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Entrevista a Francisco Báez Baquet sobre "Amianto: un genocidio impune"

«Los que, sabiendo lo que sabemos, persisten en seguir explotando la extracción, uso y comercio internacional del asbesto, son de una condición infra-humana que no tiene nombre»

Fuentes: Rebelión

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las […]

Francisco Báez, ex trabajador de Uralita en Sevilla, inició en los años 70 del pasado siglo la lucha contra este industria de la muerte desde las filas del sindicato de CCOO. Ha dedicado más de 40 años a la investigación sobre el amianto. Paco Puche, otro luchador imprescindible, reseñó su obra (escrito editado en las páginas de rebelión).

***

-Me han llegado estas dos informaciones, tal vez me las haya enviado usted, no puedo precisar ahora: http://www.eldiario.es/norte/euskadi/ayuntamientos-mapa_del_amianto-enfermedad_laboral_0_367113571.html y

http://www.europapress.es/euskadi/noticia-ayuntamientos-vascos-no-aseguran-desamiantado-edificios-garantias-20150316171726.html

-¿De qué va la cosa? ¿No se asegura desamiantado con garantías?

-Se trata de conseguir un censo de edificios públicos con presencia de amianto, en sintonía con lo demandado por el Parlamento Europeo, y de momento sin mediar todavía obligatoriedad, y sin garantías de que llegue a haberla en un futuro, a ese nivel.

Un desamiantado con garantías, no está plenamente asegurado, si desde un primer momento no se conoce previamente la presencia de amianto en el edificio, porque existe la alta probabilidad de que, en el «mejor» de los casos, el derribo o la reforma se acometan sin precauciones, y sólo después de la «sorpresa», cuando el mal ya está parcialmente consumado, se proceda a tratar de paliar el desaguisado así generado. En el peor de los supuestos -frecuente, por desgracia- el derribo o la reforma se habrán consumado íntegramente, en total ausencia de ninguna precaución.

El desamiantado, con las adecuadas garantías de idoneidad, es un proceso sumamente caro, y que, en mi opinión y en la de muchos, debiera de ser sufragado por quienes en su día de beneficiaron de la venta de esos productos con contenido de amianto, cuando ya había plena constancia científica y social de sus nefastas consecuencias. Como no es eso lo que ocurre, se entiende, aunque no se comparta, el interés en ocultar la situación, negligentemente, para ahorrarse demoras de ejecución, notable incremento de los costes, recelos de futuros usuarios del inmueble, etc., etc.

Se trata de una situación similar, hasta cierto punto, a cuando se oculta interesadamente el afloramiento de restos arqueológicos, en una obra en curso de ejecución.

-También este poético mensaje: «Maestro, parece que estamos llegando a una nueva semana santa. El recordar la muerte del colega carpintero, siempre me trae nostalgia, pensando en tantos que llevan su procesión adentro, y no saben cuándo será su final. Esto de ver la lucha por el aire, es algo fatal. No puedo imaginar lo que tú sientes al ver partir a tantos, que su pecado fue ser pobres, enfermar y morir sin saber por qué. Pena cruel. El único bálsamo es el amor. Maestro: feliz semana, y que salga renovado con muchos bríos, para inspirar al mundo en quitar la cortinas que ocultaron las fábricas de los caines. Y que se vea de frente la cara del mal». ¿Quién ha escrito el texto? ¿De qué maestro se habla?

-Lo ha escrito, quien me lo envía, el técnico en prevención de riesgos laborales, y miembro de una asociación colombiana de víctimas del amianto, Carlos Julio Castro Fraume, y el tratamiento de «maestro», que me aplica, se trata, evidentemente, de una zalamería a la que yo no soy acreedor.

-En esto último discrepamos. Creo que está trabajando usted en torno a la infancia y el amianto. ¿Los niños también pueden estar involucrados en esta tragedia? ¿Por qué?

-Se publicó en «Rebelión», el pasado día 25 de marzo. He aquí el enlace de acceso al texto: http://www.rebelion.org/noticia.php?id=196895

Los niños, por supuesto, también pueden estar involucrados en esta tragedia, también lo están, y de ello ya daba cumplida cuenta en referido reciente artículo, pero, por citar ahora un único ejemplo, lo están, cuando la escuela en la que estudian esos niños está construida con materiales que contienen amianto, y esos materiales están ya en fase de término de su vida útil, como sucede ahora frecuentemente en nuestro país, con lo que, por una parte, la legislación española vigente obligaría ya a su retirada en condiciones adecuadas de seguridad, y por otra, la obsolescencia más o menos incipiente, por la friabilidad que genera -desprendimiento de fibras sueltas-, constituyen ya un evidente peligro para el personal docente, y con remarcado riesgo, para los propios niños, en los que su previsible vida potencial supera al tiempo de latencia del mesotelioma, ya que en la práctica viene a ser la única o principal dolencia maligna asociada a la exposición no ocupacional al asbesto, dado que dosis débiles, mínimas, y/o exposiciones breves, esporádicas, o incluso puntuales y únicas, pueden bastar para desencadenarlo, décadas después de haberse producido esa mínima exposición.

Hay, por descontado, otras ocasiones en las que igualmente los niños pueden verse concernidos por la mortal nocividad del «lino de los montes» o «lana de la salamandra»: el amianto.

-Vuelvo a su libro. Estábamos en el apartado 2.9. Su título: «La «anaconda interna» (mesotelioma): historia de una víctima». ¿Qué es eso de anaconda interna?

-Es una metáfora, de mi propia cosecha, que alude meramente al efecto mecánico que genera el continuado e indefinido engrosamiento pleural, que origina el mesotelioma, con la asfixiante y terrible consecuencia que dicho incremento incesante de la pleura que envuelve a los pulmones y a otras vísceras, determina y seguirá produciendo, in crescendo, y hasta el óbito final.

Obviamente, se trata de una simplificación, puesto que, en la práctica, dicho efecto mecánico no es más que uno -ciertamente que muy agresivo e invalidante-, entre los múltiples que indefectiblemente acompañan al mesotelioma, como es el caso, igualmente por ejemplo, del derrame pleural maligno.

-Empieza usted el apartado de manera altamente filosófica. Nos habla en torno al pensamiento, el lenguaje, la conceptualización y argumentación. Señala: «esos detalles, ausente en la expresión en el concepto, lleguen a estar presentes en la mente del interlocutor, haciendo probable, por ello, que puedan resultar inadvertidos para el mismo». ¿De qué peligro nos quiere alertar? ¿No ocurre así en todos los casos? Más en concreto, sin perder detalles, intentándolo cuanto menos, ¿cuándo hablamos de mesotelioma de qué estamos hablando exactamente?

-Pues, por ejemplo, estaríamos hablando de la probabilidad, superior al 10%, de que, en determinados grupos laborales, el mesotelioma llegue a estar presente. O, en otro ejemplo, que el mesotelioma llegue a afectar a una embarazada. Etc., etc.

-Tomando pie en un estudio de Hudak y Hagan de 2002, usted cita uno de ellos -«la primera generación de víctimas del amianto en el noreste de Ohio fue de constructores de buques, fontaneros y albañiles. Su última generación, proviene de todas las clases sociales»-, y comenta: «Esto, fundamentalmente, hay que entenderlo como referido, primordial o exclusivamente, al mesotelioma». ¿Y eso por qué? ¿Por qué al mesotelioma?

-Pues porque es sólo el mesotelioma, y no los otros cánceres asociados a la exposición al asbesto -de pulmón, de laringe, de ovarios…-, el que, al requerir de dosis netamente menores para generarse, eso presupone que la afectación pueda generarse en situaciones que ya no requieren de exposiciones más intensas, tanto laborales como para-laborales o medioambientales. Tengo en curso de redacción un trabajo, en el que pretendo mostrar cómo el mesotelioma generado por la exposición al invisible polvo del amianto, determina la aparición del mesotelioma, actualmente, en las más diversas e insólitas profesiones (por ejemplo, en sacerdotes, en gimnastas, en arqueólogos, etc., etc.).

-Se centra usted a continuación, con todo detalle, en la biografía de Mike Abbott. ¿Por qué esa elección? ¿Qué tiene de peculiar esa biografía?

-Me permitió, en su momento, poder presentar a mis lectores, a un ejemplo real y concreto de una persona que habiendo sido afectado por un mesotelioma, tuvo que pasar por virtualmente todas y cada una de las angustiosas etapas y vericuetos por los que una víctima del mesotelioma originado por el amianto habitualmente ha de pasar, hasta fenecer por dicha causa.

-Le vuelvo a citar: «La vinculación del mesotelioma con el asbesto es prácticamente total». ¿Por qué ese «prácticamente»? ¿Nos puede citar un artículo o un libro, no le pido cinco, donde esa vinculación quede probada o demostrada muy fundamentada?

-El mesotelioma también puede ser originado por la erionita, que no es un amianto, sino una zeolita fibrosa, pero se trata siempre de exposiciones no ocupacionales, determinadas por la naturaleza geológica del terreno, y en unos enclaves geográficos muy concretos, como sería el caso, por ejemplo, de la Capadocia turca, o de alguna región de México. Otro tanto cabe decir, similarmente, de la fluoro-edenita de Biancavilla, en Sicilia.

Las radiaciones ionizantes, como las originadas por la exposición a minerales radiactivos, como es el caso, por ejemplo, del torio, también pueden generar mesotelioma.

Obviamente, lo que no tiene sentido, en todo caso, es atribuirlo a uno de los agentes mencionados, cuando los mismos han estado ausentes, y es el asbesto el que, en cambio, para el que sí existe evidencia probada o alta probabilidad de que haya sido la causa eficiente. Por otra parte, y a diferencia de lo que ocurre con el cáncer de pulmón, no existe sinergia entre tabaquismo y mesotelioma, por lo que no cabe hablar de pluralidad de causas concurrentes.

En cuanto a los ejemplos en los que el nexo causal ha quedado evidenciado de forma particularmente convincente, le facilito seguidamente las correspondientes citas (por «desorden analfabético»):

*JC Wagner, CA Sleggs & Paul Marchand, Diffuse pleural mesothelioma and asbestos exposure in the North Western Cape Province, Brit J industr Med, 1960; 17: 260-271 http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC1038078/pdf/brjindmed00208-0014.pdf

*SELIKOFF IJ, CHURG J, HAMMOND EC, RELATION BETWEEN EXPOSURE TO ASBESTOS AND MESOTHELIOMA N Engl J Med. 1965 Mar 18; 272: 560-5

*Tossavainen, A Global use of asbestos and the incidence of mesothelioma Int J Occup Environ Health. 2004 Jan-Mar; 10 (1): 22-5

*Antti Tossavainen, «El Asbesto en el Mundo: Producción, Uso e Incidencia de las Enfermedades Relacionadas con el Asbesto», Ciencia & Trabajo. Enero / Marzo 2008; 10 (27): 7-13 http://www.cienciaytrabajo.cl/pdfs/27/pagina%207.pdf  

Cuando se dispone, como es mi caso, de un acervo de citas bibliográficas sobre esta cuestión, que alcanza, de momento, a los 1.034 folios A-4, resulta un tanto insólito verse interrogado de esta suerte. 

-Más de mil folios… ¡Qué barbaridad! Siento preguntarle una cosa así, algo delicada: ¿cuáles son los primeros síntomas que nos deben alertar de la presencia de un posible mesotelioma? ¿Suelen efectuarse diagnósticos iniciales erróneos? Cuando se desarrolla la enfermedad sin superación, ¿cómo fallecen las personas afectadas?

-Los síntomas, inicialmente, pueden ser tan difusos y tan poco alarmantes, como, por ejemplo, un dolor en el hombro o en la espalda, o una sensación de cansancio, de fatiga desproporcionada, pérdida importante de peso, o ya un derrame pleural que, una vez analizado, revele su malignidad, etc., etc.

Se suelen dar casos, efectivamente, de diagnósticos iniciales erróneos. El del mesotelioma, es un diagnóstico difícil, incluso actualmente, sobre todo para determinados tipos histológicos. Recientemente se ha divulgado un caso, objeto de un litigio por dicha causa, en el que un mesotelioma estuvo siendo tratado erróneamente como si fuese un cáncer de páncreas (quiero recordar), durante varios años, con la consiguiente merma de posibilidades para un tratamiento -meramente paliativo-, que de forma más eficaz, hubiera permitido una menos mala calidad de vida del paciente, hasta el fatal desenlace.

Los enfermos de mesotelioma suelen fallecer, en una amplia proporción, a causa de las metástasis generalizadas, determinantes de fallo multi-orgánico, o que afectan a órganos vitales. En otra proporción también nada desdeñable, surgen los síndromes paraneoplásicos, que afectando, entre otras posibilidades, a las glándulas endocrinas, son determinantes, a veces, de aparatosos síntomas, que inciden muy negativamente en la calidad de la poca vida que le resta al doliente paciente, porque he de decir, que es el dolor, intenso e intratable, el síntoma más conspicuo y persistente. El suicidio, a veces, ha sido el broche resolutorio de esa penosísima situación vital.

Los que, sabiendo ya todo esto, persisten en seguir explotando la extracción, uso y comercio internacional del asbesto, son de una condición infra-humana, que no tiene nombre.

-Si a una persona se le diagnostica una enfermedad así, ¿qué posibilidad tiene de supervivencia? Hablábamos en la anterior entrevista del profesor y lógico Jesús Mosterín. Según él mismo contaba ha superado la enfermedad.

-Aunque hay notables excepciones, como por ejemplo la del paleontólogo Stephen Jay Gould, que sobrevivió hasta los diecisiete años desde el diagnóstico, lo habitual es que en cuestión de varios meses -de seis a dieciocho-, el exitus letalis se haya producido. También excepcionalmente, el óbito se ha llegado a producir, incluso a sólo las tres semanas de haberse producido el diagnóstico.

-¿Gould, Stephen Jay Gould, estuvo afectado por esta enfermedad? No lo sabía. ¿Cómo la adquirió?

-Se supone que la adquirió en el ámbito académico, en el que, también, por lo visto, pudo hacerlo nuestro Jesús Mosterín.  

-La primera noticia que tengo. Fue, es, un científico-filósofo que admiro mucho. También un maestro mío, Francisco Fernández Buey. Continúo: ¿se prueban nuevos tratamientos? ¿Cómo está la comunidad médica española en este ámbito? ¿Hay buenos especialistas?

-Sí, se prueban continuamente nuevos tratamientos, pero, hasta el presente, y al menos que yo sepa, el panorama sigue siendo uniformemente sombrío. Excepcionalmente, ha llegado a ocurrir, incluso, que el paciente que mayor supervivencia ha llegado a alcanzar, ha sido, precisamente, el que, por voluntaria decisión propia, ha quedado exento de todo tipo de tratamiento médico, salvo el puramente sintomático.

También tendríamos, en relación con esto último, a los pacientes que, habiendo sido incluidos en un programa de tratamiento experimental, les ha tocado quedar adscritos al grupo de control, en el que, de forma sólo conocida por el controlador del experimento, sólo se les suministra un placebo, pudiendo resultar, a veces, que sean precisamente algunos de esos pacientes, los que resulten más beneficiados, en términos de tiempo de supervivencia tras el diagnóstico.

En España hay buenos clínicos, oncólogos, que tratan el mesotelioma con arreglo al estado actual de los conocimientos científicos. También hay buenos epidemiólogos, y todas las especialidades concernidas, como son, por ejemplo, los radiólogos, inmunólogos, etc. Otra cosa es que pueda haber desmantelamientos de equipos interdisciplinares, con causa o pretexto por la actual crisis económica, que sirve de alcahueta y de excusa para tantas privatizaciones y jibarizaciones varias, de la sanidad pública.

-Usted duda, en la página 420 del libro, de la ética de un procedimiento. ¿Qué procedimiento es ese? ¿Por qué duda? ¿Qué le parece mal?

-Se refiere usted, evidentemente, al caso en el que es una computadora la que, a ciegas, decide, a través de su programa, qué paciente, en concreto, queda asignado, respectivamente, a un grupo de control (que será «tratado» con el placebo), o al grupo de tratamiento experimental efectivo. Los motivos de mis reparos éticos a esa práctica, creo que los dejo suficientemente explícitos en el libro: «Permítasenos dudar de la ética de este procedimiento, que idealmente habría de desarrollarse en unas condiciones de conocimiento experto, desinterés personal y serenidad de juicio, imposibles de alcanzar, en la práctica, cuando es el propio enfermo (de un cáncer tan agresivo como es el mesotelioma), el que tiene que aceptar que sea el azar ciego, el que decida la terapia que se le va a aplicar».

A poco que se reflexione sobre ello, cabe empatizar, tratando de ponerse en la piel del propio paciente, para concluir que no cabe esperar que realmente él esté en el pleno dominio de un enjuiciamiento sosegado, que se requeriría para ser una aceptación responsable.

-En mi opinión, no hay duda sobre lo que apunta. ¿Por qué el mesotelioma que obedece a una exposición doméstica cobra especiales tintes de dramatismo? ¿Qué importa que sea éste el origen de este cáncer? ¿No es también dramático si se adquiere en el trabajo o jugando en las instalaciones de una pequeña fábrica de amianto como en el caso del adolescente Mosterín?

-Efectivamente, todas esas situaciones son igualmente dramáticas, pero considere, no obstante, lo siguiente: cuando la exposición ha sido doméstica, no es el afectado el que meramente ha estado expuesto, sino que lo ha sido toda la familia; por tanto, no cabe descartar, en modo alguno, que por la misma causa, en un incierto futuro, cualquier otro de los familiares pueda resultar también «premiado» con un mesotelioma, y de hecho, cuando se habla de «mesotelioma familiar», es a esa situación, hecha ya efectiva, a lo que se está aludiendo. En ella, dos o más de los familiares -con o sin consanguineidad entre sí (y esto es muy importante, porque evidencia que lo decisivo es la exposición habida, y no ninguna suerte de supuesta predisposición genética).

Imagínese, en sus sucesivas etapas intermedias y finales, el estado de ánimo de los integrantes de esas familias, cuando, como a veces ha ocurrido, han sido cinco o seis integrantes, los que han sucumbido al mesotelioma; ha habido un clan familiar, en Libby, Montana, en el que han sido veintisiete los afectados por las diversas patologías asociadas al asbesto, que en este caso concreto era el anfíbol tremolita, contaminante natural de la vermiculita explotada en la mina que existió en la citada localidad norteamericana.

-¡Veintisiete! ¡Qué monstruosidad! ¿Mesoteliomas pleurales sin exposición al amianto? ¿Cómo se adquieren? ¿Son más superables? ¿Por qué?

-A ellos ya he aludido en una de las preguntas precedentes. Se han adquirido, por ejemplo, por ingestión del «Thorotrast» (dióxido de torio), que en solución coloidal se lo utilizó como medicamento en el pasado.

En el caso de los mesoteliomas originados por una fuente externa de radiaciones ionizantes (por ejemplo, a causa de un tratamiento realizado con las mismas, para otra patología ordinaria, no relacionada con el asbesto), la ventaja comparativa deriva de lo siguiente: imaginemos que lográsemos una remisión completa y definitiva de un mesotelioma originado por el amianto; esa situación, ¿deja al resguardo al paciente, de que la carga de amianto que subsiste en su organismo, y de la que no hay forma de librarle, le vaya a pasar factura de nuevo, originándole un nuevo mesotelioma?… El amianto es indestructible, en condiciones compatibles con la vida. Evidentemente, eso no se podría descartar nunca. De hecho, paciente ha habido, que, por causa de un mesotelioma, después de habérsele practicado una resección completa de la pleura, y parcial de un pulmón, en ese pulmón residual, con posterioridad, se ha desencadenado una asbestosis, que, convirtiendo en inelástico el resto de parénquima pulmonar que la cirugía respetó en su momento, lo ha dejado inútil para la función respiratoria, forzando al paciente, a malvivir con un único pulmón operativo, y sin pleura, por culpa, recordémoslo, del amianto.

En contraste con todo esto, en el caso de las radiaciones ionizantes, aun cuando el mal ya esté causado, después cesarán (razonablemente, eso es lo que cabe suponer), con lo que no tendrán oportunidad de «volver a la carga», como sería el caso del asbesto, que por ese «pequeño» detalle, resulta ser comparativamente peor.

-¿Qué terapias se aplican normalmente cuando aparece un caso de estas características?

-Las terapias no varían; lo que varían, son las respectivas expectativas de supervivencia tras la aplicación de esas terapias.

-Creo que usted tiene buena opinión de un trabajo de Fazzo et al . , reciente, de 2011. ¿Por qué?

-En realidad, la referencia correcta y definitiva, correspondiente a la publicación en soporte papel, está referida al año siguiente, el 2012; la cita bibliográfica verdadera, es la siguiente:

Fazzo L, Minelli G, De Santis M, Bruno C, Zona A, Marinaccio A, Conti S, Pirastu R, Comba P, Mesothelioma mortality surveillance and asbestos exposure tracking in Italy Ann Ist Super Sanita. 2012;48(3):300-310. http://www.iss.it/publ/anna/2012/3/483300.pdf

Reproduzco a continuación, parte del contenido del resumen de este artículo: «La tasa anual de mortalidad estandarizada nacional era de 1,7 casos por 100 000 casos detectados, con varias zonas, con evidente carga de las enfermedades relacionadas con el amianto. Agrupaciones significativas, se encontraron en correspondencia a las industrias de asbesto-cemento (por ejemplo, Casale Monferrato, mujeres: RR = 28,7), astilleros (por ejemplo, Trieste, hombres: RR = 4,8), industrias petroquímicas (por ejemplo Priolo, mujeres: RR = 6,9) y una piedra cantera contaminada por fibras fluoro-edenita (Biancavilla, mujeres: RR = 25,9). Algunas de las mayores agrupaciones corresponden a IPS».

Compare el lector, mentalmente y de forma aproximada, la proporción entre la tasa general del país, y las correspondientes, respectivamente, a los entornos de los focos industriales de contaminación por amianto, y en el caso de la fluoro-edenita (que no es un asbesto), con el foco natural, geológico, de Biancavilla, en Sicilia.

-Llegamos finalmente al capítulo 3: «Mesotelioma familiar: el «asesino en serie» del delito corporativo». Lo inicia con una cita de un libro de cuántica. ¿Le interesa también la física cuántica’

-Cuando intenté compatibilizar mi trabajo como empleado de la empresa Uralita con el inicio de una carrera científica, mi segunda opción era la Física, por detrás de la Biología, pero vamos…, que si usted quiere, y venga a cuento o no, abordamos la cuestión de las extraordinarias «casualidades» en las propiedades matemáticas de la curva «braquistocrona», o sobre la determinación empírica del límite de percolación; (¡es broma!…).

-Pues menos mal que es broma. ¡Cómo quiere usted que yo aborde asuntos de ese calibre! ¡No todos somos como FBB! 

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.