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Liberen a los seis

Fuentes: Progreso Semanal

¿Qué le ha hecho Cuba a Estados Unidos para merecer 53 años de castigo? En 1960, esos sucios comunistas caribeños se pasaron al lado de las «fuerzas del mal» en la Guerra Fría -los soviéticos, recordamos, ofrecieron una sustancial ayuda, no amenazas. Pero en 1991, la Unión Soviética desapareció. ¿Y qué sucedió? A pesar de […]

¿Qué le ha hecho Cuba a Estados Unidos para merecer 53 años de castigo?

En 1960, esos sucios comunistas caribeños se pasaron al lado de las «fuerzas del mal» en la Guerra Fría -los soviéticos, recordamos, ofrecieron una sustancial ayuda, no amenazas. Pero en 1991, la Unión Soviética desapareció.

¿Y qué sucedió? A pesar de no existir el pretexto soviético, la obsesión permaneció: derrocar al gobierno cubano con tácticas casi de guerra y algunas de ellas peores que las mentiras.

En la década de 1990, bajo las narices del FBI, exiliados cubanos organizaron y financiaron actos terroristas en Cuba. Pagaron a mercenarios salvadoreños para que pusieran bombas en lugares turísticos de La Habana.

En la década de 1990, Cuba envió agentes para que se infiltraran en grupos terroristas del sur de la Florida. La información de los infiltrados se recicló y envió al FBI. Pero en 1998, el FBI arrestó a los agentes cubanos y un intimidado jurado de Miami los declaró culpables. Una jueza condenó a los Cinco de Cuba a sentencias draconianas.

Para 2001, mientras los republicanos de la Florida comenzaban a borrar los nombres de probables electores demócratas de los registros electorales, la «democracia» surgió como la línea oficial para reemplazar la Guerra Fría contra Cuba. Por mandato del Congreso (la Ley Helms-Burton), la USAID -no la CIA- se dedicó a su plan de «cambio de régimen» en Cuba.

Una operación clandestina de la USAID para la subversión en Cuba, hizo que Cuba arrestara en 2009 a Alan Gross, un ciudadano norteamericano contratado por una compañía que había obtenido un trabajo de la USAID para ayudar a derrocar al gobierno cubano. Este plan consistía en instalar tecnología segura de Internet para pequeños grupos disidentes judíos de manera que pudieran comunicarse sin que la Seguridad del Estado de Cuba pudiera rastrearlos o penetrarlos. ¡No quiera Dios que Cuba pudiera conocer la receta secreta de las bolas de matzo!

Sin embargo, un agente cubano de la Seguridad del Estado había localizado a Gross cuando este comenzaba su tarea y otros agentes lo siguieron mientras él distribuía equipos sofisticados. Anotaron las personas con que se reunía, los equipos que entregaba y en su quinto viaje lo detuvieron. Gross fue enjuiciado y declarado culpable de acciones subversivas contra el estado cubano. En 2010 fue condenado a 15 años de prisión.

Los gritos de «inocente» surgieron del Departamento de Estado y de importantes grupos judíos. «Él solo estaba ayudando a los grupos judíos a obtener mejor acceso a Internet». ¿Y por este «gesto humanitario» él iba a recibir emolumentos por un contrato gubernamental de casi $600 000?

En diciembre de 2011 Fulton Armstrong, un exayudante senatorial y funcionario de Seguridad Nacional, publicó un artículo de opinión que revelaba tanto la estupidez como la ilegalidad de la misión de Gross.

«Cuando fracasa una acción encubierta dirigida por la CIA y arrestan a un oficial clandestino, el gobierno norteamericano crea una estrategia para negociar su libertad. Cuando es detenido un operador encubierto que trabaja para la USAID, Washington aumenta la retórica, derrama más dinero en el comprometido programa y se niega a hablar… a divulgar hasta la información básica de estos programas».

Los programas, escribió Armstrong, «no tenían que ver con nuestra Comunidad de Inteligencia, pero el secreto que los rodeaba, las artes clandestinas del oficio (incluyendo el uso de tecnologías avanzadas de codificación) y el deliberado ocultamiento de la participación de EE.UU., tenía todas las señas de una operación encubierta de inteligencia».

El caso, según Armstrong, ha dramatizado el papel de la USAID como «guerrero encubierto para socavar en todo el mundo a regímenes contrarios a EE.UU.». Y agregó que «El enfoque de cambio de régimen de los programas es explícito». (Miami Herald, 25 de diciembre de 2011.)

¡Sorpresa! Las revelaciones de Armstrong pudieran haber sido publicadas solo en sánscrito, porque posteriormente ni los funcionarios del Departamento de Estado ni los líderes principales de la comunidad judía cambiaron un ápice de sus arias «Gross es inocente».

En febrero, el reportero de AP Desmond Butler ofreció más detalles del caso Gross basándose en «informes de viaje» filtrados que Gross había presentado. «Pieza a pieza, en mochilas y maletas de mano, el contratista de ayuda Alan Gross se aseguró de que laptops, teléfonos inteligentes, discos duros y equipos de red fueran introducidos secretamente en Cuba. La pieza más sensible, según informes oficiales de viaje, fue la última: un chip especializado de teléfonía móvil que los expertos dicen que son usados a menudo por el Pentágono y la CIA para hacer que las señales satelitales sean casi imposible de detectar».

Continuó Butler que «Gross dijo en su juicio en Cuba que había sido un ‘tonto confiado’ y que fue engañado. Pero sus informes de viaje indican que sabía que sus actividades eran ilegales en Cuba y que le preocupaba el peligro, incluyendo la posible expulsión».

Un informe citaba a un líder comunitario. Gross «dejó bien en claro que todos estamos ‘jugando con fuego’.» En otra ocasión Gross dijo: «Este es un asunto muy riesgoso sin lugar a dudas».

Durante las últimas semanas, funcionarios del Departamento de Estado y el abogado de Gross, ignorando lo publicado por Armstrong y Butler, han vuelto a cantar el «aria de inocencia» y se han quejado de que Cuba maltrata a Gross, aquejado de problemas.

La vocero del Departamento de Estado Victoria Nuland aseguró que estaba «extremadamente preocupada» por el estado de salud del «inocente Gross». «Él padece de artritis degenerativa que ha empeorado porque no se le permite caminar en su celda». (Paul Haven, AP, La Habana, 15 de junio.)

Peter J. Kahn, abogado de Gross, aseguró que su cliente «tiene dificultad para caminar y le ha salido una masa detrás del omóplato derecho».

Cuba envió la historia clínica de Gross, aseguró que goza de buena salud y lamentó «las distorsiones que se difunden» acerca de su salud.

Washington insiste en que hasta que Cuba no libere a Gross no es posible un progreso bilateral. ¡Impasse! (Haven, 15 de junio.)

El gobierno de EE.UU. ha empujado a Gross bajo el simbólico autobús. Debido a que, como señala Armstrong, Gross no es un oficial de la CIA, el gobierno norteamericano utiliza su encarcelamiento como propaganda contra la «inhumana» Cuba.

Para contrarrestare esto, pudiéramos impulsar la idea de «Liberen a los Seis», Alan y los Cinco de Cuba. Cuba ha dado indicios de su voluntad de negociar tales gestos humanitarios recíprocos.

Para convencer a Obama, la familia de Gross pudiera manifestarse frente a la Casa Blanca a favor de su libertad. Después de todo, él estaba poniendo en práctica una política de EE.UU.

Saul Landau, miembro del Instituto para Estudios de Política, produjo el filme Por favor, que el verdadero terrorista se ponga de pie. (Cinemalibrestore.com)

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