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Los kurdos proclaman Región Federal en el norte de Siria

Fuentes: Rebelión

Hace unos días la Administración Autónoma Kurda ha anunciado la proclamación de la Región Federal kurda. De esta forma, se formaliza el estatus del que en la práctica ya gozaba el territorio del Kurdistán sirio controlado por el PYD / PKK kurdo desde que empezara en la guerra civil siria, ó intervención mercenario-salafista extranjera en […]

Hace unos días la Administración Autónoma Kurda ha anunciado la proclamación de la Región Federal kurda. De esta forma, se formaliza el estatus del que en la práctica ya gozaba el territorio del Kurdistán sirio controlado por el PYD / PKK kurdo desde que empezara en la guerra civil siria, ó intervención mercenario-salafista extranjera en Siria, en 2011. El PKK, ó Partido de los Trabajadores del Kurdistán, es una histórica organización de izquierda marxista independentista kurda, que domina la vida política del Kurdistán tanto en Turquía como Siria. Su filial siria se llama PYD (Partido Democracia y Libertad). Cuenta en el Norte de Siria, con una organización de milicias armadas, denominadas YPG (Unidades de Protección del Pueblo) e YPJ (Unidades de Protección Femeninas).

Durante décadas ha liderado la resistencia frente a la represión del Estado turco y sirio en sus respectivas regiones, y frente al no reconocimiento de la lengua, identidad y cultura kurdas por sus respectivos regímenes (nacionalistas turco y árabe respectivamente). Tras unos breves enfrentamientos con el Ejército Árabe Sirio desde el inicio de la guerra civil en 2011, éste optó por retirarse del Kurdistán sirio, conformándose así la Administración Autónoma Kurda. Desde entonces ha habido un pacto de no agresión, al principio no declarado, entre las YPG y el gobierno sirio; a partir de aquí la lucha del PYD / YPG se ha centrado en Siria en resistir frente a sucesivas oleadas de ataque de Frente al-Nusra / Alqaeda, y las facciones más reaccionarias del Ejército Libre Sirio (bajo la influencia de los Hermanos Musulmanes y de Turquía) al Kurdistán Sirio, y posteriormente, de Estado Islámico, a la par que el asedio por la retaguardia y eventuales ataques en Turquía e Iraq del Estado turco.

Así, esta experiencia de resistencia y autogobierno ha permitido poner en práctica dos cosas: primeramente un aparato eficaz de resistencia contra la represión de distintos Estados burgueses y contra la amenaza de la limpieza étnica y la dictadura religiosa por parte de Alqaeda y Estado Islámico. En segundo lugar, un interesante experimento social en la región virtualmente independiente del Norte de Siria, que consiste en un mayor predominio de la cultura y lengua kurda, en una administración pluriétnica laica, con representación de todas las etnias, confesiones y culturas, y en mecanismos de democracia participativa, así como de ciertos elementos de redistribución y planificación de recursos en lo económico, ó proto-socialismo, que han contribuido a aminorar la brecha social, pese a los estertores y drama de la guerra. La reciente proclamación de la Región Federal kurda, sólo haría formalizar y sistematizar sobre el papel lo que ya viene ocurriendo de facto, dándole un aire institucional. Esta Región Federativa tendría una base no étnica (no sólo kurdos), sino territorial, que incluiría a minorías árabes, asirias, y otras minorías étnicas representadas políticamente en la federación.

Pues bien, tanto la oposición pro-imperialista siria, como el régimen Ba`ath (nacionalista árabe o panárabe), encarnizados enemigos en la guerra civil-mercenaria, se han dado rápidamente la mano en este caso en rechazar, conjuntamente, los intentos de la Izquierda kurda de poner en marcha una Región Federal en el norte del país. Estas declaraciones son particularmente graves, ya que hacen temer la posibilidad de represalias a los kurdosirios y sus organizaciones políticas una vez el Ejército Árabe Sirio haya ganado al salafismo y oposición armada mercenaria, con ayuda de Rusia, la partida.

Caso de materializarse, el proyecto de la Región Federal kurda permitiría extender y desarrollar los organismos de democracia popular que desde el inicio de la guerra civil en 2011 vienen poniéndose en marcha impulsados bajo el liderazgo de las YPG/PYD, junto con otras organizaciones y movimientos sociales. Mecanismos que han permitido desarrollar una amplia y efectiva resistencia contra la reacción salafista en lo militar e ideológico, a la par que una alternativa al régimen autoritario del Ba`ath; evidentísimo mal menor este Ba`ath, sin embargo, en el resto del país (y durante años un factor de progreso), al ser la única fuerza ó estructura político-estatal-militar con suficiente organización como para hacer frente a la barbarie salafista-wahhabí de Estado Islámico, Frente al-Nusra, Ahrâr al-Shâm y otros grupos (los dos últimos han llegado a estar financiados en distintas etapas por Turquía, Qatar y Arabia Saudí), y a los grupos mercenarios financiados por el imperialismo extranjero, como el Ejército Libre Sirio, y otros; todo esto además de ser el Ba`ath la única organización que durante años ha sido capaz de poner en marcha y desarrollar las infraestructuras, industria, servicios, economía y cultura en el resto del país sin ser una colonia.

El panorama o puzzle político es, conjuntamente con el militar, por tanto, cuanto menos complicado y complejo.

Política y armada. Las dos oposiciones.

Cabe destacar que tanto desde antes como desde el inicio del conflicto existieron en Siria dos oposiciones: una política y otra armada. La primera, la oposición política, está radicada en Siria y formada por sirios, era y es contraria a toda forma de intervención extranjera y al uso de las armas como forma de poner en marcha su programa, alcanzar el poder o hacer la revolución, iniciar la transición política, etc. Esta oposición política incluye a las organizaciones de izquierda árabes y kurdas coaligadas en la Hay’a al-Tansîq, Coordinadora de Transición, en toda Siria, y en el norte del país, a las YPG ó Izquierda nacionalista kurdo-siria (favorables a la proclamación de una Región Autónoma ó Federal Kurda).

La segunda oposición, la armada, estaba compuesta sobre todo por organizaciones cuyos miembros se encontraban en el extranjero, contaban con financiación y apoyo mediático de la burguesía, y abarcaban a partidos o tendencias tanto (neo-)liberales (apoyados por los «Demócratas» y «Republicanos» yanquis), como islamistas de la Hermandad Musulmana (apoyados por Turquía, e inicialmente Qatar y Arabia Saudí). Esta oposición armada se diferenciaba de la primera en que sí pedía abiertamente la intervención extranjera, ya fuera sobre el terreno o mediante Zona de Exclusión Aérea. Son partidarios de poner en marcha un régimen económico capitalista neoliberal, privatizando y recortando sectores públicos, y poniendo básicamente en marcha las recetas del FMI, que el régimen baathista actual se resiste a poner en marcha.

Otra característica de la oposición armada es que no dudaba ni duda en usar las armas para tratar de derrocar al régimen baathista, mucho más progresista en su programa económico y sus políticas de desarrollo de infraestructuras. Poco les importa si esto significaba abrir un proceso de guerra civil que destruya en buena parte las infraestructuras del país, se cobrase vidas humanas, malograse la actividad económica, abriese la puerta a grupos reaccionarios como Alqaeda y otros grupos salafistas, y se enquistase en una guerra prolongada de desgaste que destruyese o dejase seriamente dañada la vida civil, generando crisis humanitaria, refugiados.

Esta última oposición estaba cortada, como hemos mencionado, por la tijera del imperialismo, y de potencias reaccionarias de la zona como Turquía, Qatar, Arabia Saudí e Israel.

Por último, otra característica de la oposición armada es que está abierta a colaborar o incluir en las filas de su ejército, el Ejército Libre Sirio, a organizaciones o tendencias de ideología islamista ó salafista moderada, los cuales se caracterizan por un marcado discurso sectario «anti-chií / alawí» ó anti-minorías. La oposición armada no es «anti-sectaria».

Eso ha terminado contagiando ideológicamente a importantes sectores de la oposición armada y el ELS, que se han ido radicalizando, y pasándose a grupos salafistas, o a postulados ideológicos islamistas, salafistas y sectarios, abonando así el terreno a Frente al-Nusra, Estado Islámico y Ahrâr al-Shâm (las tres principales organizaciones terroristas salafista-wahhabíes).

Uno de los problemas con que contó el régimen desde el principio es con la ineficacia de algunas de sus unidades para mantener el territorio ante la división de frentes allí donde no contara con una base de apoyo social fuerte. Ello ha hecho que cada vez se tenga que replegar más hacia las zonas más pobladas, donde su presencia es más fuerte, abandonando las zonas provincianas, rurales y desérticas del país y perdiendo importantes enclaves como Raqqa, Palmira, partes de Aleppo, y en un principio partes de Homs, Hama, o territorios como Idlib, Dera’a, el este, algunos enclaves del área montañosa fronteriza con Líbano por el oeste, etc.

Sin embargo, la izquierda kurda, liderada políticamente por el PYD (PKK en Turquía), cuyas milicias armadas son las YPG, nunca tuvieron este problema. Pudiendo resistir incluso frente a las mayores dificultades y adversidades en medio de un bloqueo brutal, en el Norte de Siria, frente a Alqaeda y a las facciones del ELS más reaccionarias, salafistas ó derechistas, o serviles a Turquía, y posteriormente frente a Estado Islámico. Aguantaron un asedio de meses en Kobani, mientras Turquía les cerraba la frontera impidiendo al principio, luego dificultando, el paso de suministros, municiones, víveres y combatientes. Y Recuperaron y expulsaron a Estado Islámico. A partir de ese momento reconquistaron casi todo su territorio, del que habían sacrificado parte, y empezaron a avanzar hacia el sur, liberando una enorme cantidad de pueblos, aldeas y campo vecino, incluso poblaciones de mayoría no kurda, sino asiria, cristiana o árabe, llegando a situarse a poca distancia de Raqqa.

Allí donde compartían frentes el Ejército Sirio y las YPG, los primeros tendían a sufrir pérdidas territoriales o de posiciones frente a Estado Islámico, mientras los kurdosirios mantenían sus posiciones y retomaban con «facilidad» terreno (no sin sufrir bajas).

Esta situación del régimen no se ha empezado a revertir hasta la llegada de la aviación rusa y del apoyo militar abierto de Rusia, Irán y Hizbullâh al Ejército Árabe Sirio. Sólo entonces se ha conseguido parar de forma clara el retroceso en todos los frentes y comenzar a registrar avances.

Es decir, la Administración Autónoma Kurda, gracias a contar con un régimen más democrático, menos autoritario, no corrupto, con formas de proto-socialismo y con organismos de democracia participativa, donde la gestión va desde lo local hasta lo regional y de abajo arriba, se ha demostrado militarmente desde el principio mucho más eficaz que el régimen Ba`ath.

A su vez, la Administración Autónoma Kurda había sido un factor clave en la lucha contra el terrorismo, en la liberación de territorios y en la reconquista de terreno, gracias a su alto al fuego con el régimen y a no querer empuñar en ningún momento las armas contra Asad para obtener sus fines políticos (a sabiendas de que eso destruiría el país y sería aprovechado por sus mortales enemigos, los salafistas).

Y ahora que formalizan esa estructura política y comienzan a dotarla de unas instituciones permanentes, sin embargo el régimen se apresura a amenazar con tomar represalias si siguen adelante con su estructuración político-económico-administrativa. Después hablan de «transición a la democracia», ¿a qué «democracia», a la liberal-capitalista que quieren la oposición armada desde el extranjero, la UE, el FMI, EEUU y el sionismo?

¿O a la democracia popular participativa que ya se practica en el Norte de Siria, y que hace que la mayoría de la población se identifique, se sienta parte y se entusiasme con el gobierno?

El apoyo de la población árabe al régimen sirio se debe, por una parte, a que pertenecen a minorías religiosas y étnicas amenazadas por el salafismo, y el régimen es un régimen laico. Se debe a que son la única oposición militar efectiva frente al terrorismo y la oposición mercenaria que quiere la dictadura religiosa o la destrucción y compra-venta del país, y son un mal infinitamente menor que la reacción yihadista o proimperialista.

Pero rara vez se debe al «entusiasmo» de la mayoría de esa población con la política del régimen (salvo quizá en los bastiones de mayoría alawí, pluriconfesional o laica por razones de supervivencia física y de defensa de las conquistas heredadas de la era Ba`ath).

Sí, es un régimen heredero de la revolución baathista de los 60 que permitió modernizar el país y desarrollar unas infraestructuras de estado moderno (sobre una base sociológica post-colonial y tribal), con industria nacional, servicios públicos de calidad y reforma agraria, separación religión de Estado, etc. Pero es autoritario, al fin y al cabo, y define su Estado como Árabe, excluyendo a otras minorías lingüísticas y étnicas. Durante muchos años la izquierda kurdosiria e incluso sectores de la oposición de izquierdas árabe recibieron la represión de este tipo de gobierno, y la lengua kurda no estuvo reconocida.

Por tanto, el régimen debe entender, que si se habla en serio de transición política, no basta con que algo no esté en la constitución para descartarlo, hay que poner encima de la mesa y discutir todas las propuestas de forma seria. Y que la alternativa a una democracia socialista participativa del tipo que quieren las YPG es una democracia liberal-capitalista neocolonizada económica y políticamente por el imperialismo de la OTAN, el FMI y las transnacionales, que es lo que quiere la «oposición» armada. Con este sistema la reconstrucción de Siria sería bastante lenta y difícil, y se daría en todo caso en base a privatizaciones, recortes, recetas neoliberales, pérdida o cierre de industrias, empeora de los servicios sociales y una creciente polarización social que haría que Siria pasase de ser una potencia regional próspera a poco menos que un país segundón árabe, un gobierno títere, y poco menos que un cero a la derecha, con una división sectaria de caballo, repuntes islamistas, problemas de terrorismo, fragmentación de gobierno, al estilo de lo que hay en Iraq. Y entonces sí, tan pronto fuera aplastada la izquierda kurda, sería sustituida por una derecha kurda esta vez sí, colaboracionista con Occidente, con Turquía, y que no se andaría con tapujos a la hora de discriminar a las minorías árabes de su territorio, de proclamar el kurdo como lengua única, rompiendo la unidad cultural con el resto del país, y de proclamar la región INDEPENDIENTE de facto, y no federal, al estilo de como pasa en Iraq. Por supuesto, sin el menor atisbo de socialismo ni de democracia participativa. Con un gobierno corrupto, autoritario, de base étnica, y donde los líderes del partido nacionalista de turno tengan allí montado su chiringuito.

El régimen baathista debe definirse:

O democracia socialista o barbarie. O Federación de izquierdas, o Estado roto aderezado con salafismo, neocolonialismo y sionismo.

No existe un término medio. E intentar mantenerlo sólo conducirá a una nueva guerra civil.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.