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Los «dictadores» populares con aciertos y la auténtica democracia

Fuentes: Axis of Logic

Traducido para Rebelión por Nivaldo Naranjo


«Los dictadores pueden ser populares. Fidel Castro ha sido inmensamente popular, lleva casi 50 años en el poder, y lo mismo pudiera ocurrir con el presidente venezolano Hugo Chávez, quien si persevera en su política de promover su revolución bolivariana invirtiendo sus petrodólares puede tener más éxitos que los cosechados hasta ahora, que no han sido pocos».

Éstas son palabras del famoso novelista y crítico literario peruano Mario Vargas Llosa.

Por lo tanto, Mario Vargas Llosa quiere decir tonterías o desatar una batalla ideológica sobre la popularidad de los presuntos «dictadores» y de los «aciertos» de Hugo Chávez.

A principios de los años 60 Vargas Llosa fue más o menos admirador de Fidel y de la Revolución cubana. Sin embargo, posteriormente y de manera trágica, cayó bajo la influencia del economista burgués reaccionario, el usamericano Milton Friedman, importante teórico que concibió mal el neoliberalismo, aconsejando privatizar todo en el país, abolir todos los programas de seguridad social para los trabajadores, la clase media y los pobres, pagar la mitad o más del producto interior bruto a los acreedores imperialistas y a las organizaciones financieras internationales y otorgar bajas concesiones con el objetivo de atraer la inversión de capitalistas extranjeros. La esencia del neoliberalismo es la política de enriquecimiento de unos pocos, disminuyendo enormemente el poder adquisitivo de la mayoría del pueblo.

En 1990, Mario Vargas Llosa se postuló para presidente del Perú con una demente plataforma neoliberal, siendo más radical que las descabelladas teorías del economista burgués Milton Friedman. Perdió en una segunda vuelta frente a Alberto Fujimori. En las elecciones presidenciales del Perú, en 2006, la Fundación Nacional para la Democracia (US National Endowment for Democracy) y la Agencia Internacional de Desarrollo (US Agency of International Development) le pagaron profusamente a Mario Vargas Llosa para que apoyara a su candidata neoliberal Lourdes Flores. Flores ocupó un triste tercer lugar en un terreno con tres candidatos principales: el patriota revolucionario Ollanta Humala y el burgués oportunista Alan García eran los otros dos. En la segunda vuelta, Vargas Llosa, al compás de los deseos del régimen usamericano, apoyó a Alan García, a quien Vargas con desagrado aprobó como «el menor de los dos males.» García ganó en medio de cacusaciones de fraude.

Durante los últimos veinte años, conforme la calidad y la cantidad del trabajo artístico de Mario Vargas Llosa como novelista y crítico literario disminuían hasta niveles patéticos, intensificó y amplió sus servicios políticos e ideológicos… por tarifas considerables… al imperialismo usamericano. Vargas Llosa, inflexible y mecanístico, no posee talento para la batalla ideológica; simplemente se aprovecha de su prestigio como novelista. A pesar de que sus dotes artísticas se están debilitando a ojos vistas, debería mantenerse apegado al arte.

De cualquier modo…

Concepto de democracia

La dictadura, al igual que la democracia, admite un buen número de definiciones. La definición de dictadura más ampliamente divulgada es más o menos la negación de la democracia. AEn términos más rudimentarios, democracia es, a veces se nos dice, una forma de estado en el cual:

1. El Poder supremo sobre un territorio o pueblo radica en un grupo de ciudadanos con derecho al voto. A veces a esto se le llamó el principio de la soberanía.

2. Estos ciudadanos eligen al menos a los representantes claves, quienes en realidad ejercen el poder o el llamado principio electoral.

3. Estos representantes son responsables ante los ciudadanos a través de instituciones tales como referendos revocatorios, reelecciones, separación de poderes, magistratura independiente, prensa libre, etc. Éste es, desde luego, es el principio de la responsabilidad.

4. Por último, estos representantes ejercen el poder de acuerdo con el imperio de la ley; obviamente, éste es el principio que con más frecuencia se cita y se ensalza.

Por lo tanto, la definición más ampliamente aceptada de dictadura parece suponer la negación de uno o más de estos cuatro rudimentarios principios de la democracia.

Generalmente, los demócratas burgueses fundamentan sus juicios sobre lo que es dictadura solamente en tres de los cuatro principios: la negación ya sea del principio electoral o el de la responsabilidad o el del imperio de la ley o una combinación de los tres.

La democracia cubana

Aquellos que insisten en que la democracia burguesa es el único tipo de democracia, niegan con frecuencia y argumentos moralistas el carácter democrático del gobierno de Cuba, ya que las elecciones en la isla son con candidatos múltiples de la misma ideología y sin partidos diferentes. Estos demócratas de riqueza y privilegio creen que las elecciones con candidatos múltiples de la misma ideología violan más el principio electora que las pluripartidistas,y que las primeras transforman el régimen resultante en una dictadura.

Los demócratas burgueses no pueden entender que las elecciones pluripartidistas son sólo una forma de elecciones con candidatos múltiples, pues las pluripartidistas no constituyen la única forma. De hecho, algunos ideólogos tanto burgueses como marxistas sostienen que el sistema multipartidista es exclusivista, con lo que deliberadamente desalientan las candidaturas individuales que, de otro modo, se postularían en elecciones en las que la ideología política no se discute.

El Partido Comunista de Cuba prohíbe por ley seleccionar a sus candidatos y hacer campañas electorales, si bien no son pocos los comunistas, como Fidel, que se presentan como candidatos a título personal. El Partido Comunista en Cuba es estrictamente no electoral.

Siendo el nivel más elevado de la esfera política, el Estado se divide en varias formas: ya sea en democracia, autocracia, oligarquía (es decir, la junta, lo que está más de moda) o monarquía, etc. Se dice, pongamos por caso, que cualquier forma de estado que no sea una democracia es una dictadura; y, una vez más, se insinúa que la dictadura es una negación de la democracia.

Esta forma de estado llamada democracia se subdivide, a su vez, en formas subordinadas, llamadas parlamentarias (como en el Reino Unido) o presidenciales (como en USA antes de Bush). Los ideólogos burgueses usamericanos insisten con frecuencia en que su preciosa forma presidencial es «la democracia representativa», lo cual da por subentendido que la forma parlamentaria es menos representativa o, incluso, que no es nada representativa. Por ejemplo, el imperialismo usamericano cambió el borrador de la Carta Democrática Interamericana de la OEA para que adoptase una inclinación hacia la forma presidencial que, a todas luces, favorece a USA. Antes de 2001, la OEA rechazó la propuesta de dicha Carta bajo el liderazgo de Venezuela, ya que expresa la arrogancia y la vanidad usamericanas sobre la democracia. Pero en la reunión de la OEA sobre el 11/9, el día que fueron atacadas las Torres Gemelas, el secretario de Estado Colin Powell lloriqueaba inconsolablemente por el ataque y estaba claro que no iba a dejar de hacerlo a menos que la OEA adoptara dicha Carta como un tratado y ley internacional. Incluso Venezuela votó a favor de la farsa para así detener el lloriqueo de Powell. Una vez que la Carta se convirtió en ley internacional, Condoleezza Rice anunció sin muchos rodeos que el imperialismo usamericano, actuando a través de la OEA, tiene el derecho legal de «intervenir» en los asuntos internos de los estados miembros de la OEA si sus democracias no imitan al gobierno usamericano.

En abril de 2002, el imperialismo usamericano intervino en Venezuela derrocando la democracia e instalando una dictadura favorable a los yanquis, que en dos días fue depuesta por el pueblo venezolano.

(Es evidente que cualquier forma o subforma de democracia puede tener un contenido burgués, proletario o de otra índole social.)

La democracia cubana, con su glorioso contenido proletario, está más cerca de la forma de democracia parlamentaria que de la presidencial. Pero para ser precisos, la forma cubana es realmente un híbrido entre las formas parlamentaria y presidencial. La mayoría de los regímenes en América Latina imitan, en mayor o menos medida, la variante presidencial usamericana. En el Caribe anglófono, por otro lado, la mayoría de los regímenes siguen la forma parlamentaria. No obstante, incluso entre las formas parlamentarias existentes ahora en el Caribe hay grandes diferencias. Por ejemplo, en algunos países caribeños se le permite al partido mayoritario dentro del cuerpo legislativo elegir al jefe del gobierno, mientras que en otros dejan que los líderes del partido mayoritario escojan al jefe.

De cualquier modo, Cuba toma tanto de las formas latinoamericanas como caribeñas.

En cuanto a Cuba se refiere, los demócratas burgueses ponen específicamente como objeción que la elección del Consejo cubano de Estado la realizan los diputados electos a la Asamblea Legislativa. Todos los miembros del consejo deben ser miembros de la Asamblea Legislativa. A su vez, el consejo elige a su presidente, que ejerce tanto de jefe de estado y de gobierno. En la actualidad es Fidel (quien provisionalmente le transfirió el poder a Raúl Castro en julio de 2006). Las decisiones del Consejo de Estado deben ser ratificadas por la Asamblea Legislativa. El Consejo de Estado también elige al Consejo de Ministros. Los dos consejos constituyen conjuntamente la rama ejecutiva del Estado.

Los partidarios de la forma presidencial de la democracia burguesa se quejan de que esta forma cubana no tiene en cuenta (1) la elección directa del jefe del Estado o gobierno (así, se pone entredicho el principio electoral); (2) debilita la separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo (el principio de responsabilidad) y, una vez más, (3) la vieja mentira de que las elecciones con candidatos múltiples de un solo partido no son legítimas (de nuevo, el principio electoral).

En lo que respecta a 1) la elección directa del jefe de estado, sólo una pocas formas parlamentarias existentes tienen en cuenta la elección directa del jefe del Estado o del gobierno. La persona que ocupa el cargo de jefe del Estado o del gobierno dentro de los miembros del cuerpo legislativo es aquel que gana una mayoría legislativa y no una mayoría popular para el puesto ejecutivo. En la forma presidencial, a menudo al presidente lo elige el pueblo, excepto en los santurrones United States of America, donde un puñado elegido o designado de individuos escogen al presidente: algunas veces coincide con el voto popular y otras es contrario al voto, como en 2000 y 2004.

En lo que respecta a 2), que debilita la separación de poderes entre el ejecutivo y el legislativo, la forma parlamentaria apunta intencionalmente a una relación más cercana entre el ejecutivo y el legislativo, ya que los principales líderes son también legisladores. Quienes prefieren la forma parlamentaria de democracia creen que la cercanía entre los poderes ejecutivos y legislativos es un aspecto fuerte de dicha forma, no un punto débil.

En lo que respecta a 3) o a la ilegitimidad de las elecciones con candidatos múltiples cuyos candidatos sson ajenos al multipartidismo, ya hemos analizados esta rara idea y la hemos considerado absurda; en realidad, se trata de un burdo disparate.

Así, no existe necesariamente nada de inconsistente entre el concepto general de democracia (formulado arriba) y la forma específica parlamentaria / presidencial de democracia que reina en Cuba. De entre el núcleo principal de países imperialistas agresivos que más saquean a otros países y causan más holocaustos: USA, – el Reino Unido, Australia y Nueva Zelanda -, estos tres últimos, más o menos, siguen la forma parlamentaria de democracia.

Los demócratas burgueses niegan con frecuencia que los trabajadores cubanos respetan el principio del imperio de la ley… también, incluso si dichos trabajadores observan escrupulosamente su constitución y sus leyes, tal vez más que en cualquier otro régimen. La esencia de esta objeción de los demócratas burgueses es que la Constitución y las leyes cubanas no son realmente «leyes», ya que el Estado en Cuba carecería tanto de un contenido burgués como de una forma democrática. Es evidente que a dicha objeción le falta fundamento.

Los imperialistas usamericanos y sus títeres, como Mario Vargas Llosa, no ponen objeciones de ninguna índole a los estilos parlamentarios de democracia con la selección indirecta o legislativa del jefe de gobierno, siempre y cuando el régimen resultante tenga un contenido burgués, es decir, un régimen en el cual el poder sea ejercido principalmente por la burguesía o por la vergonzosa cola de su clase media y los imperialistas foráneos.

Sin embargo, en Cuba el 97% de los legisladores municipales, provinciales y nacionales son trabajadores. Son ellos quienes ejercen fundamentalmente el poder. Mejor aún, es indudable que la clase trabajadora cubana, que es la gran masa del pueblo de la isla, en su mayoría impide cada año aque los voraces imperialistas y otros neoliberales saqueen y exploten billones de dólares.

En general, la democracia del proletariado, ya sea en su forma presidencial o parlamentaria, no importa cuán inmaculada, resulta intolerable para los demócratas burgueses, ya sean estos reaccionarios, moderados o liberales. Basta con que la democracia tenga un contenido proletario para que la burguesía manipuladora e invariablemente la acuse de dictadura.

La única característica que la democracia cubana comparte con la forma presidencial es la unidad del jefe de Estado y el gobierno en una sola persona. Por ejemplo, Fidel es el presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. De la misma manera, Bill Clinton, el último presidente usamericano constitucionalmente elegido, fue jefe de Estado y del gobierno que él mismo nombró.

Por otro lado, algunas formas parlamentarias tienden a menospreciar las figuras decorativas de la monarquía o las incapaces figuras ceremoniales como jefes de Estado, que concentran todo el poder ejecutivo en el cargo de jefe del Gobierno, con frecuencia denominado primer ministro.

La democracia venezolana

Resulta aún más difícil de entender cómo el títere Mario Vargas Llosa puede llamar dictadura al gobierno venezolano. A las claras, no existe negación del principio electoral en Venezuela, ya que las elecciones multipartidistas de este país son las que más de cerca se vigilan en el mundo. Por ejemplo, la OEA, USA, el Centro Carter, además de otras 23 organizaciones electorales de vigilancia se lanzan en estampida a Venezuela cada vez que tiene lugar una elección.

En las elecciones presidenciales de diciembre de 2006, alrededor de veintitrés partidos compitieron. Sin duda, 23 partidos califican unas elecciones como multitudinarias. Hubieran sido más si la burguesía no hubiera incitado a algunos partidos a retirarse de la contienda.

En lo que se refiere al principio de responsabilidad, el gobierno de Venezuela le lleva la delantera a los otros regímenes del hemisferio occidental en el cumplimiento de este principio democrático, tal como lo atestigua el referendo revocatorio presidencial de agosto de 2004. En USA, por ejemplo, los ciudadanos carecen del derecho de revocar a George W. Bush, el ocupante no elegido, ilegal e inconstitucional de la Casa Blanca. De modo parecido, en el hemisferio occidental la mayoría de los regímenes no tienen una disposición constitucional o legal para retirar a un jefe de Estado o de Gobierno.

Por supuesto, el régimen usamericano, sus marionetas ideológicas en el ámbito mundial y, especialmente, la oposición burguesa en Venezuela carecen de prestigio y estatura para invocar el principio del imperio de la ley contra Hugo Chávez tras haber conspirado para derrocar violentamente la democracia venezolana en abril de 2002, puesto que la dictadura burguesa de 2 días y el fantoche yanqui Pedro Carmona anularon la Carta Magna venezolana, disolvieron la Corte Suprema y dispersaron el cuerpo legislativo.

¿Acaso tal acto de estos «demócratas» despreciables de la burguesía venezolana mostró algún respeto por el imperio de la ley? El régimen usamericano de Bush y la prensa capitalista yanqui se apresuraron a reconocer y acoger con agrado el derrocamiento de la democracia venezolana en abril de 2002. Por ejemplo, solo 6 de 15.000 periódicos usamericanos criticaron ya fuese el derrocamiento o la dictadura resultante. Casi todos ellos se regodearon en el derrocamiento. Los títeres ideológicos globales que trabajan para el imperialismo yanqui, como Mario Vargas Llosa, se hicieron eco de las mentiras del régimen usamericano y de los medios burgueses de ese país.

La crítica más escuchada contra Chávez provino de los demócratas burgueses, incluido el taimado y elocuente Mario Vargas Llosa. Según ellos, Chávez socava la separación de poderes y concentra el poder en la rama ejecutiva del gobierno bajo su control. Dicen que los partidarios de Chávez controlan las ramas ejecutivas, judiciales y legislativas del gobierno, además de las agencies independientes gubernamentales; por ejemplo, el ejército, el Banco Central y PDVSA, la compañía de petróleo, propiedad del gobierno.

En cuanto al control revolucionario de los partidarios de Chávez del poder legislativo, en diciembre de 2005 los demócratas burgueses de Venezuela boicotearon estúpidamente las elecciones legislativas, entregándole generosamente a los partidarios de Chávez todos los escaños legislativos; pero la Asamblea Nacional venezolana no se debe comparar con la aprobación automática del degenerado Congreso usamericano, cuando los partidarios de Bush controlaban el senado y la cámara de representantes antes de noviembre de 2006. El Partido Republicano, con mayoría en el cuerpo legislativo usamericano, no ejerció su poder en defensa de la Constitución usamericana y del imperio de la ley. El Partido Republicano permitió que Bush violara e ignorara la ley. Permitieron que Bush anexara decretos al firmar más de un millar de leyes; los decretos decían que Bush no aplicaría la leysi no lo deseaba. Y no lo deseó una y otra vez. Los legisladores del Partido Republicano dejaron que Bush violara los tratados que formaban parte de «la ley suprema del país». Dejaron que Bush pisoteara las libertades civiles del pueblo usamericano. Los miembros del Partido Republicano tuvieron la mayoría en las dos cámaras del cuerpo legislativo usamericano antes de Bush; pero esos miembros anteriores del Partido Republicano, al igual que la actual Asamblea Nacional venezolana, no dejaban actuar al presidente caprichosa, inconstitucional y dictatorialmente con el poder ejecutivo.

Los poderes ejecutivo y legislativo de Venezuela comparten el poder de una manera igual y coordinada con mutuo respeto por la Carta Magna y el imperio de la ley, no la concentración de los poderes de ambas ramas en el ejecutivo.

En cuanto al control revolucionario del poder ejecutivo en Venezuela, la constitución de dicho país le entrega el poder ejecutivo al presidente, directamente elegido por sus ciudadanos. Antes de Chávez y bajo Chávez, hasta el derrocamiento del gobierno venezolano en abril de 2002, el control del ejército de Venezuela residía en la Casa Blanca y en el Pentágono, en Washington. Después del golpe de abril de 2002, finalmente Chávez barrió la bazofia y a los traidores proimperialistas. Antes del golpe de abril de 2002, el Pentágono armó, entrenó, mandó y corrompió a los militares venezolanos.

Este estado de cosas violaba la Carta Magna venezolana que estipula que el presidente «dirigirá las Fuerzas Armadas Nacionales en su carácter de Comandante en Jefe».

La restauración del mando presidencial sobre el ejército venezolano no es una concentración ilícita del poder, ya sea en o dentro de su rama ejecutiva.

Por lo que respecta a PDVSA, la compañía petrolera estatal, antes de Chávez estaba controlada por los imperialistas yanquis, en su mayoría por bancos y compañías petroleras usamericanas. Antes de Chávez, PVDSA se esforzaba por suministrar el petróleo más barato a los imperialistas millonarios yanquis, despojando al pueblo de Venezuela de los ingresos que desesperadamente necesitaba. Hoy, las ganancias de PDVSA se vierten, en gran escala, en la construcción de viviendas, salud, educación y alimentos para el pueblo venezolano, dueño del petróleo, que es propiedad estatal. Los babosos demócratas burgueses argumentan que PDVSA ya no es independiente, puesto que en la actualidad colabora muy de cerca con el gobierno venezolano y no con el régimen usamericano y los imperialistas yanquis. El meollo del asunto está en que ahora PDVSA se libró de la dominación imperialista y es más independiente que nunca antes.

Una estrecha cooperación no significa la pérdida de la independencia de una agencia gubernamental o la concentración de los poderes dentro de la rama ejecutiva. Puede suponer una coincidencia de intereses entre el poder ejecutivo y la agencia gubernamental independiente.

En lo tocante al Banco Central, en otro tiempo el 95% de las reservas de divisas venezolanas se invertían en bonos del Tesoro usamericano, billetes de banco, bonos y en otros denominados valores del dólar usamericano, a pesar del debilitamiento prolongado del dólar usamericano, algo que le costaba al pueblo de Venezuela billones de dólares, pero era inmensamente útil a los imperialistas yanquis y a su régimen en Washington. Antes de Chávez, firmas inversoras de USA, particularmente Goldman Sachs y, desde luego, el Sistema de la Reserva Federal usamericana, dictaban la política monetaria de Venezuela únicamente en beneficio del imperialismo yanqui. Después de recuperar su independencia de los amos imperiales en USA, el Banco Central de Venezuela ha aumentado enormemente sus reservas, diversificó sus inversiones y empleó sus considerables recursos para mitigar la pobreza de su pueblo, todo para disgusto de los imperialistas.

La estrecha colaboración entre el Banco Central y el poder ejecutivo bajo Chávez no supone socavar la separación de poderes. Más bien avala el hecho de que los poderes separados han decidido perseguir independientemente el mismo fin: la eliminación de la pobreza, a pesar de la oposición de los avariciosos imperialistas yanquis y sus acobardados títeres en Venezuela.

En lo que se refiere al control revolucionario de la magistratura, en realidad es cierto que la mayoría de los jueces en la Corte Suprema venezolana son partidarios del proceso revolucionario. En Venezuela, esto no incapacita para servir en la corte. La cuestión real no es si la mayoría de los jueces de la Corte Suprema son partidarios revolucionarios, sino si esta mayoría, en el ejercicio de su poder judicial, respeta el imperio de la ley y si esta mayoría se creó de acuerdo con el imperio de la ley.

Por ejemplo, la mayoría de los jueces en la Corte Suprema de USA son del Partido Republicano. Esta mayoría le dio la espalda al imperio de la ley en la tristemente célebre victoria de Bush contra Gore en el año 2000, que legitimó la dictadura del Partido Republicano a través de USA.

En Venezuela, los llorones demócratas burgueses no pueden objetar que una sola decisión tomada por la Corte Suprema haya violado la Carta Magna venezolana o el imperio de la ley.

En lo referente a cómo esta mayoría judicial revolucionaria se creó, la Constitución estipula que la Asamblea Nacional … la Asamblea Legislativa… puede cambiar el número de jueces en la Corte Suprema … una cuestión de las leyes orgánicas … por una votación de dos tercios del número de legisladores presentes en el momento que tiene lugar dicha votación, y no los dos tercios de los legisladores electos a la Asamblea Legislativa, como muchos de los demócratas burgueses y otros contrarrevolucionarios mentirosos alegan.

La votación en la Asamblea Nacional que incrementó el número de jueces sirviendo en la Corte fue aprobada, de hecho, por una mayoría de dos tercios de los diputados «presentes», en estricto cumplimiento del Artículo 203 de la Constitución y del imperio de la ley.

En cuanto a la separación de poderes, existe más separación entre el ejecutivo y la magistratura venezolanos que entre el ejecutivo y la magistratura usamericanos, ya que el presidente usamericano nombra a todos los jueces federales, sean supremos o los de primera instancia. En Venezuela, son los legisladores, y no el presidente, quienes nombran a los jueces de la Corte Suprema y la propia Corte Suprema designa a los jueces de primera instancia.

Los «éxitos» de Hugo Chávez

« Si [Ch á vez] persevera en su política de promover su revolución bolivariana invirtiendo sus petrodólares puede tener más éxitos que los cosechados hasta ahora, que no han sido pocos» , escribió Mario Vargas Llosa, el prestigioso pero inepto propagandista de la Fundación Nacional para la Democracia (NED) y de la Agencia de USA para el desarrollo internacional (USAID).

Mario Vargas Llosa no debería preocuparse por la perseverancia de Chávez.

Los aciertos de Chávez no resultan principalmente de invertir los «petrodólares». Más bien resultan, como los de Fidel, sobre todo del irresistible ejemplo bolivariano de socialismo, revolución, democracia y ética. Desde el punto de vista de la ideología burguesa, Vargas Llosa cometió un craso error al comparar la popularidad de Fidel con la de Hugo Chávez, ya que Fidel nunca tuvo «petrodólares». Vargas Llosa, por lo tanto, muestra que los «petrodólares» no son una condición necesaria para la popularidad.

Sin embargo, los «petrodólares» ayudan.

No queda claro a qué se refiere Mario Vargas Llosa con los «éxitos» de Chávez. El término es un tanto subjetivo. Supongamos que Mario Vargas Llosa está hablando sobre los «éxitos» internacionales de Chávez, ya que el término «dictador» parece resumir los disparates de Mario Vargas Llosa en materia interior. En asuntos internacionales, el desempeño de Chávez ha sido fenomenal: (1) ha unido a los trabajadores de América Latina en la Alternativa Bolivariana par las Américas (ALBA); (2) ha reunido a los trabajadores y los sectores de la burguesía patriótica de América Latina en el Mercosur, la organización económica de América del Sur. El Mercosur reorganizado hizo añicos y lanzó a la basura la propuesta de Bush sobre el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA); (3) ha agrupado a los trabajadores y a una buena parte de la burguesía y la clase media del Caribe en Petrocaribe, la organización energética entre Venezuela y el Caribe y (4) el aumento y la ampliación de la cooperación entre Venezuela y los regímenes verdaderamente soberanos incluidos, entre otros, Corea del Norte, Irán, Laos, Vietnam, China, Rusia, la India y Belorusia. Por si fuera poco, a esta lista de «éxitos» debemos sumarle (5) la fundación de Telesur, la cadena de televisión revolucionaria continental y (6) Misión Milagro, un programa cubano-venezolano que ya le devolvió la vista a alrededor de 500.000 ciegos o débiles visuales, mayormente en América Latina y el Caribe. Misión Milagro elevó a Chávez en América Latina al estatus de un trabajador milagroso, cual el viejo Nazareno, quien también le devolvió la vista a los ciegos. Para finalizar, Chávez está resuelto a (7) consolidar los lazos estratégicos con un gran número de países africanos que resueltamente apoyaron a Venezuela en la infructuosa batalla para que ocupara un escaño en el Consejo de Seguridad de la ONU.

Estos «éxitos» no tienen todos la misma importancia. El más importante de todos los «éxitos» lo constituye el ALBA, la extensa asociación económica proletaria o, al menos, son estados con una orientación proletaria, que ahora incluye a Venezuela, Cuba, Bolivia; en abril de 2007 Nicaragua y, quizá Ecuador, confían en ingresar.

Si Nicaragua no se une al ALBA este año, será una sorpresa. Daniel Ortega, el líder nicaragüense, asistió a la reunión del ALBA que tuvo lugar en La Habana el pasado abril de 2006. En dicho encuentro participaron como protagonistas Fidel Castro, Hugo Chávez y Evo Morales. «Daniel, debes regresar el próximo año a este encuentro como presidente de Nicaragua,» se lo hizo saber Hugo Chávez a Ortega al acercársele con gentileza.

El 10 de enero de este año, Ortega se convirtió en presidente de Nicaragua.

Si Ecuador se les une, será una conmoción, ya que el carácter o el contenido proletario del nuevo régimen no está muy claro. Algunos observadores ven el contenido del nuevo régimen ecuatoriano sólo como un tanto humanista de la clase media liberal y no como proletario revolucionario.

¿Nadie se preocupa por el principio de soberanía de la democracia?

De todos los principios de la democracia, el que suelen negar las dictaduras latinoamericanas no es ni el principio electoral ni el de la responsabilidad, como tampoco lo es el del imperio de la ley. Más bien es el principio de la soberanía, es decir, la idea de que el poder supremo sobre el pueblo y el territorio se le confiere al pueblo o, al menos, a alguna clase o raza o nacionalidad del pueblo que habita, y no que ocupa, el territorio.

Puede ser que Mario Vargas Llosa no se haya dado cuenta de lo anterior, pero cuando balbuceó que «Castro ha sido inmensamente popular» hablaba de forma melodramática e inculta de la soberanía cubana.

La mayoría de los ideólogos y demócratas burgueses no reconocen la soberanía como un principio democrático. La verdad es que la mayoría de los demócratas burgueses en América Latina no alcanzan incluso a comprender el concepto de soberanía.

El dictador latinoamericano, en la mayoría de los casos, era más un títere que un dictador. Para algunas personas, excepto para Mario Vargas Llosa, compaginar los conceptos de títere y dictador como una sola identidad no resulta fácil. En América Latina la mayoría de los demócratas burgueses en el poder son incluso hoy marionetas, pero nadie los llama dictadores.

En la mayor parte de la América Latina de nuestros días, el poder supremo sobre el pueblo y el territorio reside en la Casa Blanca, el Pentágono y las grandes corporaciones usamericanas, no en el régimen local de los neoliberales y limpiabotas.

Pero sin soberanía la democracia nunca puede existir. La causa para esta imposibilidad estriba en que la democracia es una forma de Estado y el Estado es una cosa que ejerce el poder. Si las cosas carecen de poder no son un Estado, mucho menos una forma particular de Estado.

Pero la existencia de soberanía no implica en sé misma la existencia de democracia.

Tomemos, por ejemplo, el régimen de Bagdad, que alega haber celebrado elecciones, es responsable y respeta el imperio de la ley. Incluso si todo o algo de esto fuera cierto… (pero no lo es), el régimen iraquí no sería una democracia, debido a la inexistencia de soberanía. Sucede que el poder supremo en Iraq se encuentra en la Casa Blanca, el Pentágono y las compañías petroleras yanquis que le han impuesto a Iraq, a su pueblo y a su territorio, una dictadura militar usamericana de ocupación, mal disfrazada de régimen de títeres y traidores locales.

Casi a diario George W. Bush y los otros peces gordos del imperio usamericano salen en la televisión e informan al mundo sobre lo que ellos van a hacer con Iraq y lo que el régimen de Bagdad tiene que hacer.

Algo parecido a esto existe en la mayor parte de América Latina, donde un vecino impotente luce la coloreada banda presidencial, pero George W. Bush, el Pentágono, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) son los que realmente ejercen el poder sobre el pueblo y el territorio. Los nacionales simplemente administran las políticas que los imperialistas aprueban.

Esta espuria «democracia» sin soberanía es especialmente el caso de Perú, la patria de Vargas Llosa, ahora prisionera en un reciente tratado de Libre Comercio con el imperialismo yanqui. Estos tratados de libre comercio con USA aún en elaboración son documentos de un volumen de 2,000 páginas que determina el curso de cada aspecto de la sociedad de Perú. Pero a Mario Vargas Llosa le gusta esta «democracia» grotesca y falsa, privada de poder. él pone como ejemplo esta cosa o farsa vergonzosa y deleznable como un modelo a imitar para los otros.

Mario Vargas Llosa es una de esas raras personas que hipócritamente creen que la privatización de los medios de producción es lo mismo que la soberanía.

En Cuba y en Venezuela, la soberanía… el poder supremo del pueblo… es el más esencial de todos los principios de la democracia.

Ésa es la razón por la que Mario Vargas Llosa no puede soportarlos.

Fuente: http://www.axisoflogic.com/artman/publish/article_23729.shtml

Arthur Shaw es un sindicalista jubilado usamericano que reside en Houston (Texas). Ha enseñado teoría marxista y leninista a trabajadores en Nashville, Nueva York, Tampa y Houston. Fue un opositor a la guerra del Vietnam y a las agresiones de su país contra países centroamericanos. Es colaborador habitual del sitio web usamericano www.axisoflogic.com.