El pasado domingo Andrés Mourenza publicaba en El Periódico de Catalunya una entrevista con los comandantes, Bozan Tekin y Ronahi Serhat, del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). La entrevista apareció en ese periódico y en otros diarios regionales bajo el titular: «España puede ser un modelo para arreglar el conflicto kurdo». Rebelión.org la […]
El pasado domingo Andrés Mourenza publicaba en El Periódico de Catalunya una entrevista con los comandantes, Bozan Tekin y Ronahi Serhat, del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK).
La entrevista apareció en ese periódico y en otros diarios regionales bajo el titular: «España puede ser un modelo para arreglar el conflicto kurdo». Rebelión.org la publicó el lunes modificando el encabezamiento («El PKK está en contra de un estado nacional para los kurdos«), pero manteniendo el texto íntegro e incluyendo el enlace a la noticia original. La sorpresa llegó para mi con la publicación en lahaine.org un día después. Con un nuevo título (esta vez «El Gobierno aún ve al PKK como una fuerza a destruir, no como un interlocutor«), el cambio más notorio era sin embargo la eliminación de la pregunta que, precisamente, Rebelión había encontrado más destacada.
En concreto el párrafo censurado era éste:
-¿Ha abandonado el PKK sus demandas independentistas?
-B.T.: El sistema de los estados-nación ha sido superado. Fue un sistema impuesto por Europa a Oriente Próximo, que no ha funcionado porque esta región es un mosaico de culturas. Por eso el PKK está en contra de un estado nacional (para los kurdos). Lo que apoyamos es una solución confederal que nos garantice vivir de forma libre y democrática. Por ejemplo, la Constitución española de 1978 puede servir de modelo para arreglar el conflicto kurdo [Ronahi Serhat cita de memoria varios artículos de la Constitución española]. También los modelos británico o el canadiense podrían servir de ejemplo.
No tengo nada en contra de que cualquier medio modifique el titular de una entrevista, siempre y cuando recoja las palabras y el sentido de lo dicho por el entrevistado. El titular no es más que un detalle de presentación o reclamo para los potenciales lectores. Pero no puedo decir lo mismo de amputar, al antojo del editor, las afirmaciones incómodas para el medio donde se publica. Es una forma bastante fea de seguir la máxima que la realidad no te estropee un buen titular.
Hay una forma más honesta de actuar y es no publicar ese tipo de textos. Al fin y al cabo para un medio que se dice libre o alternativo no hay ninguna obligación en ello. La Haine, además, ni aclaraba que la entrevista que ellos publicaban estaba extractada ni facilitaba a sus lectores la fuente y/o procedencia de la misma.
Desde hace bastante tiempo vengo observando que en la cuestión kurda determinados medios alternativos e independentistas del estado español, fortalecen la tesis de que el PKK, y por extensión el pueblo kurdo, lucha por su independencia del estado turco. Pero una y otra vez, tanto el DTP (el Partido de la Sociedad Democrática -pro kurdo- de Turquía) como el PKK declaran que su lucha no es para lograr, algún día, una república independiente. El domingo Bozan Tekin, considerado el número 2 del grupo guerrillero, lo dijo aún más claro: El PKK está en contra de un estado nacional para los kurdos.
Bozan Tekin es un hombre inteligente, instruido (me consta que durante su entrevista citaba tanto a Louis Aragón y Neruda como la constitución española), apuesto (con cierto parecido con Charlton Heston) y valiente. No sólo porque se enfrenta a diario, con las armas en la mano, al ejército turco, sino porque tiene muy claro por qué lucha. Su afirmación contra el modelo liberal de estado-nación en la región es de una obviedad tan grande -para cualquiera que conozca mínimamente el espacio ex-Otomano- que sorprende la defensa acérrima que, de ese modelo, se hace desde ciertos sectores de la izquierda.
En este sentido el intelectual norteamericano Noam Chomsky recordaba en Estado peligrosos. Oriente Medio y la política exterior estadounidense (Paidós, 2007) que:
Las grandes potencias los utilizarán [a los kurdos] sirviéndose de ellos para sus propósitos, pero si los kurdos llegaran a oponerse a sus propósitos les quitarían sin ningún miramiento la alfombra de debajo de los pies y los volverían a masacrar como si tal cosa. (p. 155)
Desde luego que no será la corrupta y mafiosa dirigencia kurdo-iraquí quien plantee algo mínimamente inconveniente para Washington.
En el mismo libro -una larga entrevista con el periodista Gilbert Achcar- Chomsky desgrana de manera muy extensa y pormenorizada todas las crueldades cometidas durante décadas por el estado turco contra los kurdos, hasta llegar a afirmar:
Así pues, si la pregunta es ¿cuál es el mejor sistema para el Kurdistán?, yo creo que sería algo semejante a la erosión del sistema de la nación-Estado, del Estado nacional si se quiere, con el incremento de la autonomía local y regional, incluso dentro de una misma ciudad. Es algo que puede funcionar, que puede funcionar de una manera amistosa, mucho más que el sistema del estado nacional. (pp. 164-165)
Hace falta estar muy ciego para pensar que la solución en esta región del planeta consiste en hacer bantustanes étnicamente homogéneos y dotarlos de fronteras y reconocimiento internacional. ¿No hemos tenido bastante con los conflictos armados en los Balcanes, el Caúcaso, Nagorno-Karabah, Chipre…? ¿Será la solución en Palestina o en Iraq?
Chomsky se encarga de recordarnos un anatema que a buen seguro levanta ampollas, y cuya síntesis es la de rescatar algunos de los elementos del antiguo Imperio Otomano:
En el Imperio Otomano, para viajar de El Cairo a Estambul y a Bagdad, no había que pasar ninguna frontera. Los griegos de cada ciudad se ocupaban del barrio griego; los armenios dirigían las zonas armenias. Toda la región era un mosaico de gran complejidad y en lo fundamental se dejaba en paz al pueblo. […] Sí, desde luego que era un sistema brutal, y ocasionalmente se llevaba a cabo con alguna atrocidad, pero las más de las veces funcionaba bien. Más o menos dejaban en paz al pueblo. Ésa es la clase de solución idónea para un complejo mosaico de poblaciones. De hecho, creo que eso mismo sucede en Europa; imponer el sistema de la nación-Estado en Europa es un proceso que ha necesitado siglos de violencia extrema. Es un sistema antinatural: ¿en dónde se trazan las fronteras? (p. 163)
En muchos libros y artículos escritos en defensa del pueblo kurdo (no me atrevería a decir que en todos) se insiste machaconamente en que el Tratado de Sèvres reconoció los derechos históricos y límites territoriales de lo que sería un futuro estado kurdo. Nada más lejos de la realidad. El Tratado de Sèvres fue el intento de desmebrar el Imperio Otomano (en tanto que perdedor de la 1ª Guerra Mundial) y su reparto entre las potencias victoriosas y hegemónicas europeas. Su validez y legitimidad era tanta como el plan estadounidense de partición para el actual Iraq. Además el territorio asignado a los kurdos era una estrecha franja en el sureste del actual territorio turco, y quedaría administrativamente como un protectorado bajo control franco-británico. Francia se adjudicaba, además, lo que llegaría a convertirse en Siria (incluyendo por supuesto la zona kurda de ese territorio) y Gran Bretaña se apropiaba de toda Mesopotamia (actual Iraq), más interesante sin duda debido a las reservas de petróleo, con su correspondiente Kurdistán iraquí. De modo que flaco favor se le hacía al pueblo kurdo.
Otra de las incongruencias sobre los derechos o los límites del Kurdistán se expresa mediante mapas. En todos ellos una buena parte del territorio se superpone a las demandas del nacionalismo armenio sobre lo que consideran la Armenia histórica. ¿Cómo es posible olvidar que hasta 1915 kurdos y armenios poblaban y compartían casi exactamente el territorio oriental de Anatolia? ¿A quién habría que asignarlo? ¿Y cómo?
Demasiadas preguntas para ser respondidas con las, inconsistentes y eurocéntricas, respuestas ofrecidas hasta ahora desde el ámbito occidental. Es difícil escapar al esquema dominante del Estado-nación, pero el único ejercicio honesto de pensamiento disidente es el de proponer otras formas de organización comunitaria y entre pueblos, allí donde se ha venido compartiendo un mismo territorio.
Antonio Cuesta es corresponsal en Turquía de la agencia Prensa Latina y editor del Blog de Turquía.
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