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Neocolonialismo y la sobreexplotación en la Amazonía ecuatoriana

Fuentes: Rebelión

La Amazonía Ecuatoriana se encuentra amenazada por una visión capitalista que la considera una fuente inagotable de recursos. Y debe ser explotada irracionalmente, como lo hicieron los primeros conquistadores que emprendieron enloquecidas expediciones en busca de El Dorado; así también se abrió camino a las iglesias que en nombre de la evangelización, destruyeron milenarias culturas […]

La Amazonía Ecuatoriana se encuentra amenazada por una visión capitalista que la considera una fuente inagotable de recursos. Y debe ser explotada irracionalmente, como lo hicieron los primeros conquistadores que emprendieron enloquecidas expediciones en busca de El Dorado; así también se abrió camino a las iglesias que en nombre de la evangelización, destruyeron milenarias culturas indígenas. En esta escalada de violencia histórica, llegaron los caucheros a principios del siglo XX y años más tarde las empresas petroleras.

En todas las etapas, hubo una constante: el saqueo de la Amazonía. Nadie entendió la cosmovisión los Pueblos Indígenas que viven desde tiempos ancestrales en la selva, que es su hogar y se dieron sucesivamente procesos de expropiación de sus territorios de una manera violenta.

Así como Colón se auto proclamó descubridor de un nuevo mundo sobre el cual todo fue permitido a nombre de la civilización, las empresas transnacionales llegaron a descubrir el petróleo en la Amazonía para presentarlo como sinónimo de progreso y modernidad. Impusieron sus propias reglas de comercio a los frágiles Estados; han sido cómplices de sangrientas dictaduras y han servido a los grupos de poder, con un solo objetivo: la extracción del oro negro. En este objetivo, las normas ambientales establecidas en las leyes ecuatorianas han perdido su valor; los infractores pretenden ignorar que los bosques tropicales son básicamente ecosistemas de alta fragilidad y complejidad.

Actualmente, la presencia de 15 empresas petroleras transnacionales y 1 estatal que operan en la amazonía ecuatoriana, continúan con la misma significación: miedo y destrucción en la zona, prácticas colonialistas, racistas e irresponsables. Cada uno de los llamados bloques petroleros, tiene aproximadamente 200 has de bosque tropical; la Amazonía ecuatoriana se encuentra así, enteramente repartida.

Toda la Amazonía y sus Pueblos están gravemente expuestos. Su situación es alarmante, las empresas extraen crudo dentro de sus territorios desconociendo la importancia de ellos para su vida. El caso de los pueblos Huao, Secoya y los Tetetes, estos últimos obligados a desaparecer debe interpelarnos. Sus territorios han sido destruidos casi en su totalidad por la deforestación y contaminación, la cultura del dinero se impuso dictatorialmente desconociendo sistemas económicos sustentables y acordes a una vida que se inventaba en los bosques amazónicos.

De igual manera, las comunidades campesinas se han visto cruelmente afectadas. Enfermedades incurables como cáncer son el resultado de vivir décadas en medio de la contaminación y derrames de petróleo; sus tierras han perdido la capacidad productiva generando una situación de extrema pobreza y violencia.

La militarización es el mecanismo para controlar la zona. Por ejemplo, junto a los Centros de Facilidades Petroleras, de cada empresa, se han construido Campamentos Militares. Estos acuerdos de cooperación mutua entre el Estasdo y las transnacionales se han dado con empresas como Repsol, Occidental, Encana, Agip, CGC, Perenco, originarias de Europa y EE UU. La empresa CNPC, de origen chino, logró militarizar, de la noche a la mañana, todo un departamento para continuar con sus actividades de exploración dado que la población se había declarado en oposición hasta que la compañía cumpla con su plan social de contingencia, si es que se lo puede llamar así. Esta presencia Militar es contraria a la Constitución.

La presencia militar implica el impedimento de la libre circulación de los ciudadanos ecuatorianos por su territorio. Las organizaciones sociales locales están bajo amenazas permanentes y se las impide denunciar las atrocidades que las empresas petroleras cometen. Por ejemplo para brindar seguridad militar a las instalaciones petroleras, en un informe de las FF AA ecuatorianas se menciona que se ejercerán patrullajes terrestres, aéreos, y fluviales, que se establecerán controles fijos y temporales en las vías de circulación, que se mantendrá permanente contacto y coordinación con los Departamentos de Seguridad de la empresas. La presencia de ecologistas y de observadores de derechos humanos, e incluso de extranjeros (¿se referirán a los funcionarios de las empresas?), es asociada a delincuencia y subversión para justificar la seguridad militar.

Las empresas y el Estado violan permanentemente los derechos constitucionales de los Pueblos Indígenas y de los ciudadanos que viven en la Amazonía. Esta demencial situación se da ignorando la carta magna ecuatoriana y diferentes acuerdos internacionales que el Ecuador ha ratificado. En la Amazonía están siendo desconocidos todos los derechos colectivos que los pueblos indígenas han alcanzado tras 512 años de resistencia y lucha. La presión de las grandes transnacionales y la implementación del Plan Colombia obligan al Estado a ofrecer sus Fuerzas Armadas como policía privada de las corporaciones privadas. La población local está en medio del fuego de la guerra petrolera; luego de cinco siglos el colonialismo se perpetua.