está todo unido.

ED: Eso son las maquiladoras, unen todo: trabajo, género, indígena, cuestiones étnicas, cuestiones industriales, geopolíticas. Está todo.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de los autores mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.