Los medios occidentales han fijado su atención en los antecedentes del sargento Robert Bales. Supuestamente asesinó a 16 civiles afganos, 9 de ellos niños, cerca de Kandahar. Después del baño de sangre, Bales regresó a su base y confesó. Los medios profundizaron en la niñez de Bales, su matrimonio e incluso su papel en el […]
Los medios occidentales han fijado su atención en los antecedentes del sargento Robert Bales. Supuestamente asesinó a 16 civiles afganos, 9 de ellos niños, cerca de Kandahar. Después del baño de sangre, Bales regresó a su base y confesó.
Los medios profundizaron en la niñez de Bales, su matrimonio e incluso su papel en el equipo de football americano de la escuela secundaria. Los reporteros hicieron énfasis en su estrés financiero, sus traumas relacionados con la guerra y un posible alcoholismo, como potenciales explicaciones para realizar su carnicería.
¿Fue el SEPT (Síndrome de Estrés Post Traumático) lo que llevó a cometer esta atrocidad a este padre de dos niños que dijo que se alistó para proteger a su país después del 11/9? Un problema común para veteranos de múltiples períodos de servicio, pero no una explicación satisfactoria.
La TV brinda interminable retratos biográficos de este «desafortunado» individuo de 38 años que cumplió a regañadientes su cuarto período de servicio. Él presenció cómo sus compañeros de fila murieron y perdieron miembros debido al uso perverso de artefactos explosivos improvisados plantados por el Talibán. Tácticas sucias. (Nosotros usamos tácticas limpias, como bombas desde el aire, misiles desde tierra y aire, balas y fuego de artillería -y no olviden esos hermosos helicópteros artillados y los resbalosos aviones sin piloto.)
Entonces llegaron las noticias contradictorias. Bales había estafado todos sus ahorros a un viejo matrimonio cuando trabajaba para una firma de agentes de bolsa en Ohio, y puede que se haya unido al Ejército para escapar de un proceso judicial. A lo mejor no es tan buena gente.
El abogado de Bales dice que su cliente no puede recordar los hechos, lo que prepararía el terreno para una defensa de «capacidad disminuida».
«Capacidad Disminuida» es lo que mejor describe a los políticos que comenzaron y continuaron la guerra en Afganistán y a los aspirantes presidenciales republicanos que quieren escalar la guerra y comenzar otra con Irán.
Es cierto, Bales cumplió tres períodos de servicio en Iraq y menospreciaba a la misma gente que se suponía que estaba ayudando. Los llamaba peyorativamente «hajjis». Imagínense: ¡cuatro períodos de servicio! Tiene que haber sido el SEPT lo que lo hizo enloquecer.
¡Un momento! Cientos de miles de iraquíes y afganos que han perdido a sus familiares y hogares por las balas, bombas y misiles norteamericanos también padecen de SEPT. ¿Por qué no arrasan con todo? ¿Cuántos aldeanos pakistaníes han muerto por los ataques de aviones sin piloto? ¿Por qué no hemos sido testigos de similares ataques de locura por parte de esas víctimas de guerra?
Sin embargo, Bales tiene amplios precedentes en la historia militar de EE.UU. Los demonizados indios fueron masacrados durante casi un siglo. En 1898, el presidente McKinley quería convertir al cristianismo a los «paganos» filipinos. «Dios me dijo que me apoderara de las Filipinas», le dijo a incrédulos reporteros, pero no le dijo dónde encontrar a las Filipinas.
Después de que el almirante George Dewey informara que había capturado Manila, McKinley buscó en un globo terráqueo. «No podía», confesó, «encontrar esas malditas islas en un radio de 2 000 millas».
No es importante. Para hacer la labor de Dios no hay que conocer de geografía o de ética, Cuando los residentes de Balangiga, una aldea en la isla Samar, emboscaron a una unidad militar norteamericana y mataron a cuarenta soldados, el general. Jacob H. Smith ordenó ejecutar a todos los aldeanos de más de diez años de edad. Los filipinos estiman que murieron unos 2 000. ¿El castigo al general Smith? ¡Retiro anticipado forzoso!
El presidente Truman ordenó a la Fuerza Aérea que lanzara dos bombas atómicas sobre ciudades japonesas -la masacre de las masacres. Y no padecía de SEPT.
En junio de 2000, el presidente sudcoreano Kim Dae-jung pidió al presidente Clinton que investigara la matanza en masa de refugiados coreanos en junio de 1950 por soldados norteamericanos cerca de un puente de ferrocarril en No Gun Ri.
En marzo de 1968, soldados norteamericanos violaron y mataron a más de 300 aldeanas vietnamitas desarmadas en My Lai -la más dramática de las atrocidades cometidas en Viet Nam. En Iraq, soldados norteamericanos «enloquecieron» en Haditha y también mataron a civiles en Falluja.
¿Debieron estos incidentes haber generado apoyo del público norteamericano para con los «pobres asesinos»? ¿No es hora de que los medios se abofeteen ellos mismos y recuperen la cordura para su noción de periodismo balanceado? Las guerras crean a asesinos y luego los asesinos matan -a cualquiera. Pero si lo hacen mientras usan uniforme, raras veces son castigados.
El gobierno de EE.UU. envió a Bales a Afganistán para que hiciera su parte en la defensa de la seguridad norteamericana, y para llevar la estabilidad y la democracia a Afganistán. El pueblo afgano no invitó a las tropas, ni tampoco lo hizo el gobierno.
Algunos soldados norteamericanos resienten el hecho de que las tropas afganas que ellos han entrenado maten a soldados norteamericanos. Sintieron frustración cuando los afganos se manifestaron porque soldados de EE.UU. quemaron ejemplares del Corán y orinaran sobre cadáveres de afganos. Algunos afganos respondieron violentamente; seis soldados de la OTAN, incluidos dos norteamericanos, pagaron el fatal precio.
¡Qué malagradecidos! ¡Vinimos a ayudarlos y es así como se comportan! Los soldados norteamericanos que buscan venganza y violan la disciplina militar son considerados locos, no «sargentos homicidas». (Robert Fisk, «La Locura No Es la Razón para esta Masacre», The Independent, 17 de marzo.)
EE.UU. ha perdido la guerra en Afganistán. Después de once años de ocupación norteamericana, precedida por la brutalidad del Talibán, precedida por señores de la guerra apoyados por EE.UU., los cuales se hicieron cargo después de un gobierno comunista apoyado por la ocupación militar soviética, Afganistán también está lleno de gente que sufre de SEPT.
EE.UU. aún pretende que sus asesinos entrenados también se ganen los corazones y las mentes. ¿Aprenderá Washington la lección del saliente secretario de Defensa Bob Gates? «Cualquier futuro Secretario de Defensa que aconseje al presidente enviar un gran ejército terrestre norteamericano a Asia, al Medio Oriente o a África debiera ser enviado al psiquiatra». (Citado por Maureen Dowd, NY Times, 21 de marzo.)
Para impedir futuras masacres, envíen a Bales para que sea juzgado en Afganistán. Veamos cómo funciona la «capacidad disminuida» en Kandahar -la escena del crimen.