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Más Guantánamos

Fuentes: Berria

Traducido para Rebelión por Daniel Escribano

La realidad no es lo que parece. «De aquí a un año estaremos mucho mejor.» Lo dijo Zapatero, hace cerca de un año, la víspera del atentado de Barajas. Hasta entonces había aparecido como el guía del proceso de paz. Solía insinuar que manejaba información especial. La apuesta estaba hecha y, a pesar de que en su entorno ─en la dirección del PSOE y en el propio Gobierno español─ había dudas, expresó su confianza en el proceso, optimista y tenaz, más de una vez. Es difícil saber hasta dónde era verdadera esa imagen, hasta dónde condujo el proceso o hasta dónde tenía voluntad de llegar a la verdadera solución. La cuestión es que el día de la explosión en Barajas esa imagen de guía se quebró, por lo dicho la víspera.

Desde entonces, si analizamos la evolución de los discursos de Zapatero y de las actividades del Gobierno español, parecería que aquel día Zapatero perdió el predominio que en esta cuestión pudiera haber tenido en su entorno. Como se ha visto este año, los estrategas de siempre del PSOE y las sempiternas maneras castrenses han ido adquiriendo un peso cada vez mayor.

La realidad no es lo que parece. Aunque se dijera que habían quedado enterradas entre los restos de la T4 y que no había ningún tipo de relaciones, hubo un intento secreto de conversaciones en busca de acuerdo. Al final, en mayo, por razones que aún se desconocen, el Gobierno español perdió la oportunidad para llegar a un acuerdo con la izquierda abertzale (que traería la desmilitarización de ETA). De ahí en adelante, con el proceso de negociaciones de roto y con ETA de nuevo aferrada a la actividad armada, Zapatero y su gobierno sólo tienen la bandera de la firmeza «sin piedad». Revestido de un semblante cada vez más castrense, como muestran frases del tipo «el Estado es fuerte y está preparado para la lucha». Como si la verdadera autoridad estuviera en manos de instancias militares.

Zapatero ha asumido, de hecho y de palabra, el camino marcado por el PP, hasta aceptar el lema del PP ─»por la derrota de ETA»─ en la concentración que se hizo el martes en Madrid. Se está convirtiendo en un clon del PP, superando todas las marcas en la vía policial. Al encarcelamiento de los dirigentes de Batasuna y a las redadas contra los jóvenes del entorno de Segi hay que añadir, en esta espiral represiva en que se ha enzarzado el gobierno de Zapatero, las condenas ejemplares del caso 18/98 y las ilegalizaciones que se están anunciando.

La vía de la firmeza. Con esta excusa de la lucha militar contra ETA, el Gobierno español ha decidido ampliar los ámbitos carentes de derechos civiles y políticos. El que condenó la invasión de Iraq y los métodos de EEUU y sacó de allí sus tropas está creando nuevos Guantánamos en el País Vasco.

Al hilo de las pasadas elecciones municipales y forales, el propio fiscal general, Conde Pumpido, admitió que se habían «pasado» impugnando 133 listas de ANV. Entonces, el pasado mes de mayo, dijo que «algunos piensan que la Ley de partidos es un Guantánamo electoral». Y eso es, exactamente, lo que ahora tienen intención de hacer: un Guantánamo electoral en las próximas elecciones a las Cortes españolas. Será algo más que un coste o medio de campaña electoral. El Gobierno español tiene como objetivo impedir que la dimensión política del conflicto se oiga en boca de una fuerza independentista en el propio Congreso español.

Para ello el gobierno de Zapatero tiene más de una vía. La impugnación de las listas electorales de ANV es suficiente. Si la petición de impugnación la presentaran la Fiscalía y la Abogacía General de Estado, decidirían, primero, el Tribunal Supremo y, después, el Tribunal Constitucional. Según lo visto en las anteriores elecciones, estos dos tribunales darían el visto bueno a la petición de la Fiscalía. Un proceso de ese tipo empieza cuando se presentan las listas y acaba cuando la campaña está a punto de empezar.

Pero es posible que el Gobierno español quiera dar ese golpe más rápidamente, para responder a la coyuntura y neutralizar la presión del PP. En ese caso, hay otras dos opciones: la vía de la Ley de partidos y la vía penal. La vía de la Ley de partidos es el proceso de ilegalización. La Fiscalía y la Abogacía General del Estado deberían presentar la petición al Tribunal Supremo para iniciar el proceso: una petición de cumplimiento de la sentencia de ilegalización de Batasuna o una nueva ilegalización. En ambos casos habría que comunicárselo a las partes y darles la oportunidad de presentar alegaciones, cosa que podría alargar el proceso. La vía penal puede ser más rápida. Está en manos de la Audiencia Nacional, en el marco de una investigación que inició Garzón. En este caso se tendría que repetir lo que se hizo en 2002 con Batasuna: imputar a algunos dirigentes ser miembros de ETA y ordenar la suspensión de sus actividades. El momento de un paso así lo decidiría el Ministerio del Interior, ya que todo se basa en informes policiales.

Lo mismo que la materialización de la ilegalización de ANV sería crear un Guantánamo electoral, la sentencia del caso 18/98 se puede entender como símbolo de un Guantánamo judicial. Ha sido algo más que la injusticia de condenar sin pruebas, puesto que los acusados han demostrado, en un juicio que ha revestido la imagen de esperpento, que no tenían relación alguna con las acusaciones. Sin embargo, el tribunal ha elegido el camino de las condenas ejemplares. Un tercer Guantánamo, el que está en las comisarías, es inveterado y parece que últimamente se ha reavivado de la mano de la incomunicación.

En esta situación regresiva ha ocurrido el tiroteo de Capbreton y la muerte de dos guardias civiles. A pesar que no parece una acción planificada de antemano, traerá consecuencias graves. Y es que los daños mortales no se pueden arreglar. La sensación de desesperanza se ha intensificado. No obstante, aunque que el torbellino parece cada vez más profundo, siempre existe alguna opción de salida. En efecto, todas las partes deberían tener cada vez más claro cuáles son las vías que no conducen a ella.

Aunque resulte paradójico, el mismo día en que se ha hecho el funeral de Estado al guardia civil Fernando Trapero, han venido al País Vasco mediadores de la Red de Fundaciones de Europa y han iniciado una ronda de conversaciones con los partidos vascos.

Berria, 9 de diciembre de 2007