En mayo de 2024, la parlamentaria Tally Gotliv dijo en un discurso en el Congreso de Israel: “Estados Unidos amenaza con no enviarnos más misiles de precisión. Tengo noticias para Estados Unidos: ¡tenemos misiles imprecisos! Así que, en lugar de usar un misil preciso para derribar una habitación o un edificio, usaremos misiles imprecisos para derribar diez edificios. Si no nos dan misiles de precisión, usaremos misiles imprecisos”.
El ochenta por ciento de Gaza ha sido destruido a fuerza de bombardeos masivos. Miles de personas se encuentran desaparecidas debajo de los escombros. Miles morirán (de hecho, ya están muriendo) de hambre y por enfermedades prevenibles o curables, como lo están reportando los médicos internacionales.
Mientras, se exige que se liberen la os secuestrados por Hamás como condición y “solución definitiva” al conflicto, que es como decir que si alguien secuestra a un miembro de mi familia yo tengo derecho a matar mil o diez mil residentes de su barrio y llamarlos “efectos colaterales”. De aquí que uno de los argumentos preferidos, que funciona como justificación de las repetidas masacres, es: “¿Por qué los estudiantes en Estados Unidos no protestan por los secuestrados por Hamás?” Eso sería, se acusa, porque son antisemitas, porque son pro-Hamás, como han dicho legisladores estadounidenses y el embajador israelí ante la ONU. Se acusa a los estudiantes de sentir más dolor por unas víctimas que por las otras, por lo cual hay que legislar prohibiendo el odio, etc.
Estas acusaciones no pasan la primera prueba de reciprocidad moral, pero la respuesta a por qué protestan los estudiantes es simple:
Protestan no por un hecho consumado el 7 de octubre, sino por una masacre continuada, en curso y sin tregua.
Protestan por la raíz del problema, que se inició generaciones atrás y desde entonces no ha dejado de intoxicar al resto del mundo.
Protestan porque son participes involuntarios y resistentes de algo que consideran inmoral. Su dinero, ese que deben quitarle a su futuro para poder estudiar, aparte de los impuestos de los estadounidenses, no es enviado a la resistencia palestina sino, y de forma sistemática y sin límites, es enviado al ejército israelí para acelerar esa masacre y continua deshumanización de un pueblo sin derechos siquiera a protestar, como ha quedado demostrado por años.
Protestan contra un apartheid aún más brutal que el de Sudáfrica, como lo han descripto en detalle las víctimas, como cualquiera puede ver en videos testimoniales o leer en reportes de aquellos israelíes y judíos que no han sido deshumanizados por el fanatismo religioso, político y chauvinista que se enseña en las escuelas y en los medios.
Protestan porque han tomado conciencia de que aquello de la democracia y la libertad para todos se parece a la orgullosa frase “We the People”, donde “people” en la teoría somos todos, pero en la práctica sólo un grupo pequeño en el poder en un sistema servido por esclavos.
Protestan porque 2.500 de ellos han sido arrestados por protestar y ninguno de los grupos anti protestas que iniciaron las confrontaciones en los campuses han corrido la misma suerte.
Protestan porque los están amenazando con listas negras por parte de las grandes empresas.
Protestan porque aquellos que aún no han sido detenidos por protestar ya han sido informados que sus rostros están siendo registrados por cámaras, por los nuevos sistemas de Inteligencia Artificial y por los viejos sistemas de Inteligencia Ideológica.
Protestan porque no los dejan protestar. ¿Israel no tiene derecho a defenderse? ¿Los palestinos no tienen derecho a defenderse? ¿Y los secuestrados? ¿Los secuestrados humanos o los secuestrados subhumanos?
Actualmente existen 9.500 secuestrados en las cárceles de Israel, detenidos sin proceso debido. Muchos han muerto en esas mazmorras luego de estar recluidos por años. Como lo ha reconocido Jill Stein, se estima que hay decenas de miles de detenidos en cárceles secretas en Israel, torturados, humillados y amputados. La mayoría no son palestinos de Gaza sino cosecha de una larga tradición de detenciones arbitrarias en Cisjordania por parte del ejército israelí. Un gran número de ellos son menores de edad. Algunos militares israelíes han dado testimonio de las violaciones y torturas que se practican en estas cárceles. Otras organizaciones han denunciado violaciones sexuales de menores detenidos, las que luego han sido calificadas por el gobierno israelí de antisemitas o “grupos terroristas”.
En esta última escalada de violencia iniciada por el ataque de Hamás el 7 de octubre de 2023 (el último capítulo de una larga historia de ocupación violenta de Palestina, desplazamiento de su población nativa, brutalización, deshumanización y demonización de sus resistencias como “terroristas”, historia que lleva varias generaciones) persisten dos grandes misterios:
Preguntas: I
¿Por qué se organizó un festival de música a pocos kilómetros de la frontera con Gaza?
¿La inteligencia más poderosa del mundo no sabía nada de los planes de Hamás?
¿Por qué la frontera más vigilada del mundo dejó pasar a un grupo de milicianos armados hasta matar y tomar rehenes, mientras la reacción tardó varias horas y, cuando se realizó, no evitó los secuestros, sino que mató sus propios ciudadanos con fuego aéreo?
¿No fue este ataque una perfecta y prolijamente diseñada excusa para terminar de “matar a todos los habitantes de Amalek” y ocupar un punto estratégico en nombre del famoso “derecho a la defensa”?
Preguntas: II
¿Por qué la destrucción indiscriminada de Gaza a fuerza de masivos bombardeos a un costo de varios millones de dólares por día ha producido “efectos colaterales” que llevan asesinando a 40.000 inocentes, dos tercios de ellos niños y mujeres, pero supuestamente no ha matado a ningún secuestrado israelí?
¿Por qué Tel Aviv no teme matar a ningún israelí secuestrado cuando arroja bombas que barren con barrios enteros?
¿Tan seguros están de que no hay ninguno de los secuestrados ocultos allí, siendo usados como “escudos humanos”?
¿O es que tampoco ellos importan, porque el objetivo no es su liberación sino la continuación del despojo de los “subhumanos palestinos” por parte de “el pueblo de la luz”?
¿La inteligencia israelí sabe dónde están y no bombardean esos puntos mínimos?
¿Cómo es posible que una de las inteligencias más poderosas del mundo, operando con uno de los ejércitos más poderosos del mundo, sin ningún tipo de restricción técnica o moral, dice haber encontrado túneles vacíos e inexistentes, niños terroristas, pero no puede encontrar ni a uno solo de los secuestrados?
Si todo el bombardeo y destrucción fue hecho sin poner en peligro la vida de los secuestrados, sólo significa que Inteligencia, los militares y el gobierno de Netanyahu saben perfectamente dónde están los secuestrados y dónde están sus captores.
¿Por qué no han ido por ellos y, por el contrario, se han dedicado a masacrar a la población con un equivalente al 7 de octubre cada semana por más de siete meses?
Creo que no es necesario ser un genio para responder a estas preguntas, pero las respuestas son del todo peligrosas. ¿O también van a criminalizar las preguntas inconvenientes?
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.