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Música y democracia ¡agua!

Fuentes: Rebelión

Al menos tres de los más importantes discos cubanos editados recientemente son recorridos por un enorme diapasón de géneros de la música cubana: ADN, de Alain Pérez, ABUC, de Roberto Fonseca y Cubafonía, de Daymé Arocena. Cubafonía, en doce canciones, combina once géneros. Abuc conjuga bolero, filin, jazz, mambo, chachachá y contradanza. En ADN se […]

Al menos tres de los más importantes discos cubanos editados recientemente son recorridos por un enorme diapasón de géneros de la música cubana: ADN, de Alain Pérez, ABUC, de Roberto Fonseca y Cubafonía, de Daymé Arocena.

Cubafonía, en doce canciones, combina once géneros. Abuc conjuga bolero, filin, jazz, mambo, chachachá y contradanza. En ADN se dejan escuchar influencias de décima, tonada, guaracha, son, salsa, flamenco, jazz, rumba, guaguancó y timba. Fonseca dice que «uno toca como piensa». Daymé exclama que «…nadie (es) más feliz que yo de mi negritud, de mis etnias y de todo lo que viene conmigo». Alain Pérez piensa que hace lo que hace «sin dejar de mirar hacia adelante, porque somos contemporáneos. Ese es mi background, ese es mi concepto».

Es música cubana y del mundo, de primerísima calidad global, hechos por jóvenes entre los 20 años y los tempranos 40. Todos nacieron bajo el bloqueo, han vivido el mundo, viven o hacen conciertos en su país; tienen memoria de los muñequitos rusos, pero no de la reforma agraria; y no se tiene noticias de su opinión sobre las reuniones sindicales en Cuba.

No se descubrirá nada diciendo que la música cubana, y Cuba misma, es un resultado de infinitud de mezclas, como lo son, dicho sea de paso, con diferente grado, todas las culturas y todas las naciones. Pero la insistencia de estos discos por la «universalidad concreta», por la apertura a la diversidad, por la mezcla y la apropiación, y así por la reelaboración crítica de lo propio es algo a destacar en este momento.

Estos discos se pueden leer como «ponerse en situación». O más sencillamente: como dar una opinión, y una fuerte opinión.

No se trata de celebraciones apolíticas de las mezclas, que escondan las desigualdades. Una versión extendida sobre el mestizaje cubano -como hizo con lo indígena el mestizaje «oficial» boliviano, calificado por Jorge Sanjinés de «mito conciliador de la nación»- también ha escondido la «negritud» en versiones alegres del ajíaco, y ha sido empleado para desactivar demandas fuertes en nombre de una versión dominante de «lo cubano».

No obstante, hay otras maneras de valorizar el mestizaje. Gruzinski lo ha escrito con estas palabras: «los mestizajes no son nunca una panacea: expresan combates que nunca tienen ganador y que siempre vuelven a empezar. Pero otorgan el privilegio de pertenecer a varios mundos en una sola vida…»

Bolívar Echeverría, desde lo más destacado del marxismo mundial de la segunda mitad del XX, ha reconocido el mestizaje como clave de la construcción de lo moderno: «lo moderno de una sociedad se expresa justamente por su capacidad de abrirse hacia otras entidades sociales y romper, por lo menos parcialmente, con las barreras que las sociedades premodernas construyen alrededor de ellas para cuidar una supuesta pureza cultural.»

La polifonía de estos discos no es nueva en la música cubana, ni tampoco lo es la demanda de diversidad que expresan. Pero en esta hora global que vive cierres extremadamente peligrosos (racistas, xenófobos y oligárquicos), y en esta hora nacional empeñada en cierta política de «conmigo o contra mí», esta música cubana dice que no hay que tener miedo a las mezclas, que estas son más poderosas cuando se está abierto al mundo, se reconocen diferencias y se las procesa sin pacificarlas ni renunciar a los conflictos.

Esta música no solo ofrece sonidos de fondo a demandas cubanas de hoy, sino formulan desde su propio cuerpo su particular demanda de inclusión y de participación en la construcción crítica de lo propio, esto es, también, de un nuevo y ampliado espacio político cubano que reclama alto y fuerte: ¡Agua!

Blog del autor: http://jcguanche.wordpress.com/

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.