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Notas para un debate sobre poder popular, socialismo y Estado Vasco

Movimiento popular contra la crisis capitalista

Fuentes: Rebelión

  ORÍGENES DEL MOVIMIENTO POPULAR PUEBLO TRABAJADOR Y MOVIMIENTO POPULAR LOS EFECTOS DEL CONTRAATAQUE DEL ESTADO MOVIMIENTO POPULAR Y CONSTRUCCIÓN NACIONAL BAJO EL SEGUNDO ATAQUE DEL ESTADO MOVIMIENTOS POPULARES Y SOCIALISMO MOVIMIENTOS POPULARES Y CRISIS CAPITALISTA PERSPECTIVAS DE FUTURO Hablar de independencia y unificación nacional, socialismo, reuskaldunización y sociedad no patriarcal en Euskal Herria sin […]


 

  1. ORÍGENES DEL MOVIMIENTO POPULAR

  2. PUEBLO TRABAJADOR Y MOVIMIENTO POPULAR

  3. LOS EFECTOS DEL CONTRAATAQUE DEL ESTADO

  4. MOVIMIENTO POPULAR Y CONSTRUCCIÓN NACIONAL

  5. BAJO EL SEGUNDO ATAQUE DEL ESTADO

  6. MOVIMIENTOS POPULARES Y SOCIALISMO

  7. MOVIMIENTOS POPULARES Y CRISIS CAPITALISTA

  8. PERSPECTIVAS DE FUTURO

  1. Hablar de independencia y unificación nacional, socialismo, reuskaldunización y sociedad no patriarcal en Euskal Herria sin tener en cuenta el papel crucial de los movimientos populares, es, además de una negación de la historia, también un retroceso político a la ideología burocrática de la democracia burguesa. De la misma forma en que el capitalismo puede aceptarlo todo con tal de sobrevivir, excepto la extinción de la propiedad privada de las fuerzas productivas; del mismo modo, la democracia burguesa puede aguantarlo todo excepto los embriones de democracia socialista que laten en los movimientos populares y en los embriones del consejismo y del sovietismo que palpitan en cualquier lucha obrera no constreñida ni desvirtuada por el reformismo sindical y político.

  2. Para saber qué son los movimientos populares tenemos que comprender primero las conexiones entre «clase obrera», «clase trabajadora», «pueblo trabajador» y lucha de liberación nacional, conceptos que van de menor a mayor, de exclusión a inclusión, y que han sido empleados por las fuerzas revolucionarias desde el siglo XIX, pero especialmente desde que los estudios sobre el imperialismo y las tesis bolcheviques sobre el derecho de autodeterminación y la liberación de los pueblos, actualizaron y ampliaron el uso del concepto de «pueblo trabajador». Desde la V Asamblea la izquierda abertzale asumió este concepto como decisivo para entender la estructura social vasca, su lucha de clases e independentista en el capitalismo de la época. Sin embargo, las corrientes entonces denominadas liquidacionistas y españolistas fueron abandonándolo.

  3. La historia reciente de Euskal Herria nos muestra una práctica colectiva que podemos definir como movimientos populares en ciernes, embrionarios, empezando por los iniciales grupos de ayuda a los prisioneros del franquismo, prácticamente desde 1937 en adelante, siguiendo con los grupos complejos y poco estudiados que se formaron desde 1945 y que junto a restos de los sindicatos y partidos ilegalizados por el franquismo, pudieron impulsar una oleada de protestas populares, obreras y sociales, con huelgas, cierres, boicots, manifas, etc., hasta finales de los ’40 e incluso comienzos de los ’50 especialmente en Nafarroa. En aquellas condiciones de represión aplastante, la dinámica que conduce de la autoorganización clandestina a la autodefensa frente a la dictadura, pasando por la autogestión del grupo y su permanente autodeterminación sobre qué hacer, debía superar diariamente toda serie de obstáculos, pero funcionó durante un tiempo.

    1. Sin embargo, tras el salvavidas que obtuvo la dictadura franquista con la decisión de los EEUU, Gran Bretaña, etc., de hacer del Estado español una de las bases decisivas de retaguardia estratégica frente a la URSS, tras esta decisión imperialista que fue un mazazo terrible, se produjo un parón en la tendencia a la recuperación de las luchas, y un retroceso casi absoluto en su mayoría. Especial impacto negativo tuvo el abandono práctico del derecho de resistencia, de autodefensa, por parte de la mayoría de las fuerzas que habían resistido violentamente al franquismo y al nazismo en Euskal Herria y que disponían de fuerzas armadas en el sur del Estado francés y en el norte de Euskal Herria. Por un lado, el triunfalismo franquista tras salvarse gracias al imperialismo, por otro el abandono de la lucha en su forma decisiva por los partidos ilegalizados, y ambos golpes cayeron además en una década, la de los ’50, en la que autarquía socioeconómica del régimen resultaba un rotundo fracaso que multiplicaba la indefensión del pueblo trabajador.

    2. Pero esta situación empezó a cambiar por varios motivos que sólo podemos enunciar aquí como fueron, uno, los efectos sociales y políticos de las reformas económicas introducidas a finales de los ’50, especialmente la recomposición de la clase trabajadora y de la clase obrera industrial; dos, el alto componente de represaliados por el franquismo existente en las primeras levas de emigrantes de varias naciones, culturas y regiones hispanas que empezaron a llegar a Hego Euskal Herria desde comienzos de los ’60 y que, mal que bien, se fueron integrando en la recomposición trabajadora y obrera ya en ciernes; tres, el desencanto manifiesto de bases carlistas que, como se vio en Nafarroa, se alejaron como base de masas de la dictadura franquista en Hego Euskal Herria, aumentando la debilidad del régimen; y cuatro, la llegada a la edad juvenil y adulta de una generación que había vivido pasivamente la guerra de invasión franquista de 1936, o que justo había nacido en esos años, y que no habían padecido en carne propia, directa y vitalmente, el terror de la dictadura, aunque sí en su familia y entorno. Dentro de estos nuevos colectivos juveniles destacó el grupo EKIN.

    3. Simultáneamente a estos cambios, e internamente a amplios sectores de Euskal Herria, se fue reactivando la conciencia euskaldun más allá de los estrictos, cerrados y apenas conocidos límites de la familia euskaldun, que hasta entonces había mantenido su identidad lingüístico-cultural en la intimidad, cuando no había claudicado a la represión, a la persecución y a las presiones múltiples permitiendo que sus hijas e hijos no aprendiesen el euskara, que lo redujeran a pocas frases o que lo perdiesen. La inminencia de la pérdida definitiva de la lengua vasca y de la desnaturalización de la cultura a ella unida vitalmente, este peligro mortal que se sentía en la piel y en la conciencia, fue significativamente el origen del primer movimiento popular merecedor de tal nombre: la autoorganización de un grupo social para luchar por una necesidad colectiva al margen de toda ayuda oficial y superando todas las trabas legales y represivas.

    4. Una característica del movimiento popular euskaltzale es que se fue plasmando en muchos frentes, desde las gaueskolas e ikastolas infantiles, hasta las propuestas de una Euskal Unibersitatea, pasando por periódicos, revistas, programas de radio, bertsolaris, euskal musika, euskal dantza, grupos como Ez Dok Amairu, películas decisivas en su época como Ama Lur, o textos de impacto como Quousque Tandem, etc., de modo que resulta algo difícil separar analíticamente dónde acaba y dónde empieza cada una de las formas de recuperación del complejo lingüístico-cultural euskaldun. Semejante forma de autoorganización popular permitía llegar a muchos problemas en un contexto represivo en apariencia omnipotente, pero a la vez anunciaba una forma de acción que más tarde sería presentada como un gran «invento» como el de la «organización en red». Y aquella forma de autoorganización popular tenía sus deficiencias, eran mayores sus ventajas.

    5. Más adelante, cuando estudiemos las relaciones entre movimiento popular y formas organizativas, movimiento popular y movimiento social, cambios capitalistas y movimiento popular, etc., volveremos a este tema. Ahora nos interesa concluir remarcando el crucial e histórico papel jugado por este movimiento que, además de ser prácticamente en primero en surgir, hizo que todos los demás que le siguieron no tuvieran otro remedio que posicionarse a favor, indiferentemente o en contra de la identidad vasca en su forma esencial, de su complejo lingüístico-cultural como base de un identidad nacional. Un ejemplo ilustrativo de la importancia de esta cuestión lo tenemos en que prácticamente todas las escisiones españolistas y estatalistas en ETA se caracterizaron, entre otras cosas, por su indiferencia o rechazo implícito de la lucha por la reuskaldunización del país, a excepción de casos individuales muy meritorios.

2.- PUEBLO TRABAJADOR Y MOVIMIENTO POPULAR

4. En este ambiente, el concepto de «pueblo trabajador» encontró un suelo muy fértil para arraigar y demostrar su valía práctica par ayudar a la expansión de los movimientos populares desde mediados de los ’60 del siglo XX, como formas autoorganizadas de lucha por la recuperación de aspectos centrales de la existencia de la nación vasca en las condiciones de opresión y dictadura franquista, con limitaciones tremendas, bajo el dominio absoluto del castellano y del francés, y bajo una situación socioeconómica y de estructura clasista de la Euskal Herria caracterizada por drásticos cambios impuestos por una expansión industrial descontrolada e irracional en cuanto a la inexistencia de todo plan estratégico, de equilibrio entre las áreas en crecimiento con red lógica de comunicaciones y de respeto siquiera mínimo al medioambiente, a la salud colectiva.

5. A partir de aquí empezaron a crearse otros movimientos populares a la vez que el movimiento obrero daba un salto cualitativo con la creación de las comisiones obreras y, más tarde, con la aparición de otros sindicatos, especialmente con los declaradamente sociopolíticos. Rápidamente, podemos constatar esta secuencia de movimientos populares hasta mediados de los años ’80 del siglo XX: Amnistía; Medios de comunicación críticos y euskaldunes, como EGIN, EUSKALDUNON EGUNKARIA, y otros muchos más; Antinuclear y ecologista; Internacionalista; Feminista y de liberación de sexo-género, dotado de una especificidad que no podemos exponer ahora; Antidrogas; Contra el servicio militar español y Contra el referéndum de la OTAN. Una matización hay que hacer con respecto al movimiento vecinal que llegó a tener fuerza en muchas zonas pero en el que, a diferencia de los otros, hubo desde un principio mucha más presencia de las fuerzas estatalistas y reformistas, implantación que más tarde usarían para liquidarlo en buena medida al llegar los «ayuntamientos democráticos».

6. Hemos puesto aquí el límite temporal de mediados de los ’80 porque en realidad fue un límite socioeconómico y político determinado por el hecho de que fue en la segunda mitad de los ’80 cuando empezaron a surtir efectos los cambios estratégicos introducidos primero por UDC y luego por el PSOE, siempre con el apoyo de PNV y más tarde de UPN, y que analizaremos más adelante por su gran importancia. Como veremos, desde finales de los ’80 empezaron a cambiar muchas cosas. Pero antes debemos remarcar varias cosas sobre los movimientos populares de la época por su decisiva influencia para los años sucesivos:

    1. Desde los años ’30 había sido apreciable y frecuentemente decisiva la acción de la mujer, acción central en los primeros grupos euskaltzales y que luego iría ampliándose a otras facetas de la resistencia popular. La especificidad del movimiento feminista arriba citada consiste en que debe estar y está compuesto exclusivamente por mujeres por razones tan obvias que no merece la pena repetirlas, y es esta especificidad de sexo-género la que le garantiza en buena medida su supervivencia, capacidad y movilización en un campo de lucha tan duro, violento, egoísta y ferozmente irracional. Esto hace del feminismo un movimiento específico que penetra en toda la realidad, en el movimiento obrero y sindical, en los movimientos populares, en los sociales, en toda serie de grupos, colectivos, organizaciones y partidos. El movimiento feminista requiere de un análisis más pormenorizado que el que podemos hacer aquí.

    2. Durante estos primeros años fue quedando claro para las fuerzas revolucionarias y reformistas que el capitalismo era más complejo y resistente de lo que habían creído durante la anterior lucha meramente antifranquista. Se fue viendo que la estructura interna de la explotación económica, opresión nacional y dominación de sexo-género era muy profunda y totalmente entrelazada con los intereses de la burguesía vasca; también se vio casi de inmediato que ni los partidos representantes de esta burguesía, ni la socialdemocracia, ni el eurocomunismo querían avanzar en una verdadera democracia, en una ruptura cualitativa con el poder franquista.

    3. Generalmente de forma inmediata y directa, los movimientos populares que ye existían y los que se fueron creando, sufrieron en su interior las tensiones crecientes entre el bloque reformista que hemos citado, y el bloque revolucionario. Allí donde el primero tenía fuerza, procedía a desmantelarlos o controlarlos para hacer de ellos, previa depuración, simples peones de sus maniobras tácticas. Desde la instauración de la «democracia», una de las obsesiones de estos partidos fue la de desactivar los movimientos, destrozándolos, e integrar sus restos en la vida parlamentarista y municipalista, empezando por la parte que controlaban del movimiento vecinal que había sido tan fuerte en muchas zonas del país, y que casi desapareció en cuanto a movimiento independiente al ser supeditado a la acción municipal burocratizada.

    4. La complejidad inherente al capitalismo se plasmaba ya entonces en una enorme variedad de diferencias externas, tan dispares en su apariencia formal una de otras que, a simple vista, no podía existir una cohesión interna, estructural, que les uniese en su fondo, en el subsuelo de la opresión diaria. Uno de los méritos teóricos de la izquierda abertzale radica en haber sabido demostrar en la práctica la unidad esencial que los recorre pese a tanta diversidad superficial. La izquierda abertzale del momento explicó la unidad esencial de fondo que cohesionaba a los movimientos, y cómo las reivindicaciones de independencia de toda Euskal Herria, socialismo y reuskaldunización iban tomando cuerpo teórico al calor de la lucha práctica de las masas, de los debates y escisiones internas y del consiguiente enriquecimiento teórico. Uno de los fracasos teóricos y estratégicos de las fuerzas revolucionarias tradicionales, marxistas y anarquistas en todas sus corrientes, fue el no poder comprenderlo, pero en rechazarlo en la práctica abandonando los movimientos excepto meritorios casos individuales.

    5. Tales izquierdas desconocieron o rechazaron explícitamente la unidad substantiva que estructuraba todas ellas alrededor de la opresión nacional del pueblo trabajador vasco. Interpretaban la realidad vasca desde la perspectiva de que no existía opresión nacional, de que lo únicamente decisivo era una «clase obrera» abstractamente definida según la visión estatalista, sin engarce en la lucha de liberación. Esta concepción veía las luchas por el euskara, etc., como luchas meramente tácticas, democraticistas y puntuales, separadas entre sí y, sobre todo, sin conexión con la opresión nacional.

  1. Pero llegar a esta conclusión decisiva no valía de nada si no se sustentaba en una forma organizativa adecuada a ella. El modelo de funcionamiento basado en organizaciones específicas compuestas por militantes seleccionados y formados, que actuaban en el interior de los problemas estructurales de Euskal Herria, demostró tanto su efectividad que llegó a convertirse en uno de los objetivos a destrozar por la represión española y actualmente por la francesa. Y demostró esa efectividad, con sus errores y limitaciones inevitables, porque uno de sus ejes decisivos giraba alrededor de los movimientos populares, sobre cómo impulsarlos desde dentro sin recurrir a métodos burocráticos que más temprano que tarde terminarían ahogándolos.

  2. Ahora bien, este modelo materializado en la segunda mitad de los años ’70, sufría sin embargo de una contradicción latente que iría agudizándose con los años: la que existía entre la tesis del partido dirigente, que termina supeditando los movimientos populares a la dirección del partido, y la tesis del movimiento de liberación compuesto por organizaciones, sindicatos y movimientos populares centralizados alrededor de objetivos comunes, estrategias y tácticas adecuadas a ellos.

  3. Prácticamente hasta finales de los ’80, los movimientos populares presentaron determinadas características comunes que debemos reseñar. La primera y decisiva era su entronque con la lucha de liberación nacional, aunque adaptado a las peculiaridades de cada área de lucha, presentándolo de forma directa y explícita o indirectamente e implícitamente según los casos.

9.1 La segunda era su capacidad mayor o menor, pero siempre deseada, de integrar a la mayor cantidad de personas, presentando para ello unos perfiles amplios, incluyentes y mucho más abiertos que el de las organizaciones y partidos.

9.2 La tercera era la importancia crucial dada a la información verídica y directa al pueblo en su conjunto, contando con los verdaderos movimientos populares que crearon EGIN, EGUNKARIA y otros medios de prensa pertenecientes a los respectivos movimientos, a las organizaciones, colectivos y grupos. Como indicaban ya entonces todos los estudios sobre el consumo de prensa, la población vasca era una de las más «consumidoras», si no la que más del todo el Estado, y desde luego la que disponía de más información crítica y contrastable gracias a los movimientos populares y a la izquierda abertzale.

9.3 La cuarta era su preocupación por la independencia práctica y económica, y aunque se pidiesen subvenciones siempre era desde el criterio irrenunciable del mantenimiento de la independencia ante los aparatos del Estado y de la burguesía.

9.4 Y la quinta era su muy mayoritario tono defensivo, de lucha contra opresiones e injusticias iniciadas por el Estado, antes que de propuestas ofensivas precisas en pos de un modelo alternativo construido mediante el debate democrático, aunque cada vez más e impelidos por las necesidades crecientes de todo tipo, los movimientos populares comenzaron a elaborar alternativas concretas, siguiendo las pautas iniciadas por la creación de los medios de prensa euskaldun y crítica que hemos citado.

3.- LOS EFECTOS DEL CONTRAATAQUE DEL ESTADO

10. Como hemos dicho, en la segunda mitad de los ’80 comenzaron a sentirse los efectos de la política neoliberal y represora desencadenada masivamente por el PSOE. Por un lado, la urgencia por ampliar las reformas socioeconómicas y laborales que facilitasen un salvaje aumento de los beneficios empresariales; por otro lado, aplicar la involución estaturaria, la LOAPA, decidida inmediatamente después del tejerazo de febrero de 1981; además, el estrepitoso fracaso de la guerra sucia de los GAL y por último, los resultados del referéndum sobre la OTAN en 1986 y los electorales de la izquierda independentista en 1987, así como la crisis anterior del PNV al escindirse EA, estos y otros factores como los datos obtenidos por estudios sobre la evolución al alza de la identidad vasca y vasquista y el retroceso de la española, llevaron al PSOE a un profundo cambio en su estrategia contra Hego Euskal Herria.

    1. Una de las nuevas tácticas introducidas fue la de abrir una fase de conversaciones entre el gobierno del PSOE y ETA en Argel desde finales de 1987 hasta comienzos de 1990, fase en la que no podemos entrar ahora porque desborda los objetivos de este texto excepto en lo que atañe al movimiento popular que, en contra de lo deseado y esperado, apenas jugó un papel clave en la movilización de masas que se necesitaba como fuerza popular decisiva para ese momento y sobre todo para nueva fase que se iniciaría de tener éxito las negociaciones.

    2. Hay varias razones que explican esta relativa inhibición práctica, que no política y mucho menos democrática, de la mayoría del movimiento popular en esos momentos, destacando entre ellas la que indica que faltó o que fue muy débil una campaña previa de concienciación sobre la necesidad de las movilizaciones populares como garantes de la valía del proceso negociador. Nos damos cuenta del punto fuerte de este argumento si recordamos la contradicción arriba citada entre la tesis del partido dirigente que suplantaba la iniciativa de los movimientos populares y la tesis de la forma-movimiento, basada en la iniciativa de esos movimientos. Aunque la tesis del partido dirigente tuvo su fin en 1987, los movimientos populares no tuvieron apenas tiempo para desarrollar todas sus potencialidades de movilización y aportación porque la tregua acabó justo a comienzos de 1990.

    3. Otro objetivo del Estado español fue el de conocer mucho más exactamente qué sucedía en el interior de la izquierda independentista, especialmente en la juventud vasca, y en otras organizaciones, para, después, aplicar una represión bifronte: selecta y precisa contra sus direcciones y masiva contra sus bases y áreas populares de influencia. Tras las detenciones de 1992 y posterior, hacia 1994 se aceleró la espiral represiva, acompañada con el inicio de una nueva fase de movilizaciones de grupos «pacifistas» desde el Estado y con el apoyo de la burguesía vasca; recordemos las concentraciones del «lazo azul» que pese a su fracaso último fueron el comienzo de la línea neofascista que culminó en el «espíritu de Ermua» de 1997 y en la oleada de ilegalizaciones que se mantiene hasta ahora.

    4. En realidad, la actual estrategia de que «todo es ETA» amparada en la ley de Partidos Políticos de 2002, había empezado a fraguarse en la práctica en estos años ’90 cuando se inició la campaña creciente de acoso y derribo de la izquierda abertzale estado aún el PSOE en el gobierno del Estado. Al calor de una licuación casi total del pensamiento revolucionario y crítico tras la implosión de la URSS, del mito del «fin de la historia» de 1992 y del «choque de civilizaciones» de 1997, del postmodernismo y de la proliferación de toda serie de «nuevos movimientos sociales» representantes de la «sociedad civil» y del giro al centro y a la derecha del grueso de las ONG,s., al calor de esta resaca involucionista el Estado lanzó una ofensiva ideológica e individualista reforzada por la recuperación económica iniciada a mediados de los ’90.

  1. A la vez de estas innovaciones represivas, desde finales de los ’80 salieron a la superficie los efectos de los cambios estructurales producidos en el capitalismo que en lo que concierne a los movimientos populares fueron básicamente dos: uno, la constatación de la pérdida de peso número del obrero fabril clásico, y el ejemplo paradigmático del cierre de Altos Hornos de Bizkaia en verano de 1996, con el crecimiento del sector de servicios, bancarios y ahorros, etc.; y otro, la altísima precarización del trabajo asalariado. Ambos cambios además de asestar golpes a la capacidad de lucha del movimiento obrero, también impactaron en los movimientos populares precisamente por su alto contenido de trabajadores y trabajadoras en su seno. Al aumentar la pobreza relativa, la precariedad y el tiempo de trabajo, se reduce a la fuerza el tiempo disponible para militar en los movimientos populares.

  2. Sin embargo, aunque el panorama general no era el mismo a mediados de los ’90 que el existente hacía una década, a mediados de los ’80, el movimiento popular cosechó en esos años varias victorias entre las que reseñamos dos por su importancia manifiesta: la primera no tiene fecha exacta de datación pero consiste en la definitiva toma de conciencia del pueblo vasco de que lo relacionado con la droga y especialmente con la heroína, estaba conectado de un modo u otro con los aparatos represivos del Estado, aumentando así su deslegitimación social que venía del pasado y que se había incrementado con los descubrimientos sobre los GAL. La segunda victoria política fue la de la autovía de Irurtzun-Andoain en 1995, y aunque hubo críticas sobre supuestas rebajas por parte del movimiento popular que llevó el peso del conflicto, lo cierto es que se trató de una victoria innegable si se la inserta en el contexto represivo que ya padecía el país.

4.- MOVIMIENTO POPULAR Y CONSTRUCCIÓN NACIONAL

  1. Teniendo en cuenta el marco de absoluta negativa a cualquier mejora del trazado y de total rechazo y hasta criminalización del movimiento anti-autovía, las grandes movilizaciones de masas que éste logró, y su legitimidad y prestigio se debieron tanto a la efectividad de su militancia y de los amplios sectores populares por ella concienciados, como al cambio producido en la izquierda abertzale en algo decisivo: pasar de la mentalidad de resistencia a la mentalidad de construcción nacional. Tal cambio ha sido crucial para la continuidad de los movimientos populares cuanto más arreciaba contra ellos el cerco y la criminalización.

13.1 Por mentalidad de resistencia hay que entender, en lo relativo a los movimientos populares, la práctica consistente en priorizar el rechazo de los planes que el Estado y la burguesía quieren imponer, si apenas plantear alternativas propias, modelos que solucionen esos problemas desde y para las necesidades del pueblo. Aunque, como hemos dicho, ya desde sus orígenes, hubo alternativas prácticas en los movimientos populares –formas mejores de enseñar y usar el euskara, crear medios alternativos de prensa, avanzar en alternativas a la droga en el debate sobre ilegalización o legalización, etc.–, en realidad no existía una decisión global de que los movimientos debían y podían abrir debates democráticos para elaborar soluciones progresistas y nacionales vascas a los problemas existentes.

13.2 Por mentalidad de construcción hay que entender precisamente el salto cualitativo que supone pasar a elaborar soluciones propias, democráticas y progresistas dentro de un modelo de vertebración nacional vasca orientado hacia la independencia y el socialismo, en un marco en el que el euskara llegue a ser la lengua mayoritaria y, sobre todo, la lengua de la producción y reproducción social. El salto a la mentalidad de construcción exigía y exige una superior formación intelectual, cultural, técnica y legal, así como una superior capacidad de relacionarse con otros grupos e instituciones que pueden aportar nociones, datos técnicos y demás conocimientos necesarios para elaborar las alternativas populares. La experiencia extraída en la lucha contra la autovía Irurtzun-Andoain confirmó la fuerza movilizadora de las propuestas progresistas de los movimientos, muy superiores a las oficiales.

14. La importancia de este paso adelante se inscribe además de en el contexto político del momento, también en el contexto teórico e ideológico relacionado con el debate sobre los «nuevos movimientos sociales», la «sociedad civil», las ONGs, al que nos hemos referido antes, y que reflejaba la desintegración de viejas izquierdas como fuerzas revolucionarias y su caída en picado hacia el reformismo. En las condiciones ideológicas del momento, caracterizadas por el dominio burgués, el ascenso de la derecha conservadora y la licuación de la teoría sistemática en base a las tonterías postmodernas, en una situación así, los tópicos sobre los «nuevos movimientos sociales» actualizaban debates antiguos sobre la centralidad de la lucha de liberación nacional o, por el contrario, sobre la pluralidad y autonomía de los «múltiples sujetos sociales» que luchaban por su cuenta, sin un objetivo histórico vertebrador y por tanto sin una estrategia básica que les orientase en los recovecos de los conflictos diarios.

14.1 Hemos hablado de «tópicos sobre los nuevos movimientos sociales» porque hay que distinguir claramente entre los movimientos sociales que siempre han existido en el capitalismo, insertos en el proceso revolucionario cuando éste ascendía, débiles cuando éste descendía e inexistentes o muy débiles en las fases de derrota y represión. La teoría marxista está repleta de reflexiones sobre los movimientos sociales, sobre cómo vertebrarlos y relacionarlos con los sindicatos, organizaciones y partidos. También el anarquismo y, a otro nivel, la socialdemocracia. Lo que une a estos movimientos es que luchan en sociedades en las que no existe opresión nacional, en la que, a lo sumo, chocan a muerte dos proyectos nacionales antagónicos como son el de la burguesía y el del proletariado. Al no existir opresión nacional ni ocupación extranjera, el contenido popular queda muy licuado y más aún el contenido nacional, excepto cuando el ascenso de la revolución plantea el choque entre el modelo nacional burgués y su opuesto, el proletario.

14.2 Los movimientos sociales volvieron a reaparecer desde finales de los ’60 y comienzos de los ’70 al calor del aumento de las luchas, organizándose en la mayoría de los países al margen del stalinismo y de la socialdemocracia porque estos partidos y organizaciones mantenían un dirigismo burocrático que les aisló de los movimientos y les enfrentó a ellos. Se enfrentaban a problemas a los que estas fuerzas burócratas y dirigistas apenas prestaban atención y que habían surgido impulsadas por la larga expansión capitalista posterior a 1945. Exceptuando grupos marxistas minoritarios por su antiestalinismo, el grueso del «marxismo oficial» fracasó en comprender qué eran y qué aportaban tales luchas.

14.3 A grandes rasgos, el concepto de «nuevos movimientos sociales» se popularizó ya cuando se produjo el final de aquella oleada a mediados de los ’80, y sobre todo después del hundimiento de la URSS y de la debacle teórica de muchos intelectuales formados en la dogmática stalinista. Esto explica que el grueso de esta casta pasase a sostener que los «nuevos movimientos sociales» representaban también una «nueva política», no radical ni extremista, que no «supeditaba» estas luchas a la «centralidad obrera» porque habían aceptado la tesis anterior sobre la «muerte del proletariado». Con el tiempo, muchas de estas «izquierdas» han abandonado toda militancia en el movimiento obrero en cualquiera de sus formas de expresión para dedicarse exclusivamente a los emigrantes, vagabundos y empobrecidos, etc.

14.4 En Euskal Herria esta corriente fue alejándose de la centralidad de la lucha de liberación precisamente desde sus orígenes, pero todavía más cuando la represión se multiplicaba y extendía contra los movimientos populares. Desde el movimiento euskaltzale y EGIN hasta el reciente movimiento contra el Tren de Alta Velocidad, pasando por absolutamente todos los demás, esta corriente ha ido desligándose e intentando crear sus «nuevos movimientos sociales» obteniendo fracasos estrepitosos. La razón no es otra que se limitan a copiar fórmulas dogmáticas y exteriores a la realidad vasca, sin adaptarlas y mucho menos sin partir de un estudio de la realidad concreta. Dogmatismo libresco y cegato que lea ha llevado a un fracaso estratégico e histórico, sin posibilidad de recuperación.

14.5 Aunque la aplicación mecánica y forzada de Stalin, Mao, Trotsky y hasta de interpretaciones simplonas de Lenin, Engels y Marx, por citar a los «clásicos», realizada al comienzo, dio paso con los años a la aplicación igualmente dogmática de otras concepciones más «abiertas» a las «nuevas realidades», para terminar en la derrota actual, aunque fue así a la larga, también hay que afirmar que en algunas cuestiones aquellas izquierdas incluso se adelantaron al independentismo en apreciar el valor de ciertas luchas iniciales que una parte del independentismo no captó. Por ejemplo, el rechazo al servicio militar español, la aparición de nuevas formas de protesta y diversión de la juventud vasca, la autoorganización en formas de radios libres y fascines, etc.

14.6 Sin embargo, nada de esto anula el valor de los movimientos sociales allí donde no existe opresión nacional y considerados según los parámetros marxistas y anarquistas. Más aún, dentro mismo de Euskal Herria existen movimientos sociales dignos de tal nombre, meritorios y loables, porque centran sus esfuerzos de combatir situaciones injustas menores, pasajeras y puntuales, que por serlo no podrán estabilizarse en movimientos permanentes, de tan larga duración como la que dure la opresión nacional. Desde esta perspectiva, los movimientos sociales auténticos se caracterizan por sostener reivindicaciones sectoriales, de grupos sociales relativamente pequeños pero dignos de total e incondicional apoyo.

14.7 Pero cuando un movimiento social crece, aumenta su implantación porque va dándose cuenta que la reivindicación por la que luchaba transciende los estrechos límites de lo puntual, entonces tiene inevitablemente a dar el salto a movimiento popular. La razón es muy simple y se comprende con tres ejemplos, uno del pasado y otro actual. El pasado es el del movimiento juvenil contra el servicio militar, que empezó como rechazo práctico minoritario pero con un incondicional apoyo masivo y popular porque tocaba el instrumento clave de la opresión nacional. Las limitaciones de una parte de la izquierda abertzale impidieron que ésta se lanzara masivamente en la implantación de esta lucha, pero una vez realizada la autocrítica lo que había empezado siendo un rechazo parcial y legalista terminó siendo un potentísimo movimiento popular juvenil que ha dejado lecciones imperecederas.

14.8 El segundo ejemplo, el actual, trata sobre cómo la reivindicación de selecciones deportivas nacionales vascas ha pasado de ser una acción minoritaria y localizada en áreas muy pequeñas, a ser un verdadero movimiento popular consciente de que la simbología del deporte no industrializado ni comercializado, no violento ni machista, tiene un innegable contenido político de construcción nacional, sobre todo cuando tal movimiento se esfuerza por recuperar desde una perspectiva popular, festiva y colectiva antiguos deportes insertos en la cultura vasca a punto de desaparecer, ellos y la cultura a ellos unida. La negativa tajante del poder español a reconocer estos derechos no hace sino confirmar el contenido nacional vasco de tal movimiento popular en ascenso.

14.9 El tercer ejemplo es el crecimiento de un conjunto de reivindicaciones obreras y populares que han surgido en los últimos años impulsadas por la juventud para revertir su creciente precarización laboral, su empobrecimiento, sus extremas dificultades para obtener una vivienda, el deterioro de sus condiciones de estudio, el recrudecimiento del arma de la droga como medio de alienación en primera instancia y de exterminio después, etc. La juventud independentista y socialista inició una lucha global en plena fase de expansión capitalista y ahora, cuando se agrava la crisis, esta lucha global va superando el relativo aislamiento que tenía antes para presentarse como la única alternativa de futuro para el resto de la juventud vasca. Al estar esta lucha global dentro de la perspectiva de construcción nacional y de logro de un Estado vasco, tiene todas las bazas para convertirse en un poderoso movimiento popular juvenil que puede trascender su limitación de edad en la medida en que otros sectores adultos se sumen a él.

5.- BAJO EL SEGUNDO ATAQUE DEL ESTADO

15. La última década, concretamente desde el cierre de EGIN en 1998 hasta ahora, confirma la fuerza de los movimientos populares en condiciones extremas de represión, cerco y acoso institucional y criminalización mediática. La capacidad demostrada por el pueblo trabajador para poner en circulación no un periódico sino dos tras los cierres de EGIN y EGUNKARIA es impresionante, se mire como se mire. De mismo modo lo es la capacidad para mantener grandes movilizaciones de masas y casi permanentes actos menores durante una década de represiones múltiples, sobre todo las que reivindican los derechos de prisioneras y prisioneros vascos, la Amnistía, los que denuncian de manera incuestionable las torturas y los malos tratos, y un largo etc.

16. ¿Y qué decir del hecho único en Europa y probablemente en el mundo, de que desde 2003 hasta ahora la izquierda abertzale haya superado con notas máximas todas las ilegalizaciones y prohibiciones, restricciones y constricciones al elemental derecho humano de elecciones libres y democráticas? Solamente quienes desconozcan la ágil y viva interacción mutua entre la izquierda abertzale y los movimientos populares, quienes interpreten la realidad profunda vasca desde dogmatismos plomizos exteriores o de los odios españolistas y capitalistas, puede desconocer que la impresionante fuerza movilizadora de la izquierda abertzale no tiene nada que ver con el arraigo de los movimientos populares, además de con la legitimidad y prestigio ético-político de la propia izquierda independentista.

17. No es casualidad que el sumario 18/98 fuera precisamente lanzado contra lo que la represión española creía que era el cerebro y el alma de la capacidad de lucha de masas del independentismo. Del mismo modo que UCD pensaba que acabaría con ETA rápidamente; que otro tanto creía el PSOE, y que el PNV imaginaba lo mismo a comienzos de los ’80 al crease la ERTZAINTZA, y que todas las fuerzas constitucionalistas creían desde comienzos de los ’90 al lanzar el «lazo azul» y más tarde el «espíritu de Ermua», etc.; al igual que todo lo anterior, la represión creía que con el 18/98 liquidaría para siempre al movimiento popular vasco, y no ha sido así.

18. Es innegable que el movimiento popular ha sufrido derrotas, estancamientos y retrocesos a lo largo de su historia. Pero si nos fijamos éstos no se han producido tanto por los méritos del Estado y de la burguesía vasca, aunque sí en algunos casos, como por los errores internos y, sobre todo, por la periódicamente inevitable bajada de tensión militante que siempre suele producirse en las largas luchas, tras victorias determinadas y, en especial, al calor de las transformaciones sociales, capitalistas, que se producen al cabo de los años. Transformaciones que cogen desapercibidos, con el pie cambiado, a los movimientos porque la realidad siempre va por delante de la inteligencia.

18.1 Como hemos dicho, el clima ideológico individualista y postmoderno creado por la burguesía en los ’90 afectó primero a la izquierda que no pudo asimilar la desintegración de la URSS. Después, a raíz de la recuperación económica iniciada en la mitad de los ’90, en amplios sectores se expandió como un cáncer el pasotismo fácil y chabacano reforzado por el muy bajo precio del dinero, la sobreabundancia de préstamos baratos, el relativamente bajo precio del combustible, etc.; a la vez, los mitos de la «nueva economía», de la «economía de la inteligencia» y «desmaterializada», se sumaban a unas grandes cifras de crecimiento sin base productiva, aparentemente eterno e inagotable, y aunque la cotidianeidad era infinitamente más cruda porque, en realidad, aumentaba la pobreza relativa, la precariedad y la sobreexplotación, aunque era así, empero, la ficción consumista ocultaba los problemas crecientes de la vida.

18.2 Simultáneamente, la mezcla de represión, retroceso ideológico y auge económico empezó a golpear a sectores militantes y de los movimientos populares. La salida de Aralar de la izquierda abertzale se debe en buena medida a estas y otras presiones. Personas que llevaban años y hasta décadas actuando en los movimientos populares fueron paulatinamente deslizándose hacia la «normalidad», una forma de vida cada vez más sujeta a las exigencias consumistas y rutinarias de vida. Se trata de la «sorda coerción del capital» que, como un agujero negro, engulle en su interior a las personas que debilitan la intensidad crítica d su conciencia política y se dejan engullir por la anodina «normalidad» diaria. Fluctuaciones de estas se producen periódicamente en todos los conflictos prolongados.

18.3 A la vez, la acción deliberada del poder ofreciendo «ayudas desinteresadas», «subvenciones públicas», «donativos neutrales», etc., a movimientos que lleven decenios sin apenas ayudas de ningún tipo, facilita el giro a la «normalidad» de dichos sectores. Otras veces, esas personas son tentadas con puestos de trabajo en instituciones y oficinas, etc. Centenares de ex militantes ultrarevolucionarios en su tiempo, que criticaban de pequeño burguesa y reformista a la izquierda abertzale trabajan hoy para la burguesía en sus instituciones, y también ex militantes independentistas. Buena parte de los «nuevos movimientos sociales» creados por la ex izquierda tras salirse de los movimientos populares están ahora integrados en las instituciones como «ecologistas», «euskaltzales», «consejeros», «feministas», etc.

19. Pese al poder de absorción del sistema, que aquí hemos expuesto muy brevemente, los movimientos populares han resistido mal que bien este decenio pasado. Nos hacemos una idea clara de su vitalidad y especificidad mediante sólo dos ejemplos aplastantes: uno, todos los esfuerzos del PNV por crear algo parecido a movimientos populares peneuvistas en áreas básicas como la euskaldunización y los medios de prensa, han fracasado en lo decisivo pese a sus recursos inagotables. HABE en la euskaldunización y DEIA en la prensa, han sido rotundos desastres, por no hablar de EGI en cuanto «movimiento juvenil». El otro ejemplo es algo diferente porque muestra la incapacidad del Estado español en Hego Euskal Herria para crear un «movimiento ciudadano» permanente y fuerte en sus manifestaciones contra el independentismo. Tras la aparente implantación inicial del «lazo azul» y del «espíritu de Ermua», las aguas volvieron a su cauce con bastante rapidez, aunque ello no indique la extinción de una base social reaccionaria y fascista, que está ahí, a la espera de ser azuzada por el Estado y lanzada como una jauría contra los derechos humanos elementales.

6.- MOVIMIENTOS POPULARES Y SOCIALISMO

20. El secreto último que explica la pervivencia de los movimientos populares, las extremas dificultades de los «nuevos movimientos sociales», y los fracasos del poder para crear y mantener sus propios «movimientos», no es otro que el proyecto nacional inserto en los movimientos populares, proyecto que palpita en su interior, que se muestra de forma adaptada a sus necesidades, que vive en sus luchas y que se enriquece en sus debates. Al tener un contenido popular, esos movimientos están dentro del pueblo trabajador, son parte del pueblo trabajador y muchos de sus participantes, la mayoría, pertenecen a la clase trabajadora en general, a la clase obrera en particular y a sus diversas fracciones internas. También los hay de la pequeña burguesía vieja y nueva, de eso que llaman «clase media», autónomos, profesionales independientes, etc., pero en menor medida.

20.1 Su inserción en el pueblo trabajador hace que estos movimientos vivan en su interior las contradicciones objetivas e inevitables que surgen de la explotación asalariada, de la dominación patriarcal y de la opresión nacional, porque es el pueblo trabajador, como síntesis que incluye a la clase trabajadora y a la clase obrera, el que asumen sobre sí todas las formas de opresión, dominación y explotación. Por tanto, estos movimientos, a la fuerza, están dentro de una realidad estructural, total e histórica de larga duración que es inseparable de la evolución de las contradicciones del modo de producción capitalista. Dicha realidad envolvente e interna es la realidad capitalista que, en Euskal Herria, es también realidad de opresión nacional y, en cuanto sistema patriarco-burgués, es realidad de explotación global de la mujer.

20.2 La cohesión de estas instancias, o niveles o subsistemas insertos en un sistema superior, en una totalidad que los integra y dota de sentido, dicha cohesión genética viene impuesta por algo tan obvio como es el hecho de que una minoría, la clase dominante, es la poseedora de las fuerzas productivas, mientras que la mayoría inmensa de la población, el pueblo trabajador, no tiene otra propiedad que su fuerza de trabajo, habiendo sectores que incluso ni eso: enfermos, jubilados, infancia, personas psicológica y físicamente desechas por la explotación, etc., que deben malvivir de las ridículas limosnas sociales y de las ayudas familiares cuando las tienen.

20.3 Cada movimiento popular refleja y asume su parte correspondiente de esta realidad opresora, y es el movimiento feminista el que más las sufre porque la triple opresión, de sexo-género, nacional y de clase, resume en sí misma la esencia histórica del modo de producción capitalista. Por esto, el movimiento feminista abertzale supone la más radical negación del orden material y simbólico basado en la propiedad privada, ya que la mujer es históricamente la primera propiedad privada, sobre la que luego se levantó la nacional y la clasista. Las tres constituyen la fuerza de trabajo humana a su vez inserta en las fuerzas productivas que son propiedad privada de la burguesía. La mujer, los pueblos oprimidos y las clases trabajadoras han de venderse, o aceptar su dominación, el hecho de ser propiedad del capital, para poder sobrevivir.

20.4 Semejante realidad determina al resto de movimientos populares pero en sus áreas específicas. Por ejemplo, la lucha por la recuperación del euskara lleva en su interior la ruptura de la dominación cultural extranjera, y a la vez de su poder socioeconómico porque, en el capitalismo, lo lingüístico-cultural es una fuerza productiva, un mercado y una mercancía. Pero no se pueden superar ambas si no se conquista el poder político, la independencia como pueblo soberano, con recursos legales que le garanticen que su lengua no esté ni bajo los ataques políticos exteriores ni bajo los ataques económicos del capitalismo. La mundialización de la ley del valor lleva esta dinámica a sus extremos absolutos ya que, además de acelerar la desaparición directa, material, de las lenguas que carecen de poder sociopolítico y económico, de Estado independiente en suma, entre ellas el euskara, también lleva a la desaparición lenta pero imparable de las lenguas que incluso teniendo esos poderes están en manos de una clase burguesa mentalmente colonizada, que acepta la dictadura lingüístico-cultural, científica, técnica, artística, etc., aplicada por las potencias imperialistas también hegemónicas en la producción científico-cultural y por tanto lingüística. Lo peor de todo resulta cuando la burguesía está colonizada mentalmente y además de carecer de Estado propio no sólo no lucha por conseguirlo sino que apoya al Estado o Estados ocupantes y colabora en la represión del independentismo en su propio pueblo. En estos casos extremos, como es el de Euskal Herria en su conjunto, el movimiento popular por la recuperación lingüística es una pieza clave para el presente y el futuro como pueblo.

20.5 Podemos seguir analizando cómo el resto de movimientos populares tienen en esencia el mismo contenido crítico e inasimilable por el Estado en su fase actual, aunque en sus áreas de lucha. Por ejemplo, la reivindicación de la Amnistía plantea en el fondo el problema crucial de la definición de democracia: la de las potencias ocupantes o la del pueblo ocupado. Miremos por donde miremos, en situaciones de opresión nacional, la Amnistía exige la solución práctica de la contradicción inherente a la definición abstracta, metafísica e idealista de democracia como una vaguedad vacía de contenido concreto, separada totalmente de la opresión objetiva e histórica. Por esto, la Amnistía cuestiona radicalmente todo lo emanado de la denominada «transición», incluido el amejoramiento y la autonomía por lo que pone en el centro político la urgencia de una auténtica solución democrática que de la voz al pueblo.

20.6 Movimientos contra el TAV, contra la autovía Irurtzun-Andoain, contra el pantano de Itoiz, contra las nucleares y otras «alternativas» energéticas contaminantes, así como el ecologista, por ejemplo, muestran en su conjunto una determinante visión de otra Euskal Herria diferente al modelo desarrollista e hiperconsumista del capitalismo, muestran también un modelo nacional endógeno y autocentrado en algo tan decisivo como es su red de transportes. Aunque algunas de estas luchas han concluido, sus lecciones quedan integradas en la experiencia popular, en la teoría de otro modelo social y en la mejora de las formas de autoorganización y de relaciones con otros colectivos. Otras de estas luchas están creciendo, como las citadas por una vivienda para la juventud, contra la precarización de sus condiciones de trabajo, contra su empobrecimiento, contra las drogas, etc.

20.7 La lucha contra las drogodependencias y lo relacionado con ellas es más importante es más importante de lo que se cree habitualmente. Por un lado y de forma inmediata, plantean una forma de vida liberada de la esclavización psicofísica de las drogas, lo que en el capitalismo actual es una necesidad imperiosa; por otro lado, muestra las conexiones de los aparatos de Estado con las drogas como arma de exterminio biológico de las fuerzas revolucionarias y de sectores potencialmente combativos de las clases explotas, además de su uso como sistema de control policial; y por último, saca a la luz el papel del narcocapitalismo dentro de la economía mundial, como medio de rápido enriquecimiento para una fracción de la burguesía. Es tal la fusión entre droga, economía, política y represión que, probablemente, en esta lucha un descuido, una relajación en la intensidad, conllevan una rápida recuperación del consumo en sus peores formas y con todas sus nefastas consecuencias.

20.8 La independización de la drogodependencia va unida al inicio de otra forma de vida, y en este sentido hay que analizar la creciente implantación de formas de diversión, deporte y ocio no mercantilizados, libres de la dependencia de la industria del deporte, y que, como hemos visto arriba, recuperan en las actuales condiciones antiguos deportes, fiestas y tradiciones vascas al borde de ser extinguidas por el capitalismo y la opresión nacional. Se trata de la reivindicación y de la práctica popular de otra manera de concebir la vida y la fiesta, el ocio, las relaciones vecinales y colectivas, formas libres del poder represor machista y de su violencia jerárquica, libre de los dictados de las empresas mediáticas y comercial, de las grandes finanzas, de la televisión y de sus retransmisiones, etc. Quien no vea en esta tendencia al alza, boicoteada descaradamente por un poder, una fuerza popular activa, es que está ciego.

20.9 El movimiento popular internacionalista es consustancial a la izquierda independentista desde su origen. No se trata de que un «pequeño y antiguo pueblo» necesite la ayuda de otros más grandes y «modernos», nada de esto. Sólo el internacionalismo permite comprender la esencia del independentismo socialista en un mundo dominado por el capitalismo, y a la inversa, sólo el independentismo permite comprender la mundialización de las represiones imperialistas y por tanto la urgencia del internacionalismo militante. Por el contrario, el reformismo nunca es internacionalista en su pleno y radical sentido porque no se puede predicar en el exterior lo que se combate en el interior, en el propio pueblo. La experiencia de los colectivos que se dicen internacionalistas y que, de un modo u otro, han surgido tras escindirse de la izquierda abertzale así lo muestra: más pronto que tarde, en el exterior se termina haciendo lo mismo que en el propio pueblo.

20.10 Por no extendernos, la existencia de una amplia red de medios de concienciación y de prensa críticos, abertzales y democráticos, con una legitimidad y credibilidad en el seno del pueblo trabajador superiores a la prensa oficial, manipuladora y mentirosa, este logro diario puesto siempre en peligro por los ataques del poder, es un producto de los movimientos populares en su conjunto, además de otras fuerzas en general. No debemos reducir estos medios a dos o tres diarios, varias radios libres y revistas periódicas, sino a una larga lista de medios de concienciación democrática y contrastable que circulan en el seno del pueblos, en sus movimientos populares, organizaciones de todo tipo, etc., lista de medios concienciadores basada en la acción popular sistemática, en el voluntariado de miles de personas autoorganizadas y que no reciben subvenciones de ningún tipo, si no al contrario, toda clase de obstáculos y trabas.

21. Hemos visto la incompatibilidad de los movimientos populares con el capitalismo con lo que su papel en la lucha por el socialismo aparece clara e inequívocamente. Por ellos mismo aparece con absoluta nitidez el contenido democrático del socialismo, su esencia de intervención popular básica en cada uno y en todos los problemas de su vida. Sin la acción directa de los movimientos el socialismo derivaría casi al instante en una degeneración burocrática, lo mismo que sucedería sin la acción del movimiento obrero autoorganizado no sólo en sindicatos sociopolíticos sino a la vez en la amplia experiencia de comités, asambleas, consejos y soviets.

22. Cuando usamos aquí la palabra «democracia» lo hacemos desde y para su contenido revolucionario, es decir, de la democracia de las y los explotados. Una democracia que se ejerce primero y fundamentalmente a nivel de calle, de trabajo, de estudio, de domicilio, de relaciones personales, de afectividad y de placer, etc., y luego a nivel del parlamento burgués, en áspera lucha permanente con la democracia burguesa. Para entender esta división irreconciliable entre la democracia socialista y la capitalista, hay que partir de la abrumadora experiencia histórica que demuestra la naturalidad con la que las oprimidas y oprimidos se autoorganizan en contrapoder sectorial, en grupos que terminan dando el salto a movimientos populares que, al crecer y fortalecerse, pueden llegar a ser auténticos dobles poderes en sus reivindicaciones. Por ejemplo, el movimiento antinuclear fue un doble poder fáctico, no reconocido de jure, pero material, tan material que se impuso al poder material del Estado y de la burguesía. Y podemos seguir con otros muchos ejemplos que muestran la tendencia al alzar de la dinámica que se inicia en el contrapoder y avanza hasta ser un doble poder en lo que concierne a sus reivindicaciones.

23. La democracia socialista existe embrionariamente como tal sólo cuando aparece como un contrapoder, el que fuera. La brillante inteligencia de un reaccionario como Bismarck comprendió bien pronto que la socialismo latía embrionariamente en una simple huelga obrera no controlada por el reformismo. Y la democracia socialista palpita en las libres decisiones de una asamblea de vecinos en su lucha contra la especulación inmobiliaria, por ejemplo; o en las huelgas estudiantiles contra la privatización de la enseñanza; o en los actos contra la tortura y el terrorismo en cualquiera de sus formas, desde el patriarcal y el empresarial hasta el estatal. La democracia socialista da un salto de lo latente a lo palpable cuando obliga al poder a entrar en negociaciones que antes éste había rechazado con indignada brutalidad represiva. Por el contrario, la democracia burguesa demuestra su esencia dictatorial cuando decide sin la mínima consulta al pueblo trabajador, despilfarrar centenares de miles de millones de euros, dólares y otras monedas en taponar las brechas de la crisis financiera provocada por el egoísmo criminal de una infinitesimal parte de la población: la fracción financiera de la clase burguesa.

24. En el avance, la democracia socialista debe asumir las luchas y las reivindicaciones de los movimientos populares y debe a la vez, llevarlas a la acción en un nivel preciso, el parlamentario, en cuanto un instrumento más, pero no el decisivo, del proceso de liberación. Una izquierda que se diga socialista pero que no representa ni defiende en el parlamento burgués a los movimientos populares, a sus movilizaciones y métodos, no es izquierda sino reformismo charlatán. De hecho, el llamado «programa socialista» debe ser también la síntesis de los programas elaborados por los movimientos a lo largo de su experiencia, errores y aciertos. Esta y no otra es la experiencia histórica incluso antes de la aparición del movimiento socialista.

25. La interacción entre movimientos populares y democracia socialista está siempre inserta en la globalidad de la lucha de clases e independentista, es parte de esa lucha que no cesa nunca, que se muestra de mil modos y maneras. Además, la lucha de clases específicamente obrera y trabajadora, la que se libra en el obrero y el patrón, que sólo es parte de una lucha de clases e independentista mucho más amplia, se conecta a diario con la democracia socialista embrionaria que practican los movimientos populares. Las formas de conexión son inagotables porque son la vida misma, y crecen en la medida en que los obreros en el sentido tradicional de la palabra, empiezan a integrarse con las luchas de los movimientos y porque los movimientos reivindican derechos vitales para el pueblo trabajador en su conjunto. Un ejemplo de lo dicho lo tenemos en que el sindicalismo reformista y burocrático, estatalista, rechaza simultáneamente cualquier colaboración con los movimientos populares, acepta incondicionalmente el marco constitucional y se opone a todo avance democrático.

7.- MOVIMIENTOS POPULARES Y CRISIS CAPITALISTA

26. Los movimientos populares han sufrido los altibajos socioeconómicos de una forma algo diferente a la del movimiento obrero, pero siempre dentro de los grandes impactos positivos o negativos inevitables al conjunto de las clases explotadas. La razón de dicha diferencia no esencial radica en que los movimientos populares tienen unas posibilidades más reducidas de independencia económica que las que tiene el movimiento obrero mediante los sindicatos y otros recursos como prestaciones sociales, etc. Al sufrir una mayor indefensión económica, los movimientos están más sujetos a los vaivenes de las fases de expansión y contracción, de crisis en suma, del capitalismo. No ocurre tanto con la mayoría de los «nuevos movimientos sociales», de las ONGs, etc., pues al estar integradas en la lógica del sistema, al que no combaten radicalmente, sí tienen más posibilidades de seguir recibiendo subvenciones, muy especialmente cuando son directos y fuertes sus lazos con los partidos del orden, con las instituciones y con el Estado. No se puede comparar, por ejemplo, los sacrificios voluntarios que debe asumir el movimiento a favor de la Amnistía y de los derechos de prisioneras y prisioneros, con la abundancia de recursos oficiales que protege a «movimientos ciudadanos» creados por el poder.

27. Pero también están sujetos los movimientos populares a los vaivenes sociopolíticos, a los cambios buenos o malos, o peores, de los derechos democráticos que tienden a la baja, a la restricción. También hay aquí algunas diferencias formales, por ahora, con respecto al movimiento obrero ya que si bien se están restringiendo lentamente en la vida laboral, como menos tiempo para realizar asambleas en horas de trabajo, o su total supresión, etc., todavía no se ha llegado a la ilegalización pura y dura de sindicatos sociopolíticos, de liberación nacional. Los vaivenes ideológicos inciden también de modo diferente en el movimiento obrero y en el popular porque el mundo del trabajo abarca a un tiempo asalariado obligado, mientras que la participación en los movimientos populares es voluntaria, motivada por razones de conciencia y no por obligatoriedad de supervivencia.

28. Cuando estalla la crisis económica, tanto el movimiento obrero como el popular sufren los efectos de las congelaciones y reducciones salariales, los efectos de la política de austeridad, los recortes en la ayuda pública y de las prestaciones sociales etc. Pero a estas consecuencias negativas comunes, el movimiento popular debe sumar un ataque añadido: la reducción de las muy escasas subvenciones públicas, si es que existían. Por ejemplo, el movimiento euskaltzale en Nafarroa viene sufriendo un sistemático recorte que las pocas ayudas recibidas que ahora, con la excusa de la crisis, se está endureciendo todavía más.

29. Básicamente, el capitalismo tiene dos formas para intentar salir de la crisis que él mismo provoca. Una es la denominada «keynesiana», pero que se ha aplicado en esencia con antelación a Keynes y que puede presentar muchas formas diferentes, y que consiste en, por un lado, que el Estado invierta capitales en aquellas industrias que reactivan la producción, que reinician los pedidos industriales, que exigen puestos de trabajo, etc. Otra es la restricción de las inversiones públicas al máximo, excepto para represión interior y defensa exterior, de modo que el sistema se recupere por sí mismo a costa de enormes sacrificios. Pero en ambas tácticas, el Estado siempre apoya a la fracción burguesa más poderosa, en contra de las más débiles, y a toda la clase dominante contra las luchas de las masas explotadas. En las dos el pueblo trabajador paga los efectos de la crisis de forma inevitable, aunque la primera, la keynesiana, quiere aparentar una mayor «justicia social» mientras que la segunda, la neoliberal, es más directa en las restricciones de los derechos. Pero el keynesianismo ha sido magnificado por la socialdemocracia, ocultando su realidad de sistema explotador, bastante más duro en la práctica histórica de lo que dice la propaganda reformista.

30 Existe un denominador común a estas dos tácticas, y es que, en última instancia, los beneficios sólo surgen de la venta de mercancías, y éstas sólo surgen de la fuerza de trabajo, es decir, de la explotación de la clase trabajadora. Por tanto, al final, para salir de la crisis no hay otro remedio que aumentar esa explotación. Un ejemplo lo tenemos en la denominada táctica «socioliberal» que pretende quedarse con lo «bueno» de ambas rechazando lo «malo». No hace falta decir que esta visión mecanicista es totalmente falsa e ilusoria, tramposa, como se ha demostrando en la práctica allí donde la socialdemocracia la ha aplicado: siempre, en todas partes, con esta «solución», la clase burguesa ha seguido acaparando más propiedad privada mientras que el pueblo trabajador ha ido perdiendo salario real y poder adquisitivo, es decir, empobreciéndose de forma relativa o absoluta.

31. Ahora bien, las restricciones de derechos, el empeoramiento de las condiciones de vida más allá de un límite socialmente establecido, el aumento del malestar psicosomático, etc., tarde o temprano terminan provocando la reaparición de las protestas si éstas habían desaparecido anteriormente, cosa que ocurre tras dictaduras sanguinarias que arrasan con el terrorismo y la tortura casi toda resistencia organizada. En los conflictos sociales no es cierto que el tiempo lo cure todo, sino que el tiempo reaviva las luchas conforme las contradicciones se agudizan y las condiciones sociales empeoran. Por si fuera poco, lo que ahora ocurre es que los previsibles efectos negativos de la crisis se suman a un deterioro paulatino anterior. Por lo general, las consecuencias negativas de las crisis se perciben con bastante rapidez, se dispara el aumento del paro, los cierres de empresas, las caídas salariales, se multiplica el empobrecimiento, etc. Si con anterioridad a la crisis, el pueblo trabajador disponía de una reserva económica, de unos ahorros, los efectos tardaban más tiempo en hacerse notar. Ahora, tras una década de dinero barato, de préstamos fáciles, de consumo desbocado, las deudas son enormes y los ahorros muy pequeños, no habiendo apenas reservas.

32. Los movimientos populares se enfrentan a una situación doble ya que, por un lado y como hemos dicho, sufrirán los efectos de la política burguesa pero, por otro lado, se verán en mejores condiciones para desarrollar su tarea y para ampliar sus áreas de acción. En la situación vasca, el fortalecimiento del Estado español mediante la claudicación de UPN y PNV ante el PSOE sólo puede acarrear un corte aún más severo de las ya muy reducidas posibilidades de acción de los movimientos. Tal restricción coincidirá con un progresivo aumento del malestar social, malestar que empezará siendo difuso e impreciso, racionalizado luego en base a argumentos reformistas, autonomistas e interclasistas, pero una parte de ese malestar irá tomando conciencia política y nacional vasca. Que este proceso sea mayo y más rápido dependerá de varios factores, siendo uno de ellos el de la capacidad de los movimientos populares para extenderlo e intensificarlo.

33. Asumiendo que todavía estamos en el comienzo de la crisis, que muy probablemente ésta sea de una gravedad y profundidad desconocidas desde hace muchos decenios, que también es muy probable que la crisis socioeconómica se agrave al fusionarse con la crisis medioambiental a escala planetaria, que estos y otros factores en los que no podemos extendernos terminen haciendo fracasar las promesas de un neokeynesianismo y propicien un endurecimiento represivo, militarista y belicista, asumiendo con realismo cauto estas tendencias fuertes y moviéndonos siempre en la realidad vasca, podemos aventurar una de serie de restos y pruebas que pueden presionar muy fuertemente a los movimientos populares desde el inmediato futuro:

33.1 El movimiento feminista, decisivo por su cuantía y especialmente por su centralidad única que hace que esté presente en el interior de absolutamente todas las realidades, está viendo ya cómo empeoran las condiciones de vida y trabajo de las mujeres, cómo se envalentona el sistema patriarco-burgués, cómo aumentan los índices de desigualdad, cómo disminuye la poca independencia económica de la mujer que tiene un trabajo asalariado, etc. Pero si este futuro ya presente es muy inquietante, tanto más empeora cuando vemos cómo le afecta la opresión nacional. En la medida en que los Estados español y francés refuerzan su poder imperialista, restringen los derechos de las naciones que oprimen y cargan sobre ellas –y contra ellas– buena parte de la política anticrisis, en esta medida son y serán las mujeres de las naciones oprimidas las que sufran una multiplicación correspondiente de las cargas y obligaciones añadidas.

33.2 El movimiento euskaltzale está ya padeciendo el aumento de los recortes en Nafarroa y la política francesa en Iparralde, pero en todos estos lugares y también en el trocito de la CAV prestado por la monarquía española a los colaboracionistas vascos, la situación general se verá presionada por la objetividad de las medidas anticrisis, sobre todo al sumarse el empobrecimiento popular y el recorte aún mayor de las ya muy reducidas ayudas públicas, allí en donde siguen recibiéndose. Además de esto, otro riesgo probables es la extensión de la creencia de que el euskara no debe tener el mismo valor que otras lenguas más «modernas» y «eficaces» a la hora de buscar trabajo asalariado porque, con la excusa de la crisis, lo fundamental es aumentar la productividad del trabajo, aumentar el rendimiento y las mejoras tecnológicas, lo que exige, «como todo dios sabe» el dominio de «lenguas científicas», como el inglés, el alemán y cada vez más el chino y el ruso, etc. Esta tesis ha existido desde el siglo XIX y ha sido reforzada periódicamente por el nacionalismo francés y español, y en la actualidad está reforzada por las cesiones del gobiernillo vascongado en la CAV.

33.3 El movimiento antirrepresivo se encuentra frente a un ataque sin precedentes a las libertades democráticas, ataque que ha llegado ya a la recuperar disciplinas punitivas esclavistas y medievales pero con las tecnologías más modernas como son los proyectos de poner grilletes electrónicos a las ex prisioneras y ex prisioneros que han cumplido su condena, por citar una parte. Se trata de la vuelta a los grupos segregados de la sociedad, criminalizados y vigilados permanentemente, como en su tiempo eran los esclavos especialmente rebeldes, los leprosos, enfermos, gitanos, agotes, etc. Pero si bien esta nueva escala es grave, lo decisivo es la tendencia general de aumento del control, vigilancia y represión que recorre todo el capitalismo mundial, y que se agudizará más con la crisis. Sobre esta tendencia objetiva, que sirve como excusa normalizadora, los Estados español y francés así como los subpoderes regionalistas y autonomistas amplían sus propias medidas de coerción. El movimiento antirrepresivo, por tanto, está cobrando una importancia mayor como garante de las libertades democráticas básicas.

33.4 Un conjunto de movimientos que van a adquirir mayor importancia debido a la crisis es el que se lucha por la calidad de vida psicosomática del pueblo trabajador, contra las drogas en todas sus formas dañinas, contra las ludopatías y, en síntesis, contra los efectos negativos inevitables que las crisis profundas generan en las personas angustiadas por su inseguridad vital, por su precarización existencial, por sus deudas y empobrecimiento, por su presente y por el futuro de sus familiares y personas queridas, etc. Es innegable que cuanta más crisis global, se producen más desgaste psicosomático, más dependencias subconscientes e irracionales, más intentos de encontrar consuelo y paliativos en drogas legales e ilegales, más reacciones tensas y agresivas, más violencia cotidiana contra las personas explotadas en la privacidad cotidiana, en la familia, en las relaciones laborales, etc. El empobrecimiento, además, fuerza a que estás funestas «alternativas» sean de menor «calidad» que otras porque se busca por lo general productos más baratos, como peores alcoholes y drogas ilegales o legalizadas, formas de diversión más concentradas en el tiempo y en el espacio como los botellones, prostitución menos controlada sanitariamente, por citar algunos ejemplos.

33.5 Pero otro conjunto de movimientos relativamente nuevos y ya vistos, como son todos los relacionados con formas de vida, ocio y cotidianeidad alternativas a las burguesas, desde el deporte popular hasta otras formas de diversión en barrios, etc., estos movimientos que han crecido facilitados en parte de los años de «bonanza económica», que ya han concluido, éstos sí que sufrirán un fortísimo ataque por parte de las instituciones y de los anunciantes privados. Si las primeras ya miraban antes con lupa el contenido de esos actos para encontrar cualquier excusa que impidiera concederles mínimas ayudas, ahora se va ha cerrar más la soga económica, del mismo modo que las pocas pequeñas y medianas empresas locales que sufragan alguna parte de los gastos populares restringirán o anularán tales apoyos. También aquí, como en todo, la opresión nacional estructura internamente esta realidad compleja como lo estamos sufriendo ahora mismo cuando el gobiernillo vascongado ha retrocedido en algo tan decisivo en la simbología nacional vasca como es retirar el nombre de Euskal Herria de la selección nacional vasca de fútbol imponiendo el de «Euzkadi». Lo peor de todo esto es que es en períodos de crisis larga cuando más necesario es desarrollar políticas populares de fiestas y formas de diversión colectiva que desarrollen conciencias positivas, críticas, creativas y alegres para reforzar la lucha contra los efectos negativos arriba descritos.

33.6 Hace varios meses, nada más surgir a la prensa la noticia sobre una crisis que, en realidad, venía creciendo desde hacía más de un año, empezaron a divulgarse propuestas sobre la necesidad de «realismo» con respecto a los planes de Kyoto, de reducir los gastos en depuración y anticontaminación, etc., y sobre todo, incluso con anterioridad, con la escasez energética, de volver a la energía nuclear pero «controlada». El desarrollismo y la incitación al consumismo compulsivo se van a incrementar aludiendo a la urgencia de la reactivación económica. Por ejemplo, la irracionalidad del TAV va a ser todavía más ocultada diciendo que es imprescindible para mantener y aumentar los puestos de trabajo, para activar la industria, para reducir costos energéticos, etc. Si esto es en los grandes problemas, en los pequeños y más difíciles de divulgar al pueblo, la avaricia empresarial pretenderá zafarse de todo control medioambiental por pequeño que sea. Del mismo modo que la burguesía no se preocupa por el número de trabajadoras y trabajadores que asesina en sus empresas, menos aún se va a preocupar por cumplir las ridículas leyes anticontaminantes que existen.

33.7 La crisis económica ya mundial porque los últimos datos indican un deterioro significativo en la economía china, otro retroceso aún más grave en las Américas, por no hablar de África. Se está produciendo una toma de conciencia en muchos pueblos del planeta, además de la ya existente con anterioridad, así como se acelera el acercamiento entre China, Rusia, Brasil, India… para hacer frente al imperialismo occidental, al japonés y a los monopolios transnacionales. En estas condiciones que van para largo, el movimiento internacionalista vasco tiene restos decisivos ya que, por un lado, el imperialismo español y francés va esforzarse lo máximo para saquear a otros continentes; por otro lado, la burguesía vasca va a apoyar decididamente a ambos imperialismos; además, en la medida en que la lucha contra el racismo también es parte de la solidaridad internacionalista, este movimiento ha de enfrentarse al crecimiento del racismo inseparable de toda crisis, y por último, al aumentar las luchas mundiales, este movimiento ha de realizar una tarea bifronte: aprender de las luchas exteriores para acelerar nuestra liberación, y a la vez, estrechar los lazos con los pueblos para desarrollar la ayuda mutua.

33.8 Por concluir este punto, no podemos dejar sin citar al movimiento de una prensa crítica, libre y concienciadora, movimiento básico en cualquier sociedad pero más en donde se sufre opresión nacional. Como al resto de movimientos, la creciente pobreza relativa y la aparición de la pobreza absoluta en ciertas áreas sociales, golpeará con mucha fuerza a la prensa libre, que depende prácticamente del voluntariado y hasta del esfuerzo consciente de decenas de miles de personas. Una gran cantidad de pequeños medios concienciadores basados en la acción de grupos y colectivos locales, de movimientos sociales y sobre todo de los movimientos populares, de sindicatos y partidos revolucionarios, esta amplia y muy diversificada red concienciadora, sentirá, ya está sintiéndolo, cómo presiona un poco más la tenaza formada por el acoso económico y el acoso político.

8.- PERSPECTIVAS DE FUTURO

34. Nos desborda el intento de valorar aquí en su justo alcance la situación que se abre para los movimientos ya que, por un lado, empeoran las condiciones objetivas pero, por otro lado, aumentan las condiciones para una creciente concienciación subjetiva precisamente por lo anterior. Nos desborda por dos motivos, el primero y fundamental porque deben ser los propios movimientos los que hagan esa tarea ya que nadie mejor que ellos para realizarlo en base a su propia experiencia; y el segundo porque todavía está por llegar lo peor de la crisis y por tanto de sus efectos negativos y, dialécticamente, de las vías concienciadoras que abren. Este segundo punto no significa que haya que esperar a que la crisis esté al máximo para realizar el estudio. Al contrario, hay que empezar cuantos antes porque las fuerzas que tengamos en un futuro serán mayores, más formadas y organizadas, si para entonces disponemos de las herramientas básicas. Esperar es suicida porque el tiempo nunca es neutral, casi siempre es un instrumento del poder.

35. Sí debemos acabar esta aportación intentando ayudar con cinco consideraciones sobre las vías de acumulación de fuerzas que se abren con la crisis y que recorren a la totalidad de los movimientos populares. La primera consideración se refiere al arraigo y consistencia que han demostrado los movimientos a pesar de los vaivenes y altibajos inevitables. Este punto es crucial en los períodos de crisis porque la experiencia teórica y práctica acumulada, el prestigio popular alcanzado, etc., no son solamente garantías, avales, para el futuro, sino fuerza material y eficacia práctica cuando hay que responder a las nuevas urgencias, a las muchas preguntas e interrogantes que aparecen con la crisis. Un ejemplo de lo que estamos diciendo es, sin ir muy lejos, estas jornadas de reflexión colectiva. No tenemos minimizar los logros organizativos, las victorias conseguidas, las lecciones obtenidas. La autocrítica siempre es necesaria, pero el masoquismo es negativo.

35.1 La segunda consideración hace referencia a la experiencia global del pueblos trabajador vasco en su conjunto adquirida durante los setenta años transcurridos desde que empezaron a intuirse los primeros indicios de lo que sería el movimiento popular al cabo de los decenios, con muchos problemas, de forma fugaz y renqueante hasta sumergirse en el subsuelo de la cotidianeidad y de la memoria colectivas, para emerger más tarde a la acción en pleno franquismo. La memoria popular vasca está hoy viva, con sus lecciones y logros, en varias decenas miles de personas que durante lustros construyeron las bases de los actuales movimientos, aunque ahora no militen en ellos por edad o por otras razones. No tenemos que minimizar la influencia de esta memoria en la capacidad de respuesta a los nuevos retos provocados por la crisis.

35.2 La tercera consideración hace referencia a la estructura del capitalismo en nuestra tierra, a su naturaleza esencialmente antivasca por cuanto necesita, para sobrevivir, de la protección del capitalismo español y francés. El capitalismo vasco ha tenido y tiene dos grandes fuerzas impulsoras, que desde una perspectiva histórica de medio y largo plazo han funcionado en estrecha interconexión: por un lado, el impulso endógeno, el desarrollado por la burguesía autóctona; por otro lado, el impulso exógeno, fundamentalmente las fuerzas militares, los ejércitos español y francés, sin los cuales el capitalismo vasco hubiera corrido una suerte muy diferente al actual. Pues bien, pese a sus diversos niveles, tanto el movimiento obrero como el feminista y el popular, además de los movimientos sociales no reformistas, son los enemigos a batir por el capitalismo por cuanto forman el pueblo trabajador en su globalidad, la mayoría inmensa de la nación vasca, mayoría que depende directa o indirecta de su fuerza de trabajo para sobrevivir. Por tanto, el movimiento popular no está ni solo ni aislado, al contrario, es parte esencial de una totalidad irreconciliable con el capitalismo y con la opresión nacional unida a este modo de producción.

35.3 La cuarta consideración hace referencia a la fuerza de la unión, es decir, del mismo modo en el movimiento popular es una parte del pueblo trabajador, lo que amplia su fuerza, de igual modo, cualquier movimiento particular por pequeño que sea o al margen de una situación transitoria de debilidad que pueda sufrir, en realidad es parte del movimiento popular en su conjunto. La fuerza de la unión consiste en que, a pesar de sus diferencias formales, los movimientos pueden y deben buscar las formas de apoyarse mutuamente en las campañas, informando de otras luchas, mostrando la unidad de fondo, el hecho innegable de que las medidas capitalistas para salir de la crisis afectan negativamente a la totalidad del movimiento popular vasco por atacan al pueblo, a Euskal Herria. Demostrar en la acción esta unidad subterránea cohesionadora permite dotar de sentido nacional a las reivindicaciones puntuales de cada movimiento como parte de una totalidad superior.

35.4 La quinta y última consideración es la síntesis de las anteriores expresada en puridad radical: el futuro del movimiento popular vasco de su capacidad de aportar con sus avances democráticos básicos en el contexto durísimo forzado por la crisis capitalista que se extiende como un cáncer destructor, tanto, en un primer momento, a la resolución del conflicto violento que se libra a consecuencia de la opresión que padece nuestro pueblo, como, en un segundo momento, al avance de la construcción nacional hacia la independencia y el socialismo.

36. Pero nada de todo lo aquí visto tendría sentido si no se inserta en el proceso de creación de una República Socialista Vasca que sea la forma legal e institucional de un Estado obrero independiente.