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Lebensraum en Palestina

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

Lebensraum (En alemán «hábitat» o literalmente «espacio vital») fue una de las principales ideas políticas de Adolf Hitler y un importante componente de la ideología nazi.

«El Consejo de Seguridad determina que la política y prácticas de Israel al establecer asentamientos en los territorios palestinos y otros lugares árabes ocupados desde 1967 no tiene validez legal y constituye una seria obstrucción al logro de una paz completa, justa y duradera en Medio Oriente. (Resolución 446, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, 1979)».

Un convoy diplomático de EE.UU. fue atacado el viernes en Cisjordania por colonos que lanzaban piedras, dijo un informe noticioso israelí. Los Angeles Times, 2 de enero de 2015.

Imaginad el alboroto, la histeria en los medios noticiosos, los alaridos de furia justiciera de la Casa Blanca y las amenazas de terrible venganza del Congreso si un grupo de funcionarios consulares estadounidenses hubiera sido atacado en Rusia o Venezuela. Incluso si un incidente semejante hubiera tenido lugar en un país como Australia, Gran Bretaña o Canadá habría habido gran algarabía y una masiva cobertura mediática.

Pero cuando, como informó Associated Press, «los colonos judíos atacaron a funcionarios consulares estadounidenses [el 2 de enero] durante una visita que estos hicieron a Cisjordania como parte de una investigación de afirmaciones de daños a propiedad agrícola palestina», hubo un comentario suave y nada crítico en los medios y solo una expresión de «profunda preocupación» del Departamento de Estado. Después de todo, a los funcionarios estadounidenses solo los apedrearon y golperan sus vehículos con garrotes.

Es interesante examinar el motivo de la visita «apedreada» a la aldea palestina de Turmus Ayya por funcionarios diplomáticos de EE.UU., porque no se trató de un problema menor de «daño a propiedad agrícola». Tuvo que ver con un estudio del área en la que los colonos arrancaron de raíz 5.000 olivos jóvenes y talaron numerosos olivos antiguos. Todos eran propiedad de palestinos, que son los dueños de la tierra en la que crecían. Los que destruyeron los árboles y el medio de vida de cientos de palestinos fueron colonos ilegales israelíes en tierra arrebatada por la fuerza a sus propietarios palestinos. La conducta de esos colonos es apoyada completamente por el gobierno israelí y el Congreso de EE.UU.

No fue ninguna sorpresa que el primer veto impuesto por el Gobierno de Obama en el Consejo de Seguridad de la ONU, hace exactamente cuatro años, derrotó una resolución que de otra manera habría sido unánime requiriendo que «Israel, como potencia ocupante, cese inmediata y totalmente todas las actividades de asentamientos en el territorio palestino ocupado, incluyendo Jerusalén Este y que respete plenamente sus obligaciones legales al respecto».

Israel nunca cesará su apoderamiento de tierras palestinas y la destrucción de olivos porque EE.UU. lo apoya utilizando su veto en el Consejo de Seguridad. Y a veces no necesita utilizar su veto, como cuando tiene suficientes marionetas en el Consejo para asegurar que una votación derrotará cualquier propuesta de resolución orientada a devolver los campos palestinos a sus propietarios. En diciembre pasado, por ejemplo, el Consejo rechazó una resolución que solicitaba el fin de la ocupación israelí de tierras palestinas dentro de tres años.

Esto se amañó mediante la presión estadounidense e israelí sobre el presidente nigeriano Goodluck Jonathan, contactado por el secretario de Estado de EE.UU. y el primer ministro israelí para ordenarle que se asegurara de que su país se abstendría en la votación. Junto a otras intrigas, este pequeño episodio demostró hasta dónde está dispuesto a llegar EE.UU. para asegurar que Israel pueda continuar su programa masivo de construcción en la tierra palestina ocupada ilegalmente y seguir destruyendo olivos.

Es irónico que un antiguo símbolo de paz sea utilizado por los israelíes como un medio moderno de persecución. Desarraigar y talar olivos simboliza todo lo que representa Israel respecto al pueblo palestino. Esos preciosos árboles se destruyen en aras del Lebensraum -o espacio vital- israelí.

El espacio vital de crecientes cantidades de colonos israelíes se adquiere por medios que habrían excitado la admiración del psicótico Adolf Hitler, quien escribió que «debemos eliminar la desproporción entre nuestra población y nuestra área… Debemos asegurar al pueblo alemán la tierra y el suelo al que tiene derecho». Tiene una horrible resonancia.

Las olivas son deliciosas y producen un aceite maravilloso. Originariamente se cultivaton en Siria, Palestina y Creta y existe evidencia de que algunos árboles tienen 2.000 años, lo que es asombroso.

Pero actualmente ya no quedan olivos de 2.000 años en Palestina. Por cierto, quedan muy pocos en las tierras palestinas ilegalmente ocupadas por Israel desde 1967. Desde entonces, los israelíes han destruido unos 800.000 olivos y el 11 de enero los colonos israelíes desarraigaron otros 170 en una aldea al sur de Nablús, la tercera operación de ese tipo en una semana de la campaña para destruir los medios de vida de los palestinos musulmanes y obligarlos a irse de sus casas para dejar sitio a los colonos judíos.

Hace un año, en el Foro Económico Mundial de Davos, el primer ministro Netanyahu declaró directamente que «no tengo ninguna intención de evacuar alguna colonia o desarraigar a algunos israelíes», y en enero de este año, como informa el periódico israelí Haaretz, dejó claro que su política no ha cambiado. Volvió a declarar que si sale reelegido el 17 de marzo, no se devolverá ninguna colonia «ya que si estoy a cargo no sucederá». El régimen de Israel seguirá promoviendo el Lebensraum, tal como Hitler lo ordenó, en la «tierra y el suelo al que tiene derecho». Netanyahu ciertamente no desarraigará ningún israelí, pero seguirá desarraigando olivos y palestinos.

Raramente se oyen gritos de protesta por los crueles excesos de Israel en algún país occidental, menos que todo en EE.UU. cuyo completo sistema legislativo está controlado por el lobby israelí representado por AIPAC, el Comité EE.UU.-Israel de Asuntos Públicos, que decide en Washington y ha dado dinero a casi todos los senadores y miembros de la Cámara de Representantes.

Toda la gente decente está a favor de donar a las obras benéficas, pero los legisladores del Congreso de EE.UU. no son «obras benéficas». Cuando reciben dinero de una organización de cualquier tipo se espera que produzcan resultados favorables para el donante. Y en el caso de AIPAC ciertamente lo esperan. En 2011 Netanyahu se dirigió a ambas cámaras del Congreso en una triunfante diatriba negando los derechos de los palestinos. Y por esto recibió una adulación en una escala reservada hasta ahora a personalidades internacionales de eminentes logros.

Washington ha desplegado la alfombra del Congreso siete veces para políticos israelíes y Netanyahu encabeza la lista con dos apariciones imperiales. Después de su última presentación triunfante se afirma que «el presidente Obama recibió 25 ovaciones de pie del Congreso durante su discurso sobre el Estado de la Unión de 2011. Hoy, el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu recibió 29».

Es apenas creíble que este primer ministro brutalmente racista pudiera recibir semejante adulación por parte de los representantes reunidos de una nación que tiene una Declaración de Independencia que afirma que los «derechos inalienables» incluyen «Vida, Libertad y la busca de Felicidad».

Hay poca libertad y ninguna felicidad para los palestinos en su propio país, porque los colonos judíos se han apoderado de casi todas las tierras árabes. Sin embargo la persecución de los palestinos por parte de Israel encuentra el apoyo entusiasta del gobierno de EE.UU. cuyos contribuyentes dan a Israel más de 3.000 millones de dólares al año.

No ha habido un informe sobre un solo senador o miembro de la Cámara de Representantes que haya protestado por el ataque del 2 de enero a los funcionarios consulares de EE.UU. por los colonos que lanzaban piedras y apaleaban sus coches.

También pasan por alto el apoyo de su propio país a la Resolución 446 del Consejo de Seguridad de la ONU que:

3. Exhorta una vez más a Israel, en su condición de potencia ocupante, a que respete escrupulosamente el Convenio de Ginebra relativo a la protección de personas civiles en tiempo de guerra, de 12 de agosto de 1949, a que rescinda sus medidas anteriores y a que desista de adoptar medida alguna que ocasione el cambio del estatuto jurídico y la naturaleza geográfica que afecte apreciablemente la composición demográfica de los territorios árabes ocupados desde 1967, incluido Jerusalén y, en particular, a que no traslade partes de su propia población civil a los territorios árabes ocupados.

Mientras tenían lugar las conversaciones de 2014 entre Israel y Palestina, los israelíes aprobaron la construcción ilegal de otras 13.851 casas de colonias en tierra palestina. Lógicamente, las conversaciones colapsaron. Ni Washington ni Tel Aviv querían que tuvieran éxito.

Los israelíes nunca llegarán a aun acuerdo equitativo con los palestinos. El apoyo incondicional de Washington permite que Israel siga rechazando ramas de olivo de paz y siga destruyendo los olivares de Palestina. Todo en aras del Lebensraum.

Brian Cloughley es un exsoldado que escribe sobre temas militares y políticos, en espcial sobre el subcontinente. La cuarta edición de su libro A History of the Pakistan Army se publicó este año.

(Copyright 2015 Brian Cloughley)

Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/MID-01-200115.html