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Los Bush en la guerra sucia

Fuentes: Paralelo 21

Mientras Bush estaba tratando de convencer al mundo, ante una escéptica Asamblea de la ONU, de que, gracias a su guerra contra el terrorismo, la vida para los norteamericanos y para el mundo era más segura, dos civiles norteamericanos eran bárbaramente decapitados en Irak y en Rusia, todavía dolida por la masacre de niños en […]

Mientras Bush estaba tratando de convencer al mundo, ante una escéptica Asamblea de la ONU, de que, gracias a su guerra contra el terrorismo, la vida para los norteamericanos y para el mundo era más segura, dos civiles norteamericanos eran bárbaramente decapitados en Irak y en Rusia, todavía dolida por la masacre de niños en Beslán, se comenzaba a investigar la posibilidd de un siniestro nexo entre agentes norteamericanos y los terroristas chechenos.

Chamil Besayán, el líder de los terroristas chechenos y agentes norteamericanos, han tenido reuniones, informó el servicio Moscow news, que se lee en Internet. El Propio presidente Putin hizo una alusión al respecto.

Ni qué decir del terrorismo en el propio Iraq «liberado», que cada semana deja su sangrienta cuota de iraquíes y soldados norteamericanos muertos. Las bajas ya pasan de mil soldados muertos y más de 8 mil heridos, después de que el año pasado Bush, vestido de piloto de guerra, anunció desde el portaviones Lincoln, en gesto ostentoso, -que todavía es satirizado en la prensa norteamericana- , que las operaciones bélicas mayores habían terminado. Y era «misión cumplida».

Ese día, las bajas norteamericanas por la invasión a Irak, no pasaban de 300. La guerra en Irak, sin duda, es el tema central de la campaña electoral. Y, sin embargo, no hay indicios claros de que Bush pierda las elecciones. ¿Qué sucede? Comenzando por el candidato opositor John Kerry, todo el que se opone o critica la conducción de esta guerra, cae en el esquema maniqueo de esta campaña política sucia interna de EE.UU., que consiste en denostar o estigmatizar. El que no está con Bush, es atacado, acusándolo de ser debil frente al terrorismo, dejando abierta a la confundida opinión pública, la neesidad de mantener un «presidete fuerte».

Pero ese maniqueismo tiene sus riesgos, porque ahora la guerra sucia de la campaña electoral norteamericana llegó a la familia Bush, que encabeza el ex presidente George H.W. Bush y pretendía imponerse como una dinastía mesiánica y monárquica en la superpotencia histórica y tradicionalmente laica y republicana, pero que ha recibido, desde sus orígenes, influencias religiosas fundamentalistas que suelen ser tan fanáticas como cualqueir secta islámica

recalcitrante.

Pero ahora, esa dinastía, está siendo pintada como una mafia, de grandes intereses como el petróleo y la industria bélica, pero una mafia al fin, al más puro estilo de las descripciones de Mario Puzo, autor de «El Padrino».

Una mafia que va creciendo como el principal peligro para la paz y la libre convivencia en la globalidad, más peligrosa que los terroristas islámicos de Ossama Bin Laden y tan fundamentalista como la más fanática de las sectas islámicas.

Aunque se han publicado libros serios y potencialmente demoledores como los escritos por el periodista Bob Woodward y el ex asesor de terrorismo de la Casa Blanca Richard Clark, el presidente Bush ha preferido ignorar las alusiones a las grandes fallas de la guerra contra el terrorismo y a la trama de mentiras para justificar la guerra en Irak, y parece no sufrir los golpes.

Como escribió el sesudo analista de la revista electrónica «Slate», William Saletan, Bush padece de incapacidad, casi patética, para asumir las realidades de la globalidad.

En verdad, su actitud de «oídos sordos» le sirve para capear la tormenta mientras envía a sus perros de presa Dick Cheney y Karl Rove a lanzar una brutal campaña de desprestigio contra el candidato demócrata John Kerry.

Pero esta estrategia de «guerra sucia» en la política norteamericana, también está tocando a Bush.

Recientemente se ha publicado un libro titulado «Family. The real story of the Bush dynasty», de la conocida autora de biografías de personalidades famosas, Kitty Kelley.

Kelley ha escrito otras biografías polémicas, como la de Frank Sinatra, que fue desautorizada o de figuras de la corona británica. Pero es una paciente recolectora de chismes y datos precisos, que escribe sobre los sentimientos y las debilidades humanas. Es una Corin Tellado que escribe sus culebrones lacrimales sobre personajes de la vida real. En su mamotreto de 700 páginas, puso énfasis sobre la lucha contra la adicción alcóholica de Bush y que no sólo usaba cocaína, sino que lo hacía junto a su padre quien, cuando fue jefe de la CIA y después vicepresidente de Reagan, introdujo a la droga como factor de acción política.

En un artículo en The New York Times, titulado «Una biografía de Bush en los tiempos del innuendo»(tergiversación), se dice que la familia es vinculada por Kelley con sexo y drogas y por nexos con los sauditas.

En el fondo, todo el estilo tergiversado y sucio que Bush ha permitido se lance contra Kerry y sus críticos u opositores, se ha vuelto contra él.Pero eso no es garantía de que no seguirá siendo el hombre más poderoso de la desordenada globalidad.

Especial de Paralelo 21

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