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Desde Gaza

Mi vida bajo el asedio

Fuentes: The People’s Voice

Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

Estamos en marzo, en el mes de las flores, hace buen tiempo, aunque los secos y abrasadores vientos de ayer hacían que el calor fuera sofocante. Pensé que este año el verano se nos estaba echando velozmente encima, y con esta idea me puse a pensar en otras cosas, en la ropa de verano para los niños, en disfrutar de duchas diarias de agua fresca y limpia, en sentarme en la playa compartiendo con mis niños la alegría de los juegos con la arena, porque ya no podemos disfrutar de la natación en un mar anegado de aguas residuales… Sin embargo, esa idílica escena no entra en las posibilidades de los palestinos que viven en Gaza, porque sellaron Gaza y cerraron sus fronteras; Gaza y sus gentes no sólo sufren las brutales incursiones y los continuos ataques israelíes sino también la falta de productos que son básicos pero que ahora se han convertido en todo un lujo, como los medicamentos, el papel para los libros, las vacunas y otras muchas cosas fundamentales de las que cualquier persona del mundo puede disfrutar como algo garantizado de por vida.

Hoy, en mi camino hacia el trabajo, vi largas colas de coches junto a las gasolineras que llevaban esperando desde las primeras horas de la madrugada. Los conductores de esos vehículos están hechos polvo porque hace semanas que no pueden trabajar y tienen familias que mantener; el taxi que poseen es su principal fuente de ingresos. Por tanto, debido a la carencia de fuel, han perdido ese medio de ingresos y han pasado a engrosar el ejército de los desempleados de mi sociedad. Hemos oído que hay fuel en las gasolineras pero sus dueños lo guardan para poder venderlo a precios mucho más altos en el mercado negro.

Como tantos otros, me sentí muy afortunada de no tener que esperar durante horas en la calle para poder encontrar un taxi que me lleve a mi trabajo. Las imágenes de los estudiantes universitarios, de los pacientes, de las ancianas, que tienen que esperar un taxi para poder llegar hasta sus universidades, o hasta los hospitales de Gaza, me resultan devastadoras y me rompen el corazón. Ante esas imágenes no puedo creer que vivamos en un mundo libre y moderno.

Desde que Hamas se apoderó de Gaza, y desde que la comunidad internacional se alineó con Israel para imponerle sanciones a Gaza, las cosas han cambiado de forma dramática. El porcentaje de desempleados en Gaza ha aumentado hasta alcanzar la cifra del 90%, a la vez que la mayoría de sus habitantes han pasado a depender totalmente de las organizaciones de ayuda humanitaria que distribuyen raciones alimentarias y algún tipo de asistencia, lo que significa que si llega a producirse alguna reducción repentina en el presupuesto de esas organizaciones, muchas de las familias de Gaza perderán ese privilegio y tendrán que empezar a mendigar por las calles.

En Gaza se ha duplicado, y hasta triplicado, el precio de cualquier artículo que se necesite comprar; casi nunca se puede encontrar ropa, alimentos o medicamentos de calidad. Los mercados están casi vacíos a causa del cierre. Y ante esta situación, la gente se ve obligada a aceptar lo que acierte a encontrar y, si no, tendrán que apañarse la vida sin nada.

El verano ha empezado ya y con él, yo, al igual que el resto de madres, tenemos que buscar ropa de verano para los niños -un privilegio que no muchos niños de Gaza pueden disfrutar, ya que Israel lo controla todo ahora con su estado de sitio-. También debido al cierre, ya no hay variedad de productos en los mercados como antes y lo que queda del año pasado o antepasado es muy caro en relación con su calidad. Esta situación no se limita a la ropa sino que se extiende a todo, incluso a las necesidades más sencillas que se pueda imaginar.

Me llevó días encontrar en el mercado ropa de verano adecuada, no porque yo sea una persona exigente sino porque no había nada; encontrar zapatos se ha convertido en algo especialmente problemático porque no hay fábrica de calzado en Gaza, y si la hubiera, habría tenido que cerrar por carencia de materias primas.

Así es la vida de los que trabajan y tienen salarios, ¿pueden entonces imaginar cómo es esa vida para los que no tienen trabajo y tienen niños que se comparan con sus compañeros de clase?

Como he dicho antes, la situación no se limita a ropa y comida, sino que se amplía a los medicamentos, a la leche maternizada y, fundamentalmente, al agua potable. Todos nosotros sabemos que incluso antes del asedio, Gaza sufría escasez de agua potable, sin embargo, la situación ha empeorado mucho desde el bloqueo, no sólo hay carencia de agua potable sino también de las materias que hay que añadir para tratar el agua y que la gente pueda beberla. Oí muchas advertencias sobre que debemos hervir al agua antes de beberla, pero me doy cuenta que el agua que utilizamos para lavar, cocinar y ducharnos huele muy mal, pero no puedo dejar de usarla porque no tengo otra alternativa. En cuanto a este punto he perdido la esperanza de que las cosas mejoren, no se nos permite nada, estamos herméticamente encerrados por todos los rincones, incluso en nuestra humanidad, incluso en nosotros mismos.

En palabras sencillas, tenemos que vivir en Gaza en un entorno apenas saludable para los seres humanos, donde nos enfrentamos a todo tipo de carencias, de alimentos, medicamentos, cuidados sanitarios, escuelas y todo tipo de necesidades básicas.

Con esta clase de vida, ¿cómo es que los israelíes se atreven a pedirnos, a demandarnos, que seamos normales, que vivamos normalmente y que dejemos de odiarles?

Si como ser humano no puedo acceder a unos estándares mínimos de vida, entonces ¿cómo voy a vivir con normalidad? Si nosotros, los palestinos de Gaza, no podemos disfrutar de nada, entonces, ¿cómo vamos a dejar que otros disfruten?

¿Y quién marca la diferencia para hacer que nuestras vidas no tengan valor alguno ni para nosotros mismos, para que la muerte se convierta en una de nuestras opciones para poder poner fin a una vida miserable? Gaza y su gente viven aplastados por la injusticia de otros, nuestra capacidad para resistir esa vida no va a durar siempre, entonces, ¿cómo creen, cómo quieren que reaccione mi pueblo? ¡¡¡Hagan el favor de contestarme!!!

Enlace con texto original en inglés:

http://www.thepeoplesvoice.org/cgi-bin/blogs/voices.php/2008/04/06/p24569