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Nanotecnología: La amenaza de la tecnología enana

Fuentes: La Jornada

Sus entusiastas dicen que cambiará al mundo más que la revolución industrial y nos permitirá, en un futuro no muy lejano, prácticamente rehacer todas las cosas con las que convivimos. Pero algunas voces hablan de los riesgos de una tecnología que nadie sabrá cómo controlar La nanotecnología, nombre dado a la manipulación de la materia […]

Sus entusiastas dicen que cambiará al mundo más que la revolución industrial y nos permitirá, en un futuro no muy lejano, prácticamente rehacer todas las cosas con las que convivimos. Pero algunas voces hablan de los riesgos de una tecnología que nadie sabrá cómo controlar

La nanotecnología, nombre dado a la manipulación de la materia a nivel nanométrico, promete (o amenaza) cambiar la economía mundial y la vida humana más radicalmente que la revolución industrial, y transformar los alimentos y la agricultura de manera más drástica y profunda que la ingeniería genética.

Sus proponentes proclaman que ayudará a combatir la contaminación ambiental, eliminar las enfermedades y alimentar a los hambrientos del mundo, entre innumerables otros beneficios. Pero los críticos y escépticos de esta nueva tecnología temen que podría extender el control corporativo a los bloques básicos de la materia y desatar inimaginables riesgos al ambiente y la salud humana.

«El asunto de la posesión y control de esta tecnología es de primerísima importancia. La manipulación a nano-escala en todas sus formas ofrece un potencial sin precedentes para establecer un arrollador control monopólico sobre los elementos y procesos que son fundamentales para la función biológica y recursos materiales», advierte el Grupo de Acción sobre Erosión, Tecnología y Concentración (Grupo ETC), organización no gubernamental canadiense en un informe sobre nanotecnología y su convergencia con otras tecnologías de punta.

El documento declara que «en años venideros, científicos crearán nuevos elementos y quizás restructurarán y combinarán elementos en modos que no podemos imaginar hoy. Son imposibles de calcular las posibles implicaciones socioeconómicas y ambientales de nuevas formas de materiales nunca antes vistos en la Tierra».

Esto no es ciencia ficción. El gobierno de Estados Unidos dio (en 2004) 464 millones de dólares para investigación y desarrollo de nanotecnología y se espera que este año la suma ascienda a mil 240 millones. Los ministerios involucrados incluyen los de Energía y Agricultura, los Institutos Nacionales de Salud y hasta el Pentágono, que ya indaga los posibles usos militares de esta tecnología en asociación con el Instituto Tecnológico de Massachusetts en el Institute for Soldier Nanotechnologies. Entre las corporaciones privadas que ya invierten en este campo están Dupont, Xerox, Toyota, Siemens, Kraft, General Electric y los gigantes de la biotecnología como Syngenta, Monsanto y Bayer Cropscience. A pesar de que ya hay productos de nanotecnología en el mercado, incluyendo agroquímicos y crema para el sol, las organizaciones de la sociedad civil apenas han dicho una palabra sobre esta nueva tecnología.

Los riesgos invisibles

¿Y qué tienen de especial las nanopartículas? Su tamaño y nada más. Cuando los materiales son fragmentados hasta la nanoescala sus propiedades físicas cambian radicalmente. Debajo de la escala de 50 nanómetros dejan de tener aplicabilidad las leyes de la física newtoniana que asociamos con los macro-objetos que vemos y tocamos en nuestro diario vivir y son reemplazadas por las de la física cuántica. Características como color, dureza, reactividad química y conductividad eléctrica pueden variar entre objetos en nanoescala y objetos de mayor tamaño, aunque ambos estén hechos de la misma sustancia. Una sustancia que es azul puede tornarse roja al ser rebanada en pedazos de sólo unos cuantos nanómetros de espesor. También una sustancia relativamente inerte a nivel químico y eléctrico, en grado nano puede aumentar su respuesta reactiva tanto química como eléctricamente.

Un ejemplo de esto es el dióxido de titanio, que es el ingrediente activo de la crema para el sol, pues impide el paso de rayos ultravioleta. Esta sustancia es blanca pero cuando sus partículas son de nanoescala se torna transparente, pero mantiene su capacidad para bloquear la luz ultravioleta. Ya hay en el mercado crema para el sol transparente hecha con nanopartículas de dióxido de titanio.

Por otra parte, el carbono muestra propiedades muy interesantes a nivel nano. Hay científicos decididos a desarrollar aplicaciones prácticas para los nanotubos, que son moléculas de carbono en forma cilíndrica. Los nanotubos son cien veces más fuertes que el acero y seis veces más livianos, y además conducen corrientes eléctricas mejor que el cobre. Las aplicaciones potenciales de este novedoso material para la medicina, la manufactura y las computadoras podrían ser prácticamente ilimitadas.

¿Son peligrosas las nanopartículas? Desde 2001 científicos del Centro de Nanotecnología Biológica y Ambiental de la Universidad de Rice en Estados Unidos advirtieron que nanopartículas se acumulan en los hígados de animales de laboratorio. Esto significa que estas partículas pueden recorrer la cadena alimenticia y acumularse de esa manera en los tejidos de animales y humanos.

Investigaciones realizadas por la inmunóloga francesa Silvana Fiorito demuestran que las células reaccionan a la entrada de partículas foráneas si son de escala micrométrica (un micrómetro es mil nanómetros o una milésima de milímetro) pero no reaccionan a partículas nanométricas aunque sean de la misma sustancia. «La capacidad de evadir el sistema inmunológico puede ser deseable para suministrar medicamentos, pero ¿qué pasa cuando tocan a la puerta nanopartículas no invitadas?», dice el Grupo ETC.

¿Serán las nanopartículas el asbesto del siglo XXI?

Nanotec y más allá

La nanotecnología se discute en círculos científicos por lo menos desde 1959, cuando el físico Richard Feynman (Premio Nobel 1965) propuso la manipulación de átomos individuales en una lectura titulada «There’s Plenty of Room at the Bottom». En 1986 el científico Eric Drexler publicó The Engines of Creation, todavía hoy considerado la biblia de los nanotecnólogos.

Los nanotecnólogos ya están mirando horizontes más allá de la producción en masa de nanopartículas y contemplando aplicaciones aún más ambiciosas. Algunos de ellos se disponen a fabricar robots a nanoescala (nanobots) que realizarán una infinidad de faenas incluyendo la auto-replicación. «Nanobots introducidos a nuestro flujo sanguíneo podrían complementar nuestro sistema inmunológico, y buscar y destruir patógenos, células cancerosas y otros agentes causantes de enfermedades», dice el entusiasta inventor Ray Kurzweil. «Podremos reconstruir cualquiera o todos nuestros órganos y sistemas, y hacerlo a nivel celular».

Continúa Kurzweil: «Comida, ropa, anillos de diamante y edificios, todos podrían autoensamblarse molécula por molécula. Cualquier tipo de producto podría ser instantáneamente creado cuando y donde lo necesitemos.
De hecho, el mundo podría autorensamblarse para atender nuestras cambiantes necesidades, deseos y fantasías. Para fines del siglo XXI, la nanotecnología permitiría a objetos, como muebles, edificios, ropa, hasta gente, cambiar su apariencia y otras características ­esencialmente cambiar a otra cosa en una fracción de segundo».

En las palabras de los profesores españoles Nicolás García García y José Antonio Rausell Colóm: «Se está intentando producir robots mixtos; así como con chips de silicio para las unidades de memoria y con componentes moleculares autoreplicantes para algunas de sus partes móviles. El camino actual es el de la interdisciplinariedad para la fabricación de tales productos mixtos, explorando posibilidades. Se van a utilizar conjuntamente las técnicas de la experimentación genética y de la manipulación nanotecnológica para la producción de moléculas más sencillas que el ADN y que se puedan autoreplicar mas rápidamente y autoensamblarse con las unidades de memoria en diminutos robots con un funcionamiento predeterminado. A esto es a lo que se le denomina GNR (genética-nanotecnología-robótica) en el siglo XXI.

Tales robots se obtendrán por billones, o en el número deseado de unidades, a través de procedimientos genéticos de replicación y autoregulación, una vez que se haya logrado obtener el primer prototipo. Este es el procedimiento que sigue la pauta de la naturaleza, pero tendrá lugar a mayor velocidad, y será difícil
de controlar».

Según un informe escrito por García García y el científico Heinrich Rohrer, Premio Nobel de Física, los adelantos inminentes de la nanotecnología harán posibles dentro de pocos años integraciones en terabits (un millón de millón de bits) por centímetro cuadrado. Según ambos científicos, un terabit es igual a la cantidad de memoria de un cerebro humano. «Con tal memoria será posible mantener conversaciones audiovisuales mientras paseamos o ver la televisión con un chip integrado en el ojo, por ejemplo. La conversación podría ser entre un chino y un español cada uno en su propio idioma.»

¿Qué tal si nanobots autorreplicantes se reproducen fuera de control? enfrentaríamos en ese caso peligros y formas de contaminación ambiental imposibles de imaginar hoy. Ya en 1991 el autor Jerry Mander, un favorito de los lectores ecologistas y opuestos a la globalización, advirtió sobre los riesgos de la nanotecnología en su libro In the Absence of the Sacred. Bill Joy, científico principal de la corporación Sun Microsystems, expresó preocupación sobre los peligros potenciales de esta tecnología en un ensayo que lleva el título tétrico de «Why the Future Doesn’t Need Us», publicado en la revista tecnófila Wired en 2000.

Según Joy, «Las tecnologías del siglo XXI genética, nanotecnología y robótica (GNR)­ son tan poderosas que pueden dar lugar a nuevos tipos de abusos y accidentes». En su ensayo, sostiene que todavía no hemos caído en cuenta de que estas tres tecnologías «representan una amenaza distinta de otras tecnologías que han venido antes», ya que los nanobots y los organismos transgénicos pueden autorreplicarse. «Una bomba sólo puede estallar una vez. Pero un bot se puede convertir en muchos, y rápidamente salirse de control.»

Pat R. Mooney plantea que «en un mundo biónico donde se funden la nanotecnología y la biotecnología, veremos biocomputadoras a nanoescala y biosensores capaces de monitorear todo, desde reguladores del crecimiento en las plantas hasta asambleas políticas… ¿Qué pasa si no se puede detener a los nanobots? ¿Qué implicaciones tiene esto para los planes militares y el terrorismo, especialmente el terrorismo de Estado? El propio poder de la nanotecnología de hacer todas las cosas físicas, visibles e invisibles, en forma barata e inagotable, es también la mayor amenaza que conlleva.»

¿Y la sociedad civil? A estas alturas del siglo XXI parece que no ha aprendido de los errores estratégicos cometidos en la problemática de los transgénicos. La mayor razón por la cual el mundo, en particular el hemisferio americano, está arropado de millones de hectáreas de cultivos transgénicos es que la sociedad civil entró en el debate muy tarde, cuando la tecnología ya se estaba comercializando masivamente. ¿Se repetirá este error con la nanotecnología y otras tecnologías emergentes?

*El autor es periodista y educador ambiental. Es fundador y director del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico (www.bioseguridad.blogspot.com)

Las nanopartículas en la vida diaria

Un nanómetro es una millonésima parte de un milímetro. En un nanómetro caben diez átomos de hidrógeno en fila india, mientras que una molécula de ácido desoxirribonucléico tiene 2.5 nanómetros de ancho.
Una célula roja de la sangre humana mide por lo menos cinco mil nanómetros de diámetro, mientras que algunos componentes individuales de los circuitos de una computadora de la compañía Intel son tan pequeños como 130 nanómetros. En una cabeza de alfiler caben cómodamente 900 millones de nanopartículas.

Ya se pueden comprar nanopartículas, en forma de polvo o en solución líquida, y ya se están usando en productos como:

 

• Defensas de carros.
• Pinturas y capas para proteger contra la corrosión, rasguños y radiación.
• Capas para proteger y reducir deslumbramiento usadas en anteojos y autos.
• Herramientas para cortar metal.
• Cremas para el sol y cosméticos.
• Pelotas de tenis de mayor durabilidad.
• Raquetas de tenis más livianas y fuertes.
• Ropas y lentes a prueba de manchas.
• Ungüentos para heridas y quemaduras.
• Tinta.
• Convertidores catalíticos para automóviles.

Según una página web del gobierno estadunidense dedicada a la promoción de la nanotecnología, ésta ya se usa en aplicaciones electrónicas, magnéticas, optoelectrónicas, biomédicas, farmacéuticas, energéticas y catalíticas.