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Líbano, epitafio para una hecatombe

Fuentes: Rebelión

Traducido por Caty R.

Sic transit gloria mundi (Así pasan las glorias de este mundo)*

1. Saad Hariri, «el escondido de Beirut».

2. Walid Joumblatt «el derviche» de la política libanesa.

3. Jacques Chirac, una jubilación cómoda pero no tranquila.

4. Ariel Sharon en coma. 5. George W. Bush, el ejemplo perfecto de lo que no debe ser un gobernante.

Nueve personalidades libanesas civiles y militares, cristianas y musulmanas, parlamentarios o periodistas, así como seis «cascos azules» de la ONU murieron y 273 resultaron heridos en los 17 atentados que tuvieron lugar en Líbano desde 2005, fecha del asesinato del ex Primer Ministro libanés Rafic Hariri, mientras que tres personalidades figuran entre los supervivientes de esta ola de violencia: dos miembros del gobierno, el ministro de Defensa Elias Murr y el ministro de Comunicaciones Marwane Hamadé, así como la periodista May Chidiac.

A la desaparición de Rafic Hariri le siguió la decapitación de sus principales apoyos mediáticos en el ámbito occidental, los periodistas Gébrane Tuéni, director del diario An-Nahar, y su adjunto Samir Kassir, así como la muerte de su protector, el rey Fahd de Arabia, que murió seis meses después, en agosto de 2005, cuando Mohamed Ahmadinejad, el representante del sector duro del régimen islámico, era elegido para la presidencia de la República iraní.

En el mismo Líbano, el sucesor de Rafic Hariri, su hijo menor Saad Hariri, ganador de las elecciones legislativas que siguieron a la retirada siria de Líbano en junio de 2005, desertó del campo de batalla durante la feroz guerra de Israel contra su país, en julio de 2006. Este hombre gris, motejado con el apodo de «escondido de Beirut» en alusión a su exilio de seis semanas fuera de Líbano durante los bombardeos aéreos israelíes, mientras que, en su triple calidad de diputado, jefe de la principal formación política de Beirut y heredero del renovador de la capital libanesa, su presencia bajo las bombas junto a sus electores, y sin embargo compatriotas, habría tenido el valor de un ejemplo, el ejemplo de la valentía en la adversidad. Su regreso a bordo de un aparato del ejército francés acreditó la idea de un hombre que regresaba al poder en «los furgones del extranjero». Su socio de negocios, el socialista Walid Jumblatt, por su parte, recibe el descortés calificativo de «derviche» de la política libanesa debido sus frecuentes veleidades y su partido, el Partido Socialista Progresista (PSP), se conoce como el «Partido del Saltimbanqui Permanente» por la desorientación que este cacique feudal ha impuesto en el partido fundado por su prestigioso padre, Kamal Jumblatt.

El informe Winograd, en el que se señalan los fallos israelíes en Líbano, publicado el 30 de enero, ha resonado como una afrenta para la coalición pro estadounidense de Líbano y acentuó el descrédito de los ex jefes de la guerra, Saad Hariri, Walid Jumblatt y su aliado maronita Samir Geagea, viejo compañero de camino de Israel en la guerra civil libanesa, que apostó implícitamente por una derrota de Hezbolá. Más allá de toda decencia, el trío, en efecto, se lanzó, a partir del fin de las hostilidades, en el proceso de la milicia chií al grito de «Al-Haqiqa» (la verdad), más que a buscar la condena de Israel por su violación del derecho internacional humanitario y la destrucción de las infraestructuras libanesas.

Un grito de guerra curiosamente popularizado por la nueva «pasionaria» de la escena libanesa, la ministra maronita Nayla Mouawad, paradójicamente más preocupada por descubrir a los asesinos de Rafic Hariri que a los de su propio esposo, el ex presidente René Mouawad, muerto en un atentado el 22 de noviembre de 1990, día del aniversario de la independencia libanesa.

En todos los aspectos, el informe Winograd es inoportuno para el campo pro estadounidense después de la serie de reveses electorales que les infligió en su feudo maronita del Metn el principal aliado de Hezbolá, el general Michel Aoun, líder de la «Corriente Patriótica Libanesa». El informe ha echado un jarro de agua fría sobre su entusiasmo así como sobre el de su mentor, Jacques Chirac, que se proponía imponer «medidas coercitivas» a Hezbolá -retrospectivamente auténtico vencedor moral de la confrontación- y a su aliado político, el general Aoun, vencedor en la competición electoral en el campo cristiano, en el que el trío pro estadounidense pretendía monopolizar la representación.

Por su parte Chirac, que se opuso a la guerra de Iraq pero se sumó a la aventura estadounidense de Líbano, disfrutará en adelante de una jubilación cómoda, pero no pacífica, en la residencia precaria de su benefactor libanés. El ex presidente francés, que amenazaba con los rayos de la Justicia Internacional a los asesinos de su multimillonario amigo, está, a su vez, en una posición delicada ante la justicia de su propio país por asuntos relativos a dinero ilícito utilizado en compromisos ficticios para usos ficticios financiados, sin embargo, con el dinero real del contribuyente francés. Su áspero procónsul en Líbano, Bernard Emié, fue evacuado rápidamente hacia las profundidades del Asia Menor.

En la configuración regional de la época, el padrino ideológico del presidente estadounidense, el Primer Ministro israelí Ariel Sharon, artífice de la invasión de Líbano en 1982, el partidario más firme de la invasión estadounidense de Iraq, el torturador de Yasser Arafat, ha conocido, como una premonición del destino, la suerte funesta de una «muerte en vida». El promotor de la colonización rastrera de Jerusalén y Cisjordania de quien, incluso la prensa occidental cantaba sin cesar sus alabanzas por sus cualidades de «visionario de la paz», se hundió en un coma profundo en enero de 2006, casi un año después del asesinato de Rafic Hariri, en lo que aparece como una ilustración sintomática del naufragio de la política israeloestadounidense en Oriente Próximo.

Dos años después de su percance de salud, Sharon permanece hundido en el coma, a imagen de su política, en el anonimato más completo, mientras que el veterano líder palestino, transfigurado por su muerte, ha ascendido a la categoría de «símbolo» de la lucha nacional palestina y su sepultura se ha convertido en un centro de veneración. Confinado en su complejo de Ramala durante tres años, en condiciones de vida rudimentaria, por orden del general Sharon con la complicidad de George Bush, Arafat murió en París como consecuencia de su enfermedad, en noviembre de 2004. Su muerte se vivió como un sacrificio por una gran parte de los países del Tercer Mundo, ya que marcaba el límite más allá de su sufrimiento físico y moral, más allá de su persona, en la humillación del pueblo palestino y de sus simpatizantes de todo el mundo.

La escandalosa detención del presidente de Palestina elegido democráticamente y Premio Nobel de la Paz por dirigentes del país que alardeaban de demócratas, aceleró y extendió la radicalización de la lucha palestina propulsando como sucesora de Yasser Arafat a la franja radical del movimiento palestino, los islamistas de Hamás, vencedores de las primeras elecciones legislativas post Arafat, que sustituyeron el «Fatahland» desmontado en el sur de Líbano por un «Hamasland» establecido en los confines del desierto del Sinaí, en la frontera entre Israel y Egipto.

El gran arquitecto de esta «construcción caótica», George Bush, a menos de un año del final de su mandato, ya es, precozmente, objeto de estudio en las academias políticas y militares como el ejemplo perfecto de lo que no debe ser un gobernante. En el crepúsculo de su mandato ya tiene asegurado el poco honorable título de «el peor presidente de la historia de Estados Unidos».

Más allá de este episodio sustancial de la historia contemporánea, treinta y cuatro «artífices de guerra» de la aventura iraquí han caído en las mazmorras de la Historia:

. Tony Blair, ex Primer Ministro británico, nuevo mensajero de la «Pax Americana» en Palestina.

. Donald Rumsfeld, ex Secretario de Defensa estadounidense.

. Paul Wolfowitz, ex presidente del Banco Mundial salpicado por un escándalo.

. El ultrahalcón John Bolton, representante de EEUU en las Naciones Unidas, el gran derrotado de la destructiva guerra israelí contra Líbano, en julio de 2006.

. El dúo «de la nueva Europa», Silvio Berlusconi (Italia) y José María Aznar (España), así como Ahmad Chalabi, instrumento de la propaganda estadounidense de «las armas de destrucción masiva» y su enlace en la opinión estadounidense, a través del New York Times, la periodista Judith Miller.

La guerra angloestadounidense contra Iraq perpetró la destrucción de uno de los pocos estados laicos del mundo árabe, y el dúo diplomático franco-estadounidense originó la vacante del único poder presidencial en un país árabe dirigido por un presidente cristiano. Un precedente de grandes consecuencias para el futuro.

Sic transit gloria mundi (Así pasan las glorias de este mundo).

Recordemos los principales atentados en Líbano desde el asesinato del Primer Ministro Rafic Hariri en 2005.

2005

. 14 de febrero: Rafic Hariri perece en un atentado en Beirut, que causa un total de 23 muertos, entre ellos el diputado y ex ministro Bassel Fleyhane, y 220 heridos.

. 23 de marzo: atentado con explosivos en un centro comercial de Kaslik (norte de Beirut): tres muertos.

. 2 de junio: muere el periodista cristiano antisirio Samir Kassir en un atentado con coche bomba en el barrio cristiano de Achrafieh en Beirut.

. 21 de junio: muerte del ex Secretario General del Partido comunista Georges Haoui en un atentado con coche bomba en Beirut.

. 12 de julio: el ministro cristiano de Defensa, Elias Murr, resulta herido en un atentado con coche bomba en un distrito del noreste de Beirut que causa un muerto y nueve heridos.

. 16 de septiembre: explosión de un artefacto colocado en Jeitaoui, un barrio cristiano de Beirut: un muerto y 28 heridos.

. 25 de septiembre: la periodista libanesa cristiana May Chidiac resulta gravemente herida por la explosión de una bomba colocada en su coche, al norte de Beirut.

. 12 de diciembre: el diputado y periodista cristiano antisirio Gebrane Tuéni muere, junto con sus dos guardaespaldas, en un atentado con coche bomba cerca de Beirut.

2006

. 5 de septiembre: el teniente coronel Samir Chéhadé, alto responsable de la seguridad vinculado a la investigación del asesinato de Hariri, resulta herido y cuatro de sus guardias de seguridad muertos, en un atentado con explosivos en el sur de Beirut.

. 21 de noviembre: el diputado cristiano antisirio y ministro de Industria, Pierre Gemayel, muere tiroteado, así como su guardaespaldas, en Jdeideh, al norte de Beirut.

2007

. 13 de febrero: tres muertos en un doble atentado con bomba que vuela dos autobuses en Ain Alak, al norte de Beirut.

. 13 de junio: el diputado de la mayoría parlamentaria antisiria Walid Eido (musulmán suní), sus hijos y ocho personas más mueren en un atentado con bomba frente al mar, en el oeste de Beirut.

. 24 de junio: mueren seis miembros del contingente español de la fuerza de la ONU (Finul), en la explosión de un coche bomba en el sur de Líbano.

. 19 de septiembre: el diputado cristiano antisirio Antoine Ghanem y cinco personas más perecen en un atentado con coche bomba en el barrio cristiano de Beirut.

. 12 de diciembre: muere el general François el-Hajj, jefe de operaciones del ejército, con su guardaespaldas, en un atentado con coche bomba en el barrio cristiano de Baabda, en Beirut. Es la primera personalidad militar asesinada.

2008

. 15 de enero: Mueren tres civiles y 26 resultan heridos, en el norte de Beirut, en un atentado con bomba contra un coche de la embajada de Estados Unidos.

. 25 de enero: otro responsable de la seguridad libanesa, Wissam Eid, y nueve personas más perecen en un atentado con bomba contra una caravana de las fuerzas de seguridad, en un suburbio cristiano de Beirut.

* «Sic transit Gloria Mundi» es una frase latina que significa «así pasan las glorias de este mundo». En la ceremonia de toma de posesión del nuevo Papa es costumbre que un monje se presente ante él tres veces y queme a sus pies una tira de estopa recitando «Sancte Pater, sic transit gloria mundi».

Las primeras menciones de este ritual del Vaticano se remontan al siglo XIII, en los escritos del dominico Étienne de Bourbon. El sacerdote y cronista Adam de Usk también lo menciona en su crónica de la coronación de Inocencio VII (en 1404). El ritual cesó con el Papa Juan Pablo I, que renunció a la tiara y a la coronación.

Este rito de inspiración bizantina (al Emperador se le ofrecían también osamentas humanas y cenizas) es para recordar al Soberano Pontífice que no es más que un hombre y que debe cuidarse del orgullo y la vanidad.

También recuerda a la antigua práctica romana en la que en el desfile triunfal de un general un esclavo iba a su lado susurrándole «Hominem te esse» (tú también eres mortal) o «Memento mori» (recuerda que eres mortal).

Una hermosa lección de modestia sobre la que deberían meditar los poderosos del mundo.

Original en francés:

http://renenaba.blog.fr/2008/02/09/liban_en_guise_d_epitaphe_pour_une_hecat~3701765

René Naba es un periodista francés de origen libanés ex responsable del mundo árabe-musulmán en el servicio diplomático de la Agencia France Presse y ex consejero del Director General de RMC/Moyen-Orient, encargado de la información. Es autor de las siguientes obras: Il était une fois la dépêche d’agence, Editions l’Armoise, 2007; Aux origines de la tragédie arabe, Éditions Bachari 2006. Du bougnoule au sauvageon, voyage dans l’imaginaire français, L’Harmattan 2002. Rafic Hariri, un homme d’affaires, Premier ministre, L’ Harmattan 2000. Guerre des ondes, guerre de religion, la bataille hertzienne dans le ciel méditerranéen, L’Harmattan 1998.

Caty R. pertenece a los colectivos de Rebelión, Cubadebate y Tlaxcala. Esta traducción se puede reproducir libremente a condición de respetar su integridad y mencionar al autor, a la traductora y la fuente.