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Locuras

Fuentes: La Jornada

Guerras lanzadas sobre justificaciones falsas, estafas multimillonarias, fraudes electorales, y una crisis económica donde los responsables del desastre lucran con la miseria provocada a las grandes mayorías, más desencantos, desempleo, campañas de odio, es lo que ha vivido este país durante los últimos años, o sea, lo suficiente para volverse loco. Ante todo esto no […]

Guerras lanzadas sobre justificaciones falsas, estafas multimillonarias, fraudes electorales, y una crisis económica donde los responsables del desastre lucran con la miseria provocada a las grandes mayorías, más desencantos, desempleo, campañas de odio, es lo que ha vivido este país durante los últimos años, o sea, lo suficiente para volverse loco.

Ante todo esto no hay una reacción masiva sostenida, mucho menos sublevaciones, ni estallan grandes movimientos de resistencia (aunque sí expresiones de repudio de vez en cuando). Y no es por falta de información; todo esto no está oculto, sino en las planas principales de los periódicos y en las pantallas de los noticieros.

Entonces, ¿por qué no hay un basta ya? ¿Qué pasa con los estadunidenses? Un médico de Nueva York, al abordar esta interrogante, sugirió algo que podría explicar parte del misterio: Todos estamos drogados. Pero no con drogas ilícitas (o sea, no sólo), sino con drogas sicotrópicas recetadas de manera masiva para lo que algunos perciben como un deterioro de la salud mental en el país.

El nivel de estrés y salud emocional de los universitarios de primer año se ha desplomado a su punto más bajo desde que se empezó a registrar este tipo de datos de manera anual, hace 25 años, reportó esta semana el New York Times. En entrevistas con especialistas, esto se explica en parte como consecuencia de la crisis económica, donde los estudiantes no sólo se preocupan del costo de su educación para sus familias, sino que enfrentan un panorama con cada vez menos oportunidades económicas cuando egresen.

No están solos. Según los Centros de Control de Enfermedades (CDC), casi un tercio de los estadunidenses reportan que sufren de algún problema mental o emocional cada mes.

Los CDC calculan que casi 60 millones de personas mayores de 18 -uno de cada cuatro- sufren de algún desorden mental diagnosticable, como depresiones graves, trastorno bipolar, ansiedades y fobias, obsesión compulsiva y otros padecimientos que provocan cambios de animo de todo tipo. Un 90 por ciento de los suicidas (más de 30 mil al año) padecen de algún desorden mental.

Y para tratar a esos problemas, la receta es una droga.

Según un nuevo estudio, el número de personas que han requerido servicios de salud mental entre 1998 y 2007 se ha incrementado de 16.1 millón a 23.2 millones, aumento manifestado casi exclusivamente en un creciente uso de farmacoterapia (o sea drogas); la proporción de individuos bajo tratamiento exclusivamente por drogas se ha incrementado de 44.1 a 57.1 por ciento en este mismo periodo, reportó el American Journal of Psychiatry en su edición de diciembre de 2010.

Según otros cálculos, por lo menos 27 millones de estadunidenses usan antidepresivos, más que el doble del número a mediados de los 90, según la publicación Archives of General Psychiatry.

Y esas drogas no siempre se usan para lo que se recetan. El Instituto Nacional de Abuso de Drogas del gobierno federal reporta que más de 9 millones de personas usan lo que recetan los médicos para fines no médicos (o sea, para sentirse bien); otra cifra es que más de 15 millones han tomado algún medicamento sicotrópico o analgésico para uso no médico por lo menos en una ocasión en el año. De hecho, el abuso de las drogas recetadas se ha vuelto un problema cada vez más grave en este país. El número de visitas a salas de emergencia que resultan del uso indebido o abuso de drogas recetadas se ha casi duplicado en los últimos cinco años (de 627 mil a 1.2 millones), según cifras oficiales.

De hecho, los ingresos a salas de emergencia causados por drogas recetadas han superado los ingresos por drogas ilícitas en estos últimos tres años, un incremento de 98 por ciento, según el zar antinarcóticos de la Casa Blanca, Gil Kerlikowske, en entrevista con el New York Times. En 2010, agencias de salud mental del gobierno reportaron que el número de personas que buscan tratamiento por adicción a drogas analgésicas se elevó 400 por ciento entre 1998 y 2008, mientras en algunos estados muertes causadas por abuso de drogas recetadas ahora superan las causadas por accidentes de vehículos, con narcóticos como Vicodin, Percocet y OxyContin, entre los principales.

Entre los adictos por drogas recetadas hay una categoría especial: entre 25 y 35 por ciento de los casi 10 mil soldados estadunidenses heridos o con problemas mentales y asignados a batallones especializados ahora están adictos o dependen de narcóticos, según un informe del ejército reportado por USA Today.

Eso sí, el creciente uso de drogas recetadas ha tenido su lado positivo, enormes ganancias y cada vez más amplios mercados para la industria farmacéutica.

Y claro, el uso de narcóticos, estimulantes y más genera aún más problemas si se abusa de ellos, incluyendo daño a las funciones cerebrales, y si se toman de manera excesiva en cantidad o tiempo, o combinados con alcohol u otras drogas, pueden generar ansiedad, paranoia, calenturas peligrosas, ritmo cardiaco irregular y otras aflicciones.

Por lo tanto, las drogas recetadas para enfrentar la locura que se llama realidad a veces provocan más locura. Mientras tanto, un joven con graves problemas de salud mental dispara para matar en Arizona, mientras un soldado sufre consecuencias mentales y emocionales al cumplir órdenes para matar a otros jóvenes en guerras injustificables. Mientras tanto, las locuras continúan, y tal vez, en lugar de responder ante ellas, millones deciden que para aguantar el día, o por buscar una escapada, o porque cayeron en una trampa, o por estar en medio de los infiernos bélicos o económicos, se drogan o son drogados.

Fuente: http://www.jornada.unam.mx/2011/01/31/index.php?section=opinion&article=031o1mun