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Para pensar una alternativa de emancipación de la clase trabajadora

Luchas medioambientales, anticapitalismo y eco-socialismo

Fuentes: Rebelión

¿Cómo pensar una alternativa que aporte a vincular sobre criterios comunes las luchas medioambientales con las de trabajadores, estudiantes y otros sectores sociales? ¿Para qué pensar perspectivas de análisis que permitan comprender las manifestaciones de las contradicciones del desarrollo económico, político y social del capitalismo en Chile? ¿Puede ello entregar elementos categoriales para la organización […]

¿Cómo pensar una alternativa que aporte a vincular sobre criterios comunes las luchas medioambientales con las de trabajadores, estudiantes y otros sectores sociales? ¿Para qué pensar perspectivas de análisis que permitan comprender las manifestaciones de las contradicciones del desarrollo económico, político y social del capitalismo en Chile? ¿Puede ello entregar elementos categoriales para la organización y acción conjunta? Sí, y el motivo de este ensayo es argumentarlo. 

Chile. El caso del Proyecto Hidroeléctirico Alto Maipo: lo simple se complejiza

Politizando lo reivindicativo se aporta a la (re)configuración del movimiento popular, elemento insustituible dentro de un proceso de transformación social y político profundo.

1) Alto Maipo producirá sus eventuales 140 Mw. de energía para Minera Los Pelambres, perteneciente a Antofagasta Minerals S.A. A partir de ello surge la pregunta: ¿por qué la minera perteneciente al grupo económico más poderoso de Chile (Luksic) requiere acceso expedito a fuentes generadoras de energía (ríos-agua, en este caso)?

2) La respuesta es que desde el sector minero requieren afianzar sus posiciones de control monopólico sobre los recursos naturales (característica esencial del rentismo), garantizando: a) un marco institucional y político que facilite las inversiones en generación de energía, anulando con ello el poco poder de decisión que tienen los sectores sociales afectados por proyectos de envergadura b) diversificación de la generación de energía (introducción de GNL, compra de combustibles al extranjero, fomento de la producción de ENAP, bajar costo marginal, etc.) para reducir gastos en materia energética que luego se transfieran y traduzcan en reducción de la renta de la minería del cobre. Pero ¿por qué este reacomodo? ¿que implica?

3) La economía debe pensarse siempre en el escenario de la acumulación mundial de capital, desde y en el mercado mundial y no exclusivamente desde el ámbito nacional. De esta manera, podemos responder que el capital minero privado que opera en el país (el cual es mayoritariamente transnacional) se reacomoda en el marco de la crisis mundial, fundamentalmente asociado a los cambios en el ritmo de crecimiento en China, Estados Unidos y Europa, y por la certeza de que el llamado «Boom del Cobre» ha pasado, por lo que la posibilidad de asegurar rentas estratosféricas se va reduciendo. Las decisiones que se están tomando en aquel escenario implican un cada vez más necesario rol del Estado (Ej. Agenda Energética) y que además éste regule y minimice el encarecimiento de las inversiones que causa la intervención organizada de los sectores sociales afectados.

4) Adscribimos a una de las premisas del marxismo, aquella que explica que en el proceso histórico de auto-expansión del capitalismo a escala mundial se presenta una tendencia hacia la reducción paulatina de la tasa de ganancia del capitalismo en general. No obstante también comprendemos que existen contra-tendencias orientadas a revertirla. En Chile, esas medidas, implementadas a partir de 1973 con el golpe Cívico-Militar, han sido ejercidas sistemáticamente. A grandes rasgos, se caracterizarían por : a) presiones sobre el salario -desindicalización mediante la legalidad y la represión política, disminución de los salarios reales y suplemento mediante el acceso a crédito, potenciando con ello la «bancarización» de la economía y la fuerza de trabajo-; b) Estado facilitador del despliegue del capital a través de su institucionalidad y personeros políticos repartidos en los órganos de Estado -legalidad instituida mediante la fuerza durante el régimen militar, pero profundizada y ampliada por las administraciones posteriores- y c) control monopólico sobre los recursos naturales -agudización del proceso de «desnacionalización» y concentración económica, respuesta a las medidas tomadas durante las administraciones de Frei Montalva y Salvador Allende.

5) De esta manera, si tomamos el caso Alto Maipo y lo ubicamos en su contexto económico-político general, podemos sostener que es representativo de una tendencia: las dinámicas productivistas del sector rentista de la economía nacional, el producir para ajustarse a los requerimientos del mercado y la competencia mundial, obliga a presionar de manera cada vez más intensa y ampliada la fuerza de trabajo del territorio nacional; controlar, monopolizar y administrar los recursos naturales sobre un criterio de acumulación-lucro exigido por la crisis económica mundial, de manera tal que la destrucción de la naturaleza se vuelve una consecuencia inevitable, pero gestionada, amortiguada e institucionalizada desde el Estado.  

Pensar los problemas medioambientales desde el anticapitalismo no es suficiente: la crítica requiere una alternativa.

En ocasiones desfilan críticas que tienen una inspiración anticapitalista: «los problemas medioambientales tienen su origen en el sistema económico», «la ambición capitalista destruye el medioambiente», etc. No obstante, con todo el avance que significa la manifestación de una conciencia larvada sobre el origen del problema, se requiere superar el discurso panfletario encontrando bases concretas para una crítica anticapitalista.

Según consideramos, una matriz de análisis que tenga en cuenta la posición de Chile en el concierto del mercado mundial precisa de ser acompañada de un horizonte alternativo que permita nuclear y a la vez potenciar propuestas programáticas, contribuyendo a sintetizar experiencias de lucha y organización, así como también establecer lazos comunicantes concretos y estratégicos con otros sectores de la sociedad que se encuentren en abierta resistencia contra las consecuencias del desarrollo del patrón de acumulación de capital actual.

Sugerimos una posibilidad de ir más allá de la resistencia-reivindicación y promover la articulación de sectores en lucha en torno a una agenda estratégica por un nuevo paradigma de sociedad: el eco-socialismo. Pero ¿cómo pensarlo más allá del panfleto?

A continuación, algunas orientaciones para una respuesta a la pregunta:

1) Caracterizando científicamente las principales contradicciones del actual periodo de desarrollo capitalista mundial, regional y nacional. Ese debe ser el fundamento de unidad estratégica entre sectores. Sólo considerando los procesos de larga, mediana y corta duración podemos prever posibilidades y ubicar allí donde se diagnostiquen las fisuras del capitalismo, los elementos programáticos que convoquen al movimiento popular a ser el actor de los cambios.

2) Desde un punto de vista filosófico y político, la relación de intercambio material entre ser humano (sociedad) y naturaleza, es decir, su metabolismo (dialéctica de lo vivo, ecología), entrega un universal que disputa el terreno ideológico al universal abstracto liberal-burgués del ciudadano. La dialéctica del ser humano con la naturaleza, en cambio, permite pensar la posibilidad-necesidad de igualdad en el ámbito de lo concreto.

3) Las grandes corporaciones económicas y/o transnacionales del mundo han identificado un punto de inflexión que, en un marco de crisis económica mundial, ofrece espacio para abrir terreno a una ofensiva para relegitimarse en el ámbito de lo político: la desigualdad. Sin embargo, lo están realizando eminentemente desde una óptica re-distributiva («dar un trozo menos pequeño del gran pastel que se apropian»). Una perspectiva eco-socialista debe apuntar a la disputa del concepto, pero pensando y tensionando la desigualdad desde la distribución de la producción, la propiedad y el ingreso. Por lo mismo, requerimos (re)potenciar teórico-ideológicamente a la clase trabajadora, aquella que obtiene ingresos mediante el salario u otra forma de trabajo explotado. Así, contradecir con hechos el discurso social-liberal hegemónico acerca de la desigualdad (re-distribución), explicando cuál es la relación real entre producción e ingreso por salario, la renta y la ganancia.

4) Proponer el eco-socialismo como síntesis que permita una posición compartida y con vocación de hegemonía al interior del movimiento popular, en perspectiva de totalidad y en torno a la desigualdad estructural del patrón de acumulación que rige a Chile. Entendemos ésta como aquella que se da en la dimensión de la producción y la propiedad y que además extrae sus beneficios a partir de la explotación cada vez más aguda de la fuerza de trabajo, el control del Estado y el monopolio y destrucción de los recursos naturales.

5) La multisectorialidad no debe ser tan sólo una consigna de unidad circunstancial contra un enemigo político común (Nueva mayoría), sino una lógica de construcción y articulación de carácter estratégico afincado en diagnósticos de los elementos permanentes de la dinámica histórico-social chilena. Ejemplo: trabajadores, estudiantes, asociaciones de endeudados (cada vez más recurrentes), ecologistas, pueden converger atendiendo a los factores descritos durante este ensayo: el mismo proceso-impulso que obliga al rentismo destruir recursos naturales es el que lo hace pauperizar las condiciones de la fuerza de trabajo en Chile, y también arrojar a la economía una masa de capital financiero (créditos) para suplir la poca capacidad de consumo del salario. Así mismo, el sector financiero (hermanado con el rentista a través de la deuda y apoyo a inversiones) controla la educación, a través del lucro a través del sistema de créditos para acceder a la educación superior.

6) Son estos sectores los que paulatinamente deben ir esbozando los cimientos de una estrategia de desarrollo. Sabemos que suena descabellado y poco usual para el quehacer cotidiano de la actividad social y política. Pero es el momento de discutirlo abiertamente, proyectar, indagar en nuestra historia, sus aciertos y fracasos, pesquisar la realidad latinoamericana y los procesos de cambio en países como Cuba, Venezuela, Ecuador o Bolivia, no para tenerlos como regla, sí para extraer lecciones.

7) Por último, se debe plantear una disputa y hegemonía con los segmentos no anti-capitalistas al interior de las luchas medioambientales y sociales en general, pero siempre con lealtad, honestidad, humildad y sentido autocrítico. Hegemonía en el profundo sentido de la palabra, es decir, no equivalente a «homogeneidad y monolitismo»: hegemonía de lógicas de construcción, análisis, crítica y propuesta de alternativas. Sólo así podremos configurar un movimiento popular de nuevo tipo. 

Pensar alternativas: una tarea de hoy

Brevemente, a continuación enunciamos algunos criterios que pueden orientar la confección de una alternativa ecosocialista.

Si no se promueve una visión global de las problemáticas medioambientales que vaya de lo parcial a lo general, difícilmente se podrá superar la atomización de las diferentes luchas. Así mismo, tener en cuenta que en el proceso de toma de conciencia de los derechos medioambientales, el movimiento popular deberá diferenciar la meta del paso para llegar a ella. De la misma manera, construir politizando lo social es fundamental, aunque siempre en perspectiva de proceso, sin atajos.

También, en el terreno medioambiental debemos educarnos en alternativas que sustituyan la racionalidad de la acumulación capitalista, prepararnos en ese plano para convocar al conjunto de la clase trabajadora y otros segmentos oprimidos de la sociedad con alternativas plausibles y justificadas científica, política, económica, cultural y socialmente. Por otro lado, educarnos en los límites y dificultades del proceso de conformación de una sociedad organizada bajo criterios y principios socialistas. Por ejemplo, si la consigna es derogar el Código de Aguas vigente, aclarar la importancia que tiene para todo el país, en tanto sostén de las principales actividades económicas (minería, energía, forestal, agro-exportación, acuicultura, etc.) y las enormes dificultades que derivan de ello. No podemos generarnos falsas expectativas.

La clase trabajadora es el sujeto de los cambios, en tanto que ella es quien transforma la naturaleza mediante su trabajo o interactúa y requiere de ella para continuar la vida futura. Únicamente emancipando el trabajo de la alienación y explotación propia del capitalismo y sus clases dominantes, se podrá reconfigurar el metabolismo entre sociedad y naturaleza, pero esta vez bajo criterios de necesidad, bien común y solidaridad con generaciones futuras.

No estará de más decir que estos cambios implican una transformación radical, un cambio de paradigma civilizatorio. Por lo que probablemente lo que en este ensayo se enuncia como alternativa, estará sujeto a las tensiones que la realidad de la lucha de clases presenta. Se asume. Pero tampoco es estéril decir que no podemos establecer de antemano una receta, es la clase trabajadora, el movimiento popular concreto y con todas sus complejidades quienes deben hacerlo. Hoy, tan sólo corresponde señalar caminos posibles analizando críticamente la realidad concreta del capitalismo actual.

Las luchas sociales medioambientales, con sus victorias, derrotas, límites y avances, permiten participación, acumulación de experiencia que debe ser utilizada para empujar una alternativa real al capitalismo.

En términos globales, para construir una sociedad que regule racionalmente el metabolismo entre ser humano y naturaleza, debemos estudiar y profundizar programáticamente:

– Formas de propiedad colectiva (ya sea estatal, comunitaria o cooperativa, entre otras formas posibles)

– Necesidad de planificación democrática, lo que no es otra cosa que la participación cada vez más activa de la clase trabajadora en las decisiones que involucren su relación con la naturaleza

– Pensar por dónde empezar el desarrollo de una nueva estructura productiva y tecnológica que exprese una nueva racionalidad del metabolismo entre ser humano y naturaleza.

– La interrelación entre Estado, Mercado, clases sociales y bajo qué lógicas deberán aglutinarse en el proceso de transición al socialismo.

En términos particulares, en Chile el Movimiento Social por la Recuperación del Agua y la Vida, esboza un trazado semi-programático de siete puntos: 1) desprivatizar el agua; 2) derogar los instrumentos que la privatizan; 3) fin al lucro con el agua; 4) gestión comunitaria del agua; 5) leyes que protejan el agua en todas sus formas; 6) diseño de nueva institucionalidad 7) fin de la criminalización de quienes luchan por ella.

Nos parece que la conformación de este movimiento alrededor de estos siete puntos es un avance significativo. No obstante, dada la magnitud de lo que se plantea en ellos, debe potenciarse en unidad con otros sectores sociales. Debemos avanzar en bloque y en perspectiva multisectorial.

Todavía queda bastante y pareciera que estas discusiones son meras entelequias lejanas a la realidad. Pero en el fondo, se trata de (re)abrir discusiones que sólo la elocuencia de los hechos resolverá, sea hoy, mañana o en décadas.

Hace ya más de 40 años, en 1972, socialistas, miristas, maoístas y otras corrientes de izquierda, se daban cita en un congreso para pensar la realidad de la Unidad Popular y la transición al socialismo. Una de las preguntas era: «¿qué gana Chile con estas discusiones, que pueden parecer a muchos excesivamente teóricas para la realidad concreta del país, para su capacidad de asimilación y para el desarrollo de las masas?». Expondremos in extenso la respuesta de Theothonio dos Santos, pues ilustra el sentido de una discusión tal y como la hemos planteado en este ensayo:

«En primer lugar, llamaría la atención acerca del peligro de la pregunta misma, no en el sentido de que ella sea errada, sino en el sentido de que puede ser hecha de una manera errada. Porque puede llevarnos a un pragmatismo peligroso, a una posición bastante peligrosa frente a la teoría. Nosotros no podemos tomar de la teoría sólo los aspectos que nos gustan, o los aspectos que nos aparecen importantes para resolver problemas concretos. Desgraciadamente, la teoría forma un cuerpo general, un sistema de pensamiento, una unidad sistemática e integrada, y no podemos desarrollar sólo las partes que están directamente relacionadas con los problemas que queremos resolver. Si los rusos no hubieran discutido a fines del siglo XIX el problema de la reproducción capitalista, si Lenin no hubiera logrado resolver el problema de la reproducción capitalista, difícilmente se hubiera logrado una comprensión correcta del imperialismo, y difícilmente se hubiera sabido aprovechar las condiciones revolucionarias que se crearon en Rusia como consecuencia de la Primera Guerra Mundial. Las discusiones abstractas sobre El Capital, que se hacían en Rusia de ese periodo, formaron un estilo de pensamiento, un estilo de rigor intelectual, que marcó definitivamente la historia y la revolución rusas. Indudablemente que la Rusia de fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX, fue uno de los países donde se llevó la discusión del marxismo al nivel teórico más abstracto posible. Se puede decir que eso no tuvo nada que ver con lo que pasó posteriormente, pero yo creo que sí tuvo que ver, y mucho. Este grupo tan impresionante de intelectuales, que nunca se juntaron en ningún proceso revolucionario, no fue producto solamente de la riqueza del proceso objetivo que estimulaba esa discusión, sino también del hecho de haberse llevado el debate hasta sus últimas consecuencias teóricas». [1]

Nota

[1] Theotonio dos Santos . (1972). Transición al socialismo y experiencia chilena. Chile: PLA.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso de las autoras mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.