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Argentina:

Mega-represa Corpus: un atentado a la vida

Fuentes: Ecoportal.net

Los Consorcios o Empresas hablan solamente de conseguir, aumentar y asegurar energía para el progreso de las comunidades locales y/o regionales, pero no hablan de los desastres ambientales o ecológicos con la lógica destrucción de la biodiversidad.

En un falso concepto de desarrollo y crecimiento sustentable las transnacionales (profetas del neoliberalismo) no cesan en sus perversas intensiones de seguir construyendo «inmensas represas hidroeléctricas» en cualquier lugar del planeta. Muy en particular en aquellos países del tercer mundo en el que consiguieron, por la diplomacia o la fuerza, imponer gobiernos, y grupos políticos y dirigenciales funcionales. En el corazón del MERCOSUR pretenden implantar una nueva represa: la represa de Corpus. Desoyendo el clamor de la inmensa mayoría de los misioneros.

Cuando los Consorcios o Empresas constructoras hablan de «represas» mienten al decir verdades a medias. Hablan solamente de conseguir, aumentar y asegurar energía para el progreso de las comunidades locales y/o regionales, no hablan de los desastres ambientales o ecológicos con la lógica destrucción de la biodiversidad (original y genuina fuente de la energía necesaria para el desarrollo sustentable de la humanidad).

No existe la menor duda en cuanto a la necesidad de ciertas clases y cantidades de energía para el desarrollo de la ciencia, de la técnica y del confort humano pero, la perversidad radica en el concepto de calidad y amplitud de progreso que sostienen y profesan y que es la de obtener energía con la máxima rentabilidad al menor costo posible, sin importar las consecuencias.

Los pueblos nativos, los campesinos, algunos sindicatos, los movimientos ecologistas, algunas Iglesias, y muy distintos sectores de la sociedad luchan denodadamente todos los días a favor de un progreso y un desarrollo justo, equitativo, sostenible y armónico dentro de una relación con la naturaleza que la preserve para las generaciones venideras.

La Comunidad Misionera ya plebiscitó su veredicto

En Misiones, Argentina, en la consulta popular obligatoria y vinculante llevada a cabo en abril de 1996, la población rechazó abrumadoramente la construcción de la hidroeléctrica de Corpus. La mayoría de los partidos políticos locales lucharon con el pueblo para defender a la provincia del avasallamiento del federalismo que se proclamaba desde la Nación.

En la actual gestión de gobierno provincial (casi los mismos gobernantes que en 1996), existe un rotundo y contrario cambio, desde el discurso y las acciones, dando la espalda a la voluntad popular manifestada en aquella convocatoria obligatoria vinculante.

Tanto los partidos políticos tradicionales, como el recién nacido Frente Renovador (fuerza gobernante en Misiones, escisión del Partido Justicialista) y funcionarios de dudosa ubicación ideológica demuestran un total desconocimiento de asuntos ecológicos.

Esta preocupante realidad atenta peligrosamente contra la integridad territorial, ecológica, económica, social y cultural de la región, abonada por la actitud no comprometida de muchos dirigentes que guardan intereses mezquinos, silencio e indiferencia.

La realidad hoy, vaya uno a saber por qué motivos, ha cambiado desde los discursos y las acciones tanto de los partidos como de la mayoría de los representantes, que desobedecen y desconocen la voluntad popular, argumentando las tres patas de esta mesa sin tablero que se llama mentira. La cuarta pata la hacen muchos de los que nos representan, con su silencio, indiferencia, desconocimiento e intereses mezquinos.
Es de suma importancia analizar los criterios que sostiene Raúl Bregagnolo de la Red de Asociaciones Ecologistas de Misiones al denunciar las cuatro mentiras sobre las que se apoya el argumento neoliberal oficialista.

Cuando hasta el disfraz miente

Tomando en cuenta las apreciaciones, muy fundamentadas, que el representante de los ecologistas misioneros nos diera, agrupamos las mentiras sobre Corpus en cuatro mentiras fundamentales. A saber:

Primera mentira: energía barata.
La Energía es necesaria para las actividades humanas pero no debemos confundir desarrollo regional con el desarrollo del Brasil, que ya tiene la demanda energética equivalente a «un Corpus por año» aunque sigue exigiendo la urgente construcción de todas las posibles generadoras de electricidad para saciar su hambre de «crecimiento».
En realidad de los dueños de industrias, porque en Brasil sigue creciendo el número de habitantes con las necesidades básicas insatisfechas. Es muy claro que la energía que producirá Corpus estará destinada al mercado brasileño, debido a que no hay otro demandante en la región capaz de absorber semejante cantidad de energía. De no ser así el capital privado que construiría la misma no arriesgaría la inversión porque no habría donde ubicarla, ya que todos, menos Brasil, tienen cubierta su demanda energética, y por muchos años.

Por otro lado la energía generada sería en 60 ciclos y Argentina trabaja en 50. Hacer la transformación tiene costos elevados que el capital privado no estaría dispuesto a pagar. En consecuencia, lo de «energía barata» resulta una verdadera mentira. Más, si pretenden el «desarrollo industrial» proclamado desde los sectores interesados, teniendo en cuenta que Misiones no es industrial, ni podrá serlo jamás, salvo que se sigan sacrificando los recursos naturales y humanos como está sucediendo con las industrias foresto – papeleras, que están destruyendo aceleradamente( con la complicidad oficial) para transformar la provincia en un desierto verde de pinos. Misiones no puede tener industrias contaminantes, su topografía y recursos naturales no le permiten. Asumamos de una vez que esta provincia es pródiga y tiene todo, para que con adecuadas políticas se pueda vivir de la actividad turística no contaminante (evitando ese turismo depredador que hoy se a lanzado sobre ella). Hay países que ya lo están haciendo, nuestra provincia debe dar el primer paso.
Segunda mentira: regalías.

Se sabe por un cálculo que relaciona la energía facturada con el tiempo, que estas estarían en el orden de U$S 34 millones/año para Misiones. Esto si Paraguay no reclama lo suyo, y además se estarían percibiendo recién cuando la represa esté funcionando a pleno. Esta cifra, que será oscilante (el valor mencionado sería el máximo a percibir) aportaría a la provincia aproximadamente u$s 2,8 millones/mes. Monedas, si se reparten para los 75 municipios, ya que la provincia es de todos no solo de Corpus y San Ignacio. Monedas si comparamos con el presupuesto que la provincia destino a salud de casi U$S 6 millones/mes, así como los aproximados U$S 30 millones/mes de coparticipación que le tocan desde la nación.

Por otro lado qué garantías tiene Misiones de cobrar esas «monedas de Judas» y que no vayan a la nación, y si se perciben, que sean destinadas a la población y no a otros oscuros destinos. Con todo esto, se justifica sacrificar los recursos turísticos que quedarían inundados, que en la actualidad más allá de generar esparcimiento, recreación, satisfacciones a los visitantes, son generadores de mano de obra y recursos económicos de por vida. Sin considerar los problemas de salud que se generarían con la presencia de la represa, que pasarían a ser un gasto extra.

Tercer y gran mentira: mano de obra.
«Se dijo que en el pico de la obra estarían trabajando 7000 operarios. El promedio durante toda la construcción sería de 500 personas. Pero se debe pensar que a Paraguay también le corresponde parte de la mano de obra, entonces no se debe crear la ilusión de que los puestos de trabajos serían todos para los misioneros. La mano de obra especializada, sin dudas la trae el Consorcio constructor (Ingenieros, Técnicos, Arquitectos, Directores de Obra), así como también los chóferes de grúas, camiones Terex, topadoras, otras maquinarias a utilizarse y que también requieren de mano de obra especializada. Más allá de crear la expectativa respecto a los puestos de trabajo a mucha gente, hay que saber que la mano de obra que se ocuparía sería para trabajos pesados, con mayor riesgo e insalubres», nos comentaba Bregagnolo.

Además, está muy claro que esta obra se haría solamente con el aporte de capital privado (ya que el Estado no tiene crédito), por ello cuando se habla de mano de obra cae de maduro que ésta, por más o menos puestos de trabajo que genere, sería por breve tiempo, ya que el concesionario terminará lo antes posible la obra para comenzar a generar energía y recuperar la inversión. «Se adelantaría en un año y medio la obra de acuerdo al tipo de equipamiento que se utilice…» han dicho ingenieros de la Comip, esto también implica que la mano de obra será cortoplacista. Luego, el Estado deberá resolver los problemas generados por la desocupación, que sin dudas recae en los sectores más carenciados de la sociedad. Clara demostración de ineficiencia en las políticas laborales de la provincia y la nación.

Cuarta Mentira, o la mentira de los políticos.
Está constituida por la falta de seriedad en los argumentos de los intendentes, concejales, diputados, gobernantes e instituciones que apoyan la posible construcción, y que no se hacen responsables frente al pueblo misionero y de la región, de las consecuencias que traería aparejada la represa de Corpus si fuera construida.

«Un detalle que se debe tener en cuenta y es fundamental – proponía ver el ecologista de Aristóbulo del Valle – es que ningún capital privado haría una inversión tan grande en una obra que es rechazada por la población de la región donde estaría insertada. Clara demostración del peso popular, fue la obligación de descartar el emplazamiento en Itacuá (y en todo el Río Paraná). Y el abandono del Canal Federal por «inviabilidad» por parte de los gobiernos de las provincias. ¿Acaso se tendrán que hacer tres plebiscitos para descartar las tres posibilidades? No se puede ser tan irrespetuoso del pueblo al que se debe servir. Así como están las cosas, en este país todo es posible. Insistirán con Corpus y Las Pavas, con el repositorio nuclear en Gastre, con la Aeroisla, las forestaciones con pino, pero siempre quedará la duda del tiempo que se ha perdido sin pensar en estrategias a largo plazo que permitan el anhelado «desarrollo sustentable», donde la gente pueda tener trabajo, salud suficiente y garantías de un bienestar en armonía con los recursos naturales».

«Misiones apuesta a uno de los únicos NO más positivos que existen en nuestra realidad -afirmaba Bregagnolo – y si de algo estoy seguro es que si el pueblo dice NO a la hidroeléctrica de Corpus, aunque la pretendan construir, no será posible hacerlo. Es necesario mantener viva la memoria.»

El pueblo misionero ya manifestó en 1996, por medio de un plebiscito vinculante, su rotundo rechazo a la construcción de la mega-represa. Sin embargo, el Estado argentino en una actitud ilegal manifiesta, y contrariando la voluntad popular, se empecina en proseguir con el mega proyecto. Ignorar la voluntad del pueblo que se manifestó en un 88 % a favor de la no construcción de la represa es una violación a los principios básicos de la democracia. Esto refleja la actitud y tendencia del Estado argentino de mantener las operaciones de la mega-represa en secreto, para así evitar la oposición por parte de la población.

La mega-represa tendría un enorme impacto ambiental; se formaría un gran embalse continuo al de Yacyretá, perdiendo definitivamente el Alto Paraná su característica de río, agravándose aún más la merma de peces como el dorado, surubíes y otros de irremplazable valor para el trabajo y la economía de todo el litoral argentino.

Los impactos ambientales de la mega-represa Corpus Christi violarán derechos humanos de las comunidades afectadas, incluyendo decenas de familias indígenas tales como la comunidad Mbyá-Guaraní, que habita en una de las zonas que sería inundada por la mega-represa. Bregagnolo manifestó, enfáticamente: «El derecho a la vida, entre otros, será amenazado por la propagación de enfermedades hídricas tales como la esquistosomiasis y la malaria. No olvidemos que se encontraron caracoles infectados con esquistosomiasis en la represa de Itaipú, en Brasil, a 17 kilómetros de Puerto Iguazú; con Corpus construida, se estará favoreciendo el ingreso de esta enfermedad a la Argentina».

La vuelta al intento de construir Corpus en Misiones, por parte de grandes empresas transnacionales, el Gobierno provincial y algunos de los partidos políticos que en 1996 se oponían terminantemente y hoy «viraron el poncho», es un atentado a la vida en el corazón del Mercosur.

Atentado que aún podemos impedir.

Domingo López y Raúl Aramendy
CEMEP-ADIS – Posadas – Misiones